Capítulo 3- Pasado y presente
-Pues claro que soy yo, ¿quién si no iba a ser?
-No sé, ¿tal vez un extraño? -ironizó Misaki mientras se giraba.
-¿Un extraño? Para ti no lo soy. ¿Dónde has estado? -preguntó cruzando los brazos.
-Estudiando con Tris.
-Interesante... ¿Salimos esta noche?
-No, hoy no. Estoy cansada, me voy a dormir. Buenas noches.
-Como quieras...
A la mañana siguiente, todo el instituto guardó 5 minutos de silencio en recuerdo a los alumnos fallecidos.
-No
sé por qué les dedican estos 5 minutos. No se lo merecen -comentó la
misma voz que antes provocando que Misaki le mandara a callar-. Vale,
vale, me callo...
Después, el resto de las clases fueron normales.
-Bienvenida a casa, Misaki -le recibió con una amplia sonrisa.
-Qué raro que no te haya visto hasta ahora -saludó mientras lanzaba su bolsa en el sofá.
-Es que quería esperarte en casa -dijo alegremente.
-¿Para qué? -preguntó extrañada.
-Pues para salir juntas claro.
-Ya hemos hablado de esto. Ahora no puedo salir porque tengo exámenes importantes...
-Pero, ¿por qué? Por una noche no te va a pasar nada... -replicó decepcionada.
-Pero necesito esas horas para estudiar, no las puedo malgastar saliendo por ahí... -explicó cansada de repetirlo otra vez.
-Ya, eso dices tú pero bien que sales con tu amiguita Tris... A lo mejor debería...
-¡Ni se te ocurra! -le interrumpió rápidamente.
-¡¿Por qué?! -dijo molesta.
-¡Porque...! -y en ese momento el timbre de la puerta sonó haciendo que Misaki girara la cabeza y preguntara-: ¿Quién es?
-¡Soy yo, Tris! -gritó desde el otro lado de la puerta.
Misaki
giró de nuevo la cabeza pero vio que la chica con la que hablaba ya no
estaba, así que se fue a abrir la puerta. Allí estaba su amiga
enseñándole su bufanda roja en la mano.
-Hola, te has dejado esto en mi casa y te lo traje -dijo mientras se lo entregaba-. ¿Por qué gritabas?
-Ah, es que cuando he llegado he intentado recordar algunas citas pero se me han olvidado por completo...
-No te preocupes, a mí también se me han olvidado. Bueno, hasta mañana -y se marchó.
Cerró la puerta y fue a buscar a la chica de antes.
-Venga, no te enfades. Al menos espera a que termine esta semana de exámenes...
-¡Pero es que yo no quiero esperar una semana más...! -protestó desde el balcón.
-¿Por qué?
-Porque...
ya no pasas tanto tiempo conmigo y... siento que me dejas de lado para
estar con esa Tris... -dijo mientras se giraba y observaba la vista del
balcón.
-¿Por qué dices eso? -preguntó mientras se dirigía hacia ella- Sabes que yo nunca haría eso...
-Ya pero... siento como si ya no te divirtieras estando conmigo... -susurró apartando la mirada de ella.
-¿Cómo? ¿Desde cuándo he dicho yo eso? ¿Es que he hecho algo que te haga pensar eso?
-No, es igual... déjalo... ¿No tienes que cenar?
-¿Eh? ¿Cenar? ¡Ayy, es verdad! ¡Se me olvidaba! -gritó haciendo un puchero mientras corría a la cocina.
Misaki preparó la cena y se sentó a comer mientras la chica le observaba.
-Dime, desde que me conoces, ¿te has aburrido alguna vez? -preguntó la chica mientras jugueteaba con el cuchillo.
-Hombre... -bromeó Misaki-. Está bien, está bien, alguna que otra vez me he aburrido pero nada más...
-Oh, venga, no me digas que no te has divertido en éstos últimos días en los que hemos salido juntas... -sonrió pícaramente.
-Pues claro que sí, tú ya lo sabes...
-¿Y al poco de conocerme, te divertiste? -preguntó mirándola a los ojos.
-¿Cuándo? -preguntó arqueando una ceja.
-Ya sabes... cuando eras pequeña y estábamos en tu casa... -dijo sonriendo enigmáticamente.
En
ese momento, Misaki abrió los ojos como platos y se quedó inmóvil
mientras recordaba aquello. Cuando sus padres murieron, cuando la
conoció y cuando su vida cambió completamente.
-Ya sabes que no... -respondió al fin con una voz siniestra.
-¿Por qué no? Si fue divertidísimo… -dijo con una sonrisa.
-¡¿Te crees que me hizo gracia decapitar a mi propio padre?!
Ella
no dijo nada, tan sólo se limitó a mirarla con una sonrisa en sus
labios mientras rizaba un mechón de su pelo. Aquel intercambio de
palabras había conseguido que la expresión infantil y despreocupada de
Misaki, se volviera tensa y enfadada. Realmente le había sacado de sus
casillas. Odiaba que le recordaran aquello.
-No,
por supuesto que no… después de todo, es tu conciencia quien te machaca
por eso haciendo que tengas esa misma pesadilla una y otra vez
-comentó, luego se acercó a ti añadiendo-: Pero recuerda que fue él
quien mató a tu madre con sus propias manos a puñaladas. Merecía morir, y
tú lo sabes…
-Ya lo sé, Hikari, ya lo sé… Por más que intento olvidarme de eso, no puedo…
-Bueno, ya se te pasará. ¿Y tu tía qué?
-Estuvo
bien pero no fue nada del otro mundo -dijo mientras recogía la mesa y
empezaba a fregar-. Tirarla por las escaleras no fue muy interesante, no
fue gran cosa…
-Ya, pero sé que disfrutaste observando cómo se moría -añadió mientras se apoyaba en la encimera-. Recuerda que yo te ayudé.
-Tan sólo me dijiste por dónde tenía que caer exactamente para matarse.
Pues
sí, Misaki mató a su padre cuando sólo tenía 7 años al enterarse de que
había asesinado a su madre. Fue entonces cuando conoció a Hikari, una
chica todo lo contrario a ella. Era de la misma altura y complexión que
Misaki, tenía el pelo largo y completamente blanco y sus ojos eran rojo
sangre. Era fría, calculadora y poco sociable. A simple vista parecían
gemelas, pero no lo eran.
A
los 14 años Misaki hizo que su tía paterna cayera por las escaleras y
se matara. ¿La razón? Su tía sólo la quería para recibir la herencia de
sus padres y se desharía de ella cuando cumpliera la mayoría de edad,
además de que secuestraba a ancianos y cobraba sus pensiones. A partir
de ahí comenzó a matar a gente que era mala, que cometía actos crueles y
que merecían morir…
Después
de fregar los platos, Misaki fue a prepararse el baño mientras que
seguía recordando sus matanzas con Hikari. Luego se desnudó y se metió
en la bañera junto a la chica.
-Y
dime, ¿cómo hiciste para que los agentes no te acusaran de haber matado
a tu tía? Es que yo no estuve… -preguntó Hikari chapoteando en el agua.
-Les
colé la historia de que estaba en medio de un catarro bastante fuerte y
cuando quería ir a la cocina, pues se cayó rodando por las escaleras
aterrizando mal. Como era ya mayor pues no le dieron mucha importancia…
-¿Y éstos últimos días qué?
-A decir verdad… ¡me han encantado! -exclamó sonriente- ¡Nunca me lo pasé tan bien…!
-Ya, pero ellos no habían hecho nada malo entonces, ¿por qué?, ¿no dices siempre que sólo matas a personas malas?
-Claro
que habían hecho algo malo y por eso merecían morir. Además, ¡me lo
pasé en grande mientras los mataba! -dijo muy entusiasmada- Pero eso es
una excepción, nada más…
Siguieron
hablando hasta que los dedos de los pies y de las manos de Misaki
quedaron arrugados como garbanzos. Salieron del agua y Misaki se puso su
camisón de L mientras que Hikari se ponía la ropa que llevaba antes. Se
tumbaron en la cama y siguieron hablando hasta que casi estuvieron
dormidas.
-Buenas
noches Misaki, que descanses bien -susurró mientras le plantaba un beso
en la frente-. Y recuerda: a donde tú vayas, yo siempre estaré a tu
lado…
-Pues claro, después de todo eres fruto de mi imaginación…
La parte final impactante eeeh :P
Besos y hasta la próxima! ^^
Holi Onee-chan!
ResponderEliminarUn placer volver a leer otra vez nuestro relato uwu mándame el siguiente capi cuando lo acabes ehh??
Beshos
Hola onee-chan! ^^
EliminarJajaja, ¿a que sí? xD Me alegra de que te guste volver a releerlo xD
Besazos onee-chan!
Me gusta nya
ResponderEliminarMe alegra de que te guste y gracias ^^
EliminarBesos!