CAPÍTULO 45- TIRO FANTASMA
—Entrenador Sharp, ¿podría hablar con usted antes del
entrenamiento, por favor?
Jude y Celia se detuvieron. Ni siquiera habían llegado al
Edificio Fútbol cuando Wanli Changcheng les había abordado.
—Claro, Wanli —terminó asintiendo Jude—. Luego nos vemos.
Los dos adultos le vieron marcharse, saludando
alegremente a Lucian.
—¿Quizás mi primo haya tenido algo que ver? —Hikari habló de la nada,
apareciendo al lado de los hermanos.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Celia—. Buenos días.
—Buenos días —sonrió Danny—. Es porque hoy pensábamos
hablar con él si le seguíamos viendo igual de tristón.
—Bueno, parece que ya no hará falta —sonrió Angy.
—¡Buenos días, chavales! —saludó Kai, dando vueltas
alrededor de ellos con el monopatín—. ¿Cómo estamos hoy?
—¿Qué estáis haciendo aquí? —preguntó Jude—. ¿No tenéis
nada mejor que hacer que torturarnos ya de buena mañana?
—Joder, qué cruel eres, melenas —resopló Kai—. Si lo
llego a saber, te dejo en la isla del Sector Quinto. Que te den a ti y a David.
Hikari la miró con algo de extrañeza. Danny también
arqueó la ceja.
—¿Y David qué tiene que ver en todo esto? —preguntó
Hikari.
—Se está haciendo tarde ya —interrumpió Celia, riendo—.
Si queréis estar en el entrenamiento, al menos intentad no hacer tanto jaleo.
—¿Dónde está Annie? —preguntó Angy.
—Está ya dentro —contestó Celia—. Por eso digo que se nos
hace tarde. Vamos.
Cuando los jugadores se cambiaron y calentaron, Jude
mandó a entrenar a los demás. Y aunque Wanli esperó a que las amigas del
entrenador no estuvieran presentes para hablar con él, no tuvo más remedio que
hacerlo con seis adultos escuchándole atentamente.
—¡Lo siento mucho, entrenador! —hizo una reverencia de
noventa grados—. ¡Déjeme unirme a los entrenamientos!
Jude sonrió al ver la expresión decidida de Wanli.
—De acuerdo.
—¡Anda, pero si es el grandullón de la lluvia! ¡El de
ayer en el parque!
Todos se giraron para mirar a una muchacha morena con una
coleta baja recogiendo su largo cabello y grandes ojos marrón café.
—Pero qué ven mis ojos —silbó Kai—. ¿No es de
nuestras guiris favoritas?
Jude suspiró por lo bajo. Ese entrenamiento sería más
movidito de lo que esperaba teniendo a otra loca más rondando por ahí.
—¿De qué la conoces? —preguntó Hikari a Wanli, mirándole
con curiosidad.
—¿Acaso quedas con menores fuera del horario escolar o
qué, Ana? —le pinchó Danny.
—¿O quizás debamos llamarte Annie? —sonrió Annie, mirando
con picardía a la morena.
—No seas tonta, mejor llámame Ann —se burló Ana,
pegándole una torta a Danny por su insinuación—. Y para tu información, yo soy
vuestra guiri favorita.
—¿Eh? Pero Sakura también existe —se rió Angy—. ¿Qué
haces tú por estas tierras?
—Estoy de vacaciones —sonrió la morena.
—¿Y te has venido de Estados Unidos hasta aquí solo para
vernos? —se emocionó Danny.
—¿Qué? Claro que no —se rió Ana—. Primero fui a ver a mi
familia en España y luego decidí venirme para aquí. Estaba haciendo turismo
cuando me pilló la lluvia y vi a este muchacho de aquí —miró a Wanli con una
sonrisa—. Enseguida reconocí el rayo de su uniforme.
—Es una amiga nuestra de la infancia —presentó Celia al
joven—. Se llama Ana Torres Jurado, pero puedes llamarla Ana.
—¡Y es una gran bailarina! —Kai se le colgó del cuello
sonriendo.
Jude intentó poner orden en aquel lugar, mandando a Wanli
a que se uniera a sus compañeros al entrenamiento mientras los demás se ponían
al día con Ana.
—¿Y cómo es que terminaste hablando con Wan-Chang? —preguntó
Jude.
—¿Con quién?
—Con Wanli —señaló Celia—. Se llama Wanli Changcheng,
pero todos le llamamos Wan-Chang.
—Oh, eso… Le encontré en un parque de la ciudad, dando
voces con otro chico. Parecía que se estaban peleando, así que no pude evitar
intervenir.
—¿Eh? ¿Por qué? —preguntó Danny.
—Se estaban gritando mucho. Me pareció que algo malo
estaba pasando y creía que le estaban acosando…
Aquella información llamó la atención de todos.
¿Wan-Chang siendo acosado? ¿Por quién?
—¿Viste cómo era ese chico? —demandó Celia.
—Tranquilos, creo que solo fue un error mío y estaban
trayendo viejas heridas del pasado a la superficie —sonrió Ana—. Menos mal que
ese chico de pelo azul estaba ahí para consolar a Wan-Chang.
—¿Quién? —Angy miró a los alumnos.
Ana señaló al chico en cuestión.
—Ah, Lucian Dark —dijo Danny.
—¿Dark? —Ana miró a Hikari—. ¿Ese chico de ahí es tu
primo, Hiki?
—¡Exacto! —sonrió la idol—. Me alegro saber que Lucian
ayudó a un compañero en apuros.
—Lo que me intriga es ese chico con el que estaba
discutiendo —murmuró Annie—. ¿Sabrías decirnos cómo era?
Ana describió como pudo la apariencia de ese chico mientras
no quitaban un ojo de encima al entrenamiento de los chicos.
—Espera, ¿ese no es Harrold Houdini? —Celia frunció
levemente el ceño.
—¿Entonces se conocen de antes? —se sorprendió Annie.
—No me extrañaría si crecieron en Inazuma —Kai se encogió
de hombros—. Lo que más curiosidad me da es por qué se pelearon.
—¿Entonces es por eso por lo que el juego de Wan-Chang ha
sido tan malo? —se preguntó Hikari.
—No, no creo que haya sido por eso —replicó Jude.
—Eso ya venía de antes —coincidió Annie.
—Pues entonces solo se me ocurre que se le haya juntado
con otros problemas de antes —suspiró Ana.
Sin embargo, las palabras de aquel adolescente le
preocupaban. ¿Todavía seguía creyendo que estaba jugando al fútbol solo? ¿O tan
solo estaba tan cegado con ese Harrold Houdini que no podía ver a sus
compañeros de equipo?
—Aunque bueno, parece haber una esperanza en ese
grandullón —sonrió Kai, tras ver el perfecto corte del chico a Aitor.
A lo lejos, Lucian sonreía viendo cómo Wan-Chang volvía a
ser el mismo de antes. Por detrás, se le acercó Jade antes de abrazarle por los
hombros con un solo brazo.
—Bueno, y tú no sabrás nada de todo esto —sonrió con
confianza la gerente.
—No, nada —se apresuró a negar.
—¿Seguro que no? —Jade le taladró con la mirada,
intentando mirar a través de su alma.
—Sí, seguro que no.
Tras un par de segundos más, Jade le metió un pequeño
empujón, refunfuñando por no haber podido sacar nada en claro. Lucian sonrió,
mirando de nuevo a Wanli. Le había prometido a Wan-Chang que no abriría la boca
y así estaba haciendo. Entonces se dio cuenta de que la mujer del día anterior
estaba allí hablando con el entrenador Sharp. Terminó sorprendiéndose al saber
que era amiga de su prima. Sin embargo, la joven llamada Ana se hizo la loca e
hizo ver como que no les conocía de nada, guiñándoles el ojo con complicidad.
—Joder, menudo marrón tenéis encima —suspiró Ana aquella
noche.
Como era ya costumbre, se habían reunido en la enorme
casa de Jude para poder verse todos juntos y saludar de nuevo a su vieja amiga.
Ana les había exigido saber todos los cotilleos de los que se había perdido.
—Bueno, creo que no se puede evitar —sonrió Esther—. Es
difícil ver cómo la nueva generación crece teniendo esos valores relacionados
con el fútbol.
—Menos mal que los americanos no están tan mal de la
cabeza en ese aspecto —comentó Ana—. Pero es una pena que ya no estemos tantos
aquí. Me habría encantado saludarles.
—Algunos trabajamos, no como otras —Rubén le sacó la
lengua.
—¡Oye, yo también trabajo!
—Es una época dura —suspiró Jude—. En la Resistencia
ahora mismo estamos tratando varios frentes.
—Nelly está muy ocupada —asintió Einar, echando de menos
a su esposa en la cena.
—He intentado arrastrar a David para que venga, pero no
se ha dejado —habló Kai—. Jude, no sé cómo puedes dejar que trabaje tanto.
¡Deberías darle vacaciones…!
—¿Y por qué se lo dices a él? —Annie arqueó una ceja.
—Eso, eso —asintió Hikari—. No es su jefe, ya no trabajan
juntos, ¿no?
—A menos que… —Danny miró con sospechas a Kai.
Ken miraba cómo Saki abría y cerraba la boca como un pez
fuera del agua. Quería decir algo, pero se estaba sonrojando tanto que el chico
pensaba que se iba a desmayar de un momento a otro.
—Hombre, después del estrés por el que lo hicisteis
pasar, normal que esté exhausto —saltó Joss.
Celia sonrió, conmovida por la preocupación de David. A
pesar de ser tan recto como su hermano, cuidaba de los que le rodeaban.
—Es que David es muy buena persona —suspiró Saki.
—Sí, no como Erik, que no se ha dignado a pasar por aquí
para saludarnos —protestó Silvia.
—Créeme que quiere venir aquí, pero el trabajo no le deja
—dijo Ana—. Ni a él ni a Saku. Son una pareja bastante ocupada.
—¿Tu novio también? —preguntó Hikari.
—Mark también —suspiró dramáticamente la bailarina—. Es
lo que pasa cuando tienes a casi la mayoría de tus amigos metidos en el mundo
del fútbol.
—Oye, oye, no todos estamos metidos en el mundo del
fútbol —se rió Kai—.¡Estás hablando con una surfista!
—Y con una jugadora de voleibol —asintió Angy.
—De entre nosotras creo que muy pocas hemos seguido ese
camino, ¿no? —se dio cuenta Annie.
—Ahora que lo dices, tienes razón —le dio Esther la
razón.
Algunos empezaron a hacer memoria, repasando las
profesiones actuales de todos ellos.
—Solo tres personas de Las Fieras Nocturnas siguen relacionados
profesionalmente al fútbol —se sorprendió Saki—. Sakura, Yuuto y Gregori.
—Es curioso —comentó Einar—. ¿Y del Inazuma Eleven?
Siguieron charlando, pasando el rato y recordando viejos
tiempos. Aunque tan solo estaban unos pocos, seguían disfrutando de aquellos
momentos.
—Es una pena que Nelly no esté aquí. Así estarían todas
las originales del Raimon —suspiró Einar.
—Invitamos a Cammy a venir, pero nos dijo que le tocaba
guardia —informó Saki.
—Ser enfermera debe de ser agotador —dijo Esther.
—Ella sí que se merece esas merecidas vacaciones —declaró
Joss con convicción.
—Eso, eso —asintió Danny—. Deberíamos hacer que se tome
unas vacaciones forzadas.
—¿Y eso cómo lo hacemos, eh? —le miró Hikari.
—Si existe la fuga de pacientes, entonces seguro que
existe la de enfermeros, ¿no? —comentó Rubén.
—Eso es —asintió Esther, apoyando a su mejor amigo.
—Vale, pues entonces solo tenemos que secuestrarla
durante un par de días, ¿verdad? —Kai se frotó las manos.
—¿De verdad estáis pensando en secuestrar a nuestra amiga
de su trabajo? ¡Podrían meternos en la cárcel…! —intervino Angy—. O peor, que
la despidan del hospital.
—He pillado esa referencia —sonrió Ana, apuntando hacia
su rubia amiga.
—Solo intentad estar fuera de la cárcel para el partido
contra el Espejismo —interrumpió Jude con tranquilidad—. Estoy seguro de que
los niños querrán ver que les estáis apoyando. Si vais a faltar, que no sea por
vándalos.
—Aunque me encantaría participar en ese plan de
liberación de Cammy, me voy a tener que abstener —habló Annie solemnemente—. No
puedo dejar en la estacada a Aitor.
—Ni yo tampoco a Lucian… —rumió Hikari—. Bueno, será
rápido.
—Vamos, de jóvenes hemos hecho locuras peores que estas —se
rió Esther.
—¿Algo peor que secuestrar a alguien? —Einar flipó en
colores—. ¡Contádmelo! ¡Quiero saberlo, por favor…!
—Wan-Chang, ¿no? ¿Puedo llamarte así? Soy Ana, amiga del
entrenador Sharp —le sonrió—. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor?
—Sí —asintió Wan-Chang, sin saber muy bien qué decir.
La joven había ido a hablar con él mientras entrenaba
unos toques con el balón. Para no levantar sospechas, le hizo hacer pases con ella.
—No he podido evitar enterarme de que… ese chico de ayer
es vuestro rival en el próximo partido.
Wan-Chang la miró sorprendido, pero tampoco tanto
porque se lo esperaba. Era fácil averiguar que se conocían y el físico de
Harrold era lo bastante peculiar como no para no reconocerle.
—Supongo que te debe de doler, ¿verdad? Enfrentarse a él
sin haber hablado con él como es debido —al ver la expresión cerrada del chico,
suspiró y dijo—: Solo quiero que sepas que… puedes hablar conmigo si lo
necesitas. Puede que no sea lo mismo que con tu amigo Lucian, pero… yo también
sé lo que es jugar en soledad —sonrió levemente—. Claro que mis circunstancias
seguramente eran algo diferentes, pues no era totalmente en soledad porque tenía
a mi hermano mayor. Sin embargo, quiero escuchar su historia. Si me dejas. Quiero
escucharte, Wan-Chang.
Wanli no supo qué fue lo que le movió por dentro, pero
decidió confiar en ella como lo había hecho con Lucian. Terminó asintiendo.
—Genial —dibujó una gran sonrisa—. ¿Conoces algún sitio
donde podamos comer un buen ramen?
—Los del Rai Rai son los mejores de toda la ciudad.
—¿Eh? ¿Dónde está Wan-Chang? —Lucian buscaba al
grandullón por todos lados.
Era difícil que alguien de su tamaño se le perdiera, pero
allí estaba, buscándolo. Hikari se le acercó para darle un pequeño susto a su
primo.
—¿Wanli? Se ha ido con Ana.
—¿Ana?
—Sí, la morena nueva que vino ayer. Mi amiga —sonrió.
—Oh, ella…
—No hace falta que te hagas el tonto conmigo, Lucian —se
rió Hikari—. Ya sé que la conoces del parque. Creo que por eso Wan-Chang se ha
ido hoy con ella al Rai Rai.
—¿Es por lo de su amigo Harrold…? —preguntó, preocupado—.
Creía que estaba mejor y…
—Tranquilo —le acarició la cabeza—. Entiendo que te
preocupas por tu amigo, pero a veces… contarlo todo con un adulto es liberador
de una forma diferente que con un amigo, ¿entiendes?
—¿Como lo hicimos nosotros dos?
—Exacto. Vamos, te invito a cenar hoy.
—Hiki… ¿Y si vienes a cenar hoy a casa?
La chica se quedó sorprendida. ¿Ir a casa de Lucian donde
estaba su familia? ¿Estaba preparada para aquello? ¿No sería algo incómodo para
ellos?
—Te prometo que no será para nada incómodo. Por favor…
Mis padres están deseando conocerte. Al fin y al cabo, son tus tíos, ¿no…?
Bueno, quizás no podía alargar tanto aquella reunión
familiar tan extraña.
—Parece que mi restaurante ahora se ha convertido en un
sitio para resolver problemas —bromeó Archer, mientras terminaba de servir los
fideos.
—Pues no hagas el ramen tan bueno, idiota —se rió Ana—. Aunque
por lo que dices, parece que has tenido a este chico deprimido por aquí.
—Oh, sí. Incluso le hice de consejero a Jude.
—¿Qué? ¿De verdad? ¿Por trabajo? ¿O quizás por temas del
corazón?
—Que te lo explique su hermana, yo solo soy un simple
cocinero.
—Tonto, deberías avisar un día de estos para que podamos
ocupar tu restaurante.
—Quita, eso espantaría a mis clientes.
—¡Pero tenemos dinero…!
Archer colocó los dos boles sobre la barra y Ana terminó
de enseñarle la lengua para llevarlos a la mesa que compartiría con Wan-Chang.
—Primero de todo… ¿Te gusta el fútbol?
—¿Eh? —a Wanli le pilló desprevenido la pregunta—. Sí, claro
que sí.
—¿O solo juegas por jugar? ¿Solo estás en el Raimon
porque es un equipo bueno? ¿O porque te hacía sentir más conectado con tu amigo
Harrold? ¿Es por eso por lo que seguiste jugando durante todo este tiempo?
—No, yo…
—Eres de tercero, ¿no? ¿Has estado jugando tres años a
algo que no te gustaba solo para así poder acercarte de nuevo a Harrold?
—¡No…! Solo… solo… —agachó la cabeza, con sus ideas dando
vueltas por su cabeza—. A mí me gustaba el fútbol mucho antes de eso. Nos gustaba
a los dos. Y cuando él se alejó, yo seguí porque…
—Alto —interrumpió Ana, con una sonrisa amable—. Creo que
deberías contármelo todo desde el principio, ¿no te parece?
Y así, entre sorbo y sorbo, Wanli le explicó lo que había
sucedido en su escuela y con Harrold.
—¿Has pensado que quizás fuera por alguna causa que no te
quisiera decir?
—¿A qué se refiere?
—Por favor, tutéame, solo soy una simple bailarina
cumpliendo su sueño de viajar a Japón. Bromas aparte, solo comento que quizás
es algo raro que tus compañeros de clase se portaran bien contigo después de un
tiempo a la misma vez que Harrold se alejaba de ti.
—¿Cree…? ¿Crees que tiene algo que ver?
—Yo no digo nada, pero… para mí es extraño eso. La gente
suele aparentar mucho. Lo sé por propia experiencia. Quiero muchísimo a mis
padres, pero… solo querían que me relacionara con un tipo en concreto de
personas, ignorando qué era lo que yo deseaba. También estaban en contra de que
jugara al fútbol. No era para señoritas, según ellos. Era la única de mi grupo
que jugaba y a veces me sentía sola. Jugar a escondidas con los amigos de mi hermano
y él no era suficiente. Yo quería poder
disfrutar sin tener que cuidarme de las apariencias.
Ana suspiró, mirando a Wanli.
—Si no hubiera insistido en jugar y sin la ayuda de mi
hermano, me habría perdido una experiencia maravillosa jugando al Torneo
Frontier Internacional y nunca habría conocido a mis amigos de ahora. Claro que
al final terminé bailando —soltó una suave carcajada—. No me gusta nada las
personas que acosan al más débil y tú tienes un gran corazón, Wan-Chang, se te
nota a la legua. Por eso me parece extraño que esos niños cambiaran de parecer
de repente.
—Yo… he decidido que le enseñaré a Harrold que lo que
hace está mal. El Sector Quinto está mal. Ya no puedo cambiar lo que sucedió en
el pasado, pero sí que puedo hacer algo a partir de ahora. Antes no pude
hacerle entender la libertad que estaba buscando porque mis propias emociones
me dominaban, pero… esta vez conseguiré que lo entienda. Jugaré el próximo
partido y hablaré con Harrold. Si no es con mis propias palabras, será con el
fútbol que tanto amábamos.
—Que seguís amando, ¿no? Porque después de todo este
tiempo, seguís jugando.
Wanli asintió, decidido. Ana sonrió. Detrás de esas ganas
de liberarle del fútbol asfixiante del Sector Quinto, estaban las ganas de
querer hablar las cosas con su amigo de la infancia, de averiguar qué había
fallado e intentar arreglarlo.
Por fin, el día del partido llegó. La tensión se sentía
en el aire.
—¿Estos son el instituto Espejismo…? —murmuró Arion.
—Qué mal rollo me da esta gente —respondió Aitor.
Lucian localizó al amigo de Wan-Chang. Estaba serio, con
los ojos cerrados. Concentrado en el partido. Era normal. Se jugaban mucho en
aquel encuentro. Se jugaban el pase a las semifinales y ganar una lucha más en
aquella guerra contra el Sector Quinto. Llegaron al Estadio Pinball, un lugar
que impresionó desde fuera a los jugadores.
—No sabemos qué trampa puede ocultar —dijo Gabi—. No podemos
bajar la guardia.
—No —respondió Riccardo.
—Su nombre es bastante curioso —murmuró Celia.
—¿Verdad que sí? —coincidió Annie.
—Entremos —ordenó Jude.
—Espera, Harrold.
Harrold miró a la chica que llevaba el uniforme del instituto
Espejismo. Al ver que ella dudaba en expresar lo que quería decirle, decidió
pasar de largo. Sin embargo, ella gritó de nuevo:
—¡Espera!
Faythe Hiller sentía muchas emociones a flor de piel. El esperado
día había llegado. El día en que volverían a ver de nuevo a su amigo de la
infancia. Por su mente pasaban los miles de recuerdos bonitos e inolvidables
que había hecho con Wanli y Harrold, jugando a la pelota y cuidándose los tres.
Siempre juntos, siempre felices. Hasta que todo se fue desmoronando con el
bullying a Wan-Chang y el cambio de actitud de Harrold.
—Si se lo dijera, sufriría —le había contestado Harrold
aquella vez en que se lo reprochó.
En aquella época, no supo qué hacer, no supo cómo lidiar
con la situación. Era pequeña y solo quería que todo volviera a ser como antes.
Pero ya no podían huir más. Ninguno de los tres. Y menos Harrold.
—Creo que es un buen momento para que por fin hables con
él.
—No hace falta. No necesito hablar con un cobarde como
ese que no quiere aceptar la realidad.
Faythe observó la espalda de su amigo, alejándose hacia
el campo de fútbol.
—Si es así, ¿por qué tienes esa cara tan triste…?
Se fue hacia la zona del campo, todavía pensando. Hasta que
se fijó en alguien que llevaba chándal. Creyó reconocer su distinguible logo.
—Perdona, ¿eres un jugador del Raimon? —preguntó al chico
de cabello azul pensar en frente de las máquinas expendedoras.
—¡Oh, sí!
—Me llamo Faythe Hiller y fui compañera de clase de Wanli
Changcheng en primaria.
—¿Compañera de Wan-Chang…?
—¡Cuarto partido del torneo nacional Camino Imperial!
¡Instituto Raimon contra instituto Espejismo! ¡Dentro de poco los jugadores de
ambos equipos entrarán en el terreno de juego!
—¿Qué es esa cara tan larga, Lucian? —Aitor le metió un
empujón.
—Oh, nada, nada…
No sabía qué hacer. De alguna manera, tenía que habérselo
dicho a Wan-Chang en los vestuarios, pero había visto la ilusión de su amigo de
volver a ser titular. ¿Qué debía hacer? ¿Contárselo todo antes de que el
partido empezara? ¿O esperar a que terminara? Pero entonces todo podía salir
muy mal. Sin embargo, no podía desperdiciar todo lo que le había contado su
amiga de la infancia.
—¡Qué emociones nos rodean a todos en este Estadio Pinball!
¡Recordemos que dentro de poco comenzarán los cuartos de final del torneo
Camino Imperial!
El círculo del centro del campo se iluminó en mitad de la
oscuridad, así como otros cuatro más. Los jugadores del Raimon se sorprendieron
al ver aquello. Todo el campo de fútbol estaba iluminado como si fuera el
tablero de la máquina del pinball.
—¡El equipo que logre ganar hoy, se habrá convertido en
uno de los cuatro mejores equipos de todo el país! ¡Para el partido de hoy,
Jude Sharp, el entrenador del Raimon, ha decidido poner como titular a Wan-Chang,
que se perdió el anterior encuentro!
Angy, Kai, Hikari, Danny, Ana, Esther y Byron habían ido
a ver el partido.
—Que este campo se llame así… espero que no sea lo que
estoy pensando —murmuró Esther.
—Estoy emocionada, esto no es normal —sonrió Ana.
—Claro que lo es —dijo Kai—. Creo que este es el primer
partido que vemos del Raimon.
—Lo harán bien —aseguró Angy—. Son el Raimon, la nueva
generación que sigue portando el espíritu del equipo.
—¡El instituto Espejismo saca de centro! ¡Y a los pocos
segundos, Riccardo se hace con el balón! ¡De Riccardo a Arion!
Pero de pronto, el centro del campo literalmente se
levantó, cortando el pase que había hecho Arion a Victor. El rechace le dio
justo a Arion, que terminó por los suelos.
—Joder —se impresionó Danny—. ¿Eso qué demonios ha sido?
—¡Ahí está, una de las funciones especiales del Estadio
Pinball: los topes sorpresa!
—Como nos temíamos —murmuró Byron—. El campo actúa como
si de verdad se tratara del juego.
—Entonces solo tienen que buscar el patrón de esas cosas,
¿no? —apuntó Hikari.
—¡Ahora el instituto Espejismo comenzará su ataque con un
saque de banda! ¡Pero Riccardo vuelve a quitarles el balón! ¡Una nueva
oportunidad para el Raimon! ¡Di Rigo sobrepasa el tope del centro del campo y
eso da pie a que el Espejismo les robe el balón en el aire!
—Como siempre, estos chicos ya conocían de antes el campo
—murmuró Esther.
—Claro, después de todo el instituto Espejismo está bajo
las órdenes del Sector Quinto —dijo Byron.
—¡Vamos, Roma! ¡Patéales el culo! —gritó Hikari, viendo
que llegaba hasta la línea de defensa.
—¡Con la supertécnica Guardia Acrobática, Nishiki
consigue superar al defensa del Espejismo! ¡Y el centrocampista no pierde la
oportunidad de tirar a puerta! ¡Pero esta vez son los flippers que se activan y
dan un pase directo al Espejismo! ¡Arion logra cortar el pase alto, pero es
otro tope quien logra salvar el balón! ¡Balón que llega directamente a los pies
de Harrold Houdini! ¡Atención! ¡Peligro para el Raimon! ¡Harrold Houdini se
dirige a toda velocidad hacia la portería contraria! ¡Wan-Chang sale a la
defensa y se enzarza en un duelo con el capitán, aunque el delantero que no ríe
hace de nuevo magia y se va de él! ¡Sin embargo, Subaru Honda consigue detener
su carrera y el balón sale por la banda!
—Este es un lugar interesante —sonrió Byron—. Sobre todo
para alguien que es tan cuadriculado como Jude.
—Está feo eso de reírse de los amigos —Esther le alzó la
ceja.
—No, pero es cierto lo que dice el angelito —dijo Hikari—.
Ahora mismo los chicos no sabrán muy bien por dónde irán viendo un campo tan
hostil como este.
—Bueno, es cuestión de tiempo hasta que Jude se dé cuenta
o alguno de los chicos —apuntó Danny.
—O hasta que aprendan a adaptarse a ese campo —añadió Ana—.
¿Os habéis fijado? Están aprovechando todo lo que hay a su alrededor para pasar
la defensa del Raimon.
—Ese chaval acaba de usar las bandas de velocidad para
que el tiro sea más veloz. Una muy buena jugada, eso sí —se impresionó Kai.
—Menos mal que el portero es bueno —suspiró Angy—. Si esos
chicos han sabido aprovecharse del patrón del campo, el Raimon también podrá. Solo
tienen que averiguarlo.
—¿Una carrera por ver quién la averigua más rápido de
entre nosotros? —sonrió Esther.
—¿Qué nos apostamos? —preguntó Byron.
—Invitar a todos al Rai Rai —respondió Ana—. No admito
réplicas.
—¡El instituto Espejismo lanza un fiero ataque al Raimon!
¡Cada vez consiguen el balón en cuanto sale rebotado de los topes en
direcciones impredecibles, dejando al Raimon sin ninguna posibilidad de
detenerlo!
—El entrenador ha desarrollado una estrategia para
aprovechar las funciones especiales de este estadio —iba murmurando Jude,
mientras Rosie iba grabando a su lado con la cámara por orden del entrenador.
—Solo tenemos que aprendernos el patrón, ¿no? —opinó
Annie—. Lo malo será si este campo tiene distintos patrones que se apliquen
cada cierto tiempo. Averiguarlos y adaptarse a ellos va a tomar tiempo.
—Y tampoco tenemos tanto tiempo que digamos —comentó
Celia, viendo la gravedad de la situación.
—En el Estadio Turbina se pudo adivinar el intervalo
entre los torbellinos, pero aquí son muchos más elementos —dijo Jude.
—Y todavía es un milagro que ninguno de ellos haya salido
disparado por estas cosas —añadió Annie, mirando hacia el banquillo del rival—.
Parece que ese fantasma que tienen como entrenador todavía guarda alguna que
otra sorpresa. Nos está sonriendo de manera tétrica.
—¡Atención! ¡Que le roban el balón a Adé y Harrold recibe
la posesión del balón! ¡Avanza por el centro directo a la portería del Raimon! ¡Wan-Chang
es el encargado de pararle los pies!
—¡No permitiré que marques, tú!
—Es inútil. Mi supertécnica de tiro no se puede parar. ¡Tiro
Fantasma!
—¡La Gran Muralla!
—¡El tiro de Harrold Houdini consigue atravesar la férrea
defensa de Wanli Changcheng y se dirige a toda velocidad hasta portería!
¡Samguk Han levanta su Barrera de Gaia, pero es como si el balón hubiera
aparecido directamente detrás del portero! ¡Porque es gol! ¡El instituto
Espejismo se pone por delante!
—El balón pasó como si nada. ¿Qué clase de tiro es ese,
tú?
—¿Lo has visto, Wan-Chang? Mi supertécnica
infalible e imparable, el Tiro Fantasma.
—¿Infalible e imparable? ¡No puede haber un tiro así, tú!
¡Verás cómo lo acabamos parando!
—Los cobardes solo saben hablar, nunca actúan.
—¿Cobardes dices…?
Harrold se giró hacia él para decirle:
—Pero voy a hacer que lo entendáis. Hay enemigos a los
que es totalmente imposible derrotar.
Wanli frunció el ceño, harto de todo ese tema de los
cobardes. ¿Por qué siempre sacaba a colación aquello de la cobardía? ¿No veía
que le estaba haciendo daño con todas esas palabras? Él más que nadie sabía
cuánto había sufrido por su naturaleza sumisa y amable en la primaria. ¿Por qué
se comportaba así?
«La gente suele aparentar mucho». Esa frase de Ana hizo
ruido en el fondo de su mente. Wanli sacudió la cabeza. No era momento de
recordar cosas triviales, sino de ganar el partido y poder expresar todo lo que
no pudo en su día a Harrold.
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Con Wanli más
decidido que nunca a ganar y abrirle los ojos a Harrold, el Raimon intentará
seguirle el ritmo al instituto Espejismo. Sin embargo, Wanli tal vez primero
deba escuchar lo que alguien del pasado tiene que contarle. Mientras tanto,
Jude seguirá observando para intentar averiguar el patrón del estadio y así
poder tener una oportunidad de ganar. ¿Conseguirán que la magia del Espejismo
no les engañe?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: HARROLD
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
Hola :D
Primero de todo, perdón por haber desaparecido casi un mes >.< Me entró la pereza, pasaron varias movidas en mi vida y las ganas de escribir se fueron a la mierda :c Pero ya volví \(^-^)/
¡Y bueno, otra más de las chicas que vuelve a la carga! :D
Hay gente que no cambia demasiado porque se mantienen igual de jóvenes :o Aquí está la comparación de Ana :D
Como siempre, tendréis sus datos en la página del timeskip.
¡Hasta la próxima!
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