CAPÍTULO 21- CARAS NUEVAS


—¡El partido se reinicia con Samguk de nuevo en la portería! ¡Sin embargo, el marcador sigue tres a uno a favor de la academia Cala Pirata! ¿Podrá el Raimon alcanzarle?
—¿Entonces Mark tan solo puso a ese chiquillo en la portería para que se sacara el Espíritu Guerrero? —preguntó Eve.
—Eso parece —asintió Gregori—. Una buena estrategia. Parece ser que necesitaba un empujoncito para sacar todo el potencial que guardaba.
—Bueno, ahora solo tienen que remontar —Willy se colocó mejor las gafas—. Solo nos queda tener fe en ellos.
 
El Cala Pirata se encargó de sacar de banda. Davy Jones estaba rabioso al ver que se venían arriba por tan solo haber detenido un chut y tener un nuevo Espíritu Guerrero.
—¡Corsair! —gritó el capitán.
—¡Un saque en largo! —se sorprendió Riccardo.
—Este gol confirmará nuestra victoria —sonrió Corsair al recibir el balón.
Sin embargo, Gabi le hizo una entrada tan rápida que le robó la pelota en un abrir y cerrar de ojos. Gabi se la pasó a Eugene, que la recibió por sorpresa.
—¡No te lo quedarás! —Rob Crusoe iba rápidamente a marcarle.
Eugene sintió miedo al ver al bribón correr de esa manera hacia él. Recordó toda su actitud desde que Arion llegó al equipo. Se dio cuenta de que siempre se daba por vencido incluso antes de intentarlo, dándose ánimos siempre al decirse que no había nada que hacer. ¿Pero por qué? ¿Por qué se comportaba de esa forma?
El viento le trajo a la memoria las palabras de Yeidi, la mujer del entrenador. «La vida es como la comida». Y tenía razón. ¿Cómo iba a saber uno si le gustaba ese plato o no si nunca lo probaba? ¿Cómo sabía él que todo estaba perdido sin ni siquiera haberlo intentado antes?
Eugene frunció el ceño con decisión y clavó el talón en el césped.
—¡Arrancada! —con su supertécnica, consiguió superar al defensa enemigo.
—¡Lo hizo! —vitoreó su mejor amigo Adé.
—¡Pásame! —pidió Victor.
—¡Ha marcado! ¡Gracias al Aguijón Letal, el Raimon recorta la ventaja! —exclamó el comentarista Charley Horse.
 
—¡Por fin! —celebró Yeidi, pegando un salto en su asiento—. ¡Por fin Eugene ha dejado de tener miedo!
—¿Es por eso por lo que estuviste hablando con él en el vestuario? —preguntó Ken.
—¿Eh? ¿Para darle ánimos? —sonrió Saki.
—¿Y qué le dijiste? —preguntó Guille con curiosidad.
—Que la vida era como la comida.
—Espero que no fuera como la comida de Nelly —bromeó Rubén.
Algunos se rieron por la comparación. Rubén se apresuró a disculparse con Einar por su broma.
—Si cocina mal, cocina mal. No se puede cambiar —declaró Einar con seriedad—. Yo me enamoré de ella por cómo es, no por su comida.
Annie se mordió la lengua para no soltar otra barbaridad.
—¡Mirad! Ese gol ha dado ánimos a los chicos —señaló Andrea.
Justo en ese momento Gabi le hacía un pase largo a Riccardo, que marcaba con su Pentagrama y empataba el partido.
 
—Oh, parece que se han cabreado —comentó Estela.
—Oh, no —exclamó Celia al ver el Espíritu Guerrero que sacó el del Cala Pirata—. Va a chutar.
—¡Yo defenderé la portería del Raimon! —se escuchó gritar a Samguk con gran pasión—. ¡Barrera de Gaia!
—¡Una nueva supertécnica! —se alegró Celia.
—¡Muy bien hecho, Samguk! —gritó Jade, levantándose con las otras dos gerentes—. ¡Buenísima parada!
—¡Vamos, un gol más! —animó Estela.
 
Davy Jones invocó a su Espíritu Guerrero mientras iba a cargar contra Arion. Este sacó su Pegaso Alado también.
—Oh, un novato contra un imperial —comentó Eve, más emocionada de lo que quería admitir—. A ver quién gana.
—¿Apostamos, Willy?
—Ni de coña.
Eve silbó al ver que el capitán del Cala Pirata salía disparado por la fuerza de Arion. Saliendo de su estupor inicial, Octavus Kraken saco a su Peón Blanco.
—No me jodas que va a poder contra otro más —soltó Gregori.
—¡Joder con el chaval este! —rió Eve al ver que sí había podido.
—¡Vamos, JP! ¡Marca! —animó Willy todo emocionado.
—¡Ha metido gol! ¡El Raimon ha podido remontar justo en el ultimísimo segundo! ¡Porque ahí están! ¡Ahí están los tres pitidos del árbitro! ¡Final del partido! ¡El Raimon gana la fase de clasificación de la zona este del torneo Camino Imperial! ¡Y con esto se clasifican para jugar el torneo nacional!
Los tres amigos se levantaron y compartieron abrazos de alegría. Se habían metido in extremis al campeonato nacional.
 
A falta de suficientes emociones, los jugadores del Raimon y los amigos del entrenador Evans se encontraron con otra sorpresa bastante especial. Saltaron encima de Eve, Willy y Gregori tras mucho tiempo sin verles.
—¿Otra amiga del entrenador Evans? —se extrañó Eugene.
—Exacto —sonrió Yeidi—. Por cierto, muy buen partido, Eugene —le guiñó un ojo antes de ir a reunirse con sus amigos.
—Menuda jugada tan arriesgada eso de poner a ese chiquillo en la portería —comentó Eve.
—A Willy casi le da algo al verla —se rió Gregori.
—¡Pero sabía que iba a funcionar! —agregó rápidamente el susodicho.
—¿Cuándo has llegado aquí? —preguntó Rubén—. Creía que estabas en España.
—Lo mismo puedo decir de Annie —respondió Greg—. ¿Hacía cuánto que no te veíamos el pelo?
—Muchos, demasiados —sonrió—. Bueno, bueno, pero decidme qué habéis estado haciendo hasta ahora.
—Entrenaba a un equipo infantil en España.
—¿Y cómo es que estás aquí ahora? —preguntó Andrea.
—He venido a ayudar a Willy.
Enseguida entendieron que se trataba de la Resistencia.
—¿Y ya tienes alguien especial en tu vida? —Annie le codeó con picardía al español.
—Qué va, no tengo tiempo para eso —se encogió de hombros.
—¿Y dónde te estás quedando? —preguntó Joss.
—En casa de Eve. Ha sido muy amable de darme un alojamiento mientras dure esto.
—No es nada, hombre —sonrió la pelirroja—. Si estamos todos en esto. Es por una buena causa.
—No me digas que tú también sabías esto —se sorprendió Celia.
—Pues claro —sonrió Eve—. No iba a meter a Gregori en mi casa así por la cara, necesitaba un buen motivo. Y esta revolución lo es.
—¿Seguro que a Nathan no le importará que un chico invada vuestro espacio? —bromeó Estela.
—Con lo liado que está con su equipo, no creo yo que se queje mucho. Y si no, que diga algo, que se entera.
—¿Por qué has venido vestida de esa manera? —Saki señaló su ropa.
—Para camuflarme con el enemigo.
—¿Qué puede hacer una repostera como tú en un barco lleno de rufianes? —preguntó Ken con seriedad.
—Envenenarlos —soltó Yeidi—. Nadie sospecharía de un delicioso postre hecho por Eve Ross.
Los jóvenes del Raimon se quedaron alucinados por las conversaciones que tenían los amigos del entrenador Evans y las profesoras Hills y Schiller.
—¿Ella es la novia de Nathan Swift? —Einar susurró con incredulidad.
Celia asintió, divertida por la emoción contenida del noruego.
—Oye, tienes que venir algún día por Inazuma —comentó Estela—. Ahora seguro que los ánimos están caldeados por habernos clasificado al nacional.
—Eso haremos —sonrió Eve—. Queremos pasar a ver a Yuuto, que nos hemos enterado que ha volado hasta aquí.
—Me han comentado que casi la vetáis por traidora —se rió Gregori.
 
—¡Hola, hermanita! ¡Cuánto tiempo! ¿A qué se debe tu llamada? —saludó alegremente Annie por el teléfono—. Oh, pues ahora estamos de camino a Inazuma.
—¿Me puedes pasar con Mark, por favor?
—No estamos en el mismo bus. Por desgracia, no tengo autorización para ir con ellos —suspiró dramáticamente—. ¿Por qué? ¿Necesitas que le diga algo?
—Necesito hablar con él. Es urgente.
—¿Ha pasado algo?
—Oh, no, no, tranquila. No es nada grave.
—¿Pero qué ha pasado? ¿Es de Xavier o algo?
—Un asunto del orfanato.
—¿Y qué tiene que ver Mark con el orfanato? —se extrañó Annie—. Aquilina Schiller, creo tener más derecho que Mark Evans de saber las cosas del orfanato, ¿no crees? ¡Soy tu hermana…!
—Está bien, pesada —suspiró ella a través de la línea telefónica—. ¿Dónde podemos quedar?
 
Con las fases clasificatorias ya concluidas, los jugadores de fútbol juvenil a nivel nacional se empezaron a mentalizar y a prepararse para el torneo nacional. Y los que habían caído en las fases anteriores, se entrenaban muy duro para mejorar de cara al año siguiente. Sus prestigios como institutos habían quedado dañados, por lo que tenían que desempeñarse mejor. Hacer cambios, entrenar más duro, cualquier cosa para reflotar su reputación.
La Royal Academy no había sufrido una gran caída, pues había perdido contra el Raimon, su eterno rival. Si hubiera sido contra otro, habría sido mucho más humillante.
—¡Ahí va, qué cambiada está la Royal! —silbó Eve, mirando las instalaciones.
—¿Tan cambiado está? —preguntó Gregori—. Creo que nunca llegué a estar aquí.
—Antes era una pasada de sitio, pero ahora lo es mucho más. Este estilo le va ni que pintado a Jude —apuntó Eve.
—Pues tienes razón.
Llegaron al campo de fútbol sin que nadie les dijese nada. O habían tenido mucha suerte o aquel sitio no estaba muy poco transitado a esas horas de la mañana. Los jugadores de la Royal Academy estaban empezando a calentar dando unas vueltas por el campo. Mientras tanto, Yuuto y David hablaban entre ellos para planear el entrenamiento matutino.
—¡Oye, oye! ¡Veo este lugar algo vacío! —gritó Eve.
Los de la Royal miraron en dirección a ellos, deteniéndose. Yuuto y David pusieron cara de sorpresa al verles por allí.
—¡Largaos, nada de periodistas en el campo! —bramó Yuuto.
¡Vete a la mierda! —le soltó Gregori en español, riéndose—. Qué entrenadora más maleducada tiene la Royal Academy.
—Por suerte, es solo la entrenadora de porteros —contestó David Samford—. Buenos días, cuánto tiempo.
—¡Eh, vosotros! ¡Nada de quedarse mirando a las visitas! ¡A mover el culo! —gritó Yuuto a los chicos—. En cuanto te despistas, se te suben a la espalda. ¿Qué hacéis tan temprano por aquí?
—Eve me ha obligado a montarme en su moto y a venir hasta la ciudad —se quejó Gregori—. Dice que tenía ganas de veros.
—Oye, que el que ha venido desde otro país eres tú. Es mejor ir a ver con tus propios ojos la sede la Resistencia —sonrió Eve.
—Bueno, ya la habéis visto, ahora no estorbéis. Que me distraéis a los niños —soltó Yuuto.
—¿No veo al equipo algo mermado...? —preguntó Gregori con algo de timidez—. O esa es la impresión que me da.
—Ahora la Royal está libre de espías y puede jugar libremente al fútbol —respondió David, sin quitar un ojo a los chavales.
—¿Dónde está Jude? No lo veo por ningún lado —Eve escudriñó una vez más el campo de fútbol.
—Está ocupado ahora mismo —David les miró para después sonreírles—. Aunque si queréis verle, creo que lo podréis hacer esta tarde. Vais a ir al Raimon después, ¿no?
—Sí —asintió Gregori—. ¿Se pasará por allí?
—Eso tengo entendido —asintió el hombre.
Un joven del grupo que daba trotes salió disparado hacia los adultos. Gregori y Eve se extrañaron al ver al joven que parecía ser uno de los porteros.
—¡No me diga que usted también renuncia, señorita Takagi! ¡Por favor, entrenadora, no nos deje!
Yuuto se tapó la cara con resignación y algo de vergüenza. David carraspeó para disimular la risa. Los dos visitantes quedaron anonadados y sin entender nada.
—No digas tonterías, Princeton —terminó por decir la rubia—. Vuelve con los demás, anda.
—¿Y desde cuándo le estás poniendo los cuernos a Edgar con ese jovenzuelo de ahí? —soltó Eve.
Esa vez David no pudo reprimir la carcajada.
 
—Seymour Hillman acaba de presentar su candidatura a gran emperador —informaron a Alex Zabel.
—¿Ah, sí?
—Es la primera vez que aparece un contrincante fuera del Sector Quinto desde que llegó Alex Zabel.
—Se aprovechan del momento del Raimon para provocar inquietud entre los nuestros. Es imprescindible que nos encarguemos de ellos.
Mirando hacia los datos que salían en el holograma, el gran emperador sonrió y murmuró:
—Así que Seymour Hillman, ¿eh…?
Supreme apartó los datos del nuevo candidato sin decir una sola palabra.
 
Esa tarde, decidieron comenzar el entrenamiento algo más tarde, para poder discutir un poco la estrategia a seguir de cara al nacional. Y cuando quisieron darse cuenta, unos cuantos amigos del entrenador Evans se colaron en el Edificio Fútbol.
—Pero bueno, ¿es que no tienen nada mejor que hacer o qué? —refunfuñó Jade.
—Parece que no —respondió Michael.
—Al menos son solo cinco esta vez —dijo Eugene.
Tan solo habían venido Annie, Yeidi, Gregori, Eve y Yuuto a verles. Los mayores estaban charlando animadamente con Mark, Celia y Estela.
De pronto, las puertas se abrieron y tres adolescentes pasaron dentro.
—Esta es la sala del club —explicó Arion.
Un chico con media melena de color verde agua dio un paso adelante. Con sus grandes ojos marrón caqui observó todo el lugar y a sus jugadores.
—¿Quién eres? —preguntó Riccardo.
—Quiero entrar en el club de fútbol —respondió el chico desconocido.
—¿Un nuevo aspirante?
—Le acaban de trasladar. Se llama Aitor Cazador —presentó Arion.
—Encantado de conoceros.
Mark se quedó observando con seriedad al chaval.
—Entonces lo primero que hay que hacer es la prueba de ingreso, ¿no? —dijo Adé.
—¿Qué? ¿Prueba?
—Es verdad —Arion miró hacia JP.
—Se nos había olvidado lo de la prueba.
—Intenta no asustarlo, ¿quieres? —bromeó Yeidi al ver que su marido se acercaba al chaval con esa expresión seria.
Mark sonrió al dirigirse a él.
—Dime, ¿te gusta el fútbol, Aitor?
Aitor dejó que la sorpresa cruzara por un momento por su cara, pero respondió:
—Sí —asintió.
—Vale —sonrió el entrenador—. Puede entrar en el club.
—¿Cómo? ¿Así de fácil? —Annie alucinó.
—¿Y la prueba de ingreso? —preguntó Adé.
—Esta es la prueba de ingreso. Si les gusta el fútbol, entran. Somos el club de fútbol, ¿no? —declaró antes de marcharse de la sala.
—No recordaba que Mark estuviera así de loco —comentó Gregori.
—A cada año que pasa su locura por el fútbol va empeorando —sonrió Eve.
—Coño, qué fácil es entrar en este equipo —bufó Yuuto.
—Típico de Mark —se rió Celia.
—No podíamos esperar otra cosa de él —asintió Estela.
 
—Hoy el entrenamiento serán duelos de dos contra dos en ataque y defensa —explicó Mark—. Los atacantes intentarán tirar a puerta y los defensas tendrán que impedirlo.
—¡Sí!
—Los primeros en atacar, Arion y Riccardo. Los defensas… Gabi y Aitor.
—¿Tan pronto?
—¿Pero sabrá hacerlo…?
—¿Está seguro? —se preguntó Jade—. Pero si acaba de unirse al equipo.
—Por eso, ya que se ha unido, habrá que ver qué sabe hacer —comentó Celia.
—El entrenador querrá que se acostumbre al equipo —asintió Skie.
—¡No os quejéis, chavales! —gritó Estela—. ¡O si no, recordad cómo fue la entrada de Arion al equipo!
—Era malísimo —recordó Annie.
—¿De verdad? —se sorprendió Yeidi.
—Este tiene cara de espabilado, seguro que nos sorprende —comentó Yuuto.
—Que empiezan —indicó Rosie, apuntando con su cámara.
—¡No olvidéis! ¡Atacad y defended con todo! —recordó Mark.
El entrenador pasó el balón al dúo atacante. Fue Riccardo quien recibió el pase. Se deshizo del marcaje de Gabi pasándoselo a Arion, que esquivó por poco a Aitor. Sin embargo, el novato corrió detrás de él, sin que Arion pudiera quitárselo de encima. En un momento dado, Aitor le hizo un placaje a Arion y logró sacar la pelota del campo.
—Joder, eso ha sido un juego bastante duro —silbó Eve.
—Comienza fuerte el chaval —comentó Gregori.
—Vaya, tiene muy buen control corporal este Aitor Cazador… —murmuró Annie.
 
Aitor le ayudó a ponerse de pie a Arion.
—Me has pillado, eres muy bueno —felicitó el centrocampista.
—He intentado pararte como fuera y me ha salido por suerte —se rascó la cabeza con algo de timidez.
—No —negó Riccardo, llegando hasta ellos—, tienes una velocidad y un equilibrio corporal bastante buenos.
—Gracias —agradeció con algo de vergüenza.
—Puede haber sido impresionante, pero te has pasado —objetó Gabi antes de darse la vuelta.
Aitor miró mal al defensa pelirrosa.
 
—La verdad es que el novato no lo hace nada mal —comentó Jade.
—Sí, qué sorpresa.
—Ya, pero tiene algo… que asusta —dijo Rosie antes de hacerle una foto a Aitor.
—¿Tú también lo has notado, Rosie? —preguntó Yuuto.
—Está claro que no es su primera vez jugando al fútbol —observó Gregori—. Va a primer año, ¿no?
—¿Qué te emociona tanto, Annie? —preguntó Eve.
—Parece que tiene unas habilidades físicas bastante interesantes. Quiero ver más de ese chico.
—Muy bien —felicitó Mark—. Adelante, el siguiente grupo.
Les tocaba defender a Wan-Chang y a Subaru y atacar, Eugene junto con Michael. Mark realizó de nuevo el pase a los atacantes, pero fue atajado por sorpresa.
—¡Señor Sharp! —gritó Arion.
—¡Es Jude! —exclamó Celia.
—Anda, pues al final sí que es verdad que le veríamos esta tarde —se sorprendió Gregori.
—¡Hola, Jude! —saludó Eve con gran alegría.
—Vaya, no esperaba veros por aquí.
—¡Pero si te hemos dicho David y yo que han venido de visita a la Royal esta mañana! —expuso Yuuto.
—¿Qué estás haciendo tú aquí? —preguntó Mark, sin comprender.
—Soy el nuevo asistente del equipo del Raimon.
—¡¿Eh?!
—Ahora entiendo por qué ese chaval se puso a lloriquearte esta mañana, Yuuto —recordó Gregori—. ¿Era porque sabían que ya no les iba a entrenar más?
Yuuto tan solo sonrió a sabiendas.
—Jude, ¿qué quieres decir? —preguntó su hermana.
—Los partidos serán mucho más duros a partir de ahora —le pasó el balón a Mark—. Así que quiero ayudaros en lo que pueda. Y además me lo ha pedido también el señor Hillman.
—Vaya… ¡Bien! ¡Volvemos a jugar al fútbol juntos! —se emocionó Mark.
—Esto me recuerda a cuando se fue de la Royal y se vino para el Raimon en sus tiempos mozos —se rió Eve.
—Tienes que contarnos esa historia —pidió Gregori, totalmente interesado.
Jude asintió con una sonrisa. Luego se dirigió al Raimon con expresión más seria.
—El rival del primer partido del Raimon es la academia militar Mar de Luna.
—¿Mar de Luna? —preguntó Annie.
—Fue uno de los mejores del año pasado —recordó Arion.
—Aplastó a sus rivales, incluso en el mismo torneo nacional —añadió JP.
—Así que el Sector Quinto esta vez quiere aplastarnos a la vista de todo el mundo —dijo Riccardo.
—Eso me temo —Gabi estuvo de acuerdo.
—¿Y cuándo no lo ha intentado? —dijo Yeidi.
—Pero no perderemos —declaró Riccardo, cumpliendo con su rol de capitán.
 
—¿Una revolución? —preguntó Aitor.
Arion se había encargado de ponerle al día rápidamente al nuevo integrante. Aitor todavía le daba vueltas a toda la información que había aprendido en tan poco tiempo.
—Sí, por ese motivo el Raimon tiene que seguir ganando hasta la final.
La expresión inocente de Aitor cambió a una llena de malicia.
—Yo también tendré que esforzarme —sonrió.
—Hola, Aitor —saludó Annie, sonriendo—. Quería preguntarte... ¿Has hecho alguna vez gimnasia artística o rítmica?
—¿Cómo? —Aitor frunció levemente el ceño.
—Lo digo por tu forma de moverte —sonrió la morena—. Ese equilibrio corporal que tienes es muy bueno, no se consigue fácilmente jugando solo al fútbol.
—Oh, bueno… No he hecho nunca… —se sorprendió—. Pero gracias, igualmente.
—Deberías potenciar esa habilidad, solo digo.
 
—¿Qué te parece lo de jugar el torneo nacional? —preguntó Vladimir.
—Bueno… Ya me empiezo a acostumbrar a esta gente.
Ambos hermanos miraban la puesta de sol, en una de las terrazas del hospital.
—Se está haciendo el duro, Vlad —intervino Saki—. Se ha integrado perfectamente —guiñó un ojo—. ¿Verdad que sí, Ken?
—Se comporta civilizadamente.
Saki se rió de su respuesta, medio abochornando al menor de los Blade.
—Ahora ya sois un equipo completo, ¿eh? —sonrió Vlad—. No perdáis el torneo Camino Imperial.
—Claro, no dejes de vernos.
—Algún día, Vlad te animará desde el público, ¿verdad que sí? —sonrió Saki.
—Lo estoy deseando —asintió Vlad.
Ken sonrió disimuladamente al ver la esperanza tintada en los ojos de Victor.
 
Al enterarse de que Eve y Gregori estaban por la ciudad, las chicas decidieron pasarse por el Raimon y secuestrar ya de paso a Jude para que fueran a cenar todos juntos. Einar no había podido ir al estar ocupado en algo superimportante. Rubén también había dicho lo mismo. Saki y Ken se reunirían con ellos en el restaurante, al igual que Willy. Iban caminando por la ciudad, charlando animadamente y preguntándose dónde podrían cenar.
—¿Un nuevo miembro a estas alturas? —preguntó Jude una vez que le pusieron al corriente—. Menos mal, Mark, porque el Raimon está bastante justo de jugadores.
—El Raimon va a afrontar a partir de ahora un camino muy complicado. Cuento contigo —sonrió.
—Claro, aquí estaré a tu lado. Igual que cuando eras capitán del Raimon, ¿lo recuerdas?
Mark le dedicó una de sus típicas sonrisas.
—Tienes que ver cómo se mueve el chaval —habló Annie con entusiasmo—. Es un máquina, te lo aseguro.
—Me recuerda a cuando nos enfrentamos al equipo de Sue en Osaka —recordó Eve—. Hacían unas piruetas impresionantes. Estoy segura de que Aitor también será capaz de moverse así.
—¿Verdad? Yo también lo creo —asintió Annie.
—Ya me están dando ganas de conocer a ese chico —comentó Andrea.
—Levanta curiosidad, ¿no? —sonrió Joss—. ¿Y decís que es defensa?
—Así es —asintió Celia—. La verdad es que más nociones básicas que Arion tiene. El pobre solo sabía regatear y casi no le daba al balón.
—¡Celia…! —exclamó Guille—. ¿Ese hombre trajeado de ahí enfrente no es Scotty? —señaló al hombre de traje azulado.
—¿Scott? —llamó Mark sin sutileza alguna.
El hombre se dio la vuelta, revelando la inconfundible cara de su antiguo amigo y compañero de aventuras. Scotty se quedó totalmente pasmado al ver a su antiguo capitán, a Jude y a todos los demás.
Las chicas no tuvieron miramiento alguno y se echaron encima del hombrecillo. Podrían haber pasado años, pero todavía seguía siendo algo más bajo que los demás.
—¡Cuánto tiempo sin vernos! —se alegró Mark.
—¡Sí! Ah, por cierto… —rebuscó en uno de sus bolsillos interiores y sacó dos tarjetas de presentación, las cuales se las dio a Mark y a Celia—. Tomad, ahora trabajo aquí. Lo siento, no tengo tantas para repartir.
Todos se apiñaron alrededor de Mark y Celia para leer las tarjetas.
—Ya veo que has estado trabajando duro —sonrió Mark.
—Es una compañía grande —comentó Jude.
—Sí, bueno, no está mal. Oh —vio que sonaba su móvil y miró quién era—. Disculpadme un momento. Aquí Banyan, dígame.
—Nunca creí que este enano terminaría en una oficina —comentó Yuuto.
—Con lo nervioso que era de pequeño —asintió Guille.
—Supongo que habrá madurado lo suficiente —sonrió Andrea.
—Creía que seguiría jugando al fútbol —comentó Joss.
—Eso creíamos todos y mira, la vida da muchas vueltas —dijo Annie.
—Nunca mejor dicho —asintió Gregori—. Lo importante es ser feliz con lo que uno tiene.
Scotty cortó la llamada con un gran suspiró de resignación. Ese gesto no pasó desapercibido por nadie.
—¿Sucede algo malo? —preguntó Yeidi.
—¿Es del trabajo, Scott? —añadió Mark.
—Qué va. Eh… Oye, Mark, ¿es verdad que ahora entrenas al equipo del instituto Raimon?
—Sí.
Scotty sonrió con la maldad que le caracterizaba de pequeño, pero sin que nadie se diera cuenta.
—¿Es que no te has enterado? —se sorprendió Estela—. Hemos conseguido llegar al torneo nacional.
—Pues no. Pero bueno, vámonos —dijo Scott, llevándose a rastras a Mark.
—¿Qué pasa, Scott? —exclamó Evans sin entender nada.
Los demás se quedaron mirando a esos dos. Tras unos segundos, Yeidi preguntó:
—¿Acaba de secuestrar a mi marido?
—Mucho me temo que sí —respondió Gregori.
Jude fue el primer en seguirles. Los demás hicieron lo mismo segundos después.
 
Spotter bostezó dentro de su caseta. Arion le estaba acariciando la cabeza y atando con la correa cuando Silvia y Rubén salieron de los Apartamentos Windsor.
—Aquí tienes, Spotter, tu cena —tendió Rubén el cuenco de comida.
—Gracias, ya iba a ir yo a por ella, tío Rubén —agradeció Arion.
La respuesta de Rubén se vio interrumpida cuando un grito sobresaltó a los cuatro. Einar estaba alzando los brazos hacia el cielo, totalmente motivado.
—Einar, cuando vayas a pegar esos gritos de guerra vikingos, avisa antes, ¿quieres? —refunfuñó Rubén—. Un día de estos me vas a matar del susto.
—Perdón, Rubén.
Detrás del noruego salieron un grupo bastante variopinto, todos con la misma equipación.
—¿Eh? ¿Salís todos a entrenar?
—Sí, señorita Woods. Digo, entrenadora —respondió el portero del equipo—. Queríamos correr un poco para el partido de mañana.
—Oh, es verdad, me dijisteis que mañana teníais partido —recordó Arion—. ¿Tú también jugarás, Einar?
—Esa es la idea —asintió el noruego.
—A ver si por correr perdemos.
—¿Pero qué dices? Si vamos a ganar.
—¡Por supuesto! Estoy teniendo una visión. ¡Veo la victoria!
—¡Gracias! ¡Muchas gracias por sus molestias!
—Eso no tiene sentido…
—Mañana tenéis que esforzaros mucho, ¿de acuerdo? —animó Silvia.
—¡Sí!
—Anda, mira —señaló Rubén—. Por fin aparece el capitán. Bienvenido, Scotty.
—Anda, pero si vives en el edificio de Silvia —Mark lo encontró gracioso.
—Sí, así puedo ahorrar más todos los meses.
Todos los demás también se asomaron por detrás de Mark y Scotty. Silvia y Rubén reconocieron a Eve y a Gregori tras tanto tiempo. Se acercaron enseguida para saludar.
—¿Pero qué hacéis todos aquí? —preguntó Einar.
—¿Tú no tenías algo muy importante que hacer que por eso no habías podido reunirte con nosotros? —señaló Andrea.
—¿Eh? Pero si vas vestido para jugar al fútbol… —observó Joss.
—Hola, Scott —saludó un hombre alto de pelo azul, sonriendo discretamente.
Scotty saludó con cierto apuro. Ese gesto no se le pasó por alto a Guille, que intercambió miradas con Annie.
—No me digas que estás en este equipo, Einar —habló Estela.
—Son el Edad Dorada, el equipo de residentes de los Apartamentos Windsor —presentó Scotty.
—Pero Einar no vive aquí… —señaló Yuuto—. No me digas que te has colado en el equipo.
—Le hacía tanta ilusión que no tuvimos más remedio. Que no, es broma —se rió Rubén—. Pero oye, nosotros encantados en tenerle en el equipo. Nuestro guerrero vikingo es un gran jugador.
—Pues oye, es una buena idea —opinó Mark—. Esto sí que es amar el fútbol.
—¿Y quiénes son ellos? —preguntó uno del Edad Dorada.
Scotty carraspeó y soltó:
—Bueno, os voy a presentar. Él es Mark Evans, entrenador del instituto Raimon, el equipo al que nos vamos a enfrentar mañana. Ah, sí. Y todos los demás son sus amigos.
—¡¿Qué?! —se escandalizaron todos.
 
En el pequeño apartamento de Scotty se apiñaron todos allí, listos para escuchar la explicación del liante. Cuando terminó de dar las explicaciones pertinentes, Scotty guardó en una hucha lo que había ahorrado ese día.
—Oh, qué monada de huchas —sonrió Joss, mirando todas las ranas verdes que habían.
—Parece que tus gustos no han cambiado nada —comentó Guille con cierto tono.
Andrea le miró con algo de sospecha.
Mientras tanto, Mark reflexionaba sobre lo que le había contado Scotty.
—¿Que seamos el equipo suplente?
—Sí. Mañana íbamos a jugar un partido y de golpe y porrazo nos lo cancelan. Todos estaban muy ilusionados con el partido, así que ahora no puedo decirles que no lo habrá… ¡Anda, Mark, hazme este favor…! —suplicó Banyan.
—De todas formas, cariño —intervino Yeidi—, Einar se ha ido a correr como un loco de lo emocionado que estaba por poder jugar contra el Raimon.
—Ha sido peor el remedio que la enfermedad —suspiró Yuuto.
—Menos mal que no está aquí para escuchar esto —sonrió Estela.
—A pesar de que no me gusta la forma en la que lo ha pedido —Celia miró mal a Scotty por la encerrona—, pienso que puede ser muy buena oportunidad para los chicos.
—¿Tú estás segura de eso? —preguntó Annie—. Recuerda que ahí estará Einar en primera fila. ¿No temes por la vida de esos chicos?
—Siempre podemos traer a Nelly para que le ponga firme —propuso Rubén.
—Estaría bien hacer un picnic o algo parecido —asintió Silvia—. ¿Cuánto hace que no nos reunimos todas las gerentes? Años ya.
—Qué emoción —sonrió Joss.
—Se van a llevar una sorpresa mañana en cuanto sepan que habrá excursión —sonrió Estela.
—¡¿Entonces vais a aceptar?! —se esperanzó Scotty.
—Con una condición —dijo Guille.
—¿Cuál?
—Que salgas a cenar con todos nosotros. Saki y Ken se encontrarán con nosotros en el restaurante.
—También arrastrarán a David allí. Y a Willy.
—¿Eh? ¿Es por Greg y Eve? —preguntó Rubén.
—Claro, ya que han venido desde Tokio, qué menos que hacer una reunión de viejos amigos —contestó Yuuto—. Y vosotros dos también tenéis que venir.
—Nelly también —añadió Annie.
—Me apunto —dijo Scotty—. ¡Tenemos que ponernos al día!
 
Al día siguiente, las caras que se les quedaron a los jugadores del Raimon al enterarse del partido no tuvieron precio. Rosie se encargó de hacerles una foto para inmortalizar el momento. Pero igualmente, se lo tomaron bien. Al menos, podían jugar un partido sin preocupaciones, tan solo disfrutar del deporte. Gabi aprovechó para darle un consejo a Aitor, pero este no se lo tomó demasiado bien. Mark se dio cuenta de ello.
Silvia y Rubén, como entrenadora y ayudante del Edad Dorada, estuvieron en banquillo, dando órdenes a su equipo. Celia y Nelly, junto a sus amigos de la adolescencia, miraron el partido. Había estado muy igualado, comenzando la segunda parte con un empate a cero. Nelly tuvo que gritar varias veces a su marido que eran unos niños cuando vio que se emocionaba demasiado.
La experiencia de los adultos hacía que fueran unos contrincantes duros. Shin y Hugh bien podían dar fe de ello, que habían perdido algo de práctica y sudaban la gota gorda.
—¡Cascabel! —chutó Michael.
Scotty Banyan detuvo el tiro con su mítico Campo Torbellino.
Ninguno de los dos equipos daba un paso atrás. Einar se contenía todo lo que podía para no convertirse en un salvaje dentro del campo de fútbol. Sus amigos disfrutaban de su sufrimiento en la distancia. Y también animaban al bando que querían.
Guille observó mejor al chico algo que saludó tan cariñosamente a Scotty el día anterior. Estaba batiéndose en duelo en ese mismo momento con Gabi, una fuerte disputa por el balón. Por eso vio claramente cómo Aitor se metía en medio de esos dos y lograba despejar la pelota.
 
—Has bajado demasiado. ¿No ves que has dejado tu puesto vacío al bajar aquí? —regañó Gabi.
Aitor cambió su mala cara por una de total inocencia.
—Lo siento. Es que había oído decir al equipo rival que el punto débil del Raimon era tu lado, Gabi, así que…
—¿Cómo? —Gabi cerró los ojos con fuerza al darse cuenta de la provocación—. No hagas cosas sin fundamento durante el partido.
—Pero parece que me he preocupado sin necesidad —soltó antes de regresar a su posición.
Aitor sonreía satisfecho.
 
—Oh, vaya, ¿has visto eso, H?
—¿El qué exactamente?
—Esa cara que ha puesto Aitor cuando se ha dado la vuelta tras hablar con Gabi.
—¿Qué estás diciendo? —Andrea puso cara de extrañeza.
—Parece como si Aitor tuviera cierta fijación en fastidiar a Gabi, ¿no? —interrumpió Annie.
—Lo has visto, ¿verdad?
—Sí —asintió la morena—. En el entrenamiento matutino también ha pasado lo mismo.
Los dos observaron a Aitor, al igual que Mark desde la distancia. Andrea decidió ignorar las maquinaciones de esos dos locos y disfrutar del encuentro.
Justo en ese momento, el Edad Dorada estaba realizando una contra. Gabi se adelantó a los otros defensas y logró hacerse con el balón. De golpe y porrazo, Aitor se chocó contra él. Mientras caían, Gabi pudo ver la sonrisa maligna del novato. Encima de todo recibió un pisotón y terminó tendido en la hierba.
—¡H! ¡Dime que eso sí que lo has visto!
—Madre mía, clarísimo —se llevó la mano a la boca.
—Rosie tenía razón al decir que había algo que asustaba en este chico —comentó Guille.
—Está claro que la ha tomado con Gabi por alguna razón —Annie frunció el ceño.
—¿Te encuentras bien, Gabi? —preguntó Joss a voz en grito.
Mientras hablaban, Aitor conseguía llegar hasta la portería y tirar de manera bastante cerrada. Por desgracia, el portero consiguió despejarlo.
 
El partido continuó, con un toma y daca muy interesante para los espectadores. Einar disfrutaba como un niño. Estuvo a punto de gritar de la emoción cuando su compañero de equipo realizó la Danza del Viento que una vez usó Nathan Swift.
—¡Pedazo de supertécnica! —vitoreó Eve, riendo.
Cuando chutaron, lo hicieron con el Pingüino Emperador n°2, sorprendiendo a todos.
Samguk ya se estaba preparando para detener el tiro cuando Aitor se le puso delante sin titubeo alguno.
—¡Red de Caza!
Y con esa supertécnica tan molona, logró detener el chut. Todos quedaron sorprendidos ante ese movimiento inesperado. Annie estaba con los ojos como platos, no queriendo perderse ningún detalle.
A pocos minutos para que el partido terminara, Arion consiguió regatearse a Scotty y pasársela a JP para que marcara con su Salto Incandescente. Así lograron adelantarse en el marcador.
—¡Sin piedad, Einar! —bramó Rubén desde el banquillo.
El noruego aulló de alegría. Prácticamente arrolló a todos los del Raimon hasta que consiguió colocarse delante de la portería.
—¡Ragnarök!
 
(Descripción: la única técnica ofensiva que tiene, pero también su as bajo la manga. Con su pie izquierdo patea el balón hacia el cielo, dejando una estela arcoíris, el Bifrost, al llegar a su punto más alto se iluminará cegando a los que lo vean. Al bajar, un ejército de einherjars acompañará el balón hasta la portería acompañados por la lanza de Odín y el martillo de Thor.)
 
Con semejante tiro, ni la Barrera de Gaia pudo hacer nada, marcando así el gol del empate. Así terminó el partido.
 
Todos terminaron exhaustos. El Edad Dorada se puso a realizar estiramientos para no sufrir ninguna lesión o tirón. Los mayores se reunieron, felices de haber pasado una tarde estupenda.
—Un gran partido, Scott —felicitó Mark.
—Muchas gracias por todo, de verdad, Mark.
—Me he divertido mucho. A ver si podemos jugar en otra ocasión.
—Estoy de acuerdo con Silvia —apoyó Rubén—. La próxima vez dejaremos que Einar haga de las suyas y os patee el culo.
—Claro, jugaremos —sonrió Mark como si nada.
—Y muchas gracias a ti también, Celia —Scotty le tendió la mano.
Celia iba dispuesta a darle un apretón de manos hasta que recordó la broma de la rana que hacía años atrás. Scotty lo notó.
—¿Qué es lo que te pasa?
—No, nada… —intentó disimular.
Scotty rió con pura maldad.
—No voy a hacer ninguna trastada.
A ninguno de los amigos de Celia se les pasó por alto el rubor que apareció en sus mejillas. Incluso Mark abrió ligeramente los ojos sin perder la sonrisa.
Al final, se dieron la mano sin ninguna broma de por medio.
 
—¡Hola! Sí, sí muy bien. Parece que todo está bien, salvo… Oh, no te preocupes, no es nada grave. Seguro que pronto se soluciona. Todo es cuestión de tiempo.
—¿Qué cuchicheas tanto a escondidas?
La chica pegó un bote del susto.
—Joder, Guille, haz ruido o algo.
—Lo siento, no sabía que estabas hablando con tu amante.
—Muy gracioso, Guille. ¿Qué pasa?
—Ya va siendo hora de que los casamenteros regresen, ¿no?
Annie sonrió con complicidad.
 
 
 
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Cuando a Guille se le mete algo entre ceja y ceja, no hay nadie quien le pare. Y si encima se le suma una compinche más, entonces se convierte en el terror de todas las personas solteras. Nuestro casamentero favorito volverá a las andadas años después. ¿Cómo le saldrán las cosas?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: GUILLE Y LAS CITAS
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


Bueno, esta vez ha salido un capítulo más que largo xD Claro, si cada vez son más las chicas que aparecen. Quienes hayáis visto el anime, habréis notado que el partido contra el Edad Dorada es algo distinto. En el anime, el Campo Torbellino es sobrepasado por el Salto Incandescente de JP, marcando así gol. Y hasta ahí, el Raimon gana. Pero no lo veo bastante lógico eso. No puede ser que pierdan unos mayores contra unos enanos habiendo entrenado tanto. Por lo tanto, decidí cambiarlo y dejarlo en empate. Algo más que justo.

Y ahora sí que sí, presento oficialmente a Eve Ross xD


Y aquí estaría el cambio que ha pegado después de estos nueve años sin saber nada de ella.


El cambio le sentó tremendo, ¿no? 7u7r Como siempre, sus datos estáran en la página del timeskip.

Y nuestro Guille vuelve a las andadas. Hacía ya tiempo que no lo hacía con sus amigas.

¡Hasta la próxima!



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