CAPÍTULO 50- PARECIDOS
—De verdad que quería haber ido a la cena, pero terminé demasiado tarde y
no podía dejar a Aitor tanto tiempo solo —iba lloriqueándole Annie a Celia a la
mañana siguiente.
—¿Te sentías culpable por dejarle tantas noches solo? —Celia le miró
sonriendo—. Casi pareces su madre y todo.
—Tengo que cuidar de él, no seas mala conmigo, Celia —se quejó la morena,
haciendo reír a la profesora.
—Yo creo que a Aitor le gustará tener la casa para él solo y así perderte
un rato de vista. Pero ya va bien que te preocupes por pasar tiempo de calidad
con él.
—Algún día de estos lo tengo que llevar de viaje relámpago a algún lado.
—Hablas como si fueras a terminar de criarlo tú sola.
—¿Eh? Bueno… no voy a devolverlo dentro de un tiempo como si fuera un
artilugio, ¿sabes?
—No, pero tal vez es solo de forma temporal, ¿no? Como una casa de acogida.
—Tendré que hablarlo con mi hermanita…—rumió Annie.
Las dos mujeres llegaron hasta el campo de entrenamiento, donde los
jugadores ya estaban haciendo estiramientos para calentar sus músculos. Jude y
las gerentes ya estaban allí presentes, supervisándolo todo.
—¿Y las demás? —se extrañó Annie.
—Dijeron que no iban a venir, que harían una visita a Cammy en el hospital.
Ya sabes, para saludar después de tanto tiempo.
—¿Qué? ¿No la van a molestar durante el horario laboral?
—¿Alguna vez os ha importado acaso que estuviéramos trabajando cuando
habéis venido a los entrenamientos a crear jaleo? —Celia arqueó la ceja,
divertida.
—Cierto. Pero por la tarde estarán, ¿no?
—No tengo ni idea. Venga, vamos. Tengo ganas de ver a JP empezar su
entrenamiento como portero.
—¡Tienes que grabarlo para enviárselo a Guille! —Annie siguió a Celia con
mucho entusiasmo—. ¡Se va a morir de la envidia!
Tenía su gracia que después de no pisar su ciudad natal durante años lo
primero que hiciera fuera irse directa al hospital tras pasar por su hotel.
Entró por la entrada principal, escuchando a varios niños jugando por el patio
principal. Estaba claro que el hospital se había ido renovando y mejorando con
el tiempo. Fue a la zona de urgencias, cogió su turno y cuando se fue a sentar
a esperar, se cruzó con una enfermera a la que hacía tiempo que no veía.
—¡Cammy...!
—¿Sakura? —Camellia enseguida sonrió—. Cuánto tiempo, ¿qué estás haciendo
aquí? —la llevó discretamente fuera de la sala de espera para poder hablar
mejor.
—¡De vacaciones!
—¿En el hospital? —arqueó la ceja—. ¿En Estados Unidos no había hospitales
suficientes o cómo?
—No, tonta —Sakura se rió—. Ya me gustaría no haber pasado por aquí, pero
tengo una pequeña molestia y Erik no ha parado de darme la turra con que me lo
mire, no vaya a ser que tenga alguna lesión o algo.
—¿Dónde te molesta?
—En el hombro —se tocó el izquierdo.
—Y siendo portera, no tiene que ser buena señal —asintió Camellia—. Pues a
lo mejor te veo después, ¿de acuerdo?
—Espera, espera, vamos a hacernos una foto.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Es para mandársela a Erik, para que vea que de verdad sí he ido al médico
y así deja de molestarme.
Camellia se rió antes de posar para la foto.
El entrenamiento matutino empezó con los jugadores
dándose pases. JP no se había dado cuenta y se había colocado el uniforme que
no era el de los porteros. Jude lo pasó por alto, decidiendo que era mejor que
empezara por el entrenamiento vespertino. De todas formas, no le había dado
tiempo a confeccionar un buen plan de entrenamiento con el jaleo que hubo la noche
anterior en su casa por culpa de sus amigos. Tendría que correr esa mañana para
poder hacer algo con el chico por la tarde.
—JP.
—¿Eh? Buenos días, Arion —el chico sostenía el balón de
fútbol que había estado mirando los últimos segundos.
—Skie me ha contado lo de ayer —le sonreía el
centrocampista—. Así que vas a hacer de portero, ¿no?
—No sé si puedo hacerlo. Ser el portero del Raimon… —murmuró
mirando a la pelota con gesto indeciso.
A pesar de haberle dicho al entrenador Sharp el día
anterior que aceptaba ser el siguiente portero del equipo, en esos momentos no
lo tenía demasiado claro. Los miedos y las dudas le habían vuelto a asaltar.
—¡Podrás! —le animó su mejor amigo—. JP, si lo ha dicho
el mismo Samguk, es que puedes.
—Ya…
—¿O es que no quieres ser portero?
—No lo sé —negó con la cabeza—. No se trata de que no
quiera serlo, es que… me siento muy raro defendiendo la portería del equipo.
—¡Pero si estuviste fantástico en el partido que jugamos!
—le sonrió con gran entusiasmo—. El equipo estuvo muy tranquilo contigo en la
portería.
Jean-Pierre esbozó una sonrisa leve.
—Si te digo la verdad, me da un poco de miedo. ¿Y si no
consigo parar los tiros y me meten un gol? Ahora comprendo mejor que nunca lo
bueno que es Samguk… —murmuró, mirando al guardameta haciendo unos
estiramientos bajo los palos.
Arion también miró hacia el mayor.
—Deberías fiarte de ellos, JP. Samguk aprobó la propuesta
del amigo del entrenador Sharp, de Guille. Dos adultos que saben del tema y
Samguk mismo te están dando tu beneplácito… ¡Ah! Sabes que el entrenador Evans
era portero, ¿no?
—¡Sí! —sonrió al acordarse—. ¡Y además fue capitán del
Inazuma Japón en el mundial! ¡Cómo molaba verlos!
—¡Sí! Vale, ¿qué te parece si aspiras a llegar al nivel
del entrenador Evans?
—¿Qué? —JP se sorprendió, mirando a su mejor amigo.
Arion tenía una expresión decidida, pero JP no lo tenía
tan claro. ¿Estar a la altura del legendario Mark Evans? Eso era apuntar
demasiado alto para alguien que ni se le había pasado por la cabeza ser
portero.
—Como el entrenador Evans… es ir muy lejos…
—¿Sí? ¿Tú crees?
—Demasiado lejos…
A lo lejos, Celia y Annie observaban al par de amigos.
Annie codeó a Celia.
—Yo creía que el pequeñajo ya se había decidido.
—Debe ser la presión por sustituir a Samguk… —suspiró—. Él
mismo no se da cuenta de lo bueno que fue durante el partido contra el
instituto Espejismo.
—¿Y cuándo dices que llega? Porque como tarde mucho, a lo
mejor se echa para atrás y se nos jode todo el plan. A ver si vamos a tener que
salir por ahí a reclutar porteros para el Raimon. ¿Te imaginas?
—Es mejor no llegar a tal situación —sonrió Celia—. Pero
si no pasa nada, llegará entrando la noche a Inazuma.
—Yo creo que Guille nos matará en cuanto nos vea.
—Espero que lo intente primero con él. Siempre podemos
sobornarle con algo más.
—O lanzarle a Andrea.
Las dos amigas se rieron ante la absurda conversación y
fueron al campo de entrenamiento.
—Menuda putada no haber podido ir a ver ningún partido
del Raimon… —suspiró Sakura, con los brazos detrás de su nuca.
Ya le habían hecho un chequeo a Sakura. La molestia no
era nada grave, así que el médico le mandó que hiciera reposo durante los
siguientes días aprovechando que estaba de vacaciones por el país. Por lo
tanto, había decidido acompañar un poco a su amiga durante las rondas mientras
se ponían al día.
—Es lo que tiene tener estos turnos interminables —sonrió
Camellia—. Pero el fútbol sigue estando muy presente en mi vida. Muchas
personas que están aquí se entretienen viendo partidos por la televisión y lo
escucho de fondo.
—¿Y ahora qué te toca hacer?
—Tengo que visitar el área de hospitalizaciones.
—¿Y te dan muchos problemas?
—La gran mayoría no, pero los más jóvenes siempre lo
llevan peor el estar encerrados en una habitación y sin poder hacer nada.
—O sea, que te traen de cabeza.
—Exactamente. Justamente me toca revisar a Sol Daystar.
Sin duda, uno de los más revoltosos.
Llegaron hasta la habitación del paciente, solo para ver
que el adolescente de pelo naranja estaba viendo la televisión. Justamente una
reportera estaba en directo en esos momentos.
—El torneo Camino Imperial se acerca a su fase final. Hoy
vamos a seguir al colegio Monte Olimpo, el equipo que ha superado una ronda
tras otra, y vamos a entrevistar a su capitán, Cronus Fourseasons.
La cámara retrocedió con su zoom, dejando ver a un chaval
con el que parecía ser el uniforme de dicho instituto.
—El Monte Olimpo, que tiene como entrenador a Alex Zabel,
el gran emperador, es visto por muchos como el favorito a ganar el torneo
nacional. ¿Os da eso más confianza?
En la pantalla se pudo ver cómo enfocaban gradualmente al
capitán. A la misma vez, el volumen de la televisión fue aumentado.
—Por supuesto que tenemos confianza, pero no podemos
bajar la guardia. Afrontamos los partidos uno a uno, según nos llegan.
—Así que cuando jugáis un partido, os lo tomáis en serio
desde el primero momento.
—Sí.
—Seguiremos con mucha atención los partidos del Monte
Olimpo, que no da nada por hecho. Muchas gracias por atendernos, Cronus.
El capitán hizo una reverencia a la cámara y el plano
volvió de nuevo a la periodista. Sakura vio cómo Camellia se acercaba
silenciosamente hasta el mando de la tele.
—Pero hay otros equipos que se interpondrán en el camino
del Monte Olimpo, como el subcampeón de este torneo el año pasado, el instituto
Rai… —la periodista se desvaneció de la televisión.
—¡¿Eh?! ¡Que lo estaba viendo…! —le reclamó a la
enfermera Travis.
—Pero si dejo que lo sigas viendo, acabarías saliendo al
patio para volver a jugar al fútbol.
—Qué aburrimiento —se quejó Sol, mirando hacia otro lado.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que había una
desconocida en su habitación. La muchacha de pelo castaño y ojos azules le
sonrió y saludó.
—Aguanta un poco más, ¿vale? —sonrió Camellia.
—Cammy, estás siendo muy duro con el pobre chaval —Sakura
le guiñó un ojo con complicidad.
—¿Ves? ¡Me tiene torturado aquí…! —se hizo la víctima.
—Me lo puedo imaginar si tanto te gusta el fútbol —sonrió—.
A juzgar por lo concentrado que estabas mirando la entrevista.
—¡Así es…! —asintió con entusiasmo—. ¿A usted también le
gusta?
—Ella es una amiga de la infancia. Es portera profesional
en la liga americana de fútbol —la presentó Camellia.
—Puedes llamarme Sakura —sonrió.
—¡Qué chulo! —sus ojos se abrieron con mucho entusiasmo—.
¿También es amiga de Ken y Saki? Usted se llama igual que ella. Los tres sois
amigos de la enfermera Travis.
—Pues claro, todos somos amigos —sonrió Sakura—.
Encantada de conocerte, Sol Daystar. Cammy me ha hablado bastante de ti.
—Espero que haya sido para bien —sonrió el adolescente.
—Bueno… —miró de reojo a Camellia.
—Eres un revoltoso, ¿cómo quieres que hable bien de ti a
la gente?
Sol se quejó infantilmente, pero enseguida miró con el
entusiasmo de un niño pequeño a la enfermera.
—¡Oye, Camellia! Tú conoces a Arion Sherwind, ¿no?
—¿Arion Sherwind? —Sakura miró a la enfermera—. ¿El
novato del Raimon y que ha revolucionado todo el fútbol juvenil? Pero si me
dijiste que no habías pasado por allí. Ni ido a ningún partido de ellos —arqueó
la ceja—. ¿O acaso me has mentido?
—No, qué va, qué va —se apresuró a decir—. Lo vi una vez
cuando estaba por el hospital y Sol se había escapado de su habitación. Los dos
estuvieron jugando al fútbol por uno de los patios.
—Qué rollo, quiero jugar al fútbol —dijo, cogiendo una
pelota—. Si pudiera jugar con Arion, sería un partido buenísimo. Oye, Camellia,
¿y el doctor? ¿Ha dicho ya que puedo jugar el siguiente partido?
Aquella pregunta encendió la curiosidad de Sakura. Camellia
no respondió.
—Vale, en cuanto me den el alta, voy a entrenar a tope.
—Tampoco exageres demasiado.
—Tranqui, tranqui —le sonrió—. Ah, Sakura, todavía
estarás por aquí, ¿no? ¡Así me podrás ver!
—Yo creo que sí —asintió, sonriendo ante las rápidas
confianzas que se había pillado el chico.
—Bueno, descansa, ¿de acuerdo? —dijo Camellia, abriendo
la puerta—. No creo que el doctor tarde mucho en visitarte.
—¡Hasta luego, Camellia! ¡Un placer, Sakura…!
—Lo mismo digo —respondió antes de cerrar la puerta.
Sakura siguió a su amiga, teniendo bastante curiosidad
por ese chico enfermo. Mientras tanto, dentro de la habitación, Sol dejó de
sonreír alegremente en cuanto se cercioró de que no iban a entrar de sopetón.
Miró el balón de fútbol con anhelo. Después, se fijó en el reloj de la pared.
Todavía era temprano.
Sol saltó de la cama con decisión, con el balón bajo el
brazo.
—Vale, entonces, ¿cuál es el plan? ¿Recorrer todo el
hospital hasta encontrar a Cammy? —preguntó Eris.
—Exactamente —asintió Hikari.
—Yo creo que sería mejor empezar por los patios —propuso
Kai—. Así nos cercioraremos de que no está fuera.
—Y así nos quitamos de encima las áreas más pequeñas —asintió
Ana.
—¿Pero nos van a dejar caminar sin rumbo alguno por el
hospital? —preguntó Danny—. ¿Así sin más? ¿No resultará algo sospechoso? No
quiero acabar detenida.
—Estamos muertas como terminemos en comisaria —dijo Angy—.
Todas somos figuras públicas en lo nuestro.
—Calla, no llames a la mala suerte —le chistó Hikari—.
Venga, vamos. Cuanto antes empecemos, antes la encontraremos.
—Yo espero que luego comamos con ella —dijo Danny.
—Todavía no es ni la hora del almuerzo, ¿ya tienes
hambre? —Ana alzó las cejas.
—¿Es que no has desayunado? —preguntó Eris.
—Lo he hecho dos veces.
Kai se rió, recordando el hambre voraz que siempre tuvo
la pelirrosa de joven.
El grupo de amigas empezó a vagar primero por los patios
donde la mayoría eran pacientes con sus familiares o conocidos. Una vez que
vieron que no estaba por la parte de fuera, decidieron aventurarse dentro del
edificio. Decidieron separarse en pareja para poder abarcar una mayor área a la
misma vez.
—¿Y no sería mejor preguntar a una de las recepcionistas
a ver si la conocen? —preguntó Eris.
—Pero a lo mejor no la conocen —repuso Kai—. El sitio es
grande y no creo que todos los del personal se conozcan entre ellos. Vamos,
sería la hostia eso si fuera verdad.
—Por preguntar no perdemos nada, ¿no?
—Vale, pues pregunta.
—Acompáñame al menos.
—Te daré apoyo moral desde aquí, desde la distancia.
Eris miró mal a Kai antes de dirigirse a uno de los
mostradores.
Kai se dedicó a mirar a su alrededor, por si algún casual
veía a Cammy pasar. Lo que vio fue algo que le dejó más bien sorprendida que
otra cosa. Un chico con un pijama de hospital abría la ventana y se escapaba
por ahí, con una pelota de fútbol. Kai, movida por la curiosidad, decidió
seguir al adolescente de pelo naranja y alborotado. Se asomó y vio que empezaba
a dar patadas al balón, jugando él solo. Kai se apoyó contra la ventana para
observar al chico jugar. No tardó demasiado tiempo en darse cuenta de que el
niño tenía especial talento.
—¿No deberías estar en una cama en lugar de dando patadas
como un tonto? —exclamó, asustando al chico.
—¡Pero es aburrido estar ahí…! —hizo un mohín, viéndose
pillado in fraganti—. Prefiero jugar al fútbol.
—Tienes razón, el fútbol es mucho mejor —Kai se subió a
la ventana, sin importarle que alguien la viera—. ¡Pásamelo! —saltó de ella.
El chico con pijama le dio un pase y Kai lo recibió con
el pecho.
—He visto que tienes bastante técnica. Intenta
quitármelo.
El pelinaranja se lanzó hacia ella sin dudarlo ni un
segundo.
Mientras tanto, Eris ya había terminado de hablar con las
del mostrador y estaba buscando a su amiga, maldiciendo por ver dónde se había
metido aquella tonta. Fue entonces cuando creyó reconocer los gritos de ella a
través de una ventana abierta y decidió asomarse.
—¿Pero se puede saber qué demonios estás haciendo? —le
increpó, mirándole mal—. ¿Ya le estás intentando robar una pelota a un niño?
¿No te da vergüenza?
—¿Cómo que robándole la pelota a un niño? —Kai parpadeó—.
¿Es que no ves que el chico está intentando quitármela? Y sin éxito alguno, que
conste. Ven tú también e inténtalo. A ver si los dos sois capaces —le sonrió
desafiante.
Eris cayó sin mucho esfuerzo ante tal provocación y saltó
por la misma ventana que su amiga. Como no habían encontrado a Cammy, pues
tampoco venía mal entretenerse un rato con aquel niño en pijama.
Media hora después, las cuatro mujeres que faltaban del
grupo de amigas también se habían unido a dar patadas al balón con el chico.
Todas eran conscientes de que probablemente el niño estuviera ingresado por
alguna enfermedad, pero se veía bastante en forma y muy contento de poder jugar
contra unas adversarias tan buenas.
—Oye, ¿a qué hora pasan las enfermeras a dejarte la
comida? —preguntó Danny, mirando la hora en su móvil—. ¿No deberías estar ya en
tu cuarto para no levantar sospechas?
—¡Ah, es verdad…! ¡Como se enteren, estoy perdido!
—Ha estado divertido, pero es mejor que te vayas a comer
y descanses bien —sonrió Kai—. Eres muy bueno para tu edad. Tienes un talento
innato.
—Sí, de esos que solo se ven cada cierto tiempo —asintió
Angy.
—¿Quieres que te acompañemos hasta tu habitación? —propuso
Hikari—. Así tienes menos posibilidades de que te pillen.
—¿Haríais eso por mí?
—Claro, no tenemos nada mejor que hacer —Ana se encogió
de hombros—. Estábamos buscando a una amiga, pero nos hemos distraído. A esta
hora yo creo que le tocará comer también.
—Quizás la encontramos en la cafetería —dijo Eris.
Así, las chicas acompañaron al muchacho hasta su
habitación, a tiempo para que le trajeran la bandeja de la comida sin que
sospecharan de su fuga. Luego, se fueron hasta la cafetería que habían visto al
entrar. Allí, para suerte de ellas, se encontraron a Camellia, empezando a
comer con Sakura.
—¿Qué haces tú por aquí? —fue el saludo de Ana antes de
reírse—. Creía que te quedarías por aquellas tierras.
—He aprovechado para hacer escapada —sonrió Sakura.
—¿Y el novio? —preguntó Hikari.
—Lo he dejado en casa, aunque me ha mandado que salude a
Silvia. Habíamos pensado ir hasta la casa de Silvia después de que el turno de
Cammy termine.
—¡Fiesta en casa de Jude! —exclamó Danny.
—Y lo dice como si la mansión fuera suya —se rió Sakura.
—No, pero casi que vivimos allí —dijo Kai, sacando su
móvil—. Voy a ir avisando a David para que se lo diga a Jude.
—Entonces lo diré yo por el grupo —Eris también sacó su
teléfono—. Jude va a terminar poniéndonos una orden de alejamiento.
—Oye, ¿pero hoy no venía también Darren? —recordó Angy.
—¿Darren? —repitió Sakura—. ¿Y eso?
—Celia lo llamó anoche —asintió Angy—. No creo que tarde
mucho. Deberíamos decirle que vaya directamente hasta la casa de Jude.
—Parecéis cansadas —notó Camellia—. ¿Es que habéis venido
de hacer ejercicio?
—Hemos estado jugando un rato con la pelota en los patios
del hospital —explicó Ana—. Con un niño de pelo naranja.
—Me recordaba al dibujo de un sol —dijo Danny.
—Y era muy bueno para ser tan renacuajo —añadió Hikari.
Sakura miró a Cammy, que tenía cara de resignación.
—Otra vez se ha vuelto a escapar Sol —suspiró la enfermera.
—¿De verdad se llama Sol? —Hikari intentó no reírse.
—Le viene como anillo al dedo —se rió Kai.
Cammy les estuvo contando un poco por encima la situación
de Sol Daystar y las chicas decidieron ir a verlo por la tarde con la
supervisión de la enfermera Travis y prometiendo que no lo iban a sacar a
escondidas de la habitación.
—Jude, Celia, mirad —sonrió Annie, llegando hasta ellos y
mostrándoles el móvil—. Mirad quién se ha dejado caer por Inazuma.
—¿Cuándo ha llegado? —se sorprendió Celia.
—Se ve que se la han encontrado en el hospital, hablando
con Cammy —sonrió la morena.
—Parece que esta noche tampoco me vais a dar paz y
tranquilidad —comentó Jude, viendo los mensajes anteriores del grupo.
Celia también echó un vistazo y se rió. Luego palmeó el
hombro de su hermano mayor.
—Ya deberías estar acostumbrado, hermanito.
—También han dicho que invitemos a Darren —dijo Annie,
guardándose el dispositivo.
—Está bien —asintió Celia—. Pero ya que está Sakura aquí…
—murmuró, mirando a Jude.
Jude pareció captar lo que estaba pensando su hermana y
terminó asintiendo.
—Por preguntar no pasa nada.
El entrenador dio un par de pasos al frente y exclamó:
—¡Equipo, a reunirse! —esperó a que todos los chicos se
apelotonaran enfrente de él para anunciar—: Hemos terminado el entrenamiento
por hoy. Tenéis que descansar para llegar con fuerza al partido contra el
instituto Universal.
—¡Sí!
Todos empezaron a dispersarse, con los ánimos por lo
alto. Algunos ya se estaban juntando para irse juntos a casa o parar a pillar
algo en algún puesto de comida rápida. Arion quiso volver con JP a casa, pero
Lapin rechazó la oferta. Arion se sentía preocupado por su amigo. Durante el
entrenamiento de la tarde le habían puesto a hacer ejercicios básicos
especialmente para porteros y todavía no se le daban muy bien. Riccardo también
lo había notado, pero le aconsejó a Arion que le dejara tranquilo. Después de
todo, lo tenía que resolver él solo.
—Acompaño a Aitor a casa y paso a por las chicas al
hospital. ¿Te vienes conmigo?
—No, adelántate, Annie —sonrió Celia—. Tengo algo que
hacer.
Annie vio que miraba en dirección a JP.
—Mucha suerte —sonrió, alzando el pulgar hacia arriba—.
¡Jude, recuerda, cena en tu casa! ¡Ni se te ocurra echar la llave…!
—No sé quién me mandó a regresar a casa… —terminó
murmurando el entrenador.
Celia se acercó por detrás al muchacho, llamándolo.
—¿Tienes un momento, por favor? —le preguntó con una
sonrisa.
—¿Eh? Sí.
La profesora Hills terminó llevándolo hasta el campo del
Edifico Fútbol, donde lo plantó delante de un armatoste gigantesco. Una especie
de pistola de balones. JP se quedó impresionado.
—¡Pero esto…!
—Es una máquina de entrenamiento de portero. Es genial
cómo puedes parar toda clase de tiros. Esta máquina permite a un portero
entrenarse solo.
—Vaya… —JP se veía cabizbajo.
—Y lo cierto es que el entrenador Evans la usó muchas
veces cuando fue jugador del Raimon, como tú.
—¿Eh? —el chico miró rápidamente a la profesora,
impresionado—. ¿El entrenador Evans?
—Bueno, ¿quieres probarla un poco o no? —le miró con una
sonrisa.
—¡Claro que sí!
Celia soltó una sonrisita ante el entusiasmo del joven.
—¿Sabes? Con esos ánimos, me recuerdas mi adolescencia. A
veces les veía sufrir cuando chocaban contra una pared, pero todos se lanzaban
como locos a entrenar más todavía… ¡Qué nostalgia! —Celia se sintió algo
avergonzada por haberse llevado por ese sentimiento—. ¿Empezamos el
entrenamiento entonces?
Los rayos del sol ya se escondían por el horizonte,
tiñendo el cielo de un anaranjado que quería competir con el tono de pelo de
Sol Daystar. Hacía rato que las amigas de la enfermera Travis se habían
marchado, cuando las había echado para que Sol pudiera descansar. El chico
miraba con tristeza el balón de fútbol.
A decir verdad, se lo había pasado en grande aquel día,
jugando por la mañana con ellas y luego por la tarde charlando. Había
descubierto que eran amigas de los legendarios jugadores del Inazuma Japón y
había hecho un montón de preguntas. Cuando Camellia tenía que ausentarse, ellas
aprovechaban para hacerse pases simples dentro de la habitación, aprovechando
que no tenía compañero de cuarto.
La puerta se abrió, llamando la atención del adolescente,
que enseguida sonrió mientras decía:
—¡Alex!
—Se te ve contento —le sonrió el gran emperador mientras
pasaba dentro.
Ese día estaba siendo su día de suerte. Estaba teniendo
muchas visitas y mucha diversión.
—¡Claro, lo estoy!
—Los resultados han sido perfectos. Ya te van a dar el
alta.
—¡Viva! Entonces, podría llegar a jugar el siguiente
partido, ¿no?
—Sí, he hablado de eso con tu médico y… lo siento, pero
tendremos que despedirnos del siguiente partido.
La sonrisa de Sol se borró de un plumazo.
—Pero si… —agachó la cabeza, aturdido.
—Ahora debes pensar en tu recuperación y te curarás del
todo.
—Pero si ya estoy acostumbrado a mi enfermedad —protestó—.
Prometo que no haré ninguna locura.
—Tendrás que dejarlo por esta vez —Alex usó un tono más
serio y autoritario.
Sol miró el balón y terminó apretándolo con las manos de
pura rabia y frustración.
—¡No quiero!
Alex se sorprendió ante la contestación rebelde del
chico.
—¡Porque cuando estoy en el campo, me concentro tanto en
jugar que se me borran de la cabeza todas las penas y todas las preocupaciones!
Es justo el fútbol lo que me ha hecho vivir tanto tiempo.
Alex miró el desafío en esos ojos azules y claros, pero
el chico enseguida bajó la cabeza, rendido.
—Si no puedo jugar ese partido, será lo mismo que haber
muerto…
Alex decidió que lo mejor era dejarlo descansar y que
pasara su justificada frustración a solas. A la salida de la habitación, se
encontró con que su mano derecha le estaba esperando.
—Hobbes…
Austin no le habló hasta que estuvieron esperando por el
ascensor.
—Dime que no se te ha pasado por la cabeza dejar que
Daystar juegue ese partido. Sol Daystar es un genio de los de verdad. Y lo
mismo pasa con sus sentimientos por el fútbol. Pero ahora su cuerpo no es capaz
de soportar la tensión de un partido. Es una pena, pero en este momento del
Camino Imperial es un imposible para él.
—¿Sabes? Cuando veo a Daystar, me acuerdo de él.
—¿Eh?
—De aquel chico... el que estaba igual que Daystar. Sus
sentimientos por el fútbol y el pensar que no podría volver a jugar al fútbol
le ponían tan furioso…
Austin miró a su jefe, sabiendo a quién se refería.
—Sabes que hablar de las personas a sus espaldas está
mal, ¿no?
Los dos hombres se giraron, sorprendidos de que alguien
les hubiera estado escuchando. Austin fue el primero a reconocer a la chica.
—¡Sakura…!
—Tampoco me extraña ver que sigues siendo su perrito
faldero después de tantos años, Austin… —saludó, apoyándose sobre la pared.
—Escuchar conversaciones ajenas tampoco está bien visto —le
soltó Austin.
—Yo solo iba a recoger mi mochila, que se me ha quedado
en la habitación de Sol —se encogió de hombros—. No es mi culpa que habléis
como si estuvierais solos. Esto es un hospital público.
—Veo que ya te han puesto al día —comentó el gran
emperador.
—Si el mismísimo Alex Zabel se preocupa en persona por
Sol Daystar, ese genio de verdad, es que eso significa que el chico es un
imperial —la sonrisa de Sakura se desvaneció—. Tienes razón al acordarte de
Erik al pensar en Sol, son muy parecidos. Claro que Erik luchaba por seguir
jugando y no abandonar el campo, no por seguir los deseos de alguien que quita
la libertad al fútbol. ¿Qué pensaría el chico si supiera que está ante el
mismísimo Axel Blaze, luchando contra el mismo equipo que tantas alegrías le
dio en su adolescencia? ¿Regulando y amañando los partidos? Quizás no lo vea
malo porque te ve como una figura a seguir o alguna de esas cosas. Si supieras
cómo ha estado hablando del Inazuma Japón esta tarde…
Los dos hombres delante de ella se mantuvieron en
silencio.
—Es amigo de Arion Sherwind, ¿lo sabíais?
Aquello pareció captar la atención de ambos.
—Se ve que le conoció jugando por el patio del hospital.
Por eso tiene tantas ganas de jugar el siguiente partido… —sonrió, dándose
cuenta—. Porque será el próximo rival de Arion. Si tanto te recuerda a Erik en
aquella época, Axel, entonces ya sabes lo que debes hacer.
Sakura se fue hacia la habitación de Sol, con el gran
emperador y Austin Hobbes siguiéndola con la mirada.
Celia salió del Edificio Fútbol, mirando por todos lados
por si veía a su amigo por algún lado. El sol ya se había escondido. Sonrió en
cuanto lo vio en el campo exterior. Se fue para allí, saludándolo con alegría.
—¡Cuánto tiempo, Darren! Muchas gracias por venir.
—No es nada. Me alegro tanto de estar aquí de nuevo.
Hacía ya mucho tiempo.
—Demasiado, sí —asintió—. Es una lástima que Guille esté
ahora mismo en Osaka.
—Trabaja demasiado, pero nadie lo para cuando se trata de
hacer de celestina —suspiró al hablar de su novio—. Bueno, ¿dónde está el
aspirante a portero?
—Está dentro, probando la máquina para porteros.
—Anda, ¿ya la está utilizando?
—Sí —asintió, echando a caminar hasta donde estaba el
adolescente entrenando—. Es bueno, seguro que Guille te lo ha dicho, pero le
falta confianza.
—Vaya, eso me hace recordar mis tiempos mozos —sonrió
Darren—. ¿Es verdad que salta mucho?
—Muchísimo. Por esos saltos Guille se convenció de que
sería un gran portero.
—Veamos si tiene razón. Pero antes…
Darren sacó su teléfono móvil y le hizo una foto a la
fachada del instituto Raimon.
—Para cuando tenga que volver loco a Guille —se rió.
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Cuando JP se quiere
dar cuenta, tiene no solo a un profesional enseñándole, sino a dos en un abrir
y cerrar de ojos. Para colmo, tendrá una visita sorpresa que le hará temer por
su vida. Él todavía es un portero novato, así que le tocará pedir clemencia a
sus compañeros que tan desinteresadamente quieren ayudar. ¿Sobrevivirá a ese
entrenamiento de portero?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: DOS POR UNO
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
Y por fin, regresa la última amiga que faltaba :D ¡Sakura por fin está aquí! \(*^*)/
Vemos que sigue conservando toda su juventud y vitalidad como antaño, así que vamos a comparar después de tantos años:
Y por última vez, la página del timeskip se actualizará con su ficha :D Ahora, los demás desaparecidos regresarán poco a poco para la recta final de la segunda temporada.
Exacto, señores y señoras, ya queda poco para decir adiós durante un tiempo el fic ^^
Pero todavía queda para eso.
¡Hasta la próxima!
PD: Por fin me terminé de ver la tercera temporada de IE, ahora solo falta que la reseñe xD
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