CAPÍTULO 51- DOS POR UNO


Aunque no se lo hubiera dicho directamente a su capitán, Arion estaba preocupado por JP y también por el rumbo que estaba tomando toda aquella revolución. Después del entrenamiento, se detuvo en un parque de camino a casa. Se sentó en un banco, justo delante de tres niños jugando con un señor mayor. Pero tenía que confiar en JP, sabía que ese dilema le ayudaría a enfrentarse al fútbol de otra manera, de una manera más seria. Motivándose a sí mismo, se puso de pie, metido en su propio mundo.
—Vale, en cuanto llegue a casa, me pongo a entrenar —entonces se dio cuenta de que los niños le estaban mirando directamente a él.
—La pelota… —señaló uno de ellos.
Arion se dio cuenta de que se la había quedado para él de forma inconsciente.
—¡Lo siento, perdón! —exclamó antes de devolverla rápidamente.
—¡Muchas gracias!
El mismo hombre que había estado jugando con ellos se acercó.
—¿Por qué no juegas con nosotros si quieres?
Arion se fijó en que el hombre era alto, tenía una tez bastante morena y el pelo largo y rosa. También iba vestido con un traje blanco, algo poco práctico para ir dando patadas a la pelota.
—¿Puedo?
—¡Venga, puede venir, señor!
—¡De acuerdo! ¡Ya voy!
Arion se lo pasó en grande jugando con aquellos niños, sin darse cuenta de que el hombre pelirrosa los estaba mirando a un lado, sin intervenir. Cuando Arion se cansó de jugar, decidió volver al banco, con el hombre sentándose a su lado. Ambos vieron la alegría de los niños con el balón de fútbol.
—El fútbol es genial. Puede convertir en fieles compañeros a gente que acabamos de conocer.
—Es verdad —asintió Arion, acordándose de su encuentro con Sol—. Aunque sea la primera vez que nos vemos, una vez estamos en el campo y empezamos a jugar, todos nos convertimos en amigos.
La sonrisa del hombre se desvaneció al decir:
—Pero también se puede decir que el fútbol tiene demasiado poder en algunos casos.
—¿Eh? —Arion le miró—. ¿Demasiado poder dice?
El hombre asintió.
—Con el paso del tiempo, ese poder nos obliga a ver cosas muy tristes.
—¿Cómo? ¿A qué se refiere, señor?
—Esa gente que se esfuerza al máximo y siempre pierde. Después de poner todas sus esperanzas, se sentirán como si el fútbol les hubiera vuelto la espalda. La fuerza con la que el fútbol une a las personas es al mismo tiempo la fuerza que puede separarlas —se levantó para mirarle—. ¿Cómo te llamas, chico?
—Arion Sherwind.
—¿Arion Sherwind, del instituto Raimon?
—Sí.
Uno de los niños falló al recibir el pase, cayéndose de culo y haciendo que la pelota llegara hasta los pies del hombre trajeado. Este cogió el balón antes de decir:
—Imagino que te gusta el fútbol, ¿no? Si te gusta tanto, tal vez puedas imaginar cómo será el dolor de no volver a jugar nunca más.
Arion agachó la cabeza. Todavía no había olvidado el hecho de los institutos clausurados.
—¡Muchas gracias, señor! —agradecieron los niños al recibir la pelota de nuevo.
—Eso demuestra lo enorme de la existencia del fútbol —dijo mientras se iba alejando—. Creo que deberías disfrutar de la alegría de poder hacer lo que te gusta. Estaré siguiendo tu trabajo, Arion Sherwind.
La conversación con aquel hombre dejó perturbado al centrocampista.
 
La pelota que fue lanzada con una velocidad impresionante impactó en la barbilla de JP, haciendo que el chico casi terminara dentro de la portería. Pero no tenía tiempo de lamentarse por el golpe, el siguiente tiro sería enseguida. Regresó a la portería y se lanzó hacia la derecha, no llegando hasta el trallazo que iba con efecto. Tampoco paró los siguientes tiros, que siempre se le iban por sitios donde no alcanzaba a llegar por su estatura. Era como si la máquina se estuviera burlando precisamente de eso.
Al final, terminó sentado en el suelo, sin respiración alguna.
—Ya lo sabía, esto es imposible para mí —se lamentó, levantándose con dificultad—. Venga, solo una vez más.
El siguiente tiro fue dirigido a su derecha, hacia la escuadra. JP se esforzó todo lo que pudo para correr hasta allí, pero una sombra pasó incluso más rápido que él. Y detuvo el tiro, dejando sorprendido al adolescente.
—¿Eres el portero del Raimon?
—¿Y usted quién es…?
El desconocido propuso sentarse en el banquillo para poder hablar mejor. JP no puso ninguna pega ante eso, un buen descanso no le vendría mal. Después de darle unos buenos tragos a su botella de agua, se sentó y preguntó ya con el ánimo más arriba:
—¿Usted también es portero de fútbol?
—Sí, cuántos recuerdos —respondió con una sonrisa—. Yo también usé esa máquina para entrenarme. Quería ser como Mark Evans.
—¿Eh? ¿Es que ha conocido al entrenador Evans? —se puso de pie, sorprendido.
—Sí. Ese hombre es enorme, no solo en fuerza, sino también en bondad. Mark Evans fue mi objetivo para todo.
—Pero está demasiado lejos para mí… —JP agachó la cabeza.
El hombre miró al joven, sin perder la sonrisa.
—¿Eso crees? Es distinto a todos. Precisamente por eso merece la pena ponérselo como objetivo.
—¿Eh?
—¿Te gustaría probar a parar mis tiros? ¿O no quieres?
—¡Sí! ¡Digo, por favor!
No tardaron ni un segundo en ponerse en sus posiciones.
—¿Estás preparado?
—¡Sí!
El hombre chutó y JP pudo llegar hasta el tiro, pero la fuerza era tal que se lo llevó por delante.
—¡Buenos reflejos!
—Qué va, muy mal. No pararé ni uno…
—Bueno, pero has podido llegar al balón de frente, así que por reflejos puedes conseguirlo.
Jean-Pierre se levantó.
—Probaremos otra vez.
—¡Sí!
Pasó lo mismo que la primera vez. El portero llegó a tocar el balón, pero sin la fuerza suficiente como para detenerlo.
—¡También mal!
—¡Ha sido impresionante! —gritó, sorprendiendo al chico—. ¡Los ojos en el balón, el tiempo de respuesta y la ligereza en tus pies…! ¡Estoy seguro de que tienes todas las cualidades para ser un portero!
—¿De verdad? —la ilusión se reflejó en el rostro de Lapin.
—¡Ahí voy!
Y por fin, JP logró detener el tiro de frente.
Motivados por esa pequeña victoria, siguieron practicando y practicando. Todo desde la supervisión de la profesora Hills, que observaba todo desde las gradas sin que el joven estudiante se percatara de ello.
JP entrenó tanto que terminó de nuevo sin respiración y totalmente cansado. El hombre le pasó la botella de agua, cosa que agradeció. El señor se sentó justo a su lado.
—Y bien, ¿ya lo estás viendo?
—¿El qué?
—El portero no es un jugador más del equipo. Tiene que ser completamente consciente de todo lo que pasa entre los rivales y entre los compañeros.
—Ser portero es mucho trabajo, ¿verdad? —sonrió JP.
—Cuando nosotros los porteros entramos en acción, es justo cuando el equipo corre mayor peligro.
—Sí.
—Pero es tan divertido…
—¿Divertido?
—¿Tú no crees que no hay nada mejor que poder guardar la portería de nuestro equipo por nosotros mismos? —con su voz motivada, se levantó, poniéndose en posición debajo de los palos—. ¡Piénsalo! ¡Un uno contra uno contra el delantero rival! A mí casi me da miedo, pero también me emociona. ¡Y también está el poder detener un balón que está cargado con los sentimientos de los que lo han chutado, tanto amigos como rivales!
—Cargado de sentimientos… —murmuró JP, mirando la pelota a su lado.
—Es un puesto que merece mucho la pena, ¿no te parece?
—¡Sí! —JP volvió a levantarse con el balón en sus manos—. Esto… ¿Le importaría si seguimos entrenando un poquito más?
—¡Claro que no!
—¡Muchas gracias!
Celia sonrió a lo lejos, viendo que su amigo Darren lo había conseguido.
 
Después de que JP se retirara ya para su casa, Celia le dijo a Darren que Jude les había invitado a cenar en su casa. Darren se alegró de poder ver de nuevo a un viejo amigo.
—¿Seguro que no molesto? ¿Y si está ocupado?
—¿Cómo va a estar ocupado si nos ha invitado?
—¿Estás segura? —alzó las cejas—. Sé que estáis siempre asaltando la casa de Jude.
—Tonterías. ¿Quién te dijo eso?
—Guille.
—Es un exagerado a veces, ya lo sabes. Jude no tiene nada mejor que hacer por las noches. O está en el trabajo o aquí. No puede estar en muchos otros lados.
—Puede estar en casa de…
—El piso es pequeño —interrumpió Celia, riéndose y tocando al timbre—. Es mejor estar aquí, entre amigos.
—Ahora que lo pienso, ¿cuántos seremos?
—Unos cuantos —sonrió la peliazul.
Sakura fue la encargada de abrirles la puerta y de saludar con alegría a sus viejos amigos. Luego, les hizo pasar como si de verdad estuviera en su casa y no en una ajena. Enseguida fueron tragados por una marea de personas que charlaban animadamente por el enorme salón de Jude Sharp.
—¿Y bien? ¿Cómo ha ido el experimento? —fue lo primero que preguntó el entrenador del Raimon a Darren.
—Todo ha ido sobre ruedas, hermanito —le guiñó un ojo y le alzó el pulgar hacia arriba.
—Esa Celia, siempre teniendo soluciones para todo —vitoreó Danny.
—El chico tiene un gran potencial, sí —sonrió Darren—. Si sigue entrenando así, puede llegar muy lejos como portero. Habéis tenido un gran ojo.
—Dale las gracias a Guille, él fue quien vino con la idea —sonrió Jude.
—¡Eso! ¡Dale una recompensa a tu novio! —chilló Hikari.
Saki se sumó a la celebración de la idol, mientras Annie movía las cejas con cierto aire pervertido al portero. Darren se sonrojó levemente y las demás se rieron por su reacción.
—¿Pero sabe Guille que estás aquí? —preguntó Ana.
—No, pensaba enviarle una foto ahora.
—Pues hagámonos una grupal —propuso Eris—. Y también se la envías.
Estuvieron unos momentos para que todos pudieran caber dentro del encuadre. Cuando consiguieron hacerla, volvieron a dispersarse.
—Entonces ya no tengo que ayudar a ese pequeñajo, ¿no? —le preguntó Sakura a Darren—. Has conseguido que se motive.
—¿Ayudar? —parpadeó Darren en confusión.
—Jude me pidió que ayudara a ese niño con el tema de la portería.
—De hecho, la petición sigue aún en pie —intervino Jude—. Dos porteros son mejor que uno.
—Ken también ayudaría, pero… —Saki miró a su novio.
—Tenemos trabajo —fue lo que dijo él.
—Igual que vosotros, Raimon —dijo David, mirando a sus compañeros—. El Universal va a poner las cosas bastante difíciles.
—¿Así se llama el equipo rival? —murmuró Sakura—. Creo que hoy hemos conocido al que será su delantero estrella para el partido.
—¿Cómo dices? —se sorprendió Eris.
—¿Te refieres a Sol Daystar? —preguntó Kai.
—Pero… el chico está enfermo… —murmuró Angy.
—Lo gracioso es que ya conoce a Arion —añadió Sakura.
—¿Eso no es algo malo? Arion ha estado hablando y jugando con él sin saberlo —habló Hikari.
—¿El Universal está bajo las órdenes del Sector Quinto?  —preguntó Ana.
—Debe de estarlo como para que Axel se preocupe personalmente de él —soltó Sakura—. Hoy le he visto visitándole en el hospital. Austin estaba con él.
—¿Austin? —Darren abrió mucho los ojos—. ¿Nuestro Austin Hobbes?
—El mismo —asintió la portera.
—Pero si está tan malo como dices, Sakura, no creo que Axel le deje jugar el siguiente partido, ¿no? —apuntó Annie—. No creo que se arriesgue a que su salud empeore.
—No estaría tan segura. Ese chico es… como mi Erik, un genio con el balón con una salud de cristal.
—Si JP va a estar defendiendo la portería del Raimon, entonces tendréis que entrenar más que nunca —opinó Rubén, que había estado en silencio todo ese tiempo.
—Así que sí, necesitaremos tu ayuda también, Sakura. ¿Puedo contar contigo para mañana?
—Eso está hecho, amigo —asintió la portera.
—¿Y tú, Darren? ¿Cuándo tienes que volver?
—Mañana por la tarde, pero cuenta conmigo, Jude.
El tono de llamada de un móvil sonó por todo el salón.
—Ya decía yo que tardaba mucho en llamar en cuanto he enviado las fotos —se rió Darren, mirando su móvil.
Darren contestó poniendo el manos libres, comenzando así una charla donde se descubrió que Guille estaba acompañado por Sue y Tori. Al final terminaron hablando de todo y de nada y recordando viejos tiempos.
 
A la mañana siguiente, Arion iba caminando con rostro al instituto. Hasta el chico llegaron las tres gerentes seguido de un silencioso Aitor.
—Buenos días —saludó Skie.
—Buenos días… —devolvió el saludo sin muchas ganas.
—Estás tristón —comentó Rosie.
—¿Estás preocupado por JP? —preguntó Jade.
Justo en ese momento, el mencionado llegó corriendo hasta ellos con su típica energía matutina.
—Qué animado —sonrió Rosie.
—¿Después de clase puedes venir a acompañarme en mi entrenamiento, Arion?
—Claro que sí —aceptó de buen gusto.
—Ayer me pasé todo el día practicando. ¡Me concentré tanto que se me hizo tardísimo!
—¿Practicando? ¿Pero tú solo?
JP negó ante la pregunta de Arion.
—Después de que os fuerais todos, vino un hombre que me enseñó cosas de todas clases. ¡Era un portero, un tipo realmente alucinante!
—¿Un portero? —se sorprendió Jade.
—¿Quién era? —preguntó Rosie.
—¿Que quién era…? Anda, pues eso digo yo —se cruzó de brazos, dejando alucinados a todos.
—Buenos días —sonrió Annie, llegando hasta el grupo de adolescentes.
Los chavales le saludaron también.
—Hoy te veo mejor, JP, comparado con ayer.
—Es que un tipo misterioso vino y le enseñó cosas de portero —Aitor alzó una ceja—. Me parece muy sospechoso.
—¿Un tipo misterioso? —Annie también alzó las cejas—. ¿Y ese tipo no tiene nombre?
—Se me olvidó preguntárselo… —JP se rascó la nuca por su descuido.
Annie se rió y le revolvió la cabeza.
—Venga, id a clase. Ni se os ocurra saltaros el entrenamiento de esta tarde. Tenemos varias sorpresas para vosotros.
Los jóvenes se quedaron intrigados ante sus palabras.
—¿Y qué estás haciendo tú aquí? —preguntó Aitor.
—He venido para darte esto. Te has dejado la comida en casa, tonto —Annie le dio un golpecito en la frente—. Eso te pasa por salir corriendo de casa.
Aitor se sonrojó de la vergüenza, pero sus amigos hicieron caso omiso, decidiendo hacer más preguntas a su amigo sobre aquel portero misterioso.
 
Después de clases y antes de que todos sus compañeros llegaran para empezar el entrenamiento, Arion estuvo chutando un par de balones a JP.
—¡Parece como si el entrenamiento de ayer te hubiera dado algo nuevo!
—¿De verdad? —preguntó, ilusionado.
—¡Ahora que estás en la portería, pareces hasta mayor!
—¡Muy bien! ¡Otra vez, por favor! —JP le pasó el balón.
Arion retrocedió para chutar, pero otra pelota se dirigió a gran velocidad hasta JP, que la detuvo sin problema alguno. Arion se giró, viendo que Doug McArthur estaba allí, vistiendo su uniforme del Mar de Luna.
—Veo que has mejorado mucho, Jean-Pierre —fue su modo de saludar.
—Aunque todavía no es suficiente para ganar los encuentros que están por venir —otra voz se escuchó a lo lejos.
—Si tú eres…
—¿Qué haces aquí?
—¿Qué? Sorprendidos, ¿eh? —Samguk apareció por el campo, sonriendo—. Aparecieron mientras esperábamos al entrenador Sharp. Están aquí para reforzar todavía más la portería del Raimon.
Efectivamente, el mismísimo Alessandro il Grande, el portero y capitán del Mar de Luna, había ido hasta el Raimon a ayudar en todo lo que pudiera.
—¡Se suponía que no os teníais que adelantar! —les gritó Annie desde lo alto del campo.
Todo el equipo había llegado ya al campo.
—Así que esa era la sorpresa de la que estaba hablando esta mañana… —se dio cuenta Arion.
—Entonces ellos ya lo sabían…
—Claro, tuvimos que pedir permiso para poder venir —dijo Doug con obviedad—. Venga, empecemos con el entrenamiento especial.
—¿Os importa que se unan dos personas más? —intervino Celia, señalando a Sakura y a Darren.
—¡Es el portero de ayer! —gritó JP.
—Chicos, os presento a Darren y a Sakura, unos viejos amigos que son guardametas profesionales —presentó Sharp—. Y también te van a ayudar a perfecciones tus habilidades como portero.
—¡¿No es genial, JP?! —saltó Arion, totalmente alegre.
—¡Sí! —JP estaba abrumado por tal cantidad de personas—. ¿Pero no son demasiadas personas ayudándome solo a mí…?
—Eres un novato en la portería, hay que meterte caña —sonrió Sakura—. El próximo partido está a la vuelta de la esquina.
—Considéralo como un dos por uno, JP —sonrió Annie—. Alessandro il Grande y Doug por un lado, Sakura y Darren por otro.
—Muy bien, que un grupo se ponga con él para ayudarle a entrenar. El resto, seguid con el entrenamiento establecido.
—Me gustaría que todos vieran el entrenamiento —dijo Celia—. Al menos antes de seguir con el entrenamiento general.
—Oh, pero si luego le vamos a meter caña con otros ejercicios —Sakura sonrió con dulzura.
JP tragó saliva. ¿Aquello no era demasiado?
 
—¡Jean-Pierre Lapin! —gritó Alessandro—. ¡Demuéstrame tu resolución para defender la portería del Raimon!
—¡Vale!
—El entrenamiento especial consistirá en una tanda de penaltis. Tendrás que usar todo lo que tengas en cuerpo y espíritu si quieres detener los disparos de tus compañeros del Raimon.
—¡Bien!
Todos los demás que no participaban, observaban con detenimiento, dando ánimos al chico. Incluso los mayores miraban con atención.
El primero en chutar fue Arion. JP lo detuvo sin problemas.
—No te retengas al tirar —le dijo Alessandro.
—Bien.
—¡El siguiente!
—Allá voy —sonrió Lucian, colocando la pelota.
—¡Bien! —exclamó il Grande al ver el chut.
Michael Ballzack tiró hacia uno de los laterales. Riccardo fue el siguiente en tirar. Y así sucesivamente hasta que le tocó el turno a Doug.
—Doug, tira con tu supertécnica.
La orden le sorprendió, pero enseguida se centró para chutar con su Tiro Sónico. El balón terminó dándole a JP.
—¡Concéntrate más! ¡O de lo contrario, tu tamaño te hará siempre ser empujado para atrás!
—Vale… —dijo, levantándose como podía.
—JP…Debes saber que tiraré con todo, pardiez. ¡Chut Ancestral!
—¡Concentrarme…! —JP se encogió para reunir todas sus fuerzas.
Una sombra apareció en su espalda, llamando la atención de aquellos que lo notaron. Sin embargo, JP terminó dentro de la portería.
—¡JP!
—¡Eso era…!
El portero sacó fuerzas para levantarse de nuevo y gritar:
—¡No os cortéis! ¡Tirad!
—Está bien, ahora me toca a mí —Michael dio un paso adelante—. ¡Cascabel!
—¡Concéntrate! —le animó Alessandro.
JP lo intentó de nuevo, sacando de nuevo esa aura en su espalda. Pero otra vez se vio superado por el chut.
Las gerentes se apiadaron de él y pidieron dejarlo por ese día, pero Alessandro le hizo una señal a Victor, que era el siguiente en chutar. Victor se sorprendió al comprender lo que le había dicho el portero, pero no puso pega alguna. Mientras tanto, JP miraba a Victor, respirando con fuerza. No se veía capaz de detener sus supertécnicas.
—¡Vamos allá! ¡Caballero Lancelot!
El Espíritu Guerrero del delantero sorprendió a todos.
—¡Qué locura! —Skie se puso de pie—. ¡Apenas puede parar los tiros de supertécnicas!
Jude sonrió ante el plan. Darren recordó la vez en que sus amigos le ayudaron a sacar la Mano Diabólica a través de fuerza bruta.
—Vamos, vamos, no os pongáis a llorar —tranquilizó Annie—. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que se coma el balón? Nada nuevo bajo el sol.
—¡Annie…! —Celia le pegó en el brazo por sus palabras descuidadas.
—Si retrocede ahora que está con un compañero, ¿qué hará cuando esté en un partido de verdad? ¿Salir huyendo? —comentó Sakura—. JP tiene que ser capaz de enfrentar a sus miedos e inseguridades. Si no, el Raimon estará perdido y él también como portero y sin ni siquiera haber comenzado.
JP dio un paso hacia atrás. Era imposible que pudiera parar algo así.
—¡Concéntrate, JP! —le animó Arion—. ¡Tienes que concentrarte en parar ese tiro!
JP miró en dirección al hombre que le ayudó el día anterior y vio su sonrisa, llena de confianza en él. Sí, debía concentrarse e intentarlo, tal y como había estado haciendo hasta el momento. Se colocó en posición y cerró los ojos, mientras Victor se preparaba para chutar.
—¡Estocada de Lancelot!
El tiro iba hacia él y JP seguía con los ojos cerrados. Hasta que los abrió gritando:
—¡Os demostraré que puedo pararlo!
Detrás de él salió una enorme aura oscura, impresionando a sus compañeros y levantando una polvareda enorme. Cuando se disipó, el portero se hallaba en el suelo, con el balón en las manos y sin poder creerse lo que había pasado.
—Un Espíritu Guerrero… —murmuró.
Todos sus compañeros fueron a felicitarle. Todos menos los dos jugadores del Mar de Luna, que miraron desde la distancia.
—Así que tenía la capacidad de llamar a un Espíritu Guerrero.
—Creo que el entrenamiento ha dado un gran resultado —reconoció Doug.
—Sí. Gracias, muchas gracias, Doug —agradeció Samguk.
Doug se giró para sonreírle, pero enseguida vio que se le tiraba encima Subaru, lloriqueando. Detrás de él, Wan-Chang también se lanzó sobre ellos dos.
—¡Que me aplastáis…! —Doug no pudo evitar reírse por sus viejos amigos.
—¡No sabes lo que te hemos echado de menos, tú!
 
Después de la paliza con los dos jugadores del Mar de Luna, el entrenamiento siguió con normalidad. Los dos invitados decidieron marcharse para dejarles entrenar y ahí fue cuando entraron en acción Darren y Sakura para intentar transmitirle todos sus conocimientos a JP. Fue un entrenamiento muy fructífero, con una visita de las amigas del entrenador Sharp a la hora del descanso. Claro, que el más bajito de todos terminó hecho polvo por aquel día tan intenso.
Por la tarde, los más mayores decidieron acompañar a Darren a ver la antigua caseta del Raimon antes de despedirse.
—Muchas gracias por todo, Darren —agradeció Celia.
—La verdad es que me sorprendió que me llamaras, pero me alegra de haber venido —dijo, acariciando el trozo de madera que indicaba que era el club de fútbol.
—Han pasado años y todavía sigue en pie, madre mía… —a Sakura le entró la nostalgia.
—Viniendo aquí he podido recordar cómo empecé en esto… —sonrió con cariño—. Cómo entrenaba sin descanso, desesperado por superar a Mark.
—Admítelo, es difícil superar a ese tonto —Hikari se cruzó de brazos.
—Tengo que asegurarme de no olvidar los sentimientos de esa época —dijo Darren.
—Tú y todos —añadió Danny—. El tiempo pasa volando.
—Sí, a veces se me olvida lo mucho que la vida cambia —suspiró Kai, sintiéndose mayor.
—Habláis como viejas —se rió Annie—. Todavía tenemos muchas cosas que vivir.
—Pero siempre está bien echar un vistazo atrás y ver el camino recorrido —comentó Ana.
—¿Ahora a dónde irás, Darren? —preguntó Eris.
—¿Volverás a casa? —preguntó Angy.
—No, creo que cogeré un tren hacia Osaka. Si me doy prisa, a lo mejor puedo darle una sorpresa a Guille y todo.
—Es como si el destino nos estuviera reuniendo aquí de nuevo, ¿no? —dijo Celia, sonriendo—. Todos juntos, como en los viejos tiempos.
—Todavía falta gente —comentó Jude.
—Pero estaría muy chulo volver a reunirnos todos en un mismo lugar, ¿no? —miró a su hermano.
—Primero hay que derrocar al Sector Quinto —le recordó Annie—. Para que Axel y Austin vea lo malo de ese fútbol.
—Lo conseguiréis, estoy seguro de ello —sonrió Darren—. Y cuando eso suceda, volveremos a juntarnos.
 
 
 
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El partido de semifinales está al caer y el Raimon escucha rumores sobre su rival. Se dice que el delantero estrella del Universal es un genio de esos que solo aparecen cada diez años. Hasta el momento nadie lo ha visto jugar en el torneo Camino Imperial, pero todo apunta a que hará una gran entrada contra el gran rival del Sector Quinto. ¿Saber en realidad quién es hará que la determinación de Arion flaquee? ¿O le motivará aún más para dar lo mejor de sí?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: GENIO
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!




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