CAPÍTULO 6- LA CABEZONERÍA DE ARION
—¡Ánimo, compañeros! ¡Solo es un gol, no importa! ¡Enseguida
les remontamos y trabajaremos para conseguirlo! —gritó Arion, derrochando
optimismo—. ¿Verdad, JP?
—Arion… ¡Sí!
—Si es que no se entera —se quejó Michael—. Que alguien
se lo diga de una vez.
—¡Bueno, ambos equipos han vuelto a sus posiciones
originales! —informó Charley Horse—. ¡El partido se reanudará con el balón para
el Raimon! La diferencia en el marcador es de tan solo un gol. ¿Será capaz el
Raimon de darle la vuelta?
Celia miraba con algo de preocupación los ánimos de Jade
y Skie para sus compañeros de equipo. Estaba claro que ellas tampoco sabían
nada del chanchullo con el Sector Quinto.
—¡El Raimon saca de centro y el partido sigue adelante! ¡Pero
Eugene pierde el balón de repente! ¡Arion Sherwind, el nuevo jugador del Raimon,
sale al paso! ¡Oh! ¡Pero le han esquivado con facilidad…! ¡Es un centro
envenenado! —gritó al ver el pase largo de los Empollones—. ¡Y ahí lo ha
cortado Jean-Pierre Lapin!
El gran saltó que pegó JP sorprendió a todo el equipo de
los Empollones, incluido al entrenador, que no tenía nada anotado sobre esa
acción en sus notas. Incluso el capitán de los Empollones tuvo que preguntarle
a Riccardo.
—¡El balón va disparado hacia Riccardo! ¿Contraataca el
Raimon?
—¡Di Rigo, aquí! —gritó Ian.
Pero el capitán pasó de la cara del estudiante al que
debía ayudar y al paso le fue otro defensa.
—¡Le han quitado el balón a Riccardo…! —informó el
comentarista—. ¡Y el Colegio de Empollones sigue atacando! ¿Será que ponerse
por delante en el marcador les ha animado? ¡Han pillado al Raimon a la contra!
—¡Trayectoria Perfecta!
—¡GOL! ¡El Colegio de Empollones aumenta su cuenta! ¡Dos
a cero! ¡La diferencia con el Raimon se amplía de nuevo!
—¡Oh, no…! ¡Si me lo había prometido…! —la madre de Ian
se sentó en su asiento, desolada.
A lo lejos, Estela sonrió triunfalmente y se abstuvo de
hacerle un gesto obsceno a esa mujer. Los demás miraban las actitudes del
Raimon por tener que encajar otro gol de risa.
—Samguk Han es un chico muy fuerte —comentó con
admiración Einar.
—¿Por qué? —le miró Annie.
—Porque yo no podría soportarlo. Dejarme marcar un gol
así —su gesto se aseveró mientras negaba con la cabeza—. Antes me corto un
brazo.
—¿Nunca te han dicho que das miedo cuando pones esa cara?
—¿Qué cara? —Einar miró a Annie sin entender.
—Mientras tanto, Arion no se entera ni a la de tres —observó
Andrea.
—Bueno, hay que darle el mérito a JP por semejante salto —añadió
Guille—. Podría trabajar en un circo si ve que no tiene futuro en el mundo del
fútbol.
—¡Oh, no! ¡Han superado a Subaru sin problemas…! ¡Gabriel
García recibe una gran segada por parte del rival! ¡La recupera Eugene y sale
hacia el campo rival! ¡Vaya fallo ha tenido! ¡Ha mandado el pase demasiado
alto!
—Si Arion no se da cuenta de que está pasando algo raro
con semejantes fallos, es que tiene aire en lugar de cerebro —dijo Joss con
algo de aburrimiento—. ¡Oh, por el amor
de Dios, Riccardo, coño…! ¡¿Qué es eso de recibir el balón con la puta cara?!
—se levantó de un salto de la indignación que sintió.
—Me encantaría maldecir de esa forma en otro idioma para
que nadie me entienda —se maravilló Annie.
—¡Debería darte
vergüenza!
—Pero Estela, que
es tu alumno —se rió Guille.
—¿Y qué? Nefasto,
pésimo. Pienso crujirle en cuanto me toque clases de nuevo con él. Menuda
vergüenza —Estela se cruzó de brazos.
—¡Es un pase directo a la delantera! ¡Pero ha sido
demasiado fuerte y se pierde fuera! ¡Suena el silbato del árbitro y termina el primer tiempo!
¡El marcador está dos a cero! ¡El Colegio de Empollones termina la primera
mitad por delante del marcador!
—Joder, por fin se ha
terminado esta humillación —se estiró Andrea.
—Por ahora —bostezó
Guille—. ¿A dónde vas, Estela?
—A reírme en la puta
cara de esa mujerzuela, la madre del mocoso ese. Ahora vengo.
—¿Puedo ir a verlo? —preguntó
Einar.
—Yo voy también —se
apuntó Annie.
—Pues entonces vamos
todos, ¿no? —se animó Joss.
—Contamos con vosotros
para el segundo tiempo —le susurró el capitán de los Empollones a Riccardo.
Riccardo dejó de caminar
en dirección al banquillo. Se sentía totalmente frustrado y furioso.
—Bien, chicos, ya tenéis
preparadas las bebidas —informó Celia—. Acordaos de beber para hidrataros bien.
El ambiente no podía ser
más lúgubre. Parecía un funeral aquello, cosa que extrañó a Jade y a Skie.
—¡¿Por qué estáis
jugando todos así de mal?!
Algunos se giraron hacia
Arion, sorprendidos.
—¡No es solo Samguk ni Subaru
los que juegan mal! ¡Sino también Wan-Chang, Doug, Gabi, Michael, Eugene y,
además, Adé! Capitán, ¿por qué razón no estáis jugando de verdad?
—O-oye, Arion… —Jade
quedó estupefacta ante semejante reproche, al igual que las otras dos gerentes—.
No puedes ir diciendo esas cosas.
—¡Si estuvierais jugando
como vosotros sabéis, habríais roto la defensa de los Empollones sin problemas!
¡Y sin embargo, ¿por qué no estáis jugando como sabéis?! ¡¿Es que no os importa
perder el partido?!
—No les importa perder —intervino
Celia, abatida—. Lo siento, siento mucho no habértelo dicho, Arion. Pero antes
de empezar el partido, ya se decidió que el Raimon perdería por tres a cero.
—¿Estaba decidido que
perderíamos? —Arion no se lo podía creer.
—¿Qué quiere decir eso? —preguntó
Skie.
Celia apretó los puños
con rabia antes de preguntar con una sonrisa triste:
—¿Sabéis lo que es el
Sector Quinto?
—Sí, claro —contestó
Skie—. Es la organización que regula y organiza el fútbol.
—Sí, pero no se limita
simplemente a regularlo —comenzó la explicación la profesora—. El Sector Quinto
también decide quién gana o pierde. Decide hasta el número de goles y envía una
orden de resultados a los institutos.
—¿Hasta el número de
goles? —repitió JP.
—¡¿Pero por qué hacen
eso?! —se indignó Arion.
—Para proteger la
regularidad.
—¿La regularidad?
—Lo que decide el
prestigio de los institutos es el valor de su fútbol. Si un equipo es malo, su
instituto no merece la pena, así que el Sector Quinto envía las órdenes de
resultados para repartir equitativamente las victorias a todos los institutos.
—¿Equitativamente?
—Si se cumplen sus
instrucciones, se reciben directivas de victoria. Y los institutos recuperan
sus prestigios.
—Pero eso…
—¡Quiere decir que todo
está amañado! —interrumpió Jade a Skie.
—Sí. Por eso solo un
puñado de gente en el mundo sabe lo que ocurre. Esta es la realidad del fútbol
de hoy en día.
—Pero eso es una
injusticia. ¿Decidir el resultado antes de empezar el partido? ¡No! ¡Eso no es
fútbol!
—¡¿QUÉ VAS A SABER TÚ?! —le
gritó Riccardo a Arion—. Sí, ¿qué puedes saber tú? ¡¿Sabes cómo nos sentimos
cuando jugamos al fútbol?! ¡¿Cómo se siente Samguk cada vez que le dicen que
tiene que dejarse meter un gol?! ¡¿Qué vas a saber tú?! ¡Nosotros también
querríamos jugar al fútbol así! ¡Si pudiéramos, jugaríamos con todo el corazón al
fútbol que más nos gusta! Pero… Si nos enfrentamos al Sector Quinto, pueden
quitarnos el fútbol cuando quieran, ya lo viste. Así que no nos queda otra que…
—¡Riccardo…! —le llamó
Gabi en cuanto vio que el mencionado se iba.
Mientras Arion se
quedaba totalmente mudo sentado en el banquillo, Riccardo se iba al baño para
refrescarse un poco. Se mojó la cara, recordando las dichosas palabras del novato,
ese que le gustaba soltar esos discursos sin saber nada de nada. Y se
preguntaba una vez más por qué el entrenador había metido a Arion en el equipo,
cuando se veía solo iba a traer más problemas.
—Vaya, vaya, un pajarito
mojado revoloteando por aquí.
Riccardo pegó un salto
del susto, encontrándose con la mirada de su profesora de piano en el espejo.
—Profesora Schiller,
¿qué hace aquí?
—Colarme para verte —le
guiñó un ojo—. Y también para reprenderte por recibir el balón con la cara.
¿Qué demonios fue eso? —hizo un puchero, no usando un tono demasiado severo al regañarlo.
Di Rigo le dio una
sonrisa cansada.
—Arion Sherwind ya me ha
dado clases de moralidad hace unos momentos, profesora, no me gustaría recibir
otras también.
Estela miró largamente a
su alumno, con los brazos cruzados. Su expresión juguetona había pasado a una
más seria. Normalmente no se sentía intimidado por su profesora, pero Riccardo
pudo ver en su expresión la experiencia de alguien más mayor que él.
—Conozco desde hace años
al entrenador Travis, jovencito. Y te aseguro que si hace algo, siempre será
por alguna buena razón. Solo déjate llevar por el viento, muchacho, no luches
contra él —le dio una suave sonrisa.
El joven todavía daba
vueltas a las palabras de su maestra mientras se dirigía al campo. ¿Por qué
demonios le había dicho semejante tontería?
—Eh, Arion, que va a empezar —le llamó Jade.
Aparte de su mutismo autoimpuesto, el joven novato tenía
una expresión indescifrable en su rostro. Algo que se le había metido entre
ceja y ceja y que no iba a dejar pasar por nada del mundo. Algo que le estaba
haciendo reflexionar duramente, sin prestar atención a nada ni a nadie.
—Los dos equipos ya están dispuestos sobre el campo.
Dentro de nada empezará el segundo tiempo. El resultado provisional es de dos a
cero a favor del Colegio de Empollones. ¿Caerá derrotado el Raimon o serán
capaces de darle la vuelta y remontar el partido?
—No sé si el chico estará bien —expresó su preocupación
Jade.
—¡Ahora sacan de centro los Empollones y comienza el
segundo tiempo!
—Bueno, yo voy a animarle igual —Jade se levantó—.
¡Venga, Arion!
Pero para sorpresa de sus amigos, el chaval se había
quedado en su posición. No corría como los demás.
—Se ve que al final ha aprendido cómo están las cosas—comentó
Victor.
—¿Eh? ¿Por qué Arion no se mueve? —se preocupó Einar—.
¿Estará enfermo?
—Algo me dice que se ha enterado ya de cómo va todo esto —comentó
Estela—. He encontrado a Riccardo echándose agua en el baño. Seguramente le
habrá sacado de quicio, solo él ha conseguido que estuviera así de furioso —soltó
una suave risita—. Le habrán soltado la realidad del Sector Quinto al muchacho.
—Y entonces está así por eso, ¿no? —dedujo Andrea—.
Pobre, le han roto sus sueños en pedazos…
—No entiendo por qué no se lo han dicho antes —rumió
Guille.
—¡El ataque de los Empollones ha sido detenido por la
defensa del Raimon! —la voz del comentarista sonó por el estadio tiempo después—.
¡Estamos teniendo un apasionante choque entre ambos equipos!
—Vaya, ahora le dan más juego a la cosa —murmuró Annie—.
Pues sí, porque vaya mierda de partido estábamos viendo.
—Qué dolor es ver al Raimon en estas condiciones —se
llevó Joss la mano al pecho, dramáticamente—. Estúpido Sector Quinto.
—¿Es posible que el Raimon se haya recuperado durante el
descanso? ¡Las jugadas de ataque se suceden una tras otra sin descanso!
—Madre mía, está jodido el chaval —Andrea chasqueó la
lengua—. No se ha movido en todo lo que llevamos de segunda parte.
—Aquí llega la contra del rival —se fijó Guille—. ¿Podrá
Arion detenerle?
—Joder, ha terminado en el suelo —se lamentó Estela—.
Peor que un muñeco de trapo.
—¿No sería mejor sacarlo del campo? —preguntó Annie—.
Para que le dé tiempo de reaccionar al shock…
—Es peor jugar con diez jugadores —comentó Joss.
—Ahora parece que están jugando con diez. Arion no está
jugando —apuntó Einar.
—¡GOOOOL! —el chillido de Charley Horse pilló
desprevenido al grupo de amigos—. ¡El Colegio de Empollones vuelve a marcar!
¡La distancia en el marcador es ya de tres a cero! ¡Será capaz de remontar el
Raimon? ¡Oh…! ¡Le quitan de repente el balón! ¡El Colegio de Empollones se ve
tan confiado con el marcador que no deja de atacar…! ¿Acabará el partido con la
derrota del Raimon?
—¿Vale la pena quedarse aquí hasta el final? —murmuró
Annie—. Esto es indignante. Prefiero no ver tal humillación.
—Es mejor verlo hasta el final —dijo Einar.
—No creo que cambie mucho la cosa, ¿no? —dudó Guille.
—¡Un momento! —Andrea se alarmó—. ¡Mirad, Arion acaba de
reaccionar y ha robado la pelota!
—¡Y le envía el balón a Riccardo, pero el pase falla por
mucho! —informa el comentarista.
—Hombre, bueno, eso ya es una reacción, aunque haya sido
una pésima —sonrió Estela.
—Es mejor que nos quedemos, presiento que algo va a pasar
—propuso Joss.
—¿Qué le ha dado ahora? —se preguntó Adé.
—¡Esta vez sí! —Arion salió disparado.
—¡Ahora Arion sale a robar el balón de nuevo!
—No me digas que va a… —Michael casi prefería no imaginárselo.
—Parece que tenéis un jugador que no es capaz de seguir
con el guión —comentó el capitán de los Empollones a su igual.
Uno de los jugadores dribló a Arion, pero este se
interpuso con su cuerpo durante el pase. En cuanto tuvo el balón, se lo pasó
sin dudar a Riccardo. Sin embargo, esa vez el pase fue demasiado corto.
—¡Yo no me rindo nunca!
—¡Para ya! —le dijo Subaru, corriendo a su lado—. ¿No
entiendes que tenemos una orden de resultados? ¡Han dicho que tenemos que
perder…!
—¡Pues me niego! ¡Yo me niego a perder de esta manera!
—¡Qué espíritu más increíble! ¡Arion está usando todo su
cuerpo para detener el balón!
—Parece que ya tenemos a la oveja negra de la familia —sonrió
con malicia Guille.
—Me llena de orgullo ese chaval, aunque trate al fútbol
como a una persona —se rió Andrea.
—¡Vamos, Arion! —animó Joss.
—¡Tú puedes! ¡Sigue así! —le siguió Annie.
—¡Sin miedo al éxito! —gritó Estela.
—¡A por todas, vikingo! —se sumó Einar.
El grupo de amigos vio cómo Arion intentaba una y otra y
otra vez pasarle el balón a su capitán, sin que este se moviera ni un milímetro
de donde se había quedado.
—Joder, Riccardo se ha quedado congelado… —murmuró
Estela.
—Seguro que después reacciona —sonrió Joss—. Está en
plena fase de aceptación.
—Pues que se dé prisa, que queda poco para que termine el
partido —dijo Annie.
—Hay que reconocer que fuerza de voluntad tiene —dijo
Guille—. No para, fíjate. ¡Oh, joder, ahí está JP! —gritó al ver que JP
interceptaba un pase alto con un buen salto—. ¡Ánimo, enano! ¡Tú también
puedes! ¡Creo en ti!
—Oh, Dios, le va a dar en la cara. ¡No puedo mirar! —Einar
se tapó la cara.
—¡Vamos, reacciona! —exclamó Andrea.
—¡HA CHUTADO! —Estela pegó un salto—. ¡Ha chutado el
jodido balón! ¡Sí, joder!
Todos se levantaron en tensión, para ver cómo terminaría
el chut a puerta de Riccardo Di Rigo. El portero de los Empollones hizo su
supertécnica.
—¡GOOOOL! ¡Por fin el Raimon consigue recortar un gol al
Colegio de Empollones!
—HA MARCADO, HA MARCADO —gritó Guille con entusiasmo.
Los seis jóvenes se abrazaron como pudieron mientras daban
saltitos, intentando no molestar a los demás espectadores.
—¡Pero ha terminado el partido! ¡Hasta aquí llegó la
reacción del Raimon! ¡El partido termina con la victoria del Colegio de
Empollones por tres a uno!
—¡Chupaos esa, Sector Quinto! —rió Annie.
—¡El capitán ha roto la orden de resultados! ¡Increíble! —Einar
estaba emocionadísimo.
—¡Ese es mi alumno, el virtuoso Riccardo Di Rigo! —presumió
Estela ante todos—. ¡Yo le enseño piano a ese chaval, al capitán del Raimon!
¡Ese es mi chico!
—¿Eso quiere decir que los chicos acaban de plantar cara
a los jefazos? ¡Cojonudo! —sonrió Joss.
—Qué geniales que son. Menudos huevos de acero tiene el
capitán —silbó Guille.
—Entonces está comenzando… Por fin —murmuró Andrea con
una gran sonrisa.
Cruzó una mirada cómplice con Estela, que le asintió
disimuladamente.
—¿Eh? ¿Qué dices, H?
—Nada, Guille. Vámonos, tenemos que pillarlos a la salida
del vestuario.
—La… la que se va a armar aquí… —Eugene estaba en shock y
temblando.
Riccardo no salía de su estupefacción. Victor no había
empezado a temblar de pura cólera de milagro. Todos los jugadores del Raimon se
reunieron en torno a su capitán, queriendo una explicación de su inesperado
movimiento.
—Oye, ¿por qué has chutado? —le increpó Michael.
—Fue como… como si el balón me pidiese que tirara.
—¿Que lo pidió…? —repitió Subaru, sorprendido.
—El balón me habló —los ojos de Riccardo estaban muy
abiertos, procesándolo todavía—, me pidió que mirase al fútbol a la cara…
—¿Y por eso chutaste a puerta? —le preguntó Samguk—.
¿Pero es que te has vuelto loco?
Fue entonces cuando Riccardo se dio cuenta de su error y
se puso serio. Entonces se giraron para ver cómo Arion, JP y Skie se reían de
algo que había dicho Jade, con esta última totalmente enfurruñada. Mientras
tanto, Percival Travis sonreía.
—¡¿QUÉ?! ¡¿TRES A UNO?! ¡¿Qué significa esto?! —el señor
Goldwin le mostraba la orden de resultados—. ¡La orden de resultados decía tres
a cero! —y se la metió en las narices al director Wintersea—. ¡Esto va contra
todas las reglas establecidas!
—Le-le aseguro que yo tampoco tengo ni idea de cómo ha
podido pasar —Wintersea estaba temeroso por la reprimenda.
—¡Llame enseguida a Percival Travis! —gritó, levantándose
de la silla.
—¡S-sí! —salió corriendo.
Goldwin se dejó caer sobre su silla.
—Será posible. ¿Y ahora cómo voy a disculparme ante el
Sector Quinto? Pero espera… —entonces sonrió—. Puede que esta sea la
oportunidad para echar a Travis de una vez…
—¡Por fin!
—Joder, sí, lo hemos conseguido —una voz algo
distorsionada se escuchó por la habitación—. En serio, solo el gran Willy Glass
podría tener cuatro pantallas de ordenador en su casa.
—Qué quieres que te diga, soy lo más —se pavoneó el chico—.
Oh, espera, me llaman. ¿Sí? Aquí Willy.
—Soy Percy. Empieza todo tal y como planeamos.
—Lo estaba esperando —colgó—. Pues entonces, mi querido
Gregori, es hora de poner en marcha el plan.
—Genial —sonrió el chico moreno a través de la
videollamada—. La auténtica diversión empieza a partir de ahora.
—Gregori, vas a tener un día totalmente movidito e
interesante.
—Pues démonos prisa, Willy. Por la tarde tengo
entrenamiento con mis chavales —el español sonrió.
—Andrea, ¿te has
enterado? —Estela miró a la castaña.
—Sí… Parece que las
cosas ya empiezan a moverse —sonrió.
Las dos estaban cenando en casa de la peliazul, mientras
sus maridos se mataban a trabajar tan tarde.
—Una pena por el
entrenador Travis —suspiró Estela—. Voy
a echarlo de menos.
—Bueno, creo que ya
era hora de que se jubilara. Seguramente los chavales empezaban a creer que
chocheaba ya.
—No seas mala —Estela
codeó a Andrea, soltando una carcajada.
—Alégrate, mujer. Arion
pronto conocerá a su igual. Diez años mayor, claro.
—Sí. Es hora de que
se juegue al fútbol en el Raimon. ¿Y quién mejor que él?
—Exactamente —Andrea
le guiñó un ojo—. No hay nadie mejor que
él, el obseso del fútbol.
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Al día siguiente,
los del Raimon se dan de bruces con la realidad en cuanto se enteran de que el
entrenador Travis ha sido despedido. Y todo por haber asumido la culpa de las
acciones del capitán Di Rigo, que desobedeció la orden de resultados. Sin embargo,
un nuevo viento está llegando y con él, un nuevo entrenador que no será del
agrado de todos. ¿Quién será?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: LA LLEGADA DE UN NUEVO ENTRENADOR
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
Recomiendo darle un repaso a los personajes de la primera temporada para refrescar la identidad de Gregori >3o
"Cabezonería", jaja. No había oído el término.
ResponderEliminarAquí en España decimos eso cuando alguien es muy cabezón (vamos, que no se baja del burro ni queriendo) xD
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