CAPÍTULO 7- LA LLEGADA DE UN NUEVO ENTRENADOR
—¡¿Pero qué os pasa a todos?! —increpó Subaru—.
¡Concentraos!
—Decirlo es fácil, pero… —murmuró Doug.
—No hay quien le eche ganas a esto —terminó de decir
Eugene.
—¿Qué has dicho? —Subaru le miró, sorprendido.
Eugene terminó poniéndose de cuclillas antes de decir:
—Pues está muy claro. El entrenador Travis ha dimitido —incluso
sus coletitas estaban bajas, demostrando su poco ánimo—. Y el capitán ni
siquiera viene a entrenar.
Subaru se quedó sin contestación para eso. Cuando pararon
para descansar un rato del entrenamiento matutino, Eugene suspiró:
—¿Qué vamos a hacer, chicos?
—A pesar de las condiciones que teníamos en los partidos —recordó
Subaru—, el entrenador Travis siempre nos dejó jugar libremente.
—Pero seguro que ya no volveremos a hacerlo —replicó Gabi
con tono triste.
—Bueno, le mandan los del Sector Quinto, ¿no es verdad? —dijo
Doug—. Entonces con hacer lo que nos diga, nuestros expedientes académicos
mejorarán mucho.
—¿Y a ti te vale con eso? —ladró Subaru con rabia.
—Es para lo que sirve estar en el club de fútbol, ¿no? —sonrió,
ondeando su flequillo.
—Al final, da igual quién venga, todo será igual —sentenció
Michael.
Estela miró hacia otro lado, intentando disimular la sonrisa
que se le quería escapar. La que más peligro entrañaba de ese grupo era Celia,
que era más perspicaz de lo que pensaba. Entonces se tuvo que morder la lengua
para no chillar de la emoción al verlo.
—Eso no es verdad.
Todos miraron hacia las escaleras que daban al campo. Una
silueta recortada por el sol impedía ver del todo quién era. Pero Estela ya
estaba casi saltando de la emoción, mientras Celia se había dado cuenta de que
le sonaba esa persona. Entonces terminó sonriendo, llena de emoción, y le dio
un codazo a Estela en las costillas mientras decía:
—¡Cuánto tiempo ha pasado! —salió a su encuentro y
dándole una reverencia.
—¡Cómo tú por aquí! —sonrió Estela, dándole un buen
manotazo en el hombro.
—¿Quién es ese? —preguntó Jade.
—No sé —respondió Skie.
—¿Estamos todo el equipo? —preguntó el recién llegado.
—No —respondió Gabi—. Falta el capitán Di Rigo.
—Vale. A partir de hoy soy el nuevo entrenador del club
de fútbol. Me llamo Mark Evans.
Estela se deleitó muchísimo al ver las caras de asombro
de los jóvenes. Pues sí, el legendario portero del Inazuma Japón estaba frente
a sus narices. Incluso a Victor Blade se le había quedado cara de tonto.
—Encantado de conoceros.
—Pero Mark… ¿Tú eres el nuevo entrenador? —Celia todavía
no se lo podía creer.
—Sí —sonrió.
—¿Y cómo no nos lo habías dicho antes? —se quejó Estela—.
¡Habría dormido más tranquila esta noche sabiendo que eras tú!
JP y Arion estaban en modo fanboy activado.
—El plan para después de clase es este: una práctica especial
en el campo de fútbol de la ribera.
—¿En la ribera? —repitió Samguk.
—¿Pero por qué en ese sitio? —preguntó Subaru.
—Porque allí encontraréis algo que no podéis ver en el
campo del instituto.
—¿Para qué necesitamos tener que ver eso? —cuestionó
Eugene.
—Pues para ganar.
Los alumnos se miraron entre sí, extrañados.
—Si practicamos todos juntos, el Raimon será muchísimo
mejor. Os espero allí —y sin más, se dio la vuelta y se fue.
Mientras que Arion y JP estaban todavía con la alegría en
el cuerpo, los demás estaban todavía más confundidos con él. ¿Para ganar los
partidos? ¿No se suponía que le había mandado el Sector Quinto? ¿Entonces se
iba a pasar por el arco del triunfo las órdenes de resultados o cómo? ¿O
pensaba desobedecer a sus jefes nada más llegar? Parecía algo sospechoso.
—Yo paso de ir.
—Eh, Doug. ¿No decías que debíamos hacer lo que dijera el
entrenador? —le dijo Eugene, sorprendido.
—Una cosa es una cosa.
—¿Verdad que sí? —Adé siguió a Doug.
—Bueno, yo tampoco iré —Eugene fue detrás de ellos.
—Me pregunto qué podemos hacer en la ribera —dijo
Michael.
—Te lo acaba de decir Mark Evans —contestó Arion con
obviedad—. Encontraremos algo que no podemos ver en el campo del instituto.
—Bueno, pues cuando lo veas, nos lo cuentas —respondió,
también yéndose.
—Pero…
Los demás se marcharon. Arion y JP decidieron que irían
por la tarde al campo de la ribera.
—Buenos días,
Estela. ¿A qué se debe tu honorable llamada?
—Buenos días,
Andrea. Tengo buenas noticias.
—¿Y por eso me
hablas en español? ¿Para que nadie más las pueda entender o qué? —Andrea
arqueó una ceja con sorna, aun sabiendo que no la podía ver.
—¡Exactamente!
¡Mark ya ha llegado al instituto esta mañana y se ha presentado a los chicos.
—¿Qué dices? ¿Ya?
—Exacto. Tendrías
que haber visto sus caras cuando se han enterado. Para haberles hecho una foto.
Incluso el estirado de Blade se ha quedado pasmado —Estela se rió al
recordar su cara—. Estoy segura de que
los vejestorios que dirigen el Raimon se estarán subiendo por las paredes al
ver quién es el nuevo entrenador.
—Willy y Greg han
hecho un gran trabajo infiltrándose en la base de datos del Sector Quinto —reconoció
Andrea—. Pero creo que no me llamas solo
para decirme eso, ¿no?
—Sí, cierto. Mark
hará el entrenamiento de esta tarde en el campo de la ribera para enseñarle no
sé qué para ganar los partidos.
—Ya verás, Einar saltará encima de Mark en cuanto lo vea —se rió
Andrea nada más imaginárselo.
—No te olvides de llevarlos. Aunque sea un rato.
—Está bien. Te dejo, ha llegado un perrito con espasmos.
—¡Hasta luego!
Estela colgó y sonrió
con satisfacción. De momento, todo iba sobre ruedas.
—¿Pero por qué tenemos
que ir tan temprano? —se quejó Annie.
—Eso. A estas horas ni
siquiera habrá empezado el entrenamiento —le siguió Joss.
—Tú escondes algo, H. Lo
noto, ¿ves? —Guille le enseñó el brazo como prueba—. Ni siquiera nos has dicho
quién demonios era el nuevo entrenador.
—Solo estoy comunicando
lo que me ha dicho Estela —repitió una vez más Andrea—. Ni siquiera yo sé quién
coño es. ¡No me ha dicho nada…!
—¡No te creo, H! ¡Me
estás mintiendo! ¡A mí, que soy tu mejor amigo!
—No seas plasta, Guille —bufó
su mejor amiga.
—El entrenador Travis… —suspiró
Einar con pesar—. Me caía bien.
—Bueno, bueno, ahora
disfrutará de lo que le queda de jubilación —sonrió Andrea.
—Qué poco corazón tienes
—le soltó Annie, intentando no reír.
—Insensible —añadió
Joss.
—Handrea siempre ha sido
así —concordó Guille—. Bueno, ya hemos llegado. Y no hay nadie, como te decía.
Einar soltó un chillido y comenzó a hablar rápidamente en
noruego, dando saltitos de la emoción. Luego, salió disparado hacia el campo y
se lanzó en plancha sobre alguien.
—Ya ha matado a alguien —se lamentó Annie.
Andrea se dio una palmadita en el hombro mentalmente por acertar.
Sabía que Einar haría una cosa así en cuanto viera a Mark. Joss fue la
siguiente en reconocer al portero y todos los demás la siguieron. Enseguida
Mark se vio rodeado por viejos amigos, muy contentos de verle de nuevo por
allí.
—¡No me jodas que tú eres el nuevo entrenador del Raimon!
—sonrió Joss.
—¡Tú lo sabías y no nos has dicho nada! —le chilló Guille
a Andrea—. ¡Traidora!
—¡Yo no sabía nada! ¡En serio!
—¡Me alegro muchísimo de volver a verte, Mark! —Annie le
dio un fuerte abrazo.
—Lo mismo digo —sonrió Mark—. Aquí, la desaparecida.
¿Cuándo has venido?
—El primer día de cole yo ya estaba aterrizando en Japón.
—Hola de nuevo, Einar. Te veo muy bien —le sonrió Mark.
—¡Encantado de volver a verte! —y soltó un montón de
palabras en noruego de la pura emoción.
Estuvieron charlando durante un buen rato hasta que se
prepararon para cuando fue la hora del entrenamiento. Los primeros en aparecer
fueron Arion y JP, incluso adelantando a las gerentes y a las profesoras.
Estaban seguros de que se habían estado cambiando durante el camino. O nada más
salir pitando de las clases. En cuanto las demás llegaron al campo de la
ribera, se sentaron y dejaron que el entrenamiento comenzara.
—Vaya, al final solo están ellos dos —comentó con
preocupación Skie.
—Y Riccardo no ha asomado tampoco —suspiró Estela.
—Esperad un poco más. Seguro que aparecen —dijo con
convicción Einar.
Mark puso a Arion a mejorar el regate y a JP, sus remates
de cabeza. Einar se unió también, todo emocionado y se enfrentó a Arion,
sustituyendo de vez en cuando a los conos.
—Se ve un poco triste solo con ellos dos —comentó Celia.
—Hoy solo están ellos, pero sé que un día vendrán todos.
Estoy convencido de que todos quieren jugar al auténtico fútbol. Y si se
sienten así, sé que acabarán viniendo.
—No has cambiado nada, Mark —sonrió Annie—. Pensando
siempre en fútbol.
Guille se levantó para ayudar también a JP, instándole a
que saltara alto. Fue entonces cuando Estela y Andrea se intercambiaron una
sonrisa disimulada. Joss les pidió ayuda para que le ayudaran con unas bebidas
especiales que había preparado.
—Pues nada, esos dos ya se han conocido —sonrió Celia,
viendo cómo Mark entrenaba con ellos.
—Tal para cual —concedió Annie con una sonrisa.
—Míralo, Einar corriendo detrás de ellos como un cachorro
excitado —Joss se rió—. Qué mono.
Arion se cayó al intentar recibir un pase. La pelota se
fue justo al lado de escaleras, donde se encontraba Victor mirando el
entrenamiento desde hacía ya bastante tiempo.
—Oh, el pelo pincho ya ha venido —comentó Andrea.
—¡Anda, pásanos ese balón! —pidió Mark con una sonrisa.
—Y encima se ofende el chiquillo —Guille miró con
disgusto al chaval.
—Juguemos al fútbol —dijo Mark.
—No sabes lo mucho que me irrita esa estupidez de
«juguemos al fútbol» —gruñó Victor.
—¿Ah, sí? —entonces el entrenador se giró y gritó—: ¡Eh!
¡Chicos, podéis dejar de esconderos y acercaros ya!
Para sorpresa de los mayores, vieron cómo los demás
jugadores del Raimon salían de sus escondites. Estela vio a lo lejos a Riccardo
y a Gabi en el puente y se lo indicó a las demás. Todos habían caído redondos
por la curiosidad que había despertado Mark Evans.
—Primero quiero ver cómo de fuerte tiráis. Venga, un tiro
cada uno.
—¿Eh?
—Bueno, ¿importa algo si empiezo yo?
—No te cueles, novato —Michael se le adelantó a Arion.
Celia sonrió al ver la actitud decidida del chico de pelo
celeste.
—Buen tiro, sí —sonrió Mark—. Se nota que eres delantero
del Raimon.
Michael despreció un poco el halago. El siguiente en
chutar fue Adé Kébé. Uno a uno fue tirando a portería hasta llegar al turno de
Arion, que lo lanzó por encima del larguero.
—No te preocupes. La verdad es que no estás nada mal de
fuerza. Y para terminar, Victor Blade. Venga, que ya solo quedas tú. Juguemos
al fútbol.
—Uy, ya se ha cabreado —murmuró con cierta burla Guille.
—No me digas que… —Andrea se levantó, justo cuando
también lo hacía el viento.
—¿Va a chutar a esa distancia? —Estela miró con algo de
preocupación.
—Espero que no se le ocurra hacer su supertécnica…
—Mark lo parará con facilidad entonces —bufó Joss, viendo
que se había puesto en la portería.
—Tenemos que hacer algo… —Einar estaba también
preocupado.
Efectivamente, Victor hizo su supertécnica Proyectil
Letal.
—¡Le va a dar! —chilló Einar.
Sin embargo, Mark movió un poco la cabeza y el trallazo
le pasó rozando la oreja. Todos quedaron conmocionados al ver que no había
hecho nada para detenerlo.
—¡Vaya, un tiro fantástico! —dijo Mark con emoción—.
¡Enhorabuena!
—¿Te estás burlando de mí?
Cuando Victor se fue, los demás pudieron respirar con
algo de alivio. Fue entonces cuando Mark anunció que el entrenamiento había
finalizado, sorprendiendo a los chavales.
—¿Qué era eso que no podíamos ver en el campo del
instituto? —preguntó Michael.
—Todos habéis venido a un entrenamiento para ganar, ¿no?
Entonces ya lo habéis visto.
—Con el tiempo, Mark se ha vuelto muy misterioso —bromeó
Annie.
—Muy profundo —le siguió el juego Guille.
—Las propias caras de vuestros compañeros buscando la
victoria —continuó con su explicación—. La gente queriendo jugar al auténtico
fútbol.
—El haber venido todos —comentó Arion con una gran
sonrisa—. Sí, esa era la práctica especial.
—A partir de mañana, os espero en el campo del instituto.
Cuando ya se habían ido todos, el grupo de amigos se
quedó un rato más para ponerse al día con Mark. Entonces fue cuando Celia se
dio cuenta de que Arion se había dejado su bolsa.
—Este chico se olvidará algún día de la cabeza —suspiró
Celia.
—Pues menos mal que la lleva pegada al cuello —soltó
Andrea.
—Sí, menos mal —se rió Joss.
—No has podido ver al capitán Di Rigo, pero sí que estaba
—le informó Estela a Mark—. Estaba junto a Gabi en el puente, observando todo.
—Genial, entonces han venido todos —sonrió—. Es una gran
señal.
—Bueno, veníos a mi casa a cenar —propuso Guille—. Creo
que esta vez me tocaba a mí.
—¡Genial! —se animó Annie.
Justo cuando iban subiendo las escaleras del campo de la
ribera, apareció Arion. Mark le entregó su bolsa al despistado chico.
Arion llegó corriendo a su casa, saludando primero a su
perro Spotter. Entonces su tía Silvia salió, saludando.
—Qué tarde llegas, Arion.
—¡Sí! Es porque hoy hemos tenido una práctica especial.
—¿Una práctica especial?
—¡Sí! Me han enseñado a regatear. ¡Además, tenemos un
nuevo entrenador desde hoy mismo! ¡Es Mark Evans, el legendario jugador!
—¿Qué? —Silvia abrió enormemente los ojos—. ¿Mark Evans?
—¿Eh? ¿Le conoces, tía Silvia?
—¿A quién tiene que conocer Silvia? —un chico alto,
castaño y con los ojos azules se asomó por la puerta—. Tal vez yo también le
conozca.
—Ah, tío Rubén —saludó Arion—. Ya has vuelto.
—Menudo tráfico había —suspiró—. Tokio es endemoniada. La
próxima vez envío la maqueta de audio por correo electrónico y ya que se
apañen. Preocupaciones de un compositor y escritor de canciones como yo —se
hizo el dramático antes de sonreír y preguntar—: ¿De qué hablabais?
—Del nuevo entrenador de fútbol de Arion.
—¿El entrenador Travis ya no está? —Rubén se quedó
impactado—. No me fastidies. Tengo que contárselo a Esther entonces.
—¡Es Mark Evans! —soltó Arion con gran emoción.
—¿Mark Evans? ¿Ese Mark Evans? ¡Dios mío! —se rió—. ¿Ya ha vuelto? Creía que estaba
jugando en la liga profesional. Tenemos que verle de nuevo.
—¿Es que le conocéis los dos?
—¿Eh? Por supuesto, chaval, tu tía y yo fuimos compañeros
de instituto del famoso Mark Evans —sonrió, acariciando con cariño el hombro de
su pareja.
El niño chilló de la impresión. Silvia se rascó la
mejilla con algo de bochorno.
—¿No te lo he contado nunca?
—¡Es la primera vez que me entero! ¡¿Por qué no me
dijisteis nada?!
—Uy, Arion, si supieras el oscuro pasado de Silvia Woods,
caerías muerto —sonrió con malicia Rubén.
Silvia le dio un manotazo en el hombro a su novio antes
de sonreírle a Arion.
—Lo siento mucho, es que se me habrá olvidado. Vamos, que
ya está la cena.
—No pongas esa cara, Arion, para eso estoy yo, que te
puedo contar muchas más cosas de tu tía Silvia —Rubén le daba empujoncitos
animados al chico.
—¿Y cómo es Mark Evans, tío Rubén?
La joven pareja se miró entre sí y luego miró la enorme
sonrisa de Arion. Rubén se carcajeó con ganas y Silvia contestó disimulando su
risa:
—Creo que te pareces un poco a él.
—Igualito —remató Rubén—. ¿Te he contado que tu tía
Silvia estuvo…?
—¡Rubén Shirou! ¡Como no te calles ahora mismo, esta
noche duermes con Spotter!
Mientras estaban cenando en la casa de Guille, el
entrenador Travis se pasó por allí, después de llamar a Mark para hablar con
él. Sus antiguos jugadores le saludaron con gran alegría e insistieron en que
les acompañara en la mesa.
—Perdona, Mark. En menudo lío te he pedido que te metas.
—Oh, no. Aunque me sorprendí mucho cuando recibí su
llamada, entrenador.
Travis sonrió suavemente.
—No es como si le disgustara enseñar en el Raimon —sonrió
Guille.
—Debería estar encantado —añadió Estela—. Es todo un
honor.
—El fútbol se ha corrompido —le comenzó a explicar Travis
a Mark—. El fútbol que había en nuestra época ya no existe. Las victorias han
perdido completamente su sentido. Lo único que aguarda tras ganar, es un vacío
por haber traicionado el fútbol.
—Entrenador Travis…
Los demás agacharon también la mirada, guardando
silencio. El fútbol que tanto habían querido ya no era el mismo. Solo existían
los partidos amañados.
—Se ha rebajado hasta ser una herramienta para conseguir
fama y prestigio. ¿Es esto lo que ha sacado la gente del mundial que
conseguimos hace diez años?
—Entrenador, yo creo que puedo hacer que el Raimon vuelva
a ser lo que fue un día.
—Solo tú puedes hacerlo, Mark —asintió con gran
convicción Einar.
—Te apoyaremos —sonrió Celia.
—Eso, eso —asintió Annie.
—Pero… el adversario que nos espera es el más terrible al
que nos hallamos enfrentado nunca.
—El Sector Quinto, ¿no? —adivinó Mark.
—Sí, pero no es solo el fútbol juvenil. Planean
apropiarse de todo el fútbol. Ahora mismo el Raimon se encuentra en una
posición desesperada, pero todavía queda una pequeña esperanza.
—Claro —sonrió Evans—. Sí, es un chico muy interesante.
Travis sonrió ante esas palabras, al igual que todos los
demás.
—Y tan interesante, Mark —soltó Joss—. Sois tal para
cual, capitán.
—¿Qué? —Mark les miró confundido, no pillando lo que
querían insinuar—. ¿Por qué?
—Algún día lo sabrás —se rió Andrea.
—Ahora todo depende de ti, Mark —dijo seriamente Travis—.
El Raimon y el futuro del fútbol. Mucho ánimo, entrenador Evans. Yo tampoco me
daré por vencido.
Ni él ni nadie.
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Estela comparte su
preocupación al notar que Riccardo empieza a dudar sobre su rol de capitán. Claro
que le gustaría que siguiera perfeccionando su don para el piano, pero le
preocupa que se arrepienta de una mala decisión tomada a la ligera. ¿Al final
el Raimon tendrá que escoger a otro líder?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: LOS REQUISITOS DE UN CAPITÁN
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
¡Bueno, bueno! Un antiguo personaje ya ha hecho su aparición :D Bueno, Greg ya lo hizo antes, pero todavía no se le ha visto el pelo estando en España xD Esta vez le ha tocado el turno a Rubén Shirou, aquí está el tío de Arion :P
Y para que veáis el cambio que ha pegado, aquí está la comparación:
Parece que Silvia ha superado su enamoramiento por Mark con este bombón 7u7r ¡Como para no hacerlo! xD La página del timeskip ya está actualizada con Rubén :3
¡Hasta la próxima!
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