CAPÍTULO 9- POR FIN COMIENZA EL CAMINO IMPERIAL


—Dentro de una semana tendrá lugar la ceremonia de apertura de la fase de clasificación este del torneo Camino Imperial, el gran festival de fútbol de secundaria. Los subcampeones del año pasado, el instituto Raimon, empezarán enfrentándose a escuelas como Poderosa Fe, Vía Láctea, Ultramegahiedra y otros equipos que aspiran a conquistar el torneo nacional. ¿Cuáles serán los dos que se clasifiquen para el torneo nacional?
Tanto Silvia como Rubén miraban con interés las noticias locales, esperando a que Arion bajara para el desayuno. Con Mark Evans dirigiendo al Raimon, estaban seguros de que llevaría al equipo a la cima del fútbol japonés.
—¡Como no bajes ahora mismo, Arion, me zampo todo tu desayuno! ¡Y lo digo muy en serio! —vociferó Rubén, haciendo que todo el bloque de edificios se enterara.
 
Antes de que empezara el entrenamiento vespertino, con Riccardo estando bastante distraído en el matutino, Mark convocó a sus jugadores dentro del Edificio Fútbol.
—Equipo, ya nos han dicho cuál será el primer partido. El Instituto Raimon contra el Colegio Vía Láctea.
—Esa gente es famosa por usar muchos trucos sucios, tú —comentó Wanli.
—Bueno, no puede ser peor que la Royal Academy en sus tiempos oscuros —comentó Andrea.
Por alguna razón que escapaba fuera de la comprensión de Celia, Annie, Andrea, Guille, Joss y Einar también estaban allí. Estela parecía más que acostumbrada a que los más mayores se colaran por las instalaciones.
—O sea, que vamos a llevarnos muchos golpes —dijo Adé.
—Encima que ya son bastante fuertes, eso les hace más peligrosos todavía —añadió Eugene.
—¿Pero son fuertes gracias al Sector Quinto o ya lo son de por sí? —preguntó Guille.
Detrás de Mark, Rosie y Skie se encendió la pantalla con la alineación del próximo contrincante. Mark empezó a hablar.
—El Colegio Vía Láctea tiene una línea defensiva muy sólida, así que deberíamos intentar romper la defensa por las bandas o intentar pasar mediante pases largos. Riccardo, será clave tu juicio como capitán para decidir una cosa u otra.
—Espabila, chico, que pareces empanado —sonrió Joss.
Einar siguió la dirección de la mirada desprevenida de Riccardo, encontrando que miraba justamente a Victor Blade. Aquello extrañó bastante al noruego, que no dudó en cuchicheárselo a Joss. Y esta se lo comentó también a los demás entre susurros.
—Entrenador, ¿es verdad que ha recibido una orden del Sector Quinto? —preguntó el capitán.
Todos se sorprendieron por la noticia.
—¿Y cuál es el resultado, Mark? —Annie miró a su amigo del instituto.
—¿Quién gana? —Einar frunció el ceño.
—Pues gana el Vía Láctea dos a cero —respondió Victor con una sonrisita de satisfacción.
Aquello levantó más quejas y comentarios entre los jugadores. Incluso Estela se vio interrogada por si sabía algo al ser la otra profesora a cargo del club. Más que nada porque Celia estaba al otro lado de la pantalla.
—¿Por qué no nos lo había dicho, entrenador? —cuestionó Samguk.
—Porque no tenía pensado decirlo —respondió con toda tranquilidad, sorprendiendo a todos—. Saldremos a ganar.
—Eso sí que tiene gracia —sonrió Victor—. ¿Desobedecerá una orden del Sector Quinto, entrenador?
—¿Quién querría jugar un partido que sabe desde el principio que va a perder? —rebatió Mark con seriedad.
Samguk se levantó de su asiento para exclamar:
—¡Si hacemos esa locura, esta vez acabarán con el club de fútbol de verdad!
—No permitiré que nadie decida el resultado de un partido antes de jugarse —sentenció Mark.
—Oye, Samguk, el entrenador tiene razón —animó Arion—. Juguemos al fútbol de verdad.
—¡No seas tan irresponsable! ¡Yo también quisiera ganar! Pero el fútbol de hoy en día no consiste en pasarlo bien. Seguro que usted también lo entiende. Sabe que aguantamos todo esto por nuestro futuro.
—No lo entiendo. No creo que lo entienda nunca.
Los amigos del entrenador también asintieron, apoyando la opinión de Mark. Tampoco lo entendían.
—Porque si el fútbol solo sirve para vuestro futuro, entonces eso ya no es fútbol.
—No estoy de acuerdo —rebatió Samguk—. Usted dirá lo que quiera, entrenador, pero pienso cumplir la orden del Sector Quinto.
Ante esa declaración, muchos otros también se le unieron. Y como ya sabían que iban a perder, no vieron necesario entrenar ese día.
—¡Capitán! Ayer dijiste que querías jugar al fútbol de verdad, ¿no es cierto? —le recordó Arion.
Samguk miró con sorpresa hacia ellos y le espetó:
—¿Tú también, Riccardo?
—Sí, sigo queriendo ganar. ¿Pero es justo que un deseo personal afecte al futuro de mis amigos y compañeros de equipo?
Con esa respuesta, Samguk se dio por satisfecho y se fue. Al final, solo se quedaron Arion y JP.
 
Mientras esos dos adolescentes entrenaban solos bajo la atenta mirada de Mark, sus amigas de la adolescencia estaban cuchicheando algo alejadas de las gerentes. Einar estaba entre querer jugar con Arion y JP o atender a la conversación que las chicas estaban teniendo.
—Pues nada, Riccardo no es un revolucionario todavía —suspiró Estela.
—Pero el año pasado fueron subcampeones —repuso Guille—. ¿Ahora por qué quieren que pierda?
—Quizás sienten que no nos merecemos la victoria —dijo Celia.
—¿Y eso por qué? ¿Por la actitud del entrenador Travis? —preguntó Joss.
—¿Tan tocapelotas ha sido desde que entró? —Annie alzó una ceja, divertida.
—El entrenador Travis es un hombre bueno —Einar frunció el ceño—. El Sector Quinto solo quiere perjudicar al Raimon.
—Los que se oponen al Sector Quinto siempre terminan pagando las consecuencias y ahora van a por el Raimon —explicó Estela—. Pero bueno, no todo está perdido.
—¿A qué te refieres? —preguntó Einar.
—Bueno, no todo el mundo está dispuesto a seguir al Sector Quinto, ¿no? —sonrió Andrea.
—Es verdad. Tenemos a Mark, al entrenador Travis, a Arion, a JP y a Riccardo —enumeró Guille—. Pero eso no es suficiente.
—Nosotros no podemos hacer nada —Joss se encogió de hombros—. Son los chicos quienes tienen que decidir si se rebelan o no contra el Sector Quinto.
Se quedaron callados, lamentando lo ciertas que eran las palabras la dueña del café. El silencio del grupo estaba acompañado por los gritos que pegaban los niños y las instrucciones a grito pelado de Mark. Entonces el sonido de un móvil sonó a toda pastilla.
—¿Beethoven? ¿En serio? —Guille miró con burla a la profesora de música.
—¿Qué? La novena sinfonía es la hostia, ¿vale? —se defendió la peliazul antes de mirar la pantalla del móvil—. Anda, pero si es Rubén.
—¿Rubén? —Annie la miró con curiosidad—. ¿Es el Rubén que conozco y al que todos conocemos por cantar esas canciones tan tontas?
—Sí, y por estar enamorado hasta las trancas de Silvia —recordó Joss con una sonrisa.
—Y sigue estándolo —rió suavemente Celia.
—Contesta de una vez —apremió Andrea.
—Rubén, ahora te llamo —y con todo su morro, le colgó para luego hacerle una videollamada—. ¡Hola, hola!
¿Pero por qué querías hacer una videollamada? —fue lo primero que dijo Rubén—. No necesito ver tu cara para hablar contigo.
—¿Qué ha dicho?
Einar fue el único que se molestó en traducir lo que dijo Rubén a Celia y a Annie, las únicas allí que no entendían el español.
Un momento... —Rubén entrecerró los ojos, creyendo que sus ojos le engañaban—. Acabo de ver a alguien con melena negra... ¿Quién es?
—Averígualo tú mismo —sonrió Estela.
Entonces cambió de la cámara frontal a la trasera y enfocó a Annie.
—¡No me jodas...! ¡Es Annie! ¡Annie, hola!
A partir de ahí, se creó todo un caos por saber qué había sido de la vida del otro. Luego, se desató un altercado para poder entrar todos en la videollamada. Estela también enseñó un poco a Rubén a Mark Evans entrenando a Arion y a JP.
—Espera, espera, Silvia tiene que ver esto. ¡Silvia, cariño, ven! ¡Arion está entrenando con Mark!
Mientras esperaban a que Silvia fuera, sus amigas se encargaron de molestarlo por su forma de llamar a su pareja. Annie se sorprendió por saber que Arion estaba al cuidado de ellos dos.
—Al menos trabajo —Rubén sacó la lengua como un crío.
—Eso ha sido un golpe bajo, capullo —Annie se rió escandalosamente—. He llegado hace poco, dadme un respiro. Pero enhorabuena, chaval, has conseguido amarrarte a esa encantadora mujer.
—Sí, he tenido mucha suerte —suspiró como el tonto enamorado que era.
En cuanto llegó Silvia, el cachondeo se hizo más evidente, llamando la atención de las jóvenes gerentes. Sin embargo, decidieron no entrometerse demasiado porque los mayores empezaron a cuchichear en voz baja, con expresiones serias en sus caras. Incluso Einar ya no sonreía con calidez, sino que parecía estar a punto de reventarle la cabeza al primero que le mirara mal. Se encargaron de poner al tanto de la situación a la pareja.
—Nunca creí que el Raimon estaría así de mal… —comentó Silvia con cierto pesar.
—Bueno, ¿sabéis lo que funciona? O al menos en mi caso, claro —aclaró Rubén—. Esther era la que siempre conseguía convencerme de algún plan. Y si querían que yo fuera o algo parecido, entonces solo tenían que convencer primero a la rubia para asegurarse. Esthercita siempre conseguía arrastrarme a cualquier lado. Lo mismo pasaba al revés.
—Entonces tenemos que convencer al mejor amigo de Riccardo —asintió Einar con convicción.
—¿A Gabi? —preguntó Joss—. No creo que eso dé sus frutos. Él mismo ya ha dejado claro que seguirá las directrices.
—Y lo malo es que Gabi siempre respeta la voluntad de Riccardo —añadió Estela.
—¿Y por qué no probáis con el subcapitán? —propuso Silvia—. Puede que escuche las palabras de su segundo al mando. Y también el resto del equipo.
—¿No es el portero ese de rulos? —preguntó Annie—. Samguk Han.
—Sí —asintió Celia, pensativamente—. Es de tercero y de los veteranos. Riccardo siempre ha mostrado respeto hacia el antiguo capitán. Si podemos convencer a Samguk, tal vez este consiga dar el pequeño empujoncito que nos falta.
—Claro, Riccardo ahora mismo se encuentra solo ante el equipo. No puede hacer nada si solo el entrenador y dos novatos están de su lado. Lo que tenemos que hacer es convencer al subcapitán —sonrió Guille, más animado.
—Vale, todo muy bonito y eso, ¿pero cómo lo hacemos? —planteó Andrea—. ¿Quién se encarga de hablar con Samguk y convencerlo de que luchar contra el Sector Quinto es la mejor solución?
—¿Puedo hacerlo yo? Puedo ser muy persuasivo cuando quiero —habló Einar con gesto serio.
—Si le miras con esa cara, Einar, va a salir huyendo de ti —bromeó Rubén—. Yo creo que una buena opción sería que lo hiciera Celia.
—¿Eh? ¿Por qué yo?
—Porque eres su profesora y te hará caso —respondió Annie con obviedad.
—Además de que le conoces desde hace más tiempo que yo —añadió Estela.
—Pero eso no significa que me vaya a hacer caso —replicó Celia, no muy convencida—. Que sea su profesora no hará que vaya en contra del Sector Quinto, no a estando a punto de graduarse para ir a bachillerato.
—Es una pena que esa organización influya tanto en los estudios de los chavales hoy en día —se lamentó Rubén—. Pero sí, yo voto que lo intentes tú, Celia.
—Ni siquiera sé cómo queréis que lo haga —suspiró la profesora.
—Eres espabilada, algo se te ocurrirá —sonrió Silvia, dándole ánimos.
—Bueno, ahora que os he solucionado el problema, requiero robaros durante un rato a Estela, que para eso he llamado en un primer momento.
—Está bien, está bien —suspiró la peliazul—. Ya sé que no puedes vivir sin mí —sonrió.
—Si lo sabes, para qué lo dices —negó con diversión el español—. Annie, que me ha alegrado un montón volver a verte. A ver cuándo quedamos para poder hablar mejor y con menos prisas.
—Lo mismo digo —sonrió la morena—. Y tráete también a Esther contigo. ¿Sigue por aquí?
—Curiosamente, hace poco que también ha venido —sonrió el castaño—. ¿Qué pasa? ¿Que os habéis puesto de acuerdo para volver a la misma vez o qué?
—Telepatía, chaval —se rió Annie.
—Intentad que no se me mate Arion —se despidió Silvia.
Estela se apartó un poco del grupo para poder conversar con Rubén, mientras los demás se dieron la tarea de discutir la mejor forma de convencer a Samguk.
—¿Cuánto conoces sobre el chico? —preguntó Annie—. ¿Conoces a sus padres o algo?
—No me dedico a investigar la vida personal de mis alumnos —Celia rodó los ojos con algo de exasperación.
—Comencemos con lo más básico. ¿Con quién vive? —habló Andrea.
—Creo que solo con su madre, me parece —la profesora intentó recordar algún otro dato.
—¿Has ido alguna vez a su casa? —saltó Guille.
—¿No sería eso muy raro? —preguntó Joss—. Es decir, es tu profesora, ¿para qué le quieres en tu casa?
—Claro, con verles en el cole es suficiente, ¿no? —se rió Annie.
—Tal vez así se pueda comprender a Samguk —opinó Einar—. Se le ve bastante maduro para tener solo… ¿Quince? Tiene quince, ¿no?
—Si no los tiene, estará a punto de cumplirlos —asintió Celia.
—Yo digo de pillarlo desprevenido y hacerle un lavado de cabeza —dijo Joss.
—¿Hacerle hipnosis o alguna cosa de esas? —preguntó Guille, más interesado de lo que debería.
—No vamos a secuestrar a un adolescente para convencerle de que rompa las reglas —Andrea negó con la cabeza.
—Yo solo daba ideas —Joss se encogió de hombros.
—Te recordaba menos alocada, Joss —Annie alzó una ceja con diversión.
—Ya se nos ocurrirá algo —animó Einar con una gran sonrisa—. Estoy seguro de que Samguk entrará en razón y se negará a seguir las órdenes del Sector Quinto.
 
Se retiraron bastante tarde del entrenamiento. Annie iba recordando viejos tiempos con Celia, caminando por la zona de la ribera. Entonces fue cuando una bicicleta pasó a toda pastilla por al lado de ellas, asustándolas.
—¡Sinvergüenza, mira por dónde vas! —gritó Annie.
La bicicleta dio un derrape y se detuvo, con su conductor chillando también:
—¡L-lo siento mucho!
—¿Samguk? —Celia reconoció al instante al portero del Raimon.
—Pro-profesora Hills… Señorita Powers… —parpadeó también con sorpresa.
—¿A dónde ibas con tantas prisas? Casi nos atropellas —medio regañó Annie—. Cualquiera diría que querías romper la barrera del sonido.
—¿Haciendo encargos? —sonrió Celia, viendo lo que llevaba dentro de la cesta de la bici.
—Hoy me toca hacer la cena y llevo congelados. No quería que se estropearan.
—Pues sí que es verdad que te ves bastante maduro para tu edad, chico —sonrió la morena—. Incluso cocina. ¿En el instituto saca buenas notas también?
—Pues sí —asintió Celia.
Las dos chicas sonrieron con simpatía al ver la reacción avergonzada del adolescente. Tanta adulación no sabía manejarla.
—Bueno, no cocino siempre, solo cuando mi madre va a llegar tarde del trabajo.
—¿Quieres que te acerquemos? —le ofreció Celia.
—No hace falta, gracias.
Annie le dio un suave toque disimuladamente a su mejor amiga de la adolescencia.
—Pues entonces deja que te invitemos a cenar. Annie y yo pensábamos ir a un buen restaurante de fideos.
—El mejor del mundo —le guiñó el ojo la morena.
Samguk se vio algo indeciso. Quería decirles que no de nuevo, pero tampoco sabía cómo hacerlo sin que pareciera grosero. Esas dos parecían dos leonas dispuestas a cazarlo, aunque no sabía por qué. Para su suerte, Arion se acercó a ellos para saludar. Celia vio la oportunidad perfecta y también invitó a Arion a cenar con ellas. Ese novato tenía cierto toque convenciendo a la gente, al igual que Mark.
El portero alternó la mirada entre las dos mujeres y su compañero de equipo. Y como si fuera un gatito abandonado en la calle, decidió recogerlo para darle de su comida, pues Arion tenía la cara manchada de tanto entrenar.
—¿Y por qué no invito yo a cenar a mi casa? —propuso, sorprendiendo a los demás.
—¿Estás seguro? —preguntó Annie—. ¿No seremos demasiadas personas?
—Nosotras lo decíamos para que no tuvieras que cocinar… —murmuró Celia.
—¿Sabes cocinar, Samguk? —Arion se sorprendió.
—Sí, bueno, más o menos. ¿Y bien? ¿Os gustaría venir?
A último momento Annie abandonó a Celia con esos dos chiquillos por un asunto de emergencia, ganándose el resentimiento de la profesora. Solo Celia y Arion fueron a la casa de Samguk.
—Por cierto, siento mucho lo de antes, Samguk.
—No te preocupes, Arion —sonrió—. Creo que me pasé bastante.
 
La madre del chico todavía no había llegado a casa. Samguk no dejó que Celia ni siquiera le ayudara, tan solo cedió a que pusiera la mesa y poco más. Celia no olvidó el objetivo por el que había abordado a Samguk, pero se sentía algo extraña estando en compañía de dos adolescentes en una casa ajena.
—Está buenísima la cena.
—¡Qué rico! ¡Está como la comida de tía Silvia!
—¿Tía Silvia? —preguntó Samguk.
—Recuerdo que solía cocinar muy bien —sonrió Celia.
—¿Eh? ¿Se conocen?
—Claro. Fuimos juntas al Raimon. La mayoría fuimos juntos al Raimon. ¡Qué buenos tiempos aquellos…! Aunque debe ser difícil para ambos vivir así. Me alegro de que todavía seáis chicos alegres amantes del fútbol.
—Tengo que aprender a desenvolverme igual de bien que Samguk.
—Si me sigues haciendo la pelota, Arion, entonces de postre habrá flan. Y por ser una maestra tan excepcional también, profesora Hills.
El chico más joven se alegró de la noticia y Celia tan solo atinó a reír con suavidad. Entonces se escuchó que la puerta principal de casa se abría, con una mujer entrando a la cocina. La mujer se traía un aire a Samguk, por lo que no fue difícil adivinar que era su madre.
—Bienvenida, qué pronto has vuelto.
—La reunión ha terminado muy pronto. Ah, un amigo tuyo y… —se detuvo al ver a la profesora, no sabiendo muy bien qué decir.
Celia se levantó por inercia para saludar a la mujer.
—Celia Hills, la profesora de Samguk y Arion.
—Encantado, soy Arion Sherwind y acabo de entrar en el club de fútbol.
—Vaya, Samguk no suele traer amigos a casa. Y mucho menos a su profesora —sonrió, yéndose al salón para dejar su chaqueta y la maleta.
—Sentimos invadir su casa tan de repente y sin avisar.
—Oh, no, no pasa nada. Me alegra saber que mi niño tiene buena relación con su maestra. Así que del club de fútbol, ¿no? ¿Veníais de entrenar?
—Así es —asintió Arion.
—Bueno, este año también esperaréis ganar, ¿no? Lo del Camino Imperial.
Arion no supo qué contestar. Celia estaba más pendiente del gesto serio de Samguk al ver a su madre hablar de fútbol.
—Venga, que se enfría la cena —recordó Samguk, volviéndose a sentar.
La madre del portero se puso al lado de su hijo con su plato y comenzaron a charlar de lo difícil que estaba Samguk al hablar de sus gustos. También le preguntó a Arion si le sucedía lo mismo en su casa, pillando de nuevo desprevenido al chaval.
—Samguk demuestra mucha pasión en el campo —Celia salió en su rescate, tomando las riendas de la conversación—. Al ser uno de los veteranos y anterior capitán del equipo, los demás jugadores le tienen un gran respeto.
Y así fue cómo Celia acaparó toda la conversación con la madre de Samguk hasta los postres, que resultaron ser flanes.
—Estoy lleno, estaba todo muy rico —anunció Arion una vez se hubo zampado el flan.
—¿En qué posición juegas, Arion?
—Soy centrocampista.
—Ah, y esos… son los que tiran… y marcan goles, ¿no? —la mujer estaba bastante perdida en ese tema.
—¿Tirar dice? —entonces el chaval se rascó la cabeza con algo de azoro—. Yo todavía no he…
—¿Y cuál es tu especialidad? —interrumpió la mujer.
—¡El regate! Sé que nadie me gana a la hora de regatear.
—¿O sea que solo sabes regatear, Arion?
Celia disimuló su risa mientras el chico confirmaba la pregunta de Samguk.
—Pues creo que deberías practicar el pase —dijo el portero—. Regatear y pasar es lo más básico del fútbol. Si a los regates les añades más precisión en tus pases, tendrás mucho más potencial.
—Entendido. Empezaré a practicarlo.
—¿Qué le había dicho? Todo un ídolo para los más jóvenes —sonrió Celia a la madre del portero.
—Si quieres, puedo ir a animaros. Hasta prepararía un almuerzo más para ti, Arion.
—Eso sería una gran idea —animó Celia, viendo de reojo la expresión de Samguk.
—No tienes por qué venir —contradijo su hijo.
—¿Veis? Es así desde que comenzó secundaria. Siempre dice que no vaya a verle.
Celia se ofreció a ayudar a la mujer en cuanto anunció que haría algo de té. Confiaba en que Arion pudiera hacer algo de su magia y convencer a Samguk. Mientras tanto, convencería a su madre de que fuera. Tal vez, con algo de presión, Samguk terminaría haciendo lo correcto.
—¿Sabe? Este Arion es igualito a mi Samguk cuando empezó con lo del fútbol —contó en confidencialidad.
—¿Sí?
—Sí, tan solo pensaba en la pelota, pero parecía tan contento… —sonrió con nostalgia—. Ahora no sé qué le pasa, cada vez que le hablo del fútbol, me rehúye.
—No deje de intentarlo —la animó Celia—. Tal vez sería bueno que le recordara a su hijo la pasión que tenía por ese deporte.
—¿Es que ahora ya no la tiene? —se preocupó un poco.
—Ahora mismo tiene más preocupaciones en la cabeza, pero sé que en el fondo está deseando poder jugar con todas sus fuerzas, sin que nada lo retenga.
—Oh… Supongo que ganar debe ser muy complicado…
—Tan solo asegúrese de animarle con todas sus fuerzas en el día del partido —sonrió Celia.
Tan solo esperaba Samguk no tardara demasiado en reaccionar.
 
La ceremonia de apertura del Camino Imperial empezó por todo lo alto, con cinco cazas haciendo filigranas por encima del estadio donde se celebraba. La gente se mostraba entusiasmada por el espectáculo.
—¡Se levanta el telón del Camino Imperial! —comentó el presentador de la ceremonia—. ¡Hacen su entrada los equipos que tomarán parte en las eliminatorias de la fase de clasificación este! Se dice que quienes ganan la clasificación en el este, son considerados muy seriamente candidatos a ganar el torneo nacional.
—Cuánta belleza. La de una marcha ordenada y perfectamente coordinada.
—La belleza reside en el orden —murmuró Alex Zabel, el actual emperador del Sector Quinto—. Ahora el fútbol no es solo una cuestión de once jugadores. Se podría decir que la armonía individual de cada uno de los individuos se unen formando la obra de arte, que es el fútbol.
—Es tal y como usted dice —alabó uno de sus subordinados.
—Sin embargo, si esa armonía se rompe…
El monólogo de Zabel se vio interrumpido por las puertas, que se abrieron haciendo más escándalo de lo debido. Los dos subordinados apostados a cada lado del emperador miraron con cierto disgusto a la persona que entró.
—Siempre llegando tarde, ¿no, Supreme?
Supreme se detuvo al lado del emperador, la capucha que ocultaba su rostro se dirigió hacia Alex para después pasar de él. Los dos subordinados no podían entender cómo Supreme tenía tantas libertades para faltar al respeto de esa manera al emperador. Sin embargo, pese a su cara larga, Alex no hizo nada por reprender su actitud. Era más importante el torneo nacional.
Alex Zabel fijó su mirada en la formación del Raimon durante la ceremonia. Intuía que darían problemas desde el primer partido. Y estaba deseando verlo.
 
 
 
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El Raimon empieza debutando en el Camino Imperial contra el Vía Láctea, con casi todos los jugadores decididos a seguir la orden de resultados. ¿Qué pasará? ¿A quién sonreirá la Diosa de la Victoria?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: EL PRIMER PARTIDO
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


Bueno, bueno, este capítulo se me ha resistido más de lo esperado, pero aquí está :D



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