CAPÍTULO 15- LA CLÁSICA RIVALIDAD


—¿La Royal Academy? —Riccardo estaba estupefacto.
Los del Raimon se quedaron con la boca abierta.
—Se supone que íbamos a jugar la semifinal contra el Ultramegahiedra, tú —saltó Wanli.
—Es el fin —lloriqueó Eugene.
—Esta mañana nos informaron que se había producido una reestructuración —informó Celia.
—O sea, que sacaron al Ultramegahiedra y lo cambiaron por la Royal Academy —concluyó Adé.
—¿Cambiaron los grupos de clasificación solo para que la Royal Academy nos aplaste? —Samguk estaba que no se lo podía creer.
—Nuestro tren a la victoria llegó a su fin —soltó Michael con tono fatalista.
—¡Pero…! ¡Pero no lo podemos saber hasta que no juguemos! —intervino Arion.
—¡Muy bien dicho, Arion! —sonrió Estela—. Sois unos lloricas.
—La Royal Academy está bajo el control del Sector Quinto y también tiene unos cuantos invocadores en el equipo —explicó Subaru.
—¿Y eso qué más da? ¿No habéis ganado antes? Este será un partido épico —Estela estaba emocionada, no podía disimularlo—. Esto es un clásico, como el Barça contra el Real Madrid.
Mark reprimió una sonrisa al recordar el primer enfrentamiento que tuvo contra la Royal y Jude Sharp.
—¡Estoy emocionado! ¡Royal contra Raimon! —Arion también era un entusiasta del partido.
—¿Y crees que un equipo con diez jugadores puede plantarle cara a la Royal Academy? —recordó Michael—. Doug dejó el equipo el otro día y Victor no ha vuelto a dejarse ver. Está claro que no tenemos ninguna posibilidad de ganar.
—Menudo déjà vu… —murmuró Celia, mirando a Mark de reojo.
—Tal vez deberíamos buscar un jugador cuanto antes…
—No, así estamos bien —habló el capitán—. Nos esforzaremos los diez que somos.
—Muy bien dicho, Riccardo —le sonrió Mark—. Nos lanzaremos a la victoria con los jugadores que tenemos.
 
Decidieron entrenar en el pabellón. Allí los esperaban los amigos del entrenador Evans, sentados en las gradas.
—Por Dios, contra la Royal —silbó Andrea—. ¡Esto es un clásico!
—¿Os acordáis de la primera vez de los chicos? —recordó Guille—. ¡Ah, sí que pasa el tiempo rápido!
—Diez años ya —sonrió Celia.
—Es extraño ese cambio —apuntó Joss.
—Quieren aplastar al Raimon —dijo Einar con gesto serio.
—Os animaremos desde aquí —sonrió Saki.
—¿Qué sabes de Jude, por cierto? —preguntó Annie a Celia.
Mientras tanto, Ken anotaba mentalmente que Victor tampoco estaba ese día por ahí, entrenando.
—Está claro que la Royal Academy no será un rival fácil —Mark comenzó la charla antes del entrenamiento—. Vamos a necesitar algún plan para poder ganarles.
—Entrenador, tengo una idea —Riccardo dio un paso adelante—. He pensado que podríamos emplear contra ellos el Trueno Ilimitado.
Sus compañeros parecieron sorprendidos ante su mención. Los más mayores, desperdigados por los asientos del banquillo, se miraron entre ellos sin entender nada.
—¿La supertáctica? —preguntó Samguk.
—Verá, se nos ocurrió hace un tiempo con el entrenador Travis —dijo Di Rigo—. Si pudiéramos usarla, podríamos reventar la defensa inexpugnable de la Royal Academy.
—Si no recuerdo mal, nunca conseguimos completarla a pesar de todas las veces que probamos —objetó Eugene.
—Bueno, es que es una táctica muy difícil de hacer sin un delantero con fuerza —expuso sin pudor alguno Adé.
Michael se lamentó no tener la fuerza suficiente. Los mayores murmuraron entre ellos, viendo la clara alusión al pequeñajo gruñón y sus habilidades.
—Puede que no hayamos terminado todavía el Trueno Ilimitado, pero quiero probarla igualmente —insistió Riccardo, mirando a sus compañeros.
—Bueno, tampoco es que tengamos mucho más para enfrentarnos a ellos.
—Entonces lo intentaremos.
—¡Pues vale!
—¡Venga! ¡Ya estoy emocionado!
—¿Y sobre la formación?
—Probaremos con la misma de las otras veces —ofreció el capitán—. El primero en golpear será Adé, ¿vale? Segundo, Eugene. Después Gabi. ¿Ya tienes bien la pierna?
El pelirrosa se cercioró de probar un poco su tobillo antes de asentir.
—Muy bien, eres el tercero.
—Déjame a mí.
—El cuarto será Wan-Chang.
—¡Entendido, tú!
 
—¡Celia, ¿está guay la supertáctica?! —gritó Annie, mientras los jugadores se posicionaban.
—¿Quieres esperarte a que la hagan? —Saki se rió.
—No chilles, por favor, que está aquí delante —pidió Einar, tapándose una oreja.
—A lo mejor no les sale y por eso pregunta —comentó Andrea.
—Tal vez haya un milagro y puedan hacerla —añadió Guille.
—¿Y Victor? —preguntó Ken.
—He estado dándole vueltas a lo que dijisteis el otro día —murmuró Joss—. ¿No deberíamos hablar con Mark para que lo tenga en cuenta? Es un maldito mocoso, pero de ahí a que le pase malo por culpa del Sector Quinto…
—En cuanto podamos, tenemos que hablar con Mark —asintió Einar, observando el campo de fútbol.
 
Mientras seguían murmurando a un lado del banquillo, cuatro jugadores se habían dispuesto en forma de cuadrado, con Riccardo corriendo hacia la zona de defensa. A su vez, sus cuatro compañeros se iban pasando el balón en zigzag. Cuando Wan-Chang le pasó el balón a Riccardo, este tenía tanta energía acumulada que el capitán salió rodando por el suelo.
—He fallado, no he podido con la fuerza del balón.
—Me lo imaginaba.
—¡Otra vez!
—Esta vez dejadme a mí —pidió Michael.
 
—Mark —Celia le pasó un portafolio al joven—. Son los datos de la Royal Academy.
—¿Eh? —abrió los ojos en cuanto vio el nombre del entrenador.
—Así nos hemos quedado —Estela estaba seria—. ¿Qué demonios hace Jude a sus órdenes? ¿Qué pretende tu hermano…? —bajó la voz para que solo ellos dos la escucharan.
—¿No se suponía que estaba jugando en la liga italiana? —preguntó Mark.
—Hace tiempo que no sabía nada de él —respondió Celia—. Me estaba empezando a preocupar, pero nunca habría pensado que haría algo así.
—Ahora que sabemos que está de vuelta, es hora de que le hagas una llamada a tu querido hermano —comentó Estela—. Creo que nos debe unas cuantas explicaciones, ¿no crees?
De fondo, Michael también salía disparado por la energía del balón.
 
—Vaya, no les sale… —comentó Saki.
—No tienen tanta potencia como para devolver el balón cargado de energía —comentó Ken.
—Y encima van escasos de personal —remató Guille.
—Tal vez Victor podría rematarlo siendo un imperial —sugirió Andrea—. Pero claro, ahora mismo está desaparecido en combate.
—Está coaccionado, lo siento en los huesos —aseguró Einar—. Tenemos que hacer algo.
—¿El qué? —preguntó Annie—. Me da a mí que vamos a tener más problemas a juzgar por las caras largas de ellos tres —señaló al entrenador y a las profesoras.
 
Lejos del Raimon, al ritmo de los pitidos, los jugadores de la Royal Academy hacían abdominales con ayuda de compañeros.
—Alto, escuadrón uno. A formar —ordenó uno de los ayudantes del entrenador, que no pudo evitar preguntar en un murmuro—: ¿Vienes solo?
—Un asunto que atender en el hospital —respondió el entrenador de pasada antes de mirar con seriedad a sus jugadores—. Nuestros siguientes rivales son el instituto Raimon. Es el gran rival de la Royal Academy desde hace años. Y estamos destinados a enfrentarnos. Nuestro destino también es la victoria. No lo olvidéis.
—¡No!
—Adelante, proseguid el entrenamiento.
—¡A la orden!
—¡Empezad los abdominales! —vociferó David Samford, marcando el ritmo otra vez.
Cuando se iba alejando, Jude envió un mensaje de texto a Mark justo cuando su querida hermana Celia le escribía de nuevo.
En cuanto el entrenamiento terminó, el portero del primer escuadrón se acercó hasta el entrenador y su ayudante.
—Comandante, ¿se encuentra bien la señorita Takagi?
—Ha tenido que atender un asunto urgente, no te preocupes, Princeton.
Princeton sonrió, se despidió de ellos y salió corriendo al vestuario. Samford no pudo evitar sonreír con diversión y soltar:
—Míralo, no viene un día y ya se preocupa.
—Seguramente su mal genio habrá cautivado a Princeton.
—Es lo que tiene que sea tu portera favorita y encima tu entrenadora.
—Por cierto, hoy no hagas planes —informó Jude antes de darse la vuelta e irse.
 
—¿Seguro que dijo aquí, Mark? —preguntó Estela.
—Sí, muy seguro. Toma, léelo si quieres —Mark le pasó el móvil para que leyera el mensaje que le había enviado Jude Sharp.
—Fue unos momentos antes de que yo le hablara. Me pregunto qué querrá... —Celia se veía preocupada.
—Todavía no me puedo creer que haya vuelto y se ponga en manos del Sector Quinto —Estela le devolvió su móvil a Mark.
El ambiente se hizo más tosco en cuanto llegaron al parque donde estaba la torre de Inazuma. Allí los había citado Jude Sharp. Para su sorpresa, no estaba solo. Los dos hombres de melena larga se giraron en cuanto vieron que tenían compañía.
—Hacía mucho tiempo, Mark —saludó Jude, sonriendo.
—David Samford —se sorprendió Estela—. ¿Tú también?
—Estela —cabeceó Jude—. Hola, Celia.
Su hermana prefirió no contestar a su saludo. Contenta no era precisamente como estaba.
—Jude, ¿por qué estás entrenando a la Royal Academy?
—Si tú eres el entrenador del Raimon, ¿qué tiene de extraño que yo sea el entrenador de la Royal, Mark? —sonrió, encontrándolo gracioso.
—Me han dicho que la Royal obedece al pie de la letra al Sector Quinto, Jude. No me digas que el Sector Quinto…
—El fútbol necesita a alguien que lo regule —interrumpió a Mark—. Creo que tú también sabes eso, Mark.
—¡¿Pero cómo puedes decir eso, Jude?! —saltó Celia.
—¿No ves que estáis siguiendo órdenes de un loco? ¿Uno igual que Ray Dark en su momento? —añadió Estela.
—Los tiempos han cambiado. Y el fútbol también lo ha hecho.
—¡No ha cambiado para nada! —exclamó Mark—. ¡El fútbol es fútbol! ¡Tiene que jugarse en libertad y siempre en serio!
—Entonces te pregunto. ¿Crees que el fútbol era justo antes de la existencia del Sector Quinto?
—¿Qué mierda es esa, eh? —bramó Estela—. No puedes amañar un partido solo porque se te cante de las narices. Sin eso, uno nunca podría demostrar su valía. Nunca podrás demostrar lo bueno que eres jugando al fútbol si ya sabes que vas a ganar.
—Las victorias y las derrotas se deciden en el campo —insistió Mark—. Un fútbol donde ya se sabe el resultado antes de empezar a jugar está mal. Es imposible que precisamente tú no sepas eso.
Para irritación de los tres presentes, Jude sonrió de lado.
—Vaya, tan apasionado como siempre, Mark Evans. Y no te recordaba tan brava, Estela Schiller.
Aunque no quisieran reconocerlo, les había consternado su respuesta.
—El mundo no se cambia solo con pasión. Si creéis que vuestro fútbol es el correcto, espero que me lo demostréis en el campo —se dio la vuelta, pero antes se detuvo para decir por encima del hombro—: Si es que podéis. Aunque no creo que el Raimon tenga nada que hacer contra mi Royal Academy.
Y después de soltar aquello, Jude continuó alejándose con Samford yendo detrás de él. Para sorpresa de todos, varias personas se fueron encima de Sharp.
—¡Traidor!
—¡Eras nuestro amigo!
—¡Jugamos juntos!
Ante la atónita mirada de David Samford, su entrenador terminó en el suelo, con sus antiguos amigos reprochándole sus acciones. Toda esa actitud chulesca y ambiente tenso se había ido a la mierda.
—¿Pero qué demonios estáis haciendo aquí? —se sorprendió Celia.
—Vais a chafar a Jude, so animales —habló Estela.
—Os seguimos —explicó Joss, levantándose del suelo—. Annie os oyó hablar de esta quedada de antiguos amigos y vinimos.
—Solo para ser traicionados vilmente —dramatizó Guille.
Se escuchó el ruido de una cámara y luego un flash que cegó a muchos de ellos. La culpa lo tenía una chica rubia y ojos rojos que tenía su móvil apuntando hacia ellos.
—Llego un poco tarde y ya te están metiendo una orgía de campeonato, Jude —comentó ella con sorna.
Einar pegó un grito que asustó a todos. Jude, que ya había podido salir de todo el enredo de cuerpos y extremidades, miró con extrañeza al noruego.
—¿Estás bien? —le preguntó David.
—Hostias, tu cara me suena… —murmuró Annie.
—No puede ser… —la rubia abrió ligeramente los ojos—. ¿No me reconoces?
—¡E-es…! —Einar iba a comenzar a hiperventilar de un momento a otro.
—¡Ah! ¿Esa no es la modelo del cuadro de tu casa, Einar? —se acordó Annie.
—Pero mira que eres imbécil —se rió la rubia.
—¡Yuuto Takagi! ¡No me lo puedo creer! —terminó por gritar Einar.
—¡¿Qué?! —gritó también Annie—. ¡¿Yuuto?! ¡¿Tú?! ¡¿De verdad?!
Annie se frotó los ojos y se fijó mejor en la mujer rubia que tenía delante. A diferencia de su adolescencia, ya no llevaba el pelo corto, sino largo y con un estilo que recordaba ligeramente al de Byron Love. Eso sí, la actitud rebelde y su sonrisa salvaje todavía estaba ahí.
—¡Oh, Dios mío! —volvió a gritar de la emoción antes de lanzarse a abrazarla.
—¿Conocéis a Yuuto Takagi? —a Einar le iba a dar un soponcio.
—Estudió en la Royal —informó David.
—Dejad que os presente a mi nueva ayudante y entrenadora de porteros de la Royal Academy, Yuuto Takagi.
El entusiasmo de todos por volver a ver a una vieja amiga se fue desinflando cual globo. Annie se separó de golpe, mirando a la rubia.
—No jodas, ¿tú también, Yuuto? —Andrea no quería creérselo.
—¿Pero cómo puede una gran portera profesional como ella estar del lado del Sector Quinto? —murmuró Einar.
—¿Qué? ¿Ya no os alegráis tanto de verme? —sonrió ella con malicia—. Oh, vamos, he vuelto de Inglaterra para volver a mis orígenes. Vamos a celebrarlo. Joss, ¿no tenías tú una cafetería?
—David, Jude y tú… volviendo a la Royal Academy bajo las órdenes de esos tiranos… —repasó Mark—. ¿Es que no veis que lo que estáis haciendo es una locura?
—Qué aburridos sois —suspiró Yuuto—. Supongo que volvemos a ser una vez más enemigos en el campo. Estoy deseando ver esta antigua rivalidad en el campo. Por favor, no nos decepcionéis, ¿sí? Ah, cuando se os pase el enfado y queráis poneros al día, no me moveré de Inazuma durante un tiempo —guiñó un ojo antes de marcharse con Jude y David.
—Verás cuando se lo expliquemos a los demás, se van a caer de espaldas —añadió Guille.
 
—No viene… —Arion iba mirando de un lado a otro mientras la campana del final de clases sonaba de fondo.
—Arion —llamó Skie mientras iba hasta él—. ¿Qué estás haciendo? El entrenamiento va a empezar.
—Sí, id sin mí.
—¿Vas a saltarte el entrenamiento? —preguntó Jade, llegando con Rosie.
—No, no es verdad.
—Bueno, no parecería propio de ti —comentó Jade.
—¿No habréis visto a Victor?
—¿A Victor? —repitió Skie.
—Se fue hace rato —respondió Rosie.
—¡¿Qué?! ¿Y sabéis por dónde se fue?
—¿Por dónde…?
—Por allí —señaló Jade.
Y Arion salió disparado.
—Creo… —terminó de decir la chica—. Chicas, ¿Arion sabe dónde vive Victor?
—No sé —respondieron al unísono.

—Sabes que no tienes que venir a verme todos los días. No te quiero quitar tiempo.
—No, no me quitas nada de tiempo, Vlad —sonrió Victor, mirando a su hermano.
—Tendrás entrenamientos, ¿no? Porque he visto que no dejáis de ganar. El próximo partido es la semifinal. Ojalá consigas llegar al torneo nacional.
—Pues claro —sonrió Saki, palmeando el hombro de Victor—. El chico se está esforzando muchísimo. ¿Verdad que sí, Ken?
El hombre miró a su novia y asintió secamente.
—Hoy no estás muy hablador, Ken —Vlad lo encontró divertido aquello—. ¿Ocurre algo, Victor? Últimamente estás como triste.
—No, no me pasa nada.
—Se preocupa por ti —comentó Ken.
—¡Vaya! ¿No te han dicho que espiar está mal?
Las cuatro personas miraron por la puerta abierta, donde se encontraron a un asustado Arion y a una chica rubia.
—Yuuto… —se sorprendió Saki.
Ken frunció ligeramente el ceño. La pareja de voluntarios de la ONU estaban ya al tanto del bando de su antigua compañera y amiga.
—Oh, Dios mío, Saki, Ken —sonrió Yuuto—. Qué sorpresa veros —sonrió—. No sabía que conocíais a Victor.
—Lo mismo decimos —respondió Ken, serio.
—Y nuestro pequeño espía es del Raimon… —Yuuto observó con ojo crítico el uniforme de Arion—. No sabía que tus compañeros de equipo vinieran a visitar a Vlad.
—¿Qué haces aquí? —Victor no se aguantó más en ladrar.
—¡P-perdón por molestar! Soy Arion Sherwind, alumno de primero del instituto Raimon y…
—Espero que te lleves bien con él —sonrió cálidamente Vlad.
—Estoy segura de que sí —intervino Yuuto.
—Ya está bien, sal de aquí —Victor casi empujó al chaval fuera de la habitación.
—Qué tímido es nuestro Victor —se rió Takagi—. Te robo un momento a tus visitantes, hace tiempo que no nos vemos en condiciones.
 
—¿Qué pretendes? —se encaró Victor.
—Yo… Resulta que te vi por la calle y…
—Entonces me has seguido, ¿no?
—Y encima espiado —añadió Yuuto.
Saki y Ken se mantenían en silencio.
—Perdona, ¿qué es lo que le pasa a tu hermano? ¿No vienes a los entrenamientos para poder cuidar de él? Es eso, ¿verdad?
—No es asunto tuyo, no te metas en esto.
—¡Es que han cambiado a nuestro rival en la semifinal por la Royal Academy…! —exclamó Arion a la desesperada, haciéndose detener a Victor—. Los veteranos están diciendo que todo es cosa del Sector Quinto. La Royal no es como otros equipos contra los que hemos jugado. Hemos montado un plan desesperado para poder ganarles.
—¿Y qué pasa? —repuso el imperial.
—¡Para ganar tenemos una supertáctica llamada Trueno Ilimitado…!
Yuuto sonrió con malicia. Saki y Ken tensaron sus cuerpos. Victor miró de reojo a Arion.
—¿Trueno Ilimitado dices?
—¡Pero para poder hacerla necesitamos tu fuerza…! ¡Hasta el capitán lo ha dicho!
—¿Y tiene que importarme?
—¡Pero en el partido con el Poderosa Fe jugaste con nosotros!
—Dije que no os equivocarais. Lo de ese partido fue algo que me dio en ese momento. Pero no tengo el menor interés en volver a jugar con vosotros.
—¡Victor…!
—¡En este mundo hay cosas que no pueden ser y ya está! —estalló el peliazul—. ¡Pero los tipos como tú no se enteran!
El ambiente tenso fue roto por los aplausos maliciosos de Yuuto, que sonreía con gusto.
—Arion, ¿verdad? Lo que pasa es que este chico que ves aquí está intentando enmendar el error que hizo durante ese partido.
—¿Y a qué has venido tú, Yuuto? ¿A meter más cizaña? —espetó Saki con furia.
—¿Yo? Solo a recordarle a Victor lo que tiene que recordar, ¿verdad que sí, Blade? —le tocó el hombro al adolescente.
—¿Entones usted es del Sector Quinto? —preguntó Arion, sorprendido.
—Estás ahora mismo hablando con el enemigo, chaval.
—Es ayudante del entrenador de la Royal Academy —explicó Ken—. Asidua al Sector Quinto y antigua amiga y compañera nuestra.
Aquello sorprendió tanto a Victor como a Arion.
—Oh, por favor, qué dramáticos sois —se rió Yuuto—. Todavía seguimos siendo amigos. Por una tontería como esta no nos vamos a pelear.
—¿Entonces también es amiga del entrenador Evans?
—Exactamente. Y por esa amistad haré como que no he escuchado sobre ese Trueno Ilimitado. Seré buena y no diré nada. Pero me alegra que nos tengáis tan en cuenta. El sentimiento es mutuo. Espero poder ver ese magnífico Trueno Ilimitado.
—Pero no lo entiendo, Yuuto, ¿cómo puedes unirte a ellos? —le increpó Saki—. A ti te encanta el fútbol, ¿cómo puedes estar de acuerdo con esto?
—Tengo mis propios motivos. Al igual que Victor —palmeó el hombro del chico—. ¿Verdad que sí?
—¿Qué motivos justifican esa barbaridad? —insistió Saki.
Yuuto soltó un largo suspiró y miró a los dos adolescentes. Arion iba alternando la mirada entre los mayores y Victor miraba hacia el suelo con rabia.
—Arion, vas a llegar tarde al entrenamiento —le recordó Ken con suavidad—. Vete, no hagas esperar más a tus compañeros.
—Tú también deberías ir con Vlad, no vaya a pensar que te ha pasado algo —añadió Yuuto.
Victor no puso objeciones y marchó con prisas hacia dentro del hospital. Arion quiso protestar, pero al final terminó cediendo.
—Bueno, ¿queréis que tomemos algo y nos ponemos al día? El otro día me encontré con Andrea y los demás chicos, pero se rajaron nada más saber que estaba en la Royal. Espero que vosotros seáis más enrollados.
—¿Y qué opina tu novio de todo esto? —preguntó Ken sin consideración alguna.
La sonrisa de Yuuto se esfumó de golpe.
—Edgar no tiene nada que ver con esto, Ken. Yo hago lo que me da la gana, ¿entiendes? Porque sea mi novio no le da derecho a inmiscuirse en mis asuntos.
—¿Siendo él también jugador profesional? —discrepó él—. Yo creo que algo de preocupación sí que le tiene que dar si ve que su novia piensa de esa manera del fútbol. Os ganáis la vida jugando a un deporte que amáis.
—¿No ha venido contigo a apoyarte a la causa? —preguntó con cierto veneno Saki.
—No necesito que me acompañe siempre a todos lados —sonrió falsamente—. Está ocupado siendo un delantero popular allí en Inglaterra.
—¿De qué conoces a Victor?
—Muy curioso estás hoy, capitán.
—¿Por qué ayudas a que amenacen a Victor con Vlad, eh? ¿No ves lo cruel que es eso?
—Saki, no sé de qué me hablas. No es como si le estuviéramos obligando a quedarse con nosotros. Puede irse cuando quiera.
—Está siendo coaccionado —aseguró Ken—. Él es un buen chico.
—Pues claro que lo es, uno de los mejores imperiales según tengo entendido.
—Ni se os ocurra hacerle daño a Vlad —advirtió Saki con voz dura—. No lo permitiremos.
—Quieta, fierecilla —sonrió con diversión—. Si de verdad creéis que Vlad corre peligro, ¿por qué Victor no dice nada? Exacto, porque no ocurre. Dejad de buscar excusas. Victor no ayudará al Raimon por mucho que lo lamentéis y la Royal os aplastará en el siguiente partido. Vuestra insignificante rebelión llegará pronto a su fin.
Y con esas declaraciones, la portera se marchó.
 
Einar suspiró por milésima vez en aquel entrenamiento.
—¿Qué le sucede, profesora Schiller? —señaló Jade.
—Lleva toda la tarde así desde que ha aparecido —murmuró Rosie.
—Y Arion todavía no ha vuelto... —dijo Skie, viendo que empezaba a atardecer.
—No es nada, chicas —sonrió Estela con algo de resignación—. Tan solo está algo deprimido. Acaba de conocer a una de sus personas más admiradas y se ha llevado un fiasco. Lo normal, vamos.
Pero no lo entiendo... ¿Cómo puede estar del lado de esos malos? —había estado murmurando todo el rato en noruego desde que se había llevado el disgusto.
Las gerentes dejaron de lado la depresión momentánea del hombre y se fijaron en que Arion ya había vuelto. Fueron a su encuentro, preguntando si había encontrado a Victor, pero el novato pasó de largo con aire lúgubre.
—Llegas tarde —le saludó el entrenador.
—Lo siento.
—¿Ocurre algo? —miró al adolescente en cuanto notó su tono de voz.
—Entrenador, he intentado traer a Victor al entrenamiento, pero no he podido —explicó con la cabeza agachada—. Quisiera jugar al fútbol con él, pero…
—Cuando uno está triste, lo mejor es entrenar —sonrió Mark, mirando al campo—. Mira los ánimos de tus compañeros.
En efecto, los cuatro asignados más el capitán todavía seguían practicando con el Trueno Ilimitado, dando igual que fallaran una y otra vez.
—Con el entrenamiento se puede hacer posible lo imposible. Mira cuánto trabaja JP.
El pequeñajo del equipo no paraba de dar saltos de un lado para otro, bajo la atenta mirada de Guille, que lo miraba todo con ojo muy, muy crítico. Estaba especialmente concentrado en ver cómo reaccionaba JP en distintas situaciones, con él metiéndose en medio, y en cómo de alto saltaba. Samguk también les ayudaba a parar los tiros.
—¡Pero qué bien! —se animó al verles.
—Vamos, Arion, ve a entrenar.
—¡Sí! ¡Voy a trabajar con la Brisa Deslizante!
—No, mejor que practiques el tiro.
—¿Eh? ¿El tiro? ¿Yo dice?
—Con la pasión que le pones, puedes con todo. No te dejes limitar en defensa o ataque. Quiero que pruebes muchas cosas, a ver cuáles te salen bien.
—No limitarme a una posición…
—Además, el punto débil de Trueno Ilimitado es que necesita bajar al delantero hasta la defensa. Cuanta más gente tengamos que pueda dar el golpe final, mejor para el equipo.
—¡Entendido! ¡Ahora lo pruebo!
—¡Marca algún gol y verás cómo la confianza de la Royal se viene abajo!
—¡Sí! —se fue corriendo.
—¡Ah, Arion!
El chico frenó tan de golpe que terminó en el suelo ante el llamado de su entrenador. Mark Evans estaba señalando a un deprimido Einar.
—Ya que estás, que Einar te ayude a entrenar tus tiros. Te aseguro que tiene un remate de lo más efectivo. Einar, ve a entrenar con Arion y JP los tiros, anda.
Fue escuchar esas palabras mágicas y el ánimo de Einar se vino arriba. Salió corriendo, casi arrollando a Arion y gritando que se preparara Samguk para sus goles letales. Guille tuvo que recordarle a gritos que eran niños y que no estorbara a su discípulo JP.
A lo lejos, Victor observaba todo el entrenamiento medio escondido en un árbol.
 
 
 
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
Con un jugador de menos y sin la supertáctica completada, el Raimon se lanza de cabeza al campo. La Royal Academy de Jude pondrá contra las cuerdas al instituto Raimon. ¿Podrán salir de esta? ¿O el Sector Quinto conseguirá aplastar de una vez por todas al Raimon gracias a la mente estratega de Jude Sharp?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: EL PUNTO DÉBIL
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


¡Otro personaje de la vieja escuela que ha regresado! :D Y como ya me pasó en su día, empiezo a tener demasiados personajes y tengo que hacer que participen todos equitativamente. Eso se traduce a que me vuelva loca xD

Aquí está el estirón que ha pegado nuestra macarrilla Yuuto:


Está mal que lo diga, pero personalmente este es el glow up que más me gusta de todos los personajes xD Sigue siendo una macarra como lo fue en su juventud, pero ha sabido combinarlo con esa melena rubia. Porque lo salvaje de ella estaba en su actitud más bien xD Y en su nombre de tío >.<

Y por aquí tenemos la comparativa entre esos nueve años de diferencia:


Como siempre, tendréis sus datos en la página del timeskip.

Bueno, bueno, ya se acerca el clasicazo entre estos dos enemigos acérrimos: Raimon vs. Royal. Un pedazo de guiño a la serie original que siempre se agradece. Pero mientras tanto, habrá que esperar.

¡Hasta la próxima!



Comentarios