CAPÍTULO 16- EL PUNTO DÉBIL


—Hola, Shun.
—Hugh —saludó algo sorprendido—. Tú también has venido, ¿eh?
—Pues sí.
—La verdad es que estaba preocupado.
La sonrisa de Hugh se esfumó y dijo:
—Después de todo, juegan contra la Royal.
—¿Crees que… este Raimon podrá ganar?
 
—Estamos en el primer partido de semifinales de la zona este en la fase de clasificación del torneo Camino Imperial. Tras un repentino cambio de grupos, el instituto Raimon y la Royal Academy han quedado emparejados en este duelo. ¿Cómo afectará esta situación a los dos equipos…? ¡Y yo, Charley Horse, tengo de nuevo el honor de comentar este partido!
—Cómo ha cambiado la Royal Academy… —comentó Mark, mirando el enorme estadio y al público.
—Sí, casi parecen un ejército —asintió Estela.
—Y mi hermano parece otra persona —añadió Celia, mirando hacia el banquillo rival.
—Un momento, ¿no estará Yuuto en el partido? —se extrañó Estela.
—Quizás le ha surgido algo —ofreció Mark.
—Con lo emocionada que parecía con el partido, me extraña que se lo vaya a perder.
—Celia tiene razón.
 
—¿Cómo es que has venido sola, Saki? —se sorprendió Annie.
—¿Dónde se ha metido tu novio? —preguntó Guille.
—Tranquilos, verá el partido en el hospital —sonrió la rubia.
—¿Está enfermo? —se preocupó Joss.
—¿Qué? Ah, no. Se ha quedado por Vlad, ya sabéis…
—Con Yuuto siendo también del Sector Quinto, es mejor no jugársela… —Andrea estuvo de acuerdo.
—¿Pero Yuuto Takagi de verdad puede ser así de mala? —Einar no quería perder la esperanza—. ¿Estáis seguras de eso?
—La Yuuto que conocimos era muy diferente —comentó Rubén—. Quiero creer que nuestra amiga todavía sigue estando en ese caparazón sarcástico y chulesco.
—¡Oh! ¡El Raimon sale con diez jugadores! —dijo Charley Horse con sorpresa—. ¿Ha caído el delantero Victor Blade de la alineación? Así que el Raimon estará en desventaja desde el comienzo.
—¿Cuántos imperiales creéis que habrá? —preguntó Annie con curiosidad.
—Yo solo espero que JP no se ponga demasiado nervioso —comentó Guille.
—¿Por qué lo dices? —se extrañó Andrea—. ¿Lo dices por su Salto Incandescente?
—Todavía sigue siendo un novato y los nervios le pueden pasar factura.
—Bueno, habrá que confiar en ellos —intervino Saki—. ¿El Raimon no tuvo también dificultades en su primer partido contra la Royal? —sonrió, confiada.
—Sí, qué recuerdos —sonrió Andrea, nostálgica.
—Ni siquiera les ha salido ni una sola vez el Trueno Ilimitado —objetó Einar.
—Pero tengo entendido que estuviste practicando con Arion los tiros, ¿no? —preguntó Joss al noruego.
—Ha progresado, casi le salió una supertécnica. Ahora solo hay que esperar.
—¡Saca el Raimon y comienza el partido! ¡Los dos puntas de la Royal, Remington y Columbia, pasan al ataque! ¡Harvard le quita la pelota a Adé y se la pasa a Eton! ¡Eton a Stanford! ¡Uniendo un pase tras otro le llega a Remington, el capitán de la Royal…! ¡Y ha reventado la defensa…! ¡Apenas ha empezado el partido y el Raimon ya corre peligro! ¡Remington chuta a puerta…! ¡Lo paró! ¡Samguk ha usado todo el cuerpo para detener el tiro de Remington!
—Por muy poco —suspiró Annie.
—Sí, pero mirad qué marcas ha dejado en la hierba —señaló Rubén—. El chut ha debido de ser fuerte.
—Y encima usando una supertécnica —añadió Andrea.
—Ese capitán seguro que es un imperial, tiene pinta de uno —dijo Guille.
—Claro, con la cara de mala hostia que tiene… —resopló Joss divertida.
 
—Buenos días —saludó mientras abría la puerta—. Vaya, he llegado justo a tiempo.
—Ken, buenos días. ¿Qué haces? ¿Por qué no estás en el estadio? —se sorprendió Vlad.
—Bueno, he pensado que podríamos ver el partido juntos —sonrió levemente, tomando asiento en la misma silla de ruedas—. Parece que no lo van a pasar bien contra la Royal.
—Sí, son muy buenos —asintió Vlad, mirando de nuevo la televisión—. Pero…
—¿Ocurre algo?
—¿Por qué Victor no está en el partido? —se puso más serio.
—Oh, bueno, eso lo desconozco.
—Han salido solo diez jugadores al campo. ¿Cómo es posible que no le hayan sacado?
—¡Atención! ¡Qué asombrosa la velocidad de Arion! —narró el comentarista—. ¡Ha bajado hasta aquí para defender!
—Incluso con diez se las apañan bastante bien —Ken intentó quitarle cierta importancia—. ¿Ves? Ahora mismo estarán planeando alguna táctica para contrarrestarlos.
—Bueno, el partido sigue con el saque de banda de la Royal Academy —anunció Charley Horse.
—Ya, pero aunque no juegue, ¿dónde está Victor? —insistió.
—Buenos días.
—Hablando del rey de Roma… —comentó Ken, mirando hacia la puerta—. Buenos días.
Victor se sorprendió al ver a Ken allí y Vlad hizo lo mismo al ver a su hermanito en el hospital. El joven de primero se sentó en la silla que había al lado de Sasaki como si nada.
—Victor, ¿pero qué estás haciendo aquí? —le preguntó su hermano.
—¿Eh?
—¿Qué pasa con el partido?
—Ah, el partido… —sonrió, para después mirar de reojo a Ken y apartar la mirada.
—Contéstame —pidió Vlad.
 
—¡El Raimon corta el pase de la Royal Academy y la recibe su capitán! ¡Riccardo a Adé! ¿Eh? ¿Pero qué está sucediendo? ¡El Raimon pasa ahora hacia atrás mientras Riccardo Di Rigo corre hasta la portería de su campo! ¿Qué pretenderán ahora?
—¿Van a intentar el Trueno Ilimitado? —se extrañó Andrea.
—A lo mejor ocurre un milagro —dijo Guille.
—Ni Riccardo ni Michael tienen la fuerza bruta suficiente —apuntó Einar—. No lo conseguirán nunca. Tiene que chutar otra persona.
—Victor no ha aparecido ni creo que lo haga —contestó Joss.
—Si no está aquí, entonces seguramente esté con Vlad —presupuso Saki.
—Me encantaría que pusiera la misma dedicación al fútbol —comentó Annie.
—Un momento, ¿dónde está Yuuto? —preguntó Rubén.
—¿Cómo? ¿No está ahí? —se alarmó Saki.
—No, mira. No está en el banquillo con Jude y David —señaló el compositor.
—¡Arion se hace con el balón cuando Riccardo intentó chutar! ¡Caesar Cornell intenta hacerse con el balón! ¡Sin embargo, logra deshacerse de él con la Brisa Deslizante y sigue avanzando! ¡Duke Dartmouth y Cameron Cambridge salen al paso! ¡Vaya, Riccardo Di Rigo ha subido hasta la posición de Arion y recibe el balón! ¡Con una gran combinación de pases con Arion, el capitán del Raimon logra crear una oportunidad de tiro! ¡I-Increíble! ¡Preston Princeton, el portero de la Royal Academy, ha detenido sin mayor problema la supertécnica Pentagrama de Riccardo!
 
—Si anulamos a Riccardo Di Rigo, el Raimon no podrá hacer nada —indicó David Samford.
—Hostiguémoslos más —ordenó Jude Sharp.
—Sí. ¡Equipo, adelante! ¡Operación delta tres!
 
El móvil de Ken resonó por toda la habitación, rompiendo ese ambiente un tanto tenso que había.
—¿Qué pasa en la Royal Academy? —dijo el comentarista—. ¡En un movimiento muy arriesgado, ha repartido a los jugadores alineándolos a cada una de las bandas!
—¿Por qué se pondrán así…? —se sorprendió Vlad.
—¿Sí? —contestó Ken, con la vista clavada en la televisión—. Sí, ha llegado hace poco —le lanzó una mirada a Victor—. ¿Cómo…? No, no está…
—¡Buenos días…! —una jovial voz interrumpió a Ken, abriendo de golpe la puerta—. ¿Habéis visto qué bueno es el portero de la Royal?
—Sí, Yuuto acaba de llegar —confirmó Ken—. Sí… Sí, no te preocupes. Hasta luego —colgó el móvil.
—Oh, ¿hablabas con Saki? —sonrió Yuuto—. No me digas que la has dejado sola en el estadio.
Y sin pudor alguno, la rubia se sentó al pie de la cama, acomodándose bien para poder ver el partido y a los tres varones de allí. Con tan solo mirar la formación de la Royal, Yuuto sonrió de lado.
—¡Bueno, Preston le envía un pase a Yale! ¡Arion y JP bajan para reforzar la defensa del Raimon! ¡Yale pasa a Cambridge, que está en la otra banda! ¡Cambridge a Stanford! ¡La Royal está avanzando mediante pases largos de banda a banda mientras el Raimon empieza a perder pie!
—Cuando Di Rigo sube hasta la delantera, no puede crear juego para el medio campo y el equipo debe jugar a la defensiva —explicó Ken.
—Es decir, el punto débil del Raimon —resumió Yuuto—. Qué buen ojo tienes, capitán.
 
—¡Un balón alto! ¡Es un centro para Columpia! ¡Y da un enorme salto…! ¡Se deshace de la defensa de JP y el remate de cabeza sale desviado por muy poco! ¿Es posible que la defensa desesperada de Jean-Pierre lograse desviar el tiro?
—¡No! ¡Así no! —gritó Guille, queriéndose tirar de los pelos.
—¿Así no por qué? —cuestionó Einar.
—¿No os habéis dado cuenta? ¡Ha saltado bajo!
—¿A eso le llamas bajo? —se sorprendió Andrea—. Joder, ya me gustaría saltar así de bajo.
—No sé, yo lo he visto bastante bien ese salto —murmuró Saki.
—No me entendéis —resopló con frustración Guille—. Ya se lo dije a Mark, espero que pueda hacer algo.
—Ha sido el primer salto, tómatelo con calma —sonrió Annie.
—Eso, ten fe en el pequeñajo —animó Joss.
—Sí, bueno, primero tienen que salir de esa encerrona —señaló Rubén—. Solo están defendiendo.
 
—¿Serán capaces de sobrevivir a todos estos ataques o por el contrario podrán encontrar un huevo por el cual atacar? ¡El Raimon intenta una vez más esa táctica fallida!
—¡Maldita sea! —maldijo Estela—. Sigue sin salirles el Trueno Ilimitado.
—Y encima con diez jugadores… —murmuró Celia.
 
—Victor, ¿seguro que no tendrías que ir…? Si te fueras ahora, aún llegarías a tiempo.
—Tranquilo, aunque yo no esté, ellos pueden jugar bien solos.
—¿Qué? —Vlad no podía creer el pasotismo de su hermano.
—Venga, venga, no sufras, Vlad —sonrió Yuuto—. Es el Raimon. Son famosos por sus remontadas en el último momento, ¿verdad que sí, Ken?
—Sí.
—Victor… —llamó de nuevo su hermano.
—Cuánto calor hace aquí, ¿no? —se levantó el adolescente—. Tengo la boca seca
—Pues vamos a comprar algo —Yuuto también se levantó de un salto—. Te acompaño.
Cuando esos dos salieron, Vlad miró hacia la silla de ruedas donde estaba sentado Ken. El joven se sorprendió por su expresión seria y decidida.
 
—¡Pero JP! ¡¿Qué mierda de salto ha sido ese?! —chilló Guille, indignadísimo.
—Me ha dejado sorda —se lamentó Andrea.
—Pero bueno, no grites de esa manera —regañó Joss—. ¿No ves que están defendiendo con todo lo que pueden?
—Pobres, se están cansando de tanto defender —comentó Annie.
—¿Mark no les va a decir nada? —se preguntó Rubén—. ¿No tiene ningún plan?
—Al menos están aguantando el embistes de la Royal —dijo Rubén.
—Pero no están atacando de verdad —objetó Einar—. Son mucho más fuertes que eso.
—Por favor, Einar, no animes tanto, ¿quieres? —comentó Saki con sufrimiento.
 
—Está claro que jugar con diez es muy duro —dijo Hugh.
—Además, juegan contra la Royal Academy —añadió Shun—. Es lo más normal.
—Oye… ¿Crees que hicimos bien en irnos del equipo?
Shun se quedó sorprendido por la pregunta.
—Preguntarse eso… a estas alturas…
—Sí, ya, pero… —Hugh intentó decir algo más, pero se calló.
No tenían derecho después de desertar.
 
—¡El Raimon consigue despejar por los pelos el ataque de la Royal Academy, pero el peligro no se acaba nunca para ellos! ¡El partido continuará con el saque de banda de Baron Oxford de la Royal! ¡Dracon Yale se hace con el pase y sale corriendo! ¡Arion intenta detenerle, pero no lo consigue! ¡Yale le pasa a Remington, que está libre! ¡Lo despejó! ¡Samguk, el portero, ha hecho un despeje desesperado!
El balón se fue al aire, justo cerca de donde estaba el capitán de la Royal y JP.
—¡Vamos, JP, salta con todas tus fuerzas! —se levantó Guille—. ¡Tú puedes! ¡Salta como sabes…!
Sus amigas también empezaron a chillar para animar al más bajito de todos.
—¡JP! —se pudo escuchar el llamado de Mark Evans—. ¡El cielo! ¡No mires al rival! ¡Mira al cielo y vuela, JP! —señaló al cielo abierto.
—Parece que lo ha entendido —murmuró Einar.
—¡Vamos, salta!
—¡Tú puedes!
—¡Jean-Pierre da un salto prodigioso que supera a Columbia y logra despejar el balón!
—¡Sí! —saltó de la alegría Guille—. ¡Lo logró! ¡Lo logró! ¡Por fin, por fin!
—Así que a eso te referías antes con lo de ponerse nervioso y ser un novato, ¿no? —sonrió Andrea.
—Exacto, H.
 
—JP ha… ha volado —dijo Rosie, maravillada.
—No está mal el chaval, ¿eh? —comentó Jade.
—JP es fantástico —añadió Skie.
—No podía saltar tan alto como en los entrenamientos, porque estaba demasiado nervioso —se dio cuenta Celia.
—Y nuestro capitán siempre guiando a nuestros chicos para que encuentren soluciones —sonrió Estela, mirando a Mark.
—Así crecen como personas y jugadores —asintió Celia—. Igual que hacía el entrenador Travis.
—Y la entrenadora Schiller —se rió Estela—. Mi cuñada.
—¡Michael corre en dirección opuesta a la portería! ¿Se trata de la misma supertáctica que intentaron poner antes en acción? —dijo el comentarista.
 
—¿Por qué está aquí y no en el partido? —preguntó Victor, cuando se cansó de que la chica le taladrara la nuca con los ojos.
—Lo mismo podría preguntarte a ti, Victor.
—A diferencia de usted, yo no tengo a un equipo al que dirigir.
—Tranquilo, pequeño, Sharp y Samford sabrán arreglárselas muy bien sin mí.
—Si está aquí para vigilarme, entonces no se preocupe, yo…
—No te des tanta importancia, chaval —se rió la rubia—. He venido a ver a tu hermano, nada más. Oh, Saber Sabel…
Victor se giró hasta ver a su antiguo entrenador. Viendo que el hombre trajeado tenía ganas de hablar, decidieron salirse a uno de los jardines del hospital.
—Creo recordar que el Sector Quinto te encargó una misión muy clara: servir a la derrota total y absoluta del Raimon.
—Sí, no te preocupes. Aunque yo no intervenga en el partido, el Raimon perderá.
—Sabel, ¿es que acaso no estás viendo el partido? —intervino Yuuto—. El Raimon está en graves aprietos contra la Royal. Solo tienen diez jugadores en el campo y parece ser que no les está saliendo una supertáctica que tenían pensada. Menudos debiluchos. Y si no, escucha.
Yuuto puso la retransmisión en directo en su móvil. El comentarista exclamó:
—¡Un Espíritu Guerrero…! ¡Dracon Yale, de la Royal Academy, acaba de tumbar a Michael Ballzack usando a su Espíritu Guerrero, Caballero Dragón Drake! ¡La supertáctica del Raimon ha vuelto a fallar una vez más!
—¿Ves, Sabel? Los Espíritus Guerreros del Raimon son una birria comparados con los de mis chicos de la Royal.
 
—¿Este es el Raimon de ahora? —dijo Jude con decepción—. Destruidlos.
—A la orden —contestó Samford—. ¡Equipo! ¡Operación alfa uno!
 
—La Royal Academy forja a sus jugadores con una preparación muy estricta. Es imposible que los diez del Raimon puedan con ellos.
—Ten un poco de confianza en mí, Sabel. Después de todo, yo misma he entrenado a los porteros de la Royal.
—Y estoy seguro de que habrá hecho un gran trabajo, señorita Takagi —Saber Sabel se ajustó el sombrero—. Sin embargo, Victor, si el Raimon consiguiera romper a la Royal de alguna manera y ganara el partido, entonces tendrás que olvidarte del dinero para la operación de tu hermano.
Victor quedó consternado. Dejó salir su rabia y frustración apretando con fuerza la lata del refresco. Yuuto ya no tenía esa sonrisa prepotente en la cara. Y detrás de la puerta al interior del hospital, estaban Vlad y Ken, escuchándolo todo.
—Deja de repetirte como un maldito loro, ¿quieres? Está claro que le saldríais con esto después de desobedecer las órdenes contra el Vía Láctea —entonces miró el móvil—. La Royal Academy acaba de marcar un gol. El Raimon está sentenciado, puedes respirar tranquilo.
—Oh, ¿pero cómo sé que ha captado realmente el mensaje?
—No te preocupes —Yuuto miró de reojo a Victor y sentenció—: Al fin y al cabo, estoy aquí para que Victor haga lo correcto.
 
 
 
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Con un gol en contra, el Raimon se verá apretado contra las cuerdas por culpa de la Royal y sus imperiales. Para colmo, por más que lo intentan el Trueno Ilimitado no les sale. ¿Será el equipo de Jude Sharp quien detenga definitivamente el movimiento revolucionario del Raimon?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: TODOS A UNA
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


Bueno, bueno, aquí la Royal Academy demostrando quién es el puto amo.

Aviso desde ya que en abril me tomaré un descanso. Necesito concentrarme en una cosa que lleva zumbándome por la cabeza durante un buen tiempo y quiero tomarme ese tiempo libre, para poder hacerla. Porque si no lo hago, sé que al final no lo saco.

Volveré en mayo.

¡Hasta la próxima!



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