CAPÍTULO 17- TODOS A UNA
—¿Podemos hablar, Takagi?
Victor quedó sorprendido por la fría voz de Ken. Yuuto tan solo sonrió con
cierto desdén, dándole una suave palmada a la espalda del pequeño imperial.
—Ve dentro, Victor. Estos amigos de la infancia tienen cosas de qué hablar.
Tu hermano te espera dentro, no le hagas preocupar.
Victor obedeció, dejando la puerta abierta por si acaso. Se encontró con
que Vlad le recibió con una cara bastante larga, con el entrecejo arrugado. Ken
cerró la puerta despacio, dejando una rendija abierta para poder escuchar lo
que pronto se vendría. Después, se enfrentó a la mirada altanera de Yuuto
Takagi.
—En este clásico del fútbol juvenil que es el Raimon contra la Royal
Academy, el Raimon pierde cero a uno contra la Royal. ¡Y aquí está la reacción
del Raimon! ¡Michael Ballzack entra en el campo contrario regateando! ¡Pero la
supertécnica combinada Gran Torbellino lo para en seco! ¡Pasan por encima de
Eugene con facilidad pasmosa! ¡La Royal rompe una vez más la defensa del Raimon
y el capitán chuta a puerta con todas sus fuerzas! ¡Pero ahí está Samguk Han
para despejarlo!
—La Royal no para de atacar… —comentó Andrea.
—Y eso que lleva ventaja —añadió Guille.
Saki ojeó su móvil con cierta preocupación. Todavía tenía esperanzas de que
Victor apareciera a ayudar.
—Hombre, teniendo una ventaja de un jugador más, ¿quién no atacaría como un
loco? —Rubén se cruzó de brazos.
—Es la oportunidad perfecta —asintió Einar.
—Maldita sea. Si Victor no les hubiera dejado en la estacada… —se lamentó
Joss.
—Tampoco es seguro que el Trueno Ilimitado saliera si él viene —repuso
Annie—. No ha venido a los entrenamientos y esa supertáctica parece que
necesita algo más que fuerza bruta.
—Algo me dice que has escuchado conversaciones ajenas… —sonrió Yuuto.
—¿Qué demonios pretendes, eh? ¿Cómo puedes estar de acuerdo para que hagan
eso? —le increpó Ken.
—A ti no te debo explicaciones, Sasaki. No fui yo quien hizo todas esas
decisiones.
—¿Qué te pasó? Antes no eras así.
—No creo que nunca me llegaras a conocer del todo.
—Tal vez. Pero eso no es excusa. No conoces a Victor, él es un buen chico.
—¿Sí? Pareces un loro repitiendo lo mismo —Yuuto parecía divertida—. ¿Tanto
le conoces que no sabías que trabajaba para nosotros?
Ken frunció más el ceño. Estaba a punto de responderle, pero la voz severa
de Vlad le detuvo.
—¿Por qué razón has venido aquí? ¿Y has abandonado a tus compañeros de
equipo? —se escuchó decir.
—Oh, vaya, parece que asistimos a una pelea familiar.
—Estás jugando con la vida de un chaval —le recriminó Ken.
—No tiene una enfermedad mortal, tan solo está inválido. No exageres, por
favor.
Ambos adultos se callaron cuando escucharon decir a Vlad:
—Oye, ¿así es como demuestras lo mucho que te importa el fútbol? ¡Victor,
respóndeme!
Ken apretó los puños, odiando la sonrisa petulante de la portera.
—¡El balón le llega de nuevo al capitán Rex Remington!
—¡Dios mío! —exclamó Estela, viendo un nuevo Espíritu Guerrero salir.
—¡Cuervo Alas Negras!
—El capitán también es un invocador —Celia, al igual que los demás, se
quedó pasmada.
—¡Samguk, páralo! —animó Jade con un grito.
—¡Gol! ¡El segundo gol! ¡La Parada Ardiente no ha podido detener el
trallazo del Espíritu Guerrero de Remington!
Las gerentes miraron con preocupación el marcador. Estela reprimía como
podía su risa nerviosa. No era buen momento para reír.
—Victor, he escuchado todo lo que dijo ese hombre y… y también lo de Yuuto
Takagi.
Su joven hermano se quedó estupefacto, sin palabras. Vladimir se destapó
las piernas.
—Victor, dime, ¿te lo he pedido? ¡¿Alguna vez te he pedido que me arregles
las piernas?! ¡¿Cuándo lo hice?!
El aludido desvió la mirada, apretando los puños. La culpa y la impotencia
le estaban devorando.
—El Sector Quinto regula el fútbol amañando los resultados. Pensar que te
has mezclado con esa gente… Y encima tienes la desfachatez de traer a una de
tus amigas a verme… ¿Es eso lo mucho que te gusta el fútbol? Alegrarse cuando
el partido sale bien, sufrir al perder, querer regatear a todos los rivales y
marcar goles. ¡Todos esos sentimientos van surgiendo uno a uno y sentimos calor
dentro de nosotros! ¡Eso es lo que significa el fútbol, Victor!
—V-Vladimir… —jadeó Victor al ver a su hermano llorar.
—Has traicionado al fútbol. Al fútbol que los dos tanto amábamos. ¡Vete de
aquí!
Su hermano pequeño obedeció, cerrando la puerta de la habitación. Vio a los
dos adultos enfrente de la puerta, con cierta tensión palpando en el aire.
—No te preocupes, Victor —Yuuto apretó suavemente el hombro del chico—. Todo
se arreglará, ¿de acuerdo? Cuando le vuelvas a ver caminar y jugar al fútbol,
verás que todo habrá valido la pena.
—Victor, no la escuches —pidió Ken—. Aún tienes tiempo de llegar al partido
si nos vamos ahora. Tan solo ven conmigo.
—Oh, ¿pero dejarías solo a Vlad? ¿Sin que nadie se quede con él? —Yuuto
arqueó la ceja.
Victor se estremeció al escuchar semejantes palabras. Al final, decidió
marcharse con Yuuto.
El árbitro pitó el final del primer tiempo. El Raimon había conseguido no
encajar ningún gol más, quedándose con dos goles de desventaja. Los jugadores
estaban agotados por defender con todas sus fuerzas.
—Qué fáciles son —comentó Colby Columbia, mirando hacia el banquillo del
Raimon—. No entiendo cómo los demás equipos tuvieron problemas con ellos.
—El león siempre caza con todas sus fuerzas aunque sean liebres —filosofó
el capitán de la Royal.
Jude miró en dirección a Mark, Celia y Estela, que estaban mirando
anotaciones junto a las gerentes. ¿Qué estaba sucediendo? ¿De verdad era todo
lo que podía hacer su equipo?
—¿Sí? Pues tened cuidado de que la liebre no se os escape —interrumpió Yuuto,
llegando hasta ellos—. Al fin y al cabo, los leones están gordos y no corren
tanto como esos orejudos.
—¡Sí! —respondieron.
—Takagi, llegas tarde —saludó Samford.
—El tráfico estaba fatal —sonrió para después mirar el marcador—. Aunque no
veo para qué querría estar aquí, Samford, veo que lleváis bastante bien el
partido. Muy bien hecho, Princeton, sin encajar ningún gol —le guiñó el ojo.
—¡Por supuesto, señorita Takagi!
—Bueno… —suspiró Adé estando sentado en el suelo—. Por lo menos solo nos
han metido dos.
—Pero así no vamos a poder ganar —se lamentó Eugene—. Necesitamos completar
el Trueno Ilimitado o si no…
Eugene se dio cuenta de la frustración que tenía Michael. Era el delantero
del equipo y no había conseguido completar la supertáctica a pesar de todos los
intentos. Su fuerza de chut no servía para nada. Arion se le acercó para
decirle:
—Michael, todos tenemos que probar otra vez más. Para conseguirlo, hay que
intentarlo. Te lo pido por favor —le hizo una reverencia respetuosa.
—¡Pero si no hemos logrado completarlo con todas las veces que lo hemos
probado!
—¡No os rindáis! —dijo Mark—. Los que logran las cosas son los que nunca se
rinden.
A pesar de las palabras alentadoras del entrenador, el equipo no pudo
evitar sentirse algo pesimista.
—¡Ponedme a mí! —Victor llegó derrapando por el césped.
—¿Victor? —se sorprendió Wanli.
Eso llamó la atención de los imperiales de la Royal.
—Dejadme jugar este partido —suplicó.
—Ah, ¿en este no piensas largarte? —preguntó Riccardo.
—No os lo pido como imperial, os lo pido solo como jugador de fútbol.
Eso sorprendió a todos.
—¿Cómo quieres que confiemos en ti? —espetó Michael.
—¡Estaríais tontos si confiarais de verdad en ese pequeño imperial! —declaró
Yuuto, sonriendo con malicia hacia ellos—. ¡Porque el Sector Quinto no es algo
que se pueda dejar tan fácilmente!
Victor apretó los puños, mirando con súplica a los demás.
—¡Pues yo sí confío en Victor! —declaró alto y fuerte Arion.
Incluso el propio aludido se sorprendió. Yuuto se permitió mostrar su
incredulidad.
—Victor siempre nos lo ha hecho pasar mal —recordó Michael—. En el anterior
partido pensé que podría confiar en él, luego falta a todos los entrenamientos
y ahora ha llegado tarde al partido. ¿Aun así confías en él?
—Sí confío. Por favor, recordad cómo juega Victor al fútbol. Si no le
gustase como a nosotros, no podría hacer esas jugadas tan increíbles. Por eso
confío en él —Arion terminó sonriendo.
Terminaron cediendo, incluso Michael.
—Victor ha venido —Saki sonrió, aliviada—. ¿Sí? ¿Ken? Es maravilloso, Ken,
has podido convencer a Victor —le dijo a su novio por teléfono—. ¿Cómo? Pero si
ha venido, está en su puesto ahora mismo —se sorprendió la rubia.
—¿Qué pasa, Saki? —preguntó Annie.
—Espera, pongo el manos libres y así puedes decírselo a ellos.
Aprovechando el bullicio de la gente, Saki se tomó la libertad de tomar el
riesgo de que lo dijera en voz alta. No corría demasiado riesgo de revelar todo
aquel chanchullo.
—Hola a todos —saludó Ken antes que nada—. Creía que Victor se habría ido a
casa o a las instalaciones del Sector Quinto. Le ofrecí llevarle al partido,
pero al final se marchó con Yuuto.
—¿Yuuto también ha venido? —se extrañó Guille.
—Sí, mirad, ahí está —señaló Joss hacia el banquillo.
—¿Entonces han venido juntos? —se preguntó Rubén.
—¿De qué parte está? —quiso saber Einar.
—La verdad es que no lo tengo muy claro —admitió Ken—. Yuuto ha amenazado
sutilmente a Victor estando delante de mí, así que no sé si Victor querrá
arriesgarse a que le hagan daño a su hermano.
—Pero estás con él, ¿no? —preguntó Andrea—. Si estás ahí con él, no creo
que se atrevan a hacer nada en un hospital lleno de gente.
—No lo sé. No tengo ni idea. Ahora mismo Vlad está muy enfadado con Victor.
Se ha enterado de que es un imperial y del trato que hizo con el Sector Quinto.
—¿Qué trato? —preguntó Annie.
—Vlad y yo hemos descubierto que Victor había hecho un trato con el Sector
Quinto. A cambio de trabajar para ellos, le pagarían una operación en el
extranjero para que pudiera volver a caminar. Estaban amenazándole con no
cumplirlo.
—Dios mío —murmuró Einar.
—Entonces nada nos asegura por el momento que Victor esté de nuestra parte —sentenció
Guille.
—Habrá que esperar a ver qué hace —coincidió Joss.
—Te dejo, ya va a empezar —dijo Saki—. Nos vemos después del partido. Hasta
luego.
—¡Comienza el segundo tiempo con la Royal Academy sacando de centro!
¡Victor se lanza de repente y roba el balón!
—Así que otra vez traiciona al Sector Quinto… —observó Estela.
—Tal vez haya posibilidades de ganar este partido —se esperanzó Celia.
—¡Mirad…! ¡Van a hacerlo…! —señaló Jade.
—¡Oh! ¡El Raimon se prepara de nuevo para hacer su supertáctica! ¡Esta vez
es Victor Blade quien corre hacia su propio campo! ¿Conseguirán esta vez tener
éxito?
—¡Lo ha chutado! —exclamó Skie.
—¡A por ellos! —gritó Jade, con Rosie sonriendo a su lado.
—¿Eh? ¿Por qué no ha funcionado? —se sorprendió Rosie.
—Si está bien hecha, toda esa energía acumulada explota en el campo rival,
apartando a los defensas y dejando una gran oportunidad de tirar a puerta y
marcar gol —explicó Celia.
—¿Y por qué no ha creado esa onda? —preguntó Estela—. ¿Es que Victor lo
está saboteando a propósito?
—No parecía eso —objetó Celia.
—¡Riccardo Di Rigo le roba magistralmente el balón a Hampton Harvard! ¡Y
ahí va de nuevo, la formación de la supertáctica del Raimon! ¡Antes parecía que
iba a funcionar pero al final el balón perdió toda la fuerza que parecía tener!
¡Victor Blade ha devuelto el balón con toda su potencia de tiro!
—No está funcionando —gruñó Andrea.
—¿Qué pasa? ¿Lo está haciendo a propósito o qué? —espetó Joss.
—No, ni él mismo se lo cree —intervino Saki—. Mirad su cara de sorpresa. Lo
está intentando con todo lo que tiene. Pero hay algo que le retiene.
—Seguro que es por lo de Vlad —dijo Rubén.
—Tiene que pensar solo en el fútbol —Einar frunció el ceño—. Si no piensa
en el fútbol, no se puede concentrar.
—¡La Niebla!
Colby Columbia se fue de lleno hacia una espesa niebla que le impedía ver
más allá de sus pies. De un momento a otro, Gabriel García salió de la nada y
se llevó el balón.
—¿Esa es la supertécnica defensiva de Gabi? ¡Es fantástica! —se maravilló
Arion.
—¡Victor!
—¡Cielos! ¡Victor ha reaccionado tarde y le han robado el balón! ¡Dracon
Yale sube a toda velocidad hacia el campo contrario! ¡Pero Arion se enzarza en
un titánico duelo por la pelota!
—¡¿Qué te pasa, Victor?! ¡Ahora mismo no estás mirando al fútbol a la cara!
—Arion terminó en el suelo, justo a los pies del delantero—. Y eso hace… Eso
hace… ¡Eso hace llorar al fútbol! —declaró, mirando con seriedad a los ojos de
Victor.
Entonces el pequeño de los Blade recordó las lágrimas de decepción de Vlad.
—¡Oh! ¡Victor vuelve a ser el mismo y realiza un robo fantástico! ¡Empiezan
de nuevo con la formación del Trueno Ilimitado!
—Vaya, veo un cambio en el chico —murmuró Rubén—. ¿Qué le habrá dicho
Arion?
—Seguro que algo relacionado con el fútbol siendo una persona —bromeó
Andrea.
—Sea lo que sea, parece que ha hecho reaccionar a Victor —Guille se encogió
de hombros.
—¡Por fin! —Saki pegó un salto—. ¡Les ha salido, les ha salido!
Annie empezó a dar saltitos de alegría con la rubia.
—Menuda potencia —silbó Joss.
—¡Han volado! —se rió Annie.
—¡Vamos, Arion! ¡Marca! —chilló Einar al ver que el chico recogía la pelota—.
¡Tú puedes!
—¡Cielos! ¡Arion Sherwind ha tirado con una nueva supertécnica, Tiro
Vendaval! ¡Gol! ¡El primer gol del Raimon! ¡Y también el de Arion! ¡Uno a dos!
¡Están a un solo gol de distancia!
Einar pegó un grito aguerrido, lleno de alegría y exaltación. El ánimo de
toda la grada se animó, viendo que el partido se tornaba más interesante.
Gracias a ese gol, los chavales fueron jugando con otro ritmo,
envalentonados por ver más cerca la remontada. Vladimir y Ken sonreían mirando
el partido.
—Ha sido un gol hecho por todos —declaró Vlad.
—Ahora el equipo por fin está unido —asintió Ken.
Los dos disfrutaron del enfrentamiento entre Director Magister y Cuervo
Alas Negras en el campo, los Espíritus Guerreros de los dos capitanes. Riccardo
fue el que terminó llevándose por delante al imperial y el balón.
—¿Qué hace Victor pasando el balón tan alto? ¡Un momento, ahí va JP! ¡G-gol!
¡Madre mía! ¡Jean-Pierre Lapin ha marcado su primero gol con su Salto
Incandescente! ¡Increíble! ¡Con esto, empatan el partido!
—¡Todos los jugadores de la Royal regresan a su campo para defenderse!
—David —llamó Jude.
—¿Sí?
—¡Ánimo, no pasa nada, Princeton! —animó Yuuto—. ¡A la próxima la paras!
El portero miró hacia ella, sonriendo con confianza.
—Ahora mismo son uno solo —sonrió Annie, viendo las ganas que le ponían.
—Claro, van todos a una y por eso tiene más potencia —rió Joss.
—¡Esto está ganado! ¡Vamos, marcad! —animó Einar.
—¡Vamos, marca, Victor! —gritó Saki.
—¡Gol! ¡Victor ha marcado! ¡Con la asistencia de Arion, el gol de la
remontada se ha hecho realidad! ¡Y ahí está el árbitro, pitando el final del
partido! ¡El instituto Raimon llega a la final de la fase de clasificación de
la zona este del torneo Camino Imperial!
El grupo de amigos se abrazaron, llenos de alegría y sin poder creerse que
hubieran derrotado a la Royal Academy.
—¡Arion y JP marcaron los primeros goles y fue Victor Blade quien marcó el
de la victoria! ¡Todos los goles han sido de alumnos de primer año! Está claro
que la entrada de Victor supuso un gran revulsivo para el equipo. ¡Y hasta aquí
ha llegado la jornada de hoy! ¡Charley Horse se despide hasta el próximo
partido! ¡Nos vemos en la final de la clasificación!
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Con esta victoria
tan importante, el Raimon está entrando en una fase decisiva. Si ganan el
próximo encuentro, el viento de la revolución llegará finalmente al torneo nacional.
Y también es hora de decir la verdad. Toca dar explicaciones. Porque al
parecer, los únicos que no se enteraban eran los del Raimon. ¿Qué es ese
secreto que guardan tan celosamente algunas personas?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo
capítulo: ¡LA ESPOSA LO SABÍA TODO!
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
Vaya, este capítulo ha quedado más corto de lo que pensaba xD Pero bueno, tampoco se podía sacar mucho más.
Atentos, porque hay alguien calentando en el banquillo para salir en el próximo capítulo :D
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