CAPÍTULO 31- LA REVANCHA


¡Perdón por llegar tarde!
Joder, Rubén, no creo que estuvieras tan lejos. Si yo he tenido que venir de más lejos. Si lo llego a saber, quedamos en Tokio —a pesar de la reprimenda, la rubia sonreía.
Es que he tenido que perseguir a Arion porque se había olvidado la comida. Como está tan animado con todo este entrenamiento tan nuevo, pues tiene demasiada prisa por llegar al Raimon —sonrió el español, recuperando el aire tras la carrera.
¿Ahora sí que les gusta el entrenador Sharp? —se rió.
—Ay, Esthercita, parece ser que fui el único tonto que no pudo ver cómo los niños se tenían que comer sus palabras con Jude. Tenía que haber pedido que lo grabaran.
De tonto nada, que habías quedado conmigo —Esther se sacudió su larga melena rubia con prepotencia, luego se rió—. Pero luego voy a estar ocupada, así que no podemos desayunar demasiado rato.
¿Qué tienes que hacer aquí? Creía que habías venido por ocio. O para visitarme, ya que me tienes algo abandonado desde que te fuiste a Corea del Sur.
Ojalá fuera por ocio, pero no. He venido por trabajo y Byron me vendrá a buscar después. Tenemos cosas que hacer.
Creía que vendríais juntos —se extrañó Rubén.
En un principio solo era yo, pero ha habido cambio de planes.
Oh, espero que luego podamos darles una sorpresa a los demás —sonrió su mejor amigo—. Ni siquiera saben que estás aquí.
Sí, así se llevarán una gran sorpresa en cuanto me vean —asintió ella—. Pero eso tendrá que ser cuando me libre un poco de la carga de trabajo. Que estoy hasta arriba. No sabes lo duro que es ser autónoma —suspiró dramáticamente.
Pero creía que te iba bien con el canal y con todo tu artisteo entre surcoreanos.
Y me va muy bien —se apresuró a aclarar—. Entre mis covers, los escritos esporádicos, mis cómics y mis pinturas, estoy bien servida. Pero eso no quiere decir que no sea duro llevarlo todo para adelante.
Tienes que relajarte —Rubén le revolvió el flequillo con cariño—. Aprovecha ahora que estás entre amigos, ¿vale? Cada vez somos más los que estamos aquí de nuevo.
A ver cuándo encuentro hueco. Dejemos de hablar de mí. Dime, ¿a ti cómo te va en la música?
Sin embargo, Rubén terminó hablando de su otra pasión: Silvia Woods.
 
—Gran emperador, ya están aquí sus invitados.
Las puertas automáticas se abrieron. Las dos personas pasaron con tranquilidad hasta quedar enfrente de Alex Zabel.
—Cuánto tiempo ha pasado, ¿eh? —sonrió satisfecho el gran emperador, mirando a Byron Love.
—¿Tenía o no razón? —se jactó Esther.
—Así es —concedió Alex con un cabeceo.
—Una vez más, ¿por qué estamos aquí? —Byron la miró, manteniendo su gesto serio.
—Ahora lo sabrás, ¿de acuerdo? Créeme, no te habría hecho venir si no valiera totalmente la pena. En cuanto le escuches, verás que el viaje no ha sido en vano.
Byron miró de nuevo a Alex Zabel y luego a la expresión de su novia, que le pedía que confiara en ella. No habría venido si no lo hiciera desde un principio. Soltó un suave suspiro y dijo:
—Está bien.
 
—¡Adé!
—¡Allá voy! —el jugador recibió el pase del portero.
—¡Ahora sí!
Lucian fue directo hacia Adé, pero este le regateó con gracia y estilo.
—¡Eh, Lucian! ¡Tienes que pensar más en el movimiento del rival! —aconsejó Wan-Chang—. ¡No puedes esperar que el adversario se quede plantado para que les robes el balón, tú!
—¡Vale!
El novato fue tras Adé de nuevo. Y esa vez, tuvo éxito robándole el balón.
—¡Mira, Wan-Chang! —sonrió Lucian.
—Sí… Sí que lo ha logrado, tú… —murmuró, gratamente sorprendido.
Michael pidió el balón, que le llegó justo para recibir la segada de Subaru. Pero el peliceleste dio un salto y pasó de largo.
—¡Eugene!
—Me alegra que Lucian tenga ya un amigo… —sonrió Hikari, viendo lo bien que se llevaba con el defensa grandullón.
—Aquí lo que importa es que seas bueno jugando al fútbol, no de quién seas familia —soltó Estela.
—¿Te ha presentado a sus padres, Hiki? —preguntó Celia.
—Aún no. No ha surgido la conversación, pero creo que no tardará mucho en proponerlo.
Las gerentes más jóvenes estaban interesadas en esa conversación. ¿Cómo que presentarle a sus padres? ¿Era amiga de Lucian o de la familia?
También miraron con curiosidad al entrenador Sharp, cuchicheando cosas con su amigo español, que tenían entendido que también era entrenador de fútbol en España.
—¿Por qué le está ayudando? ¿Me lo recordáis? —susurró Jade a las otras dos.
—Creo que es porque el amigo del entrenador Sharp tiene más experiencia que él entrenando, ¿no? —dijo Skie.
—Pero él ya ha entrenador a la Royal Academy… —recordó Rosie.
—Skie tiene razón —bisbiseó Tris.
Las tres gerentes se asustaron en cuanto vieron a la mujer agazapada a un lado. Les sonrió, intentando no reírse abiertamente.
—Que no os dé miedo preguntar, chicas. Pero sí, Greg lleva más tiempo entrenando a jóvenes que Jude. Por eso puede darle algún que otro consejito y sacarlo de esa mente tan cuadriculada que tiene a veces.
Las tres gerentes y Tris observaron las espaldas de los entrenadores. Parecían prestar especial atención a Subaru, que se había quedado rezagado para recuperar el aliento.
Fuera del campo, se encontraban Jean-Pierre, Arion y Aitor con la pelota. Annie estaba sentada a un lado, mirando lo que hacían esos tres. Arion y JP se dieron ánimos y comenzaron a correr el uno hacia el otro. Aitor se encargó de colocar la pelota. JP dio un salto mientras Arion hacia lo mismo. La intención era conectar sus pies y que JP saliera propulsado gracias a Arion.
—¡Salto…! —dijo Arion.
—¡Boom…! —completó JP.
Pero la cosa se torció. Literalmente. JP quedó inclinado en dirección al suelo y fue Arion el que salió volando por los aires.
—¡Ese ha sido un buen centro, Aitor…! —felicitó Annie, para nada preocupada por los otros dos—. Este ejercicio te está viniendo bastante bien.
—Parece que todavía les falta un poco… —comentó Skie.
—Sí, pero es que ese nombre es tan feo —se quejó Jade—. ¿A quién se le habrá ocurrido eso del Salto Boom?
Los demás se rieron. Aitor terminó estornudando.
—Y encima me pitan los oídos —se quejó.
—A ver si te estás resfriando… —comentó Annie—. Venga, chicos, ánimo. Otra vez más —dio palmadas que para que siguieran intentando sacar la supertécnica—. ¡Y tú, Aitor! ¡Hora de entrenar cómo recibir el balón después de un pase horrible! ¡Prepárate, mocoso…!
El entrenamiento continuó, con todo el mundo muy motivado. Los planes de entrenamiento de Jude habían servido para que los jugadores estuvieran en mejor forma física que antes. Y eso se notaba.
A media tarde, Eve apareció junto a Einar para traerles la merienda y que recuperaran algo de fuerzas.
 
—¡Jude! —saludó Eve—. Me ha dicho Greg que vais a ir a cenar.
—Ah, sí, Steve también vendrá. ¿Quieres venir?
—¿A vuestra reunión de entrenadores de fútbol? —se burló la pelirroja—. Pues oye, no me importaría. De todas formas, Gregori tiene que volver conmigo, así que me vendrá mejor.
—¿Todavía sigues en el mundo de la música? Creo recordar que Nathan nos comentó alguna vez que estabas en el club de música en bachillerato.
—Sí, con la guitarra. Pero toco cuando puedo —se rió Eve—. No es que me quede mucho tiempo libre ahora mismo. Entre la repostería, la Resistencia y mi pasión por los coches, no me deja mucho margen. Pero sigo tocando, sí. ¿Por qué? ¿Quieres tocarle una serenata a tu ser amado? —le miró con picardía.
—No. Es solo que me parece curioso que muchos en bachillerato termináramos en clubes distintos al de fútbol.
—Ah, sí —asintió Eve—. La vida da muchas vueltas y parece que al final hemos terminado donde nos conocimos: en el fútbol. Oye, ¿y cómo es que Steve va? ¿Es para darte más consejos sobre cómo entrenar a los niños y no ser tan duro?
Jude no respondió a la burla de la repostera, pero estaba claro que estaba recolectando consejos de gente más experimentada que él en el arte de enseñar.
—¡¿Pero qué demonios te pasa?! ¡Te estás torciendo cada vez más…!
Jude y Eve se detuvieron al escuchar los gritos de Hikari. Miraron en dirección a la voz. Lo primero que vieron fue la alta figura de Ryoma Nishiki en un solar en un nivel bajo al que se accedía con escaleras, estrellando el balón de fútbol en una diana improvisada que había colocado en la pared.
—¡Concéntrate, Ryoma…!
—Creo que Hiki nunca llegó a explicarnos cómo conoció a Nishiki… —murmuró Eve.
—Me pareció escucharle decir que su mentor era amigo suyo.
Observando a esos dos, se dieron cuenta de lo que intentaba hacer Ryoma: golpear justo en el centro del punto azul de la pared haciendo coincidir con el punto de pintura roja que estaba en el balón.
—Alucinante —silbó Eve—. Y no se desvía demasiado.
—¿Hikari también hacía de mentora en Italia? —se preguntó Jude, viendo cómo regañaba la idol al jugador.
—Cercanos son si se permite gritarle de esa manera. La Gata Fiera no ha perdido su garra —bromeó Eve—. Vámonos, que llegaremos tarde.
—Sí —asintió.
Mañana sería un día ajetreado.
 
—Chicos, ya sabemos quién será nuestro próximo rival —anunció Estela en el entrenamiento.
—Será el instituto Kirkwood —dijo Celia.
Todos se pusieron en tensión. Tocaba enfrentarse a los vigentes campeones del Camino Imperial.
—A darlo todo, chicos, tenéis que ganar esta revancha —sonrió Annie—. Por la final del año pasado.
—Pero eso de ganar sería con una de las directivas del Sector Quinto, ¿no? —dijo Aitor.
—No, en este partido no —negó Samguk—. En aquel partido ya estaba muy claro quién sería elegido gran emperador y el Sector Quinto no emitió ninguna directiva. Jugamos con total libertad y perdimos.
—Bueno, pero ahora es diferente —sonrió Gregori—. Ahora habéis mejorado muchísimo y jugáis con otros aires.
—¿De verdad es tan bueno ese instituto? —se sorprendió Lucian.
—Pero es posible que este año tengamos un partido más fácil —dejó caer Shun.
—¿A qué te refieres, Shunsuke? —preguntó Estela.
Shun y su inseparable amigo Hugh intercambiaron una mirada cómplice.
—Nosotros hemos investigado un poco —confesó Hugh.
—Y hemos descubierto que existen dos bandos, uno a favor del Sector Quinto y otro, en contra.
—Así que están peleados —dedujo Samguk.
—Bueno, eso da lo mismo, chicos —sonrió Wan-Chang, confiado—. Parece que el próximo partido va a ser fácil, tú.
—Por mucho Kirkwood que sea, no creo que puedan ganarnos en ese plan —comentó Adé.
—¿De verdad pensáis que será tan fácil? —increpó Victor.
—¿Qué quieres decir, Victor? —preguntó el portero.
—Creo que todos lo sabemos —habló Jude—. El Kirkwood es un instituto que se ha reforzado mucho al trabajar bajo el poder del Sector Quinto. Por eso mismo, si podemos ganar la Kirkwood en esta situación, entonces…
—Daríamos un gran golpe para la revolución —adivinó Samguk.
—Pero el Sector Quinto no se quedará parado —objetó Gabi—. Hará lo que sea para impedir algo así.
—El caso es que si conseguimos vencerlos, nuestro movimiento ganará mucha más visibilidad y creará más nerviosismo entre el Sector Quinto —recapituló Greg—. Que el ganador del año pasado pierda ante los rebeldes sería muy significativo. La moral estaría tocada. Y sería una oportunidad perfecta para terminar de hundirla. ¡Así que a darlo todo! —miró durante un segundo a Subaru Honda—. ¡¿Oído?!
—¡Sí! —respondieron todos al unísono.
—¡A entrenar! —gritó Annie.
 
—¿Seguro que es por aquí, Esther?
—Según el GPS, tendríamos que estar cerca.
—Está a punto de oscurecerse y todavía no hemos llegado al instituto —suspiró.
—Pero es que no veo ese edificio que hemos visto —reclamó Esther.
—Yo tampoco lo veo.
Esther quiso lanzar el móvil lo más lejos posible. ¿Cómo era posible que se hubieran perdido con tanta facilidad? Buscó de nuevo imágenes del instituo.
—Eh, Byron, cariño…
—¿Qué?
—¿Qué demonios has puesto antes al buscar el Kirkwood?
—Pues su nombre —respondió Byron con obviedad.
—¿Entonces por qué al buscarlo ahora de nuevo me sale una cosa distinta a la que vimos antes? —le gruñó su novia, enseñándole las imágenes.
Observó mejor las imágenes y miró enfrente.
—Oh, creo que ya hemos llegado —dijo casualmente.
Si las miradas mataran, Byron habría muerto varias veces a lo largo de su vida.
Esther miró hacia el edificio que se parecía al sitio. Entonces vio a un chico con uniforme de deporte que parecía marcharse a casa.
—Vamos a preguntarle a ese chico —dijo Esther antes de gritar—: ¡Eh, jovencito!
El joven se detuvo y les miró. El chico de grandes ojos azul claro escaneó a esos dos adultos. El hombre rubio recogido con coleta baja y las puntas teñidas de celeste le daba una sonrisa suave. Iba vestido de uniforme, con corbata y las mangas algo subidas. A su lado había una chica rubia que parecía haber tenido mal día, pero que se esforzó en disimularlo con una sonrisa. Era la que le había llamado a voz en grito.
—Perdona, ¿por aquí se va al instituto Kirkwood? —preguntó Byron.
—Sí. Si sigue por ese camino, llegará al instituto.
—¿Seguro que es ese? —señaló Esther—. ¿Eres alumno?
—Sí —asintió.
—Muchas gracias —sonrió ella—. ¿Podemos molestarte un poco más? Nos gustaría que nos llevaras hasta el club de fútbol del Kirkwood.
El chico se sorprendió.
—¿Puedo preguntar quiénes son?
—Disculpa nuestra mala educación. Me llamo Esther Mashiro y él es Byron Love. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?
—Bay Laurel, capitán del equipo de fútbol.
—¡Qué coincidencia! —exclamó Esther, contenta por ese golpe de suerte—. ¿Podrías acompañarnos, por favor? Luego te dejamos ya en paz.
 
—¿No notas a ese chico algo extraño? —preguntó Gregori en un susurro—. ¿Cómo dices que se llamaba…? ¿Toyota?
—Honda. Subaru Honda —corrigió Jude—. Y sí, hace días que parece alterado.
—Eso está haciendo que falle más de lo debido.
—Será la presión de ver a tantos novatos.
—¿No deberías decirle algo?
Jude se quedó callado.
—También le puedes dar ánimos o algo —Greg sonrió con diversión.
La inteligencia emocional de Jude era bastante escasa.
—Debe ser duro ver que se están uniendo jugadores más jóvenes y con tantos talentos. Sobre todo Aitor, que tiene madera de defensa.
Gregori miró al entrenador Sharp, que no dijo nada.
—¡Subaru Honda, ven aquí un momento, por favor! —llamó Greg.
El chico se vio sorprendido por el llamado, al igual que Jude. De todas maneras, acudió.
—Chaval, solo tengo un consejo para ti: no intentes imitar a Jude Sharp.
Subaru se quedó patidifuso con el consejo. Greg le dio unas cuantas palmadas en el hombro, le sonrió y le mandó de vuelta al campo.
—¿Eso eran ánimos? —preguntó Jude.
—Si es listo, se dará cuenta de lo que quiero decirle.
—¿Exactamente en qué no quieres que sea como yo?
—Los dos queréis hacerlo lo mejor posible, sacar el máximo partido. Pero eso es contraproducente. Lo único que hacéis es que os salga al revés. A ti se te revolvieron los jugadores y a él no le sale nada bien. Y como tenga ese fallo durante el día del partido, puede ser determinante para la eliminación.
Greg miró a un lado. Hikari se estaba encargando de colocar la pelota para Arion y JP, que todavía estaban practicando su nueva supertécnica combinada. Un poco más lejos, Estela y Annie se dedicaban a lanzarle balones endemoniados a Aitor para que este lograra recibirlos.
Todo el mundo estaba muy concentrado, con la mente en el partido contra el Kirkwood.
 
El vestuario se llenó de murmullos en cuanto vieron a las dos personas en la puerta. Algunos hasta se escandalizaban sonrojados por ver a la mujer allí también. Bay Laurel se dio cuenta de que eran las mismas personas de la tarde anterior.
—Intentad no presentaros demasiado tarde al entrenamiento —comenzó a decir la mujer rubia con una sonrisa amable—. Tenemos un anuncio importante que dar.
—Os esperamos en el campo —terminó por decir el hombre rubio.
Y con las mismas, se marcharon. Los jóvenes del Kirkwood estaban confundidos. ¿Quiénes eran?
—¿Ya estamos todos? —ella miró a todos lados, contando las cabezas que sobresalían—. Bien, no falta ninguno. Me presento. Me llamo Esther Mashiro y a partir de hoy, seré vuestra gerente.
—Segunda entrenadora —corrigió Byron.
—No puedo ser eso, ya lo hemos hablado —le murmuró Esther, sin perder la sonrisa—. Encantada de conoceros, chicos.
Todos seguían confundidos.
—Soy Byron Love, vuestro nuevo entrenador.
Los murmullos no se hicieron de esperar.
—Eso es todo por ahora —dijo Esther, dando una palmada—. Ahora, empezad con el entrenamiento, el mismo que seguís habitualmente.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Porque necesitamos observaros un poco antes de poder planear los entrenamientos hasta el próximo partido —explicó ella—. Venga, venga, el tiempo es oro.
Terminaron yéndose al campo, no del todo convencidos.
—Oye, dices eso de ti, pero yo tampoco es que esté del todo cualificado —le reprochó suavemente Byron, cerca de la oreja.
—Pero eres psicólogo deportivo y has trabajado con muchos jugadores de fútbol. Yo llevo años sin jugar de verdad. Oh, vamos, Byron, no pongas esa cara. Es por eso que el gran emperador te ha llamado, porque te necesitan. Necesitan que alguien les guíe, tanto táctica como emocionalmente. Y tú eres el indicado.
Byron se quedó en silencio.
—Escucha —dibujó una sonrisa conciliadora—. Estos niños se están viendo afectados por esta guerra de bandos en el fútbol juvenil de ahora. No me importa ayudar al gran emperador Alex Zabel, a pesar de no compartir su filosofía, porque siguen siendo niños. Espera a ver cómo están los ánimos entre ellos para decidir, ¿vale?
—Está bien.
No tardaron demasiado en notar que el equipo estaba totalmente roto. A pesar de ser compañeros, se quitaban la pelota entre ellos y se hacían unas jugadas bastante sucias. Y parecía que había un cabecilla en cada bando.
—Los hermanos Ash —leyó Esther en las fichas de los jugadores—. Ambos delanteros. El hermano mayor, Langford Ash, es el delantero estrella del equipo. El pequeño, Bradford, suele ser delantero suplente la mayoría de veces.
—Es el pequeño quien está en contra de los ideales del Sector Quinto, ¿no? —preguntó Byron.
—Así es —la rubia miró hacia el campo, donde los dos hermanos se estaban disputando el balón—. Parece que la enemistad es bastante fuerte.
—Hay que hacer algo —dijo Byron—. Antes de que sea demasiado tarde y el propio fútbol les destruya.
—Entonces, ¿tenía o no razón? —le sonrió con cierto sabihondo.
—Sí, la tenías…
—Por supuesto. ¿Cuándo no la tengo? —Esther soltó una carcajada—. ¿Deberíamos hablar con Bay Laurel?
—¿El chico de ayer? ¿El capitán?
—Sí. Estoy segura de que sabrá contarnos de primera mano cómo está el ambiente durante el vestuario. Puede ser nuestro pequeño espía.
—No parece que esté demasiado conforme con esta situación —Byron observó la incomodidad del chico durante el entrenamiento—. Quizás él sea neutro en ese asunto. Podemos empezar por él, sí.
—Lo que usted diga, entrenador Love. Todos suyos. Yo solo soy una simple gerente.
Cuando el entrenamiento dio por terminado, Byron los reunió y dijo:
—¡Derrotaremos al Raimon!
—¿Eh?
—¡Y cuando lo hayáis conseguido, veréis el camino por el que debéis avanzar!
Esther sonrió cuando vio el gesto de determinación del capitán Bay Laurel.
—Laurel, ¿puedes quedarte un momento, por favor? —pidió la rubia—. Queremos hablar contigo.
 
—¡Hasta luego tía Silvia, tío Rubén!
—¡Buena suerte, Arion! —dijo ella.
—¡No corras tanto, jovencito! —gritó Rubén, yendo detrás de él—. ¡Que yo también voy a ver el partido!
—Creía que te quedarías con tía Silvia —se sorprendió el chico.
—No, no. Les he dicho a mis amigos que tengo una sorpresa esperando en el estadio —sonrió.
—¿Una sorpresa?
—Sí —asintió—. Venga, vamos. ¡No podemos llegar tarde! —el español salió corriendo.
—¡Espérame, tío Rubén!
—¡Oh, vamos, no seas quejica y sígueme!
El día del partido había llegado. Los dos llegaron al instituto Raimon, desde donde partirían ambos autobuses hasta llegar al Complejo Deportivo Ruleta. Tuvieron suerte y Andrea y los demás pudieron despedirse del Raimon en el andén. El tren ya estaba ahí para transportar aleatoriamente a los jugadores hasta el campo.
—¡Mucho ánimo, chicos! —sonrió Andrea.
—Es un tren muy bonito —alucinó Einar, mirándolo desde todos los ángulos.
—Los japoneses y su tecnología, siempre a la última —comentó Estela.
—Por fin es el partido contra el Kirkwood —Samguk se veía determinado.
—¡A por la revancha! —dijeron al unísono Wan-Chang y Guille.
—Tengo curiosidad por ver en qué estadio os toca —dijo Yuuto—. ¿Vosotros creéis que los del Kirkwood sabrán algo del campo?
—No me extrañaría —respondió Eve—. Si son asiduos del Sector Quinto, seguro que parten con ventaja.
—No pongas esa cara, Subaru —sonrió Greg, dándole una palmadita en el hombro—. Lo harás bien.
Subaru se veía algo inseguro, pero terminó asintiendo.
—Bueno, siempre podemos atacar esa brecha que se ha creado en los jugadores —sugirió Ken—. Aunque no sirva de mucho, algo hará.
—Pero seguramente se habrán reforzado en eso —recordó Hikari.
—No creo que sean tan tontos como para no atajar el problema de raíz —bufó Tris—. Sería firmar su sentencia de muerte.
—Vamos, vamos, seguro que lo haréis muy bien —animó Rubén—. Aquí estaremos para animaros desde las gradas.
—Lo que me despierta más curiosidad es saber quién es la persona que los dirige —comentó Annie a Jude.
—Por más que buscamos, no llegamos a encontrar nada de información —se lamentó Celia—. Y eso es bastante raro teniendo en cuenta que es del Sector Quinto.
—¡Quita…!
El equipo del Raimon se quedó en silencio al escuchar esa voz tan agresiva. Al otro lado del andén, dos jóvenes con apariencia similar se estaban peleando al final de las escaleras. Parecía ser que el joven más alto había empujado al de menor estatura.
No cabía duda. Estaban peleados.
Bay Laurel terminó de subir las escaleras, cruzó miradas con Riccardo y le lanzó una mirada muy determinada. Eso descolocó a Riccardo. Era la mirada de alguien decidido a luchar por muy difícil que fuera la situación.
—¡Langford! ¡Bradford! ¡¿Qué os he dicho de ir peleando?!
Esa voz femenina se pudo escuchar por toda la parada del tren. Algunos jugadores del Kirkwood se estremecieron de solo oírla, otros hicieron muecas de desagrado.
Rubén directamente se puso blanco y gritó:
—¡¿Esther?!
—¡Pero si es Byron…! —exclamó también Jude.
—¿Quiénes son? —preguntó Aitor a Annie, que estaba boquiabierta.
—Byron Love, uno de los jugadores más fuertes que haya jugado nunca con el Raimon —explicó Celia.
—Ella es Esther, mi mejor amiga. Arion, te he hablado muchas veces de ella…
A Rubén le estaba a punto de dar algo. Quiso saltar las vías del tren e ir directamente a por su rubia amiga.
—¿Rubén? ¿Chicos? —se quedó sorprendida ella y sonrió alegremente—. ¡Dios mío! ¡Qué alegría veros…! ¡Cuánto tiempo…!
¡¿Qué cojones haces con el enemigo?! —le gritó Rubén en español, sin poder aguantarse más.
Byron posó una mano en la cintura de su novia y ella se despidió con la mano.
—¡Nos vemos en el estadio, chicos! ¡Que gane el mejor!
Después de eso, entraron dentro del tren. Los amigos de Esther quisieron reclamarle, pero Saki les impidió que se fueran encima del tren.
—Seguro que tiene una razón para estar ahí —dijo Saki—. ¡Pero tenemos que esperar…! Ahora mismo es más importante el partido. ¡No montéis escándalos, por favor…!
Ken se estaba encargando de sujetar a Rubén para que no intentara colarse.
—¡Déjalo! —le regañó—. Nos van a expulsar por tanto escándalo —Ken señaló con un cabeceo a un encargado de la estación, que se había asomado para ver qué pasaba.
Rubén pareció recuperar un poco la compostura. Se despidieron de los jugadores.
—Vamos, tenemos que ir a nuestros asientos —dijo Andrea.
—¿Desde cuándo sabías que Esther estaba aquí? —preguntó Hikari—. ¿No estaban los dos en Corea?
—Vino hace poco —respondió—. Me dijo que era por trabajo, pero nunca pensé que era para trabajar bajo el Sector Quinto. Me dijo que tendría una sorpresa hoy, que os sorprendería en el estadio, pero… ¡Joder, rubia! —terminó maldiciendo en español.
—Vaya que si nos ha sorprendido —dijo Tris.
—No ha sido una buena sorpresa… —murmuró Einar, apretando suavemente el hombro de Rubén.
—Ahora sí que tiene que ganar el Raimon —dijo Joss.
 
 
 
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Esta vez la sorpresa ha venido por partida doble. Y para más inri, estará el campo tan traicionero de este partido. Ambos equipos tendrán que exprimir al máximo sus capacidades para poder jugar decentemente y anotar el gol de la victoria. ¿Podrán hacerlo? ¿O la Resistencia terminará pasada por agua?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: DUELO DE ESTRATEGIAS
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


Bueno, bueno, me despisto un momento y zas, ya es miércoles xD ¡Y yo sin subir capítulo! Pero ya está aquí :3

¡Ha vuelto Esther Mashiro! Y viene pisando muy fuerte :D


Quién diría que detrás de esta apariencia tan angelical e inocente se esconde una verdadera dominatriz. Todo un demonio :P He aquí la comparación con los nueve años de diferencia:


No ha cambiado mucho xD O puede que sí, todo se verá en el próximo capítulo :3 Como siempre, su ficha estará disponible en la página del timeskip.

¡Cada vez son más personajes! XD




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