CAPÍTULO 32- DUELO DE ESTRATEGIAS


No se lo han tomado muy bien —comentó Byron en coreano.
Me habría preocupado de verdad si no hubieran reaccionado de esa manera —contestó Esther, mirando fijamente a sus amigas.
Byron también hacía contacto visual con el entrenador Sharp en el tren. Habían decidido comentar cosas en coreano, para que nadie más pudiera entenderles.
Luego tendrás que dar muchas explicaciones —le dijo su novio.
—Lo sé, sobre todo a Rubén. De solo pensarlo ya me duele la cabeza —se rió levemente.
Esther miró a Byron.
¿Estás molesto conmigo?
¿Por qué lo preguntas?
Porque te he arrastrado a todo este jaleo. ¿Quizás debería haber rechazado la invitación de Alex Zabel?
Me buscaba a mí.
Sí, ya, bueno… Pero me podría haber negado.
Sabías perfectamente que sería yo quien me negaría en un principio.
Pero no con estos niños de por medio —dijo Esther.
Byron quiso girarse y sonreírle a su chica, pero tenía que mantener la seriedad delante de sus jugadores y de los demás. Bueno, aprovecharía cuando no mirara nadie.
¿Necesita un guardaespaldas, señorita Mashiro?
¿Cree que mi vida corre peligro, señorito Love?
Exactamente.
No se preocupe, no me separaré de usted en ningún momento.
Byron reprimió la sonrisa justo a tiempo.
 
Cuando los jugadores terminaron de cambiarse, ambos equipos se alinearon para salir al campo. En cuanto salieron al exterior, miles de voces gritaban emocionadas. Y no era para menos. El campo era una balsa flotante rodeada de agua. El campo en sí estaba hecho por tablones de madera.
—¡El tercer partido del Camino Imperial! ¡Instituto Raimon contra instituto Kirkwood! —anunció el comentarista por megafonía—. ¡Y el partido se va a celebrar en este Estadio Balsa!
Todo el mundo quedó atónito.
—Así que este es el estadio de hoy… —Annie quiso estirar la mano para ver si era agua de verdad o no.
—Byron y Esther parecen sorprendidos —observó Estela.
—Quizás estén fingiendo —dijo Hikari—. Pero todavía sigo sin poder creerme lo del angelito…
—No me extrañarían que sepan los trucos de este estadio —comentó Celia.
—Adelante —ordenó Byron antes de avanzar.
—En marcha —también dijo Jude.
 
Por parte del equipo del Raimon, varios jugadores se encargaron de comprobar la estabilidad del terreno de juego. Las tablas parecían más resistentes de lo que parecían. Pero eso no quería decir que no hubiera peligro escondido.
—Chicos, voy a anunciar la formación para hoy —habló Jude—. Delanteros: Victor y Michael. Centrocampistas, Riccardo, Adé, Ryoma y Arion. Defensas, Jean-Pierre, Aitor, Subaru Y Gabi. Portero, Samguk. Eso es todo.
—Muy bien, chicos, poneos a calentar —Gregori dio dos palmadas para llamar la atención—. No hay tiempo que perder.
El español se fijó en la cara aliviada de Subaru Honda. Sin embargo, tanto al jugador como al entrenador español no se les pasó por alto el murmullo de Wan-Chang.
—Estoy fuera… Me he quedado fuera, tú…
 
—Entrenador Love —llamó Langford Ash—, ¿qué indicaciones tiene que darnos? ¿Cuál es el secreto del Estadio Balsa?
Esther alzó una ceja que intimidó a varios. Byron permaneció en silencio durante unos segundos y respondió:
—Ninguna. Solo que vayáis a ganar.
—¿Ninguna del estadio? —preguntó otro jugador—. Estoy seguro de que tiene que haber alguna trampa.
—Sí, como en el Estadio Iceberg.
—O en el Estadio Turbina.
—¿Me estáis queriendo decir que los vigentes campeones del Camino Imperial no pueden ganar al Raimon sin hacer trampas? —saltó Esther, juzgándolos con la mirada—. ¿Entonces eso quiere decir que el año pasado también ganasteis de esa manera?
—Claro que no —murmuró uno—. Fue un partido limpio y justo. Y ganamos.
—¿Y para qué queréis saberlo ahora? —insistió Esther.
—¿De verdad que el Sector Quinto no ha dado ninguna directriz…? —se sorprendió Bradford Ash.
—Ganar al Raimon, eso es todo —respondió el entrenador.
Los jugadores del Kirkwood se miraron entre sí. Era raro que los asiduos al gran emperador no recibieran cierta ventaja para poder aplastar a esos rebeldes.
Byron le lanzó una mirada a la gerente rubia. Esther suspiró.
—Para seros sincera, no hemos querido saber nada en relación al Estadio Balsa. Esto es igual de nuevo para nosotros. No pongáis esas caras. Lo único que tenéis que hacer ahora es salir ahí a ganar al Raimon, ¿entendido? Y nada de peleas, porque sabéis las consecuencias. Ahora, daré la formación para hoy.
 
El público clamaba de entusiasmo. Faltaba poco para que la final del año pasado se repitiera de nuevo. Un duelo más que esperado, un choque de titanes.
—¡Bueno, ambos equipos están ya en sus posiciones! —dijo el comentarista—. ¡Recordemos que este enfrentamiento ya ocurrió en el anterior torneo Camino Imperial! ¡El año pasado ganó el Kirkwood con un marcador de dos a uno! ¿Se tomará la revancha el Raimon? ¡Bien, dentro de poco comenzará el partido!
—Dios, estaba esperando que lo de antes hubiera sido una pesadilla, pero no —se lamentó Rubén—. Esther de verdad está ahí, en el banquillo del enemigo…
—Oye, yo también estaba con la Royal —protestó Yuuto.
—Pero tú formas parte de la Resistencia —replicó Saki—. ¿Esther pertenece?
—No. Lo sabríamos de ser así —negó Andrea.
—¿Entonces ellos sí son malos? —dijo Eve—. Pero me extraña que hayan venido desde Corea para meter las narices en la liga juvenil japonesa.
—Yo creo que tienen otras intenciones —habló Einar—. Beneficio de la duda.
—Esperemos que tengas razón, Einar —suspiró Guille.
—¡Empieza el partido con el saque de centro del Raimon! ¡El Raimon empieza fuerte y sube conectando un pase tras otro! ¡Ahora es Arion quien la tiene y ha salido disparado! ¡Pero Brook Linden le hace un fantástico robo!
—Vaya, le ha robado el balón durante un regate…—silbó Tris—. Ha sido precioso, eso sí.
—¡El Kirkwood mantiene la posesión del balón pasándose entre de ellos de un modo magnífico!
—Eso seguro que ha sido Esther —gruñó Rubén.
—Calma, fiera. Que lo de mantener la posesión no es solo cosa de uno. A cualquier tonto se le puede ocurrido —dijo Yuuto.
—Este no es el juego de un equipo roto —declaró Ken.
—¿No decían que había dos bandos? —recordó Joss—. Ahora se están compenetrando muy bien.
—Parece que el ansia de ganar este partido es más grande que la rivalidad entre ellos —dijo Eve.
—Me da a mí en la nariz que Esther y Byron han tenido que ver en todo esto —opinó Guille.
—¿Sabéis a qué se dedica Byron? —preguntó Einar.
—¿Por qué lo preguntas? —Andrea le miró.
Einar esperó a la respuesta. Entonces todos se fijaron en Rubén. Él suspiró.
—Creo recordar que era psicólogo deportivo o algo así. Sé que trataba mucho con jugadores lesionados o con dificultades.
—He ahí la razón de que hayan mejorado tanto —apuntó Eve.
—Estoy segura de que él ha sabido encauzarlos por el buen camino —dijo Tris—. O al menos hacer que las hostilidades se reduzcan a lo mínimo para este partido.
—Y el mal genio de Esther seguramente habrá ayudado a que entren en razón —añadió Yuuto—. Parecía la encargada de mantenerlos a raya.
 
—¡Ahora es Bay Laurel quien sube! ¡Se va de dos defensas de una sola vez!
—Sigue siendo tan bueno como el año pasado —murmuró Estela.
—Incluso ha mejorado —asintió Celia.
—¡Increíble! ¡Laurel conecta con Langford Ash! ¡Un pase peligrosísimo! ¡Langford está completamente solo!
—¡Mierda…! —Annie no pudo evitar soltar una palabrota.
—¡Como se saque un Espíritu Guerrero, estamos jodidos…! —maldijo Hikari.
—¡Ya sois míos! —Langford se preparó para chutar.
Pero de repente, una gran cortina de agua salió disparada al cielo. Todos quedaron estupefactos. Una parte del campo quedó inundado, llevándose consigo el balón de fútbol.
—¡¿Qué demonios?! —Hikari se levantó del susto que se llevó—. ¡¿Acaba de entrar agua en el jodido campo?!
—No. El campo se ha hundido —matizó Jude.
Annie miró hacia el banquillo rival. Esther y Byron estaban boquiabiertos.
—¿Ellos tampoco lo sabían? —se sorprendió la morena—. ¿Cómo es eso posible?
—¡Ahí está! ¡El famoso hundimiento del Estadio Balsa! —especificó el comentarista, dándole la razón a Jude—. ¡En esta ocasión, el hundimiento ha salvado al Raimon en el último instante! ¡Recordemos que este Estadio Balsa tiene un sistema llamado Hundimiento, en el cual algunas de las secciones del campo se hunden! ¡¿Qué sección se caerá?! ¡¿O cuándo?! ¡Es completamente aleatoria, así que es imposible de predecir!
—¿Pero por qué el Sector Quinto no les ha comentado nada? —preguntó Estela—. ¿Por qué no lo hicieron como la otra vez en el Estadio Turbina?
—¿Estadio Turbina? —preguntó Hikari.
—Un estadio donde unas enormes turbinas generaban tornados en el campo, dificultando muchísimo el juego —explicó Celia.
—¿Quizás es porque es tan aleatorio que ni siquiera los del Sector Quinto se saben el patrón? —intentó deducir Gregori.
—Me extrañaría que los propios creadores no supieran eso —dijo Jude.
—¿Eso quiere decir que están jugando limpiamente contra nosotros? —cuestionó Annie.
Todos miraron hacia sus antiguos compañeros y amigos.
 
—Fíjate, yo me esperaba algo peor —susurró Esther a Byron.
—¿Por ejemplo…?
—Un tsunami o algo así.
Byron la miró de reojo, queriendo reírse. Pero se contuvo.
—¿Acaso quieres que se ahoguen o qué?
—Oye, sería buen método, ¿no? Hundir el campo tampoco es que sea demasiado —resopló ella.
—Ahora tenemos que pensar un método para sortearlo.
—Eso te lo dejo a ti, genio —sonrió Esther—. Mi misión aquí ha acabado.
—¿Cómo que acabado? Tienes que ayudarme, por algo eres la gerente.
—Eras un genio del fútbol en tu juventud. Usa ese cerebro que tienes y haz magia, diosecillo —le sonrió con malicia—. Demuestra que puedes ganarle al gran estratega del campo, Jude Sharp.
—Bueno, pero tu verdadera misión todavía no ha comenzado. Recuérdalo.
 
La sección del campo volvió a su sitio, no dejando ni una gota de agua sobre la superficie.
—¿Qué pasa, Wan-Chang? —Gregori se sentó a su lado, viendo la expresión asesina que tenía.
En lugar de responder, Wanli pegó tal bote en el asiento que hizo retumbar el banquillo entero. Sus compañeros le miraron sin comprender.
—Tranquilo, fiera —sonrió el español—. No queremos que esto se hunda por tu ira. Seguro que estás pensando que tú podrías haber parado al capitán del Kirkwood.
Wan-Chang disimuló su sorpresa mirando de reojo al hombre. Este le dirigía una sonrisa amigable. Gregori le dio una palmadita en el hombro y volvió a colocarse detrás del entrenador Sharp.
—¡Bueno, el Raimon va a sacar! ¡Recordamos al público que en este Estadio Balsa cuando el balón se hunde se otorga un libre directo al equipo contrario!
—¡Ánimo, vamos! ¡Que este truco no te dé miedo, Arion! —animó Jade.
—¡Solo tienes que saltar por encima y ya está! —sonrió Skie.
—Pues menudo salto tiene que pegar para pasar de sección —comentó Hikari, mirando el reloj de su muñeca.
—¿Tienes prisa por ir a algún lado o qué? —Annie le miró con curiosidad—. ¿No ves la hora de que el Kirkwood pierda?
—No es momento de bromear —Estela le dio un pellizco.
—¡Pero te has reído…! ¡Lo he visto…! —le acusó la morena.
—Chicas, comportaos… —Celia regañó suavemente.
 
—Me pregunto cómo van a hacer para sortear esos hundimientos —comentó Guille—. Es tan repentino que no da tiempo a saltar.
Justo en ese tiempo, Arion no fue capaz de recibir el balón y a punto estuvo de caer al agua. Rubén no estaba preocupado. El niño sabía nadar.
—¡Ambos equipos se ven detenidos por el hundimiento! ¡No consiguen avanzar!
—En realidad, es un buen campo —comentó Ken.
Los demás le miraron como si estuviera loco.
—A Jude parece que le sale humo de la cabeza —murmuró Yuuto, mirando al entrenador.
Rubén observó a su mejor amiga intercambiar susurros con Byron. Entonces vio la sonrisa victoriosa de la rubia y notó que Byron llamaba al capitán Bay Laurel, aprovechando que el balón había salido por la banda.
—¿Eh? ¿Ya ha encontrado una estrategia a seguir? —se sorprendió Andrea, algo nerviosa.
—Diría que me sorprende, pero este angelito siempre ha sido de pensamiento rápido —comentó Hikari.
—¡El partido se reanudará con el saque de banda del Kirkwood! ¡Suena el silbato! ¡Trent Poplar se la pasa a Bay Laurel! ¡Y al momento, Heath y Linden se ponen en marcha junto a su capitán! ¡Si mis ojos no me engañan, estamos a punto de ser testigos de una nueva supertáctica del Kirkwood, Triángulo Perfecto! ¡Pero aquí está el hundimiento! ¡Sin embargo, Laurel se la pasa a Heath y logran esquivarlo! ¡Detrás de Beck Heath, aparecen Dock Hickory y River Willows para seguir con la supertáctica…! ¡El Kirkwood está consiguiendo avanzar a medida que van evitando los hundimientos!
—Ya veo —murmuró Joss—. Una formación de tres que va avanzando regateando. De esa manera, consiguen siempre esquivar los hundimientos y recibir apoyo al mismo tiempo.
—Pero para eso el Kirkwood ha de reaccionar con mucha rapidez… —se asombró Eve.
—Son los campeones. Por algo debía de ser —afirmó Ken.
—Mierda, ¿en tan poco tiempo han conseguido unir al equipo y encima crear esta nueva supertáctica? —maldijo Rubén—. ¿O ya estaba de antes?
—No. Ellos no tenían algo parecido antes —dijo Tris—. Al menos que yo sepa.
—Tal vez la tuvieran oculta del mundo, para ocasiones especiales —ofreció Yuuto.
—De cualquier forma, eso nos pone en desventaja —comentó Andrea.
—Han superado a Gabi —exclamó Saki—. Tiene vía libre para chutar.
—¡Subaru Honda logra cerrarle el paso al capitán del Kirkwood con A todo Vapor y salva al Raimon de esta peligrosa jugada! ¡Aunque el Kirkwood no se detiene a pesar de eso! ¡Logran recuperar el balón en un abrir y cerrar de ojos!
 
Wan-Chang se levantó del asiento en cuanto Samguk logró despejar un tiro a puerta. Miró con rabia al entrenador Sharp. ¿Por qué demonios no le había puesto a él en la defensa? Gregori encontró esa acción muy interesante y sonrió.
Los minutos iban pasando. El Raimon se veía cada vez más acorralado en su campo, con el Kirkwood coordinándose perfectamente. Tenían dominado ese campo tan traicionero y habían dejado a un lado sus diferencias. Estaban demostrando por qué habían sido los campeones el año pasado.
Uno de los jugadores del Kirkwood mandó un perfecto centro, aprovechando el hueco que habían dejado. Pero JP estaba ahí para impedirlo y saltó. La mala suerte fue que justo en ese momento se produjo un hundimiento en esa sección y JP se quedó corto de impulso. Sin embargo, logró llegar al otro lado sin caer al agua. Por los pelos.
—¡No logra llegar al balón y sale por la línea de portería! ¡Será saque de puerta del Raimon!
—¡Eso es…! —se levantó Jude—. Ya lo tengo. ¡Riccardo…!
Hikari se sintió aliviada al ver que el famoso Jude Sharp volvía a hacer gala de su gran mente maestra. Miró el reloj, también su móvil y sonrió. Salió de la zona del banquillo y buscó entre la multitud. Su sonrisa se ensanchó a más no poder.
—Te has hecho de rogar, Kevin…
En lo alto de las gradas, un hombre de pelo rosa acababa de llegar directamente del aeropuerto.
 
—Se han puesto en marcha —comentó Esther.
—A ver con qué nos salen —dijo Byron.
—¡Vamos, chicos! —gritó Riccardo en cuanto recibió el pase de Samguk—. ¡Nuestra nueva supertáctica: Pases Volantes!
Esther se extrañó. No recordaba que Rubén le comentara que estuvieran practicando una nueva supertáctica. ¿Eso quería decir que la acababan de idear así de la nada? Sería sorprendente si fuera así.
Byron observó los movimientos de los jugadores del Raimon. El defensa de pelo rosa saltó incluso antes de que el capitán Di Rigo hiciera el pase. Lo mismo hicieron los demás. Y así, no dejando que el balón tocara el suelo, fueron conectando pases y avanzando por el campo.
—Así que esa es su respuesta… —sonrió Byron, emocionado.
Los adolescentes del Kirkwood  que estaban en el banquillo le miraron, esperando una explicación.
—Está muy claro. Los jugadores del Raimon no saltan para llegar a los pases, sino que están pasando a los que saltan. Y lo que es más, conectan el pase en el aire antes de tocar el suelo de manera que no se ven afectados por el hundimiento.
—Y como nuestros chicos están divididos en grupos de tres, tienen más libertad de movimiento para esquivarles —adivinó Estela.
Ya veo que la inteligencia de Jude Sharp no ha disminuido —sonrió Byron a su novia, hablando en coreano.
Un genio —asintió ella.
El genial creador de juego.
Ambos miraron hacia el banquillo del Raimon. Jude les miró también, sonriéndoles.
 
—¡Marcad al nueve y al diez del Raimon! —ordenó Bay Laurel.
Teniendo a Victor y a Riccardo cubiertos, Adé se quedó sin nadie a quien poder pasar.
—¡Ha bajado! —advirtió el capitán Laurel.
—¡Ahora!
A Adé le avisaron del jugador que le venía por detrás, pero se deshizo de él con su Remolino Acuático. Logró esquivar otra segada y se la pasó a Arion, pero Langford Ash cortó el pase. Ash salió corriendo como una exhalación, haciendo caso omiso a la llamada de Bay Laurel. Siguió él solo el camino hacia la portería.
—Contra esta pandilla, me basto y me sobro yo solo —sonrió antes de convocar a su Espíritu Guerrero—. ¡Caballo Blanco!
—¡¿Ese rufián también tiene uno…?! —se sorprendió Ryoma.
—¡Gol al Galope!
—¡Y la supertécnica del Espíritu Guerrero de Langford Ash se dirige a toda velocidad hacia la portería! ¡Samguk Han realiza la Barrera de Gaia, pero la revientan por completo! ¡Gol! ¡Por fin se ha roto el equilibrio del encuentro! ¡Es el instituto Kirkwood quien se pone por delante!
—Langford, ha sido un poco…
—Lo siento —interrumpió a su capitán mientras pasaba de largo—, pero tenía que aprovechar la oportunidad.
Desde el banquillo, su hermano pequeño, Bradford Ash, le observaba con cierta preocupación.
—¡Solo es un gol! ¡Podemos recuperarnos! —animó Riccardo a su equipo.
—¡Sí!
—¡Parece que el equipo Kirkwood se ha sentido animado por este gol, porque no dejan de atacar! ¡Arion se lanza de cabeza hacia ellos! ¡River Willows pasa hacia atrás, pero Ryoma Nishiki logra interceptarlo! ¡El Raimon tampoco se queda atrás en ánimos! ¡Viendo que sus compañeros están todos marcados, Nishiki continúa su carrera!
Ryoma miró directamente al portero del Kirkwood, que le miró con expresión decidida y amenazante. La determinación de Ryoma cayó estrepitosamente y redujo el ritmo. Tan solo unos cuantos se dieron cuenta del flaqueo de Nishiki. Eso hizo que Langford Ash le consiguiera robar el balón y generar un contraataque rapidísimo.
—¡Que te lo has creído! —Aitor se interpuso delante de Ash—. ¡Red de Caza!
—¡Ash es parado en seco por Aitor Cazador, pero el Kirkwood logra recuperar rápidamente el balón! ¡Es su capitán Bay Laurel quien la tiene ahora y se prepara para chutar! ¡Es una supertécnica combinada!
—¡Triángulo ZZ!
El disparo fue tan rápido que a Samguk no le dio tiempo de reaccionar, marcando así el segundo tanto del partido. Con un marcador de dos a cero, el primer tiempo concluyó.
 
 
 
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El segundo tiempo pinta mal. A pesar de haber salido con supertácticas efectivas contra los hundimientos aleatorios del campo, no todo parece ir viento en popa. Con varios jugadores con la moral baja, el Raimon se tiene que recuperar para remontar. Mientras tanto, parece que el Kirkwood empieza a romperse de nuevo. Sin embargo, hay varias cartas que todavía quedan por ponerse sobre la mesa. ¿Quién ganará este pulso?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: NUEVAS LECCIONES Y METAS
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!




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