CAPÍTULO 37- LUZ ETERNA


Más alejados de donde se encontraba el equipo del Raimon, tres chicas yacían tiradas en el suelo, a la sombra de unos árboles. Claro que tampoco había sol del que resguardarse, pues el cielo estaba nublado.
—Dios… Es como si hubiera hecho una siesta de horas y despertara peor que antes… —se quejó Danny, cogiéndose la cabeza.
—¿Dónde estamos…? —murmuró Hikari, parpadeando lentamente.
—Nos han tirado en medio del campo —fue la respuesta de Angy, que era la que más espabilada estaba de las tres y la primera en levantarse.
—No jodas —Danny se sentó como pudo.
—¿Dónde están los niños? —Hikari abrió enormemente los ojos y se reincorporó de golpe—. ¿Dónde está Lucian?
—Solo conoces a tu primo desde hace poco. ¿Ya te has encariñado con él? —Angy arqueó una ceja hacia la castaña.
—Pues… es la única familia que me queda por parte sanguínea, no sé tú.
—¿Tú sabías que tenía más hermanos Ray Dark? —preguntó Danny a Angy.
—¿Yo? Que haya estado más tiempo en el Raimon no significa que sepa muchas cosas más de ese hombre. Ni siquiera Jude lo sabía, y eso que era el que más relación tenía con él.
—Hablando de Jude… ¿Dónde está? ¿Y Celia? ¿Solo estamos nosotras tres aquí? —dijo Hikari.
Hikari y Danny terminaron de levantarse del pasto sobre el que estaban. Miraron a su alrededor, estando cerca del inicio de un bosque y una explanada al otro lado.
—Oh, por fin estáis despiertas. Creía que os habían hecho algo más.
Las tres mujeres se pusieron en guardia al escuchar esa voz. Un chico muy joven apareció del bosque. Tenía la tez morena, al igual que sus ojos y pelo. Dos mechones con las puntas rojas y blancas eran separados del resto del cabello por clips turquesas redondos. Por apariencia, parecía rondar la edad de Arion y los demás.
—¿Quién eres? —preguntó Angy a la defensiva.
—Tranquilidad —alzó las manos para que viera que estaba desarmado—. No os voy a hacer daño.
—Pues empieza por decirnos dónde estamos y quién eres —dijo Danny.
—Me llamo Tezcat y esta es la Isla Santuario. Lo siento, no me dio tiempo de rescatar a vuestros otros amigos.
—¿Rescatar? —repitió Hikari—. ¿Te refieres a unos niños de más o menos tu edad?
—No había niños —respondió algo sorprendido—. En los vehículos solo estaban tres chicas dos adultos más.
—Entonces eran las gerentes y Jude y Celia —dijo Angy—. ¿A dónde se los llevaron?
—Allí —señaló.
Las chicas se giraron, solo para ver a lo lejos un edificio gris que sobresalía de entre toda la naturaleza.
—¿Este sitio pertenece al Sector Quinto? —se preguntó Danny—. ¿Nos han secuestrado para llevarnos hasta aquí?
—Lo importante es saber dónde están los niños y cómo salir de aquí —Hikari frunció el ceño.
—Estaba claro que esto era una trampa. Dudo mucho que Mark o Shawn estén aquí —Angy miró a Tezcat—. ¿Y qué hace un niño como tú aquí? ¿Perteneces al Sector Quinto? ¿Eres un imperial?
—¿Sector Quinto? ¿Imperial? Oh, no, no. Yo solo vivo aquí.
—¿Vives en una isla donde el Sector Quinto tiene instalaciones? —se extrañó Danny—. ¿Te dejan vivir aquí o cómo?
—Esta isla es mi hogar y la conozco como la palma de mi mano. No es fácil encontrarme si no sabes buscar bien.
—Chicas, mirad —llamó Hikari—. Algo está pasando allí.
Cerca del edificio donde habían llevado a sus amigos, el tiempo tenía un comportamiento raro. No era el hecho de que estuviera nublado, sino algo más. Hiki no sabía explicar muy bien el qué, pero sabía que algo estaba pasando allí.
—¿Y si los niños están ahí? —dijo Danny—. Tenemos que ir.
—¿Qué hay cerca de allí? —le preguntó Angy a Tezcat.
—Naturaleza. Toda esta isla está llena de naturaleza. Las únicas construcciones que hay son ese edificio de allí y un viejo faro derruido. Oh, y también un puerto. Es por ahí por donde vienen los barcos que a veces llegan.
—Andando, no tenemos tiempo que perder —ordenó Hikari.
—¡Alto ahí!
—¡Fugadas localizadas!
Las tres chicas se giraron de golpe al escuchar esos gritos. Vieron a varios hombres en uniforme correr hacia ellas. Para su sorpresa, Tezcat no estaba en ningún lado. Su primer instinto fue correr, esconderse. Pero salieron más hombres de la nada. Parecía que habían estado haciendo una batida para encontrarlas.
—¿Y si nos separamos? —propuso Danny.
—¿Pero tú has visto cuántos son ellos y cuántos somos nosotras? —le espetó Hikari.
—Déjame, soy de letras —respondió la pelirrosa.
—¿Y si luchamos? ¿Sabéis luchar? —dijo Angy.
—Con un balón todavía —murmuró Hikari—. Pero cuerpo a cuerpo...
—Lo mejor es que les demos una patada en los huevos y corramos como unas desgraciadas —habló Danny.
—Entonces tenemos que hacerlo antes de que nos rodeen por completo —Angy chasqueó la lengua—. A mi señal.
La rubia estaba a punto de hacer una cuenta atrás cuando se escucharon varios gritos.
—¡Luz Cegante!
—¡Arranque Múltiple!
—¡Tiro Glacial!
 
Shunsuke Aoyama y Hugues Baudet fueron los que se quedaron sentados en el banquillo, pero con los uniformes puestos por si tenían que saltar al campo de batalla. Miraron hacia el banquillo del rival. Pinkus Mountbatten estaba sentado, mientras un hombre de aspecto raro, corbata rosa y bata de médico estaba de pie. Ni siquiera había árbitro.
Los del Raimon fueron los primeros en sacar. Victor se la pasó a Lucian y este se la pasó a Riccardo antes de echar a correr. A lo lejos, entre las ramas de los árboles, un chico de tez morena se posó entre ellas, suspirando con alivio al ver que había llegado a tiempo para ver el partido.
—¡Arion! —llamó Riccardo.
Pasaron por delante de dos jugadores, que no hicieron el más mínimo movimiento para cortar el pase entre el capitán y el centrocampista. Eso fue demasiado raro para di Rigo. No era buena señal.
Al paso de Arion pronto apareció un chico enano llamado Beacon Noor corriendo hacia él. Arion logró esquivarlo con su Brisa Deslizante, aprovechando la oportunidad de poder conectar el pase con Victor.
—¡Aguijón Letal!
—¡Venga! —gritó Arion, animado por el gol seguro.
Pero enseguida Blade gritó por la sorpresa:
—¡¿Cómo ha podido llegar?!
La razón de su grito fue el ver a su antiguo compañero Bai Long delante de la portería, cuando minutos antes había estado en el centro del campo. Bai Long abrió los ojos y con un movimiento de brazo, atrajo la pelota hacia él sin esfuerzo alguno. Era hora de realizar su supertécnica.
—¡¿Pero cómo…?! —se sorprendió Riccardo.
El aire de la cancha se volvió huracanado. Bai Long había sido capaz de detener el tiro de Victor Blade y estaba a punto de aprovecharlo para lanzar su propia supertécnica.
—¡Ciclón Blanco! —chutó en dirección a la portería del Raimon.
—¡Ha devuelto un tiro con otro tiro! —Hugues estaba que no se lo podía creer.
—¡No puede ser! —exclamó Shunsuke.
El balón fue arrasando con todos los jugadores del Raimon que se encontraban a su paso. Todos salieron volando, incapaces de soportar su tremenda fuerza. Ni siquiera Samguk tuvo tiempo de realizar usar su Barrera de Gaia antes de terminar contra la red de la portería y el balón en su estómago.
El marcador subió un gol a favor del Luz Eterna.
—Menudo juego tiene… —murmuró Riccardo.
—Es de una forma impresionante… —añadió Lucian.
—¡Maldición!
—¡Nos ha pillado! —Samguk golpeó el suelo con rabia.
Todos estaban rabiosos. Habían subestimado demasiado al Luz Eterna. Y sobre todo, a su capitán Bai Long.
El juego se reanudó. Lucian comenzó a subir con el balón y se lo pasó a su capitán, pero Bai Long le robó el balón cuando había hecho el primer toque para bajarlo. Bai Long incluso se permitió el lujo de mirar a Victor en cuanto pasó por al lado de ellos.
—¡Demonios! —maldijo di Rigo.
—¡Esto no es propio de él, tú! —Wanli tenía los ojos como platos.
—La falta de un entrenador está afectando mucho al juego de Riccardo —reconoció Gabi, muy a su pesar.
—¡Ya es hora de que veáis la diferencia de nuestros niveles! —declaró Bai Long, corriendo como una bala.
Dicho eso, comenzó a pegar balonazos a todo aquel con el que se encontraba. El primero en sufrirlo fue Ryoma. Arion se salvó al pasarle de largo, pues sus objetivos fueron Gabi y Aitor, dándoles de un solo chut. Como si estuviera jugando al pinball con ellos. El pelotazo en la cara de Wanli hizo que el esférico se elevara hasta el cielo, justo enfrente de la portería del Raimon. Esa vez no necesitó ninguna supertécnica para reventar la protección de Samguk, haciendo así el dos a cero.
—Qué modo de jugar… —Hugh estaba atemorizado.
—¿Es esta la diferencia de nivel? —Shun sintió que no había forma de ganar—. ¿Así es como juegan los imperiales?
Mientras algunos fueron a socorrer a Samguk, los demás se reunieron para poder planear alguna estrategia. Sin embargo, Lucian reconoció:
—Empiezo a tener miedo. No se parecen en nada a los imperiales con los que hemos jugado.
—Es verdad —asintió Gabi—. Es como si estuvieran en otra dimensión.
—¿Pero qué podemos hacer? —preguntó Dark.
—¡Capitán…!
—Ya lo sé —respondió al llamado de Arion—. No podemos dejar que sigan haciendo de las suyas.
—Pero su velocidad y control del balón no tienen rival —replicó Gabi—. Ni siquiera hemos podido usar nuestras propias supertécnicas.
—Oh, qué interesante —saltó uno del equipo rival, sonriendo.
—¿Queréis decir que si pudierais usar vuestras supertécnicas nos detendríais? —Bai Long les miró casi con desprecio.
—Con esa birria de fútbol al que jugáis, no lo creo.
A pesar de las burlas del Luz Eterna, el Raimon lo intentó de nuevo. Arion estaba dispuesto a llevar al balón arriba fuera como fuera. Pero al paso le vino Bai Long, ni siquiera le había visto acercarse. Y tan pronto como vino, se fue robándole la pelota.
—¡Intentad detenerme! —bramó Bai Long.
Tres defensas se colocaron delante de él, con Aitor al frente.
—¡No te rías de mí! ¡Red de Caza!
—¡La Gran Muralla!
—¡La Niebla!
Incluso JP estaba dispuesto a salir disparado de un salto para robarse la pelota. Pero Bai Long dio una vuelta sobre sí mismo y provocó un tornado que se tragó a todos los defensas. Los demás bajaron al momento para ayudar.
—¡Ya estoy harto, pardiez! —se quejó Ryoma—. ¡Es el único de su equipo que ha estado jugando!
—¡Es como si nos dijera a la cara que él solo se basta para poder ganarnos! —dijo Victor.
Y así parecía ser. Porque cuando se disipó el tornado, quedó él solo frente a la portería. Todos los defensas estaban tirados en el suelo.
—¡Esto sí que es una supertécnica! ¡Ciclón Blanco!
Todos los jugadores que fueron a ayudar a la defensa, salieron de nuevo volando por la fuerza del chut.
—¡Samguk! —gritó Arion, preocupado.
Pinkus Mountbatten sonrió complacido.
 
Cuando quisieron darse cuenta, ya iban por la segunda mitad y el marcador era de doce a cero. Cinco en la primera parte y siete en la segunda. El Raimon estaba recibiendo una paliza considerable. Ya ni siquiera se podían poner de pie. Shun y Hugh estaban arrodillados en el suelo.
—Se acabó…
—Hemos recibido una goleada enorme…
Incluso Victor terminó desmayándose en el suelo.
—Este... es su modo de jugar… —dijo Riccardo a duras penas.
—¡Esto no puede ser…! —Arion se resintió, doblándose por la mitad.
—¡Arion…!
—¿Habéis comprobado la diferencia de nivel? —Bai Long les miró desde arriba, antes de irse del campo.
Mientras tanto, Pinkus Mountbatten estaba dando órdenes a sus subordinados.
—¡Llevadlos a todos al Santuario!
—¡A la orden!
Los chicos estaban tan destrozados que ni siquiera podían poner resistencia a sus secuestradores. Los únicos que estaban dando guerra eran Shun y Hugh, pero todavía eran unos críos como para oponer resistencia contra unos adultos. Sin embargo, se vieron liberados de sus captores cuando un balón los tumbó a ambos. El balón regresó hacia el bosque antes de volver con más fuerza e ir a por la cabeza de los dos adultos que parecían dirigir el Luz Eterna. Pinkus Mountbatten salvó su cara por milímetros.
A la misma vez, otro balón se estrelló en medio de Arion y Riccardo, interponiéndose entre los dos hombres que iban a atraparlos. Levantó tal polvareda que los dos adultos salieron volando. Arion miró con los ojos entrecerrados qué estaba sucediendo. En medio de su delirio, murmuró:
—Entrenador… Evans…
El chico de piel morena que había estado observando todo el partido decidió que ya no había nada más que hacer allí, así que desapareció. Justo como todos los jugadores del Raimon cuando la polvareda se disipó.
—¡Pero esto…! —exclamaron algunos, sorprendidos.
—Ha sido una lástima que hayan desaparecido, señor Mountbatten —dijo el hombre de la bata blanca.
—No, ha sido como esperaba.
—¿Qué? —se sorprendió.
—Para obtener el poder absoluto, nuestros jugadores necesitan un desafío que les obligue a sacarlo.
El otro hombre sonrió, entendiéndolo y murmurando:
—El Equipo Zero, el equipo absoluto —entonces miró hacia el Santuario—. Muy pronto se hará realidad el mayor deseo de nuestras vidas.
Mountbatten también miró hacia el Santuario, añadiendo:
—Y si conseguimos completarlo, al gran emperador no le quedará más remedio que reconocer nuestros métodos.
—Pero de todas maneras, ¿de verdad que el poder que estamos buscando duerme en el interior de ese chico? ¿Arion Sherwind?
 
El clic de la cámara recorrió toda la celda. Rosie había fotografiado las nubes grises del cielo a través de los barrotes.
—¿Crees que Arion y los demás estarán bien?
—Está muy bien que te preocupes, Skie, pero aquí también estamos metidos en un lío —habló Jade.
Rosie fotografió la puerta de la prisión.
—Sin salir de aquí es imposible saber lo que pasa —Celia miró a su hermano.
—Lo más probable es que estemos en una instalación del Sector Quinto —dijo Jude—. Debemos hallar un modo de salir y conseguir más información.
—Me pregunto si Angy, Hiki y Danny estarán bien… —se preocupó Celia.
—Quizás estén en otra de estas celdas —dijo Rosie, haciendo otra foto.
—Qué despreocupada estás, Rosie —comentó Jade.
—Solo recojo pruebas.
Jade suspiró y añadió:
—¿Pero por qué nos han separado? Digo yo que tres personas más cabrían aquí perfectamente, ¿no?
Jude miró a Celia, que no le importaba demostrar la preocupación en sus ojos. ¿Por qué? ¿Simplemente por qué los habían separado? ¿Y para qué obligarles a ir si luego les iban a encerrar? ¿Acaso eran rehenes? ¿Qué demonios estaba pasando?
Estaba seguro de que el señor Goldwin sabía que les harían algo así y el maldito del director Wintersea lo había permitido. Bueno, tampoco podía esperar nada de un hombre que ponía una bomba en la caravana de unos niños de secundaria. Todavía no entendía cómo esa rata inmunda había conseguido el puesto de director en el Raimon.
Jude cerró los ojos y suspiró imperceptiblemente. Tenían que salir de allí.
 
 
 
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Con todo el equipo del Raimon desaparecido, sus amigos intentarán averiguar qué ha sido de ellos. Mientras tanto, Arion y los demás averiguarán quiénes les han salvado y averiguarán que hay un bosque custodiado por el Oscuridad Antigua. ¿Lograrán Jude, Celia y las gerentes salir de esa celda? ¿O quizás averigüen el oscuro secreto que esconde esa isla remota?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: OSCURIDAD ANTIGUA
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


Algo corto, sí, pero era necesario xD Mañana tengo evento y no podía dedicarme a escribir :c

¡Hasta la próxima!



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