CAPÍTULO 38- OSCURIDAD ANTIGUA


—¡Luz Cegante!
—¡Arranque Múltiple!
—¡Tiro Glacial!
Cuando las tres supertécnicas se disiparon y pudieron ver, se dieron cuenta de que alguien estaba sobre uno de los guardias. Todos los demás también terminaron noqueados. Un balón de fútbol rebotó hasta los pies de una persona. Hikari, Angy y Danny quedaron sorprendidas al reconocer a las tres mujeres que las habían salvado.
—Bueno, bueno, señoritas… —se sacudió su larga melena pelirroja—. Parece que no se os puede dejar solas.
—Lo que me extraña es que vosotras tres estéis precisamente aquí.
—¡Cuánto tiempo, chicas! —sonrió Yeidi.
—¡Tris…! —se sorprendió Angy—. Si tú estás aquí, ¿eso quiere decir que Shawn también?
—No es como si ambos fuéramos siameses —resopló ella, sonriendo.
—Prácticamente lo sois —comentó Eve.
Las chicas se dieron unos momentos para poder saludarse como era debido después de tanto tiempo. Especialmente Yeidi con ellas tres, a quienes no había visto en muchísimo tiempo.
—Dejémonos de cháchara y vayámonos antes de que estos de aquí se despierten —apuntó Eve.
—¿Pero qué estáis haciendo aquí? ¿También os han secuestrado? —preguntó Danny.
—Oh, pero qué mona —se rió Yeidi—. Nosotras entramos a esta isla.
—¿Ya conocíais la Isla Santuario? —se sorprendió Hikari.
—Shawn y yo la descubrimos —explicó Tris—. Y se lo dijimos a Mark.
—Por eso nos fuimos a investigarla —terminó de decir Yeidi.
—Vámonos, los demás seguro es que ya hayan localizado a los niños —Eve comenzó a alejarse.
—¿Niños? ¿Quieres decir al Raimon? —preguntó Hikari.
—Estás preocupada por tu primo, ¿no?
—¡Pues claro…! —la castaña asintió a las palabras de la pelirroja.
—Parece que está en su salsa, ¿no? —Angy alzó las cejas, mirando a Eve.
—Explorar este sitio ha sido bastante guay —reconoció Tris.
—¿Pero quién hay más en esta isla? —quiso saber Hikari.
—Mark seguro si Yeidi está aquí —dijo Danny.
—Correcto.
—¿Entonces también estáis con Tezcat? —preguntó Angy.
—¿Tezcat? —repitió Yeidi.
—Es un chico que nos rescató del Sector Quinto —explicó Danny—. Dijo que era originario de esta isla.
—¿Tezcat? —repitió Eve, mirando a Tris y a Yeidi—. Lo siento, no me suena. Llevamos ya un par de días por aquí y nunca le hemos visto.
—Qué extraño… —murmuró Hikari.
—Quizás también se esté escondiendo del Sector Quinto —propuso Angy.
Yeidi mandó a callar a sus amigas, agazapándose. Les pareció escuchar algunas voces desconocidas a lo lejos, así que guardaron silencio. Cuando creyeron que el peligro había pasado, decidieron dejar la charla para cuando estuvieran a salvo y darse prisa.
—¿A dónde nos lleváis? —susurró Angy.
—Allí —señaló Yeidi—. Parece que Mark y los demás no han venido todavía. Vamos, rápido.
Yeidi fue la que lideró la marcha y las demás no tardaron en seguirla. Cuando salieron del bosque y escucharon el mar a lo lejos, Angy se dio cuenta de que era el faro arruinado que les comentó Tezcat. No se quedaron contentas con quedarse dentro de la construcción derruida, sino que se metieron bajo tierra.
—Decidimos que era mejor escondernos aquí hasta el momento —explicó Eve—. Es un buen sitio donde poder encender hogueras sin que nos vea nadie.
—Chicas, ¿habéis dicho que un tal Tezcat os rescató del Sector Quinto? —preguntó Tris.
—Así es —asintió Danny—. Dice que no le dio tiempo de rescatar a Jude, a Celia y a las gerentes de los vehículos.
Tris frunció levemente el ceño, pensando.
—¿Cómo era? —Yeidi quiso saber.
—Era de la edad de Arion y los demás, más o menos —respondió Hikari.
—¿Entonces Shawn está aquí, Tris? —interrogó Angy—. No he sabido nada de él desde que llegué a Japón.
—Pues… —Tris sonrió—. Ahora mismo lo verás. Parece que han llegado.
Las seis chicas salieron del escondite. Se encontraron a cinco hombres cargando en sus espaldas a varios chicos del Raimon. Shawn se quedó muy sorprendido al ver a su novia delante de él. Angy no dudó en abrazarlo con fuerza.
—¡Cuidado…! —exclamó, intentando que el niño que llevaba a sus espaldas no terminara en el suelo—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—A mí no me mires —se excusó Tris, levantando las manos—. Yo no he sido quien la ha traído hasta aquí.
—Nos secuestraron —aclaró Danny—. ¡Pero bueno, Jack…! ¡Cuánto tiempo! —se rió, corriendo hacia él—. Compañero de comidas, te he echado de menos.
—¿Dónde las habéis encontrado? —preguntó Nathan.
—Ocurrió mientras seguíamos explorando la isla —respondió Eve—. Estaban a punto de ser capturadas por el Sector Quinto de nuevo.
—Bueno, pues parece que los dos grupos hemos llegado a tiempo para rescatarlos —comentó Caleb—. Hay más niños desmayados. Ayudadnos a traerlos. Les han pegado una buena tunda.
Entre los once adultos trajeron a los niños magullados del Raimon. Habían quedado en un estado tan penoso que hasta habían perdido el conocimiento. Decidieron ponerles en una cueva con un farol encima de un saliente. Los tumbaron y taparon con mantas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Hikari, sin poder ocultar su preocupación—. ¿Pero qué les han hecho?
—Estuvieron luchando contra uno de los equipos del Sector Quinto —explicó Mark.
—Creo que se llamaban Luz Eterna —dijo Nathan.
—Estaba claro que no iban a poder contra esos niños imperiales —comentó Tris—. Fue toda una suerte que llegarais a tiempo.
—Pero lo que me preocupa es que decidieran traerles —murmuró Eve—. ¿Cómo terminasteis aquí?
—Jude y Celia también están aquí, Mark —informó Yeidi—. Se ve que los han capturado el Sector Quinto junto a las gerentes del equipo.
—Esta mañana, Goldwin y Wintersea han venido a decirnos que tenían que hacer una convivencia —empezó a decir Hikari—. Que eran órdenes directas del Sector Quinto.
—También dijeron que tú estarías ahí, ayudando —recordó Angy.
—Claramente era una trampa, pero estos niños parecían querer volver a verte —continuó Danny—. Seguro que tenías que tener un buen motivo para estar con los del Sector Quinto y quisieron ayudarte a desenmascararles.
Mark sonrió, mirando a los chicos algo emocionado.
—Ahora hay que encontrar una manera de rescatar a Jude y a los demás —dijo Jack—. Pero primero vamos a comer.
—Estoy muy de acuerdo contigo, querido amigo —Danny le dio una palmadita en el brazo—. ¿Aquí hay comida o algo? ¿O tenemos que buscarla por el bosque?
—Lo creas o no, no te morirás de hambre aquí, te lo aseguro —sonrió Yeidi, saliendo de la cueva con esos dos.
—Dejemos que los niños descansen —propuso Tris—. No creo que se despierten hasta dentro de un par de horas.
—Sí, mientras tanto, tú y yo tenemos una charla pendiente, cariño —Angy miró seriamente a su novio—. Vas a tener que explicarme por qué no me has dicho nada. ¿Qué es eso de que habías huido del Alpino? ¡Podrían haberte matado, tonto…!
Salieron de la cueva de uno en uno, dejando que los alumnos del Raimon se recuperaran de sus heridas.
 
Una gota caída del techo y que aterrizó en su mejilla fue lo que despertó a Arion. Cuando abrió los ojos, se reincorporó de golpe, mirando hacia todos lados. Era el primero en recuperar la consciencia, viendo que todos sus compañeros todavía estaban dormidos.
—¿Dónde estamos…?
—Parece que alguien nos rescató en el último momento —Victor fue el siguiente en despertarse.
A su lado, Aitor se frotaba los ojos. Después preguntó:
—¿Y ahora dónde nos hemos metido?
Riccardo fue el primero en salir de la improvisada cama y ponerse de pie.
—¿Qué ha pasado? Recuerdo que estábamos jugando contra el Luz Eterna y de repente…
Arion asintió a las palabras de su capitán. Después, recordó.
—¡Ah, claro! En ese momento… creí ver al entrenador Evans.
—¡¿Eh?!
—¡Anda ya…! —exclamó Lucian.
—¿Al entrenador Evans?
—¿Me llamabais?
Todos se giraron de golpe al escuchar pasos por la cueva. Mark les sonrió como siempre antes de saludar:
—Hola. Parece que estáis todos despiertos.
Los niños se quedaron boquiabiertos. Incluso Arion y JP se pellizcaron mutuamente para comprobar que eso no fuera un sueño. Tardaron poco en lanzarse contra su adorado entrenador Evans. Claro que Aitor y Victor guardaron mejor la compostura.
—Con calma, chicos, no quiero quedarme viuda antes de tiempo.
—¡Señora Evans…! —exclamó Arion.
—Al menos podrás cobrar la viudedad —comentó Angy, apareciendo detrás de ella.
—No, gracias, prefiero que Mark siga vivo durante muchos años más.
—Qué sosa eres —soltó Tris—. Y menuda paliza os metieron, chicos. Qué poca vergüenza —suspiró, mirando a los chicos.
—No seas tan dura, Tris —le regañó Hiki—. Recuerda que nos secuestraron.
—Sí, bueno, ¿quién tiene hambre? —sonrió Danny—. Seguro que debéis de estar hambrientos después de la paliza.
—¡La comida está muy buena! —dijo Jack.
Los más jóvenes se sorprendieron al ver a más amigos del entrenador que no les sonaban de nada. Aunque algunos parecían empezar a reconocerlos.
—Os voy a presentar. Nathan.
—Hola.
—A Shawn ya le conocéis.
—Cuánto tiempo.
—Él es el Jack.
—Hola —saludó con algo de timidez.
—Y Caleb.
—Qué pasa —fue su forma de responder, haciendo que Tris entornara los ojos.
—Y bueno, a ellas ya les conocéis de sobras —se rió Mark—. Ellos son viejos amigos que me están ayudando a investigar la isla.
—Aunque parece que no sois tan desconocidos para ellos —sonrió Yeidi, viendo sus caras de sorpresa.
—¡E-es increíble…! —gritó Arion—. ¡Son los miembros del famoso equipo Inazuma Japón!
—Nos preocupaba mucho que estuvierais bien —dijo Nathan.
—Menudo susto nos pegasteis —se rió Eve.
—Aunque me hubiera gustado encontraros en una situación algo más alegre —Shawn se encogió de hombros con cierta resignación.
—¿Un poco más alegre, cariño? ¡Nos han secuestrado, maldita sea! ¡Esto es ilegal! —exclamó Angy, mirando a su novio.
—Esto tampoco está tan mal después de todo —comentó Caleb.
—Dilo por ti, idiota —bufó Tris—. Casi me da algo cuando me dijeron que estabas a punto de entrar a esta isla. Imbécil.
Caleb se sintió ofendido y asustado a partes iguales.
—¡Los jugadores del Raimon de ahora son tan chulos! —se alegró Jack.
—¡Pero no son tan guais como nosotras! —sonrió Danny.
—Está claro que Las Fieras Nocturnas molábamos más —asintió Hikari.
—Ellos están en equipos profesionales, ¿verdad? —susurró Subaru.
—¿Y también están saliendo con algunas de las integrantes de Las Fieras Nocturnas? —cuchicheó Ryoma.
—Más bien parece que Las Fieras Nocturnas y el Inazuma Japón confraternizaron muy bien —comentó Samguk, uniéndose a los susurros.
—¡¿Me darán un autógrafo?! —a JP le salían brillitos de la emoción.
—¡Dejadles tranquilos…! —regañó Gabi, viendo que Riccardo no decía nada—. Y tampoco habléis de su vida privada. No es asunto vuestro.
—¡Yo me llamo Jean-Pierre Lapin! ¡Estoy en primero y soy defensa!
—¡Yo me llamo Arion Sherwind, también estoy en primero!
—¡Perdón, puedo presentarme?!
Nathan asintió, contento de ver tanta energía entre los jóvenes.
—No me dijiste que eran tan simpáticos —le murmuró a su novia Eve.
—Cállate y escucha —Eve le enseñó la lengua.
—¡Soy un delantero de primero, Lucian Dark!
—¡¿Has dicho Dark?! —gritaron Jack, Nathan y Caleb a la vez.
Jack empezó a sudar frío al recordar el apellido Dark. Nada más escuchar Dark, se le venía a la cabeza cierto hombre del pasado.
—Sí —asintió Lucian—. Desgraciadamente, el Ray Dark que todos conocéis es mi tío. Sé que mi tío causó muchos problemas al Raimon. Bueno, los causó a todo el mundo del fútbol. Pero… otra gente también me ha dicho que en el fondo mi tío amaba el fútbol. Así que por eso mismo quiero jugar al fútbol.
Nathan, Jack y Caleb miraron en dirección a Hikari, que se veía bastante tranquila con ese tema. La castaña les miró extrañada, con una ceja alzada.
—¿Por qué ponéis esa cara de tontos? Lucian ya sabe que es mi primo.
—¿Ha dicho primo…?
—¿Eso quiere decir que…?
—Sí, chicos, Ray Dark tuvo una hija. Y esa hija fui yo —suspiró Hikari—. Pero bueno, al menos tengo un primo maravilloso por parte del padre que nunca fue ese hombre.
—Hay que ver las vueltas que da el destino… —dijo Jack, entre conmovido y sorprendido.
—Creo que las vueltas del destino han hecho que ahora esté jugando con mis compañeros y que haya podido conocer a Hiki. Seguro que mi tío se alegraría de saberlo.
—Puede ser —respondió Caleb—. Sigue esforzándote, Lucian.
—¡Sí! —hizo una reverencia—. ¡Me alegro de conoceros!
—Empieza a refrescar, encendamos un fuego —comentó Eve.
Una vez encendido, se sentaron cerca de él para mantener el calor. Los mayores se quedaron a un lado y los más jóvenes a otro.
—Entrenador Evans, me gustaría que nos dijera por qué está aquí —habló Riccardo.
—Es verdad. ¿Qué significa que está investigando la isla? —recordó Arion.
—Tenéis que perdonarme que dejara el equipo como lo hice, sin dar ninguna explicación. La verdad es que tras el partido contra el instituto Alpino me enteré de algo importante.
—Mark, deja que sean Shawn y Tris quienes lo expliquen —interrumpió Yeidi—. Al fin y al cabo, fueron ellos quienes te lo dijeron.
—Sí, tienes razón.
—Descubrimos que aquí encerraban a los chicos y les sometían a entrenamientos terroríficos para convertirlos en imperiales.
—Eso fue lo que le comentamos a Mark después del partido entre el Raimon y el Alpino —siguió Tris—. Aunque estoy segura de que Victor tiene que saber algo de este lugar —miró al antiguo imperial allí presente.
Victor se limitó a asentir.
—Por lo que hemos podido averiguar hasta ahora, los imperiales provienen de diferentes instalaciones de entrenamiento dirigidas por el Sector Quinto —informó Nathan.
—Pero de entre todas ellas, hay una instalación de mayor rango donde solo se reúnen aquellos jugadores con las mayores habilidades —continuó Yeidi—. Es este sitio llamado Santuario, la isla donde se forjan los jugadores totales.
Aitor desvió un momento la mirada hacia Victor antes de seguir prestando atención a la explicación.
—El problema es cómo lo consiguen —dijo Caleb—. Lo más probable es que los chicos sean encerrados en esta isla y obligados a entrenar contra su voluntad.
—Aunque es difícil saberlo todavía —repuso Tris—. Todavía no hemos podido entrar a las instalaciones sin que nos pillen.
—Si eso es verdad, entonces sería un gran escándalo.
—Sí, pues eso es lo que pasa —asintió Jack.
—¿Pero qué es lo que va a hacer ahora, entrenador? —preguntó Arion.
—Liberar a los chicos que están obligando a entrenar y sacar a la luz la asquerosa conspiración del Sector Quinto.
—Por eso tenemos que obtener pruebas para poder incriminarles —añadió Eve—. Vinimos aquí para desenmascararles. Para mostrar al mundo de lo que esos malditos eran capaces de hacer.
—¿Y no se os ocurrió compartirlo con nosotros esa información? —Hikari frunció el ceño—. Nos teníais muy preocupados marchándoos de esa manera.
—Tampoco queríamos poneros en peligro —contestó Tris—. Y no queríamos que nadie se enterara de que nos habíamos enterado de su existencia.
—Bueno, pensar con el estómago vacío nunca es bueno —intervino Yeidi—. Vamos a cenar y luego a descansar. Mañana ya pensaremos en nuestro siguiente paso del plan. Tenemos a muchas personas que rescatar.
 
A pesar de estar molido por el día tan bizarro que habían tenido, Arion tuvo las fuerzas suficientes como para subirse hasta lo más alto del faro. Se colocó dentro de un cuadrado con el muro derruido. Se tumbó mirando el cielo estrellado, con el sonido de las olas rompiendo de fondo.
—¿Cómo estarán el entrenador Sharp, Skie y los demás? —se preguntó.
—Tranquilo, Arion —le dijo Mark—. Ya verás cómo les rescatamos.
—Entrenador.
—Además, el Sector Quinto querrán desafiar al Raimon una vez más —Yeidi apareció por el otro lado, saltando también ese pequeño muro.
—Esa será nuestra mejor oportunidad para rescatarlos —terminó Mark.
—¿No tienes frío? Es mejor que descanses dentro con los demás.
Arion se vio desanimado.
—Así que tendremos que volver a jugar contra esa gente… ¿Pero de verdad creen que les podremos ganar?
Tanto Yeidi como Mark se sentaron a cada lado de Arion.
—Nunca podrás ganar si tú mismo no te lo crees —le sonrió Mark.
El chico se dio cuenta de que el entrenador tenía razón.
—Cuántos recuerdos —Mark miró al cielo antes de tumbarse—. Hace mucho también me tumbaba bajo las estrellas a hablar con mis compañeros de equipo.
—Bueno, ahora mismo lo estás haciendo —sonrió Yeidi, echándose también.
—Ojalá algún día llegue a ser un jugador como usted, entrenador —miró Arion hacia el cielo—. Alguien en quien puedan confiar todos mis compañeros.
—Lo serás, Arion. De eso estoy seguro.
Arion se vio más animado por esas palabras.
—Vamos, túmbate con nosotros —le dijo Yeidi.
—Me pregunto si tía Silvia y tío Rubén estarán preocupados porque no he pasado por casa.
—Estoy segura de que sí, Arion. No creo que vean normal que un grupo entero de adolescentes desaparezcan de la noche a la mañana.
Los tres se quedaron en silencio. Arion fue el primero en sucumbir al cansancio y terminó dormido. Yeidi fue la encargada de que evitar que Mark se durmiera también.
—Vamos, entrenador Evans, no es bueno que terminéis durmiendo a la intemperie. ¿Qué clase de ejemplo darías?
Mark terminó atrayendo a su esposa para abrazarla y acurrucarse contra ella.
—Estás loca viniendo hasta aquí solo por seguirme.
—¿Creías que iba a dejar que fueras tú solo? —se rió Yeidi.
—No siempre me sigues en todas mis locuras futbolísticas.
—Sé lo importante que es para ti todo este asunto. Yo tampoco quiero que el fútbol juvenil sea controlado de esa manera. Además, Nelly perdió su trabajo por culpa de esos cabrones del Sector Quinto. A mí me llegan a expulsar de esa manera de mi trabajo y les quemo el edificio entero —terminó sonriendo con dulzura.
Mark se rió. Lo peor de todo era que sabía que era capaz de hacerlo.
—Después de esto, te prometo que nos tomaremos unas buenas vacaciones. Podríamos ir a España o… No, algo mejor. ¡Haremos turismo gastronómico!
A Yeidi le brillaron los ojos de felicidad.
 
—Ya estamos todos. ¿Qué sucede? ¿Por qué está reunión tan temprano?
—Agradezco mucho su asistencia con tan poca antelación, caballeros —Yuuto dio un cabeceo en señal de agradecimiento a sus amigos—. Respondiendo a su pregunta, señor Raimon, tenemos una mala noticia.
—¿A qué se refiere, señorita Takagi? —preguntó el señor Firewill.
—El Raimon ha desaparecido —anunció David con tono serio.
Estela y Gregori fueron los únicos que no se sorprendieron ante la noticia.
—Alto ahí, ¿cómo que desaparecido? —intervino Kai—. Pero si yo los vi antes de ayer. Es imposible que se hayan esfumado de la noche a la mañana sin más.
—¿Pero no estaban en una especie de excursión o algo así? —se extrañó Rubén, apretando suavemente los hombros de Silvia.
—Sí que es cierto que cuando nos informaron de esa excursión tan repentinamente fue algo extraña, pero... el Raimon iba junto —dijo Silvia, intentando no perder la calma.
—No os lo quisimos decir porque no estábamos del todo seguros —comenzó a decir Greg, mirando a Silvia—. Pero los chicos se fueron a una convivencia organizada por el Sector Quinto ayer por la mañana. A Estela y a mí nos avisaron antes de partir y solo se lo comunicamos a unos cuantos miembros de la Resistencia.
Estela terminó de contar todo lo sucedido, incluso la llegada sorpresa de Angy buscando a Shawn.
—Esperaba que esta noticia nunca llegara a nuestros oídos... —suspiró Hillman.
—¿Y qué podemos hacer? —saltó Joss.
—Eso. ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados? —preguntó Guille.
—Prácticamente les han secuestrado —dijo Andrea.
—Anoche le pregunté al señor Goldwin sobre ellos y expresé mi preocupación —contó Estela—. ¿Y sabéis lo que me respondió ese carcamal? Que el Sector Quinto seguro que habían dejado incomunicados a todos para tener una mejor experiencia durante la convivencia.
—Puedo llegar a entender que se les prohíba el uso de móviles a los alumnos para evitar toda distracción, pero no a los adultos —Nelly frunció el ceño—. Está claro que lo han hecho para incomunicarlos y así evitar que sepamos algo de ellos.
—Esto es terrible —se lamentó Einar—. El Sector Quinto secuestrando a un equipo entero. ¿Qué vamos a hacer? ¿La Resistencia no puede hacer algo?
—Tan pronto como nuestras sospechas se han confirmado, le hemos pedido a Willy que haga todo lo posible para localizarles —explicó Estela.
—Tanto Greg como yo nos uniremos a él en cuanto terminemos la reunión —avisó Yuuto—. Tres mentes trabajando son mejor que una.
—¿Y los demás qué hacemos? ¿Nos quedamos sin hacer nada? —preguntó Kai.
—Quizás podríamos buscar también a Eve y a Tris, ¿no? —sugirió Joss—. Ellas también desaparecieron de la nada. Y seguro que está relacionado con el Sector Quinto.
—Pero para eso tendríamos que tener acceso a las cámaras —repuso Nelly.
—Las podemos sacar mientras tanto —aseguró Greg—. No es ningún problema.
—Sois adultos con ocupaciones. No os podemos pedir que faltéis al trabajo para estar buscando pistas —habló David—. Lo único que podéis hacer es esperar a que obtengamos más pistas.
—Y una mierda, David —contestó Guille—. Nuestras amigas han desaparecido. Todo un equipo entero se ha esfumado. No podemos no hacer nada.
—¿Y qué podéis aportar aparte de ojos para ver horas de grabaciones de tráfico? —replicó David con voz dura—. Lo único que haréis será estorbar. Es mejor que vayáis a trabajar y nos lo dejéis a nosotros.
—Ya, pero... —intentó decir Andrea.
—Por favor, chicos, es mejor mantener la calma —cortó David—. Ponernos histéricos no nos ayudará e intentar hacer cosas por hacer tampoco es una solución práctica. Tan solo os hemos reunido aquí para informaros, nada más. Einar, Silvia, Rubén y Nelly nos ayudarán con la videovigilancia. Los demás podéis marcharos.
No tuvieron más remedio que acatar órdenes y salir del lugar. La reunión se dio por terminada y se dispersaron. Yuuto salió junto con David para darle una palmadita en la espalda.
—Les encontraremos, no te preocupes. Seguro que Jude se las ingenia de alguna forma para hacernos saber dónde está.
David solo pudo suspirar, tragarse su preocupación y continuar trabajando.
 
Como el día se presentó soleado y muy bueno, decidieron reunir más leña y limpiar un poco más el lugar donde se quedarían por el momento. Arion y JP terminaron haciendo una carrera para ver quién llegaba hasta arriba del todo de las escaleras cargados de troncos. Otros directamente se fueron hacia la costa para ver qué podían pescar para ese día.
De pronto, una sirena retumbó por toda la isla. Muchos de los chicos se asomaron por la torre del faro para ver qué demonios era eso.
—Capitán.
—Una alarma.
—Sin duda es el Sector Quinto —Mark frunció el ceño.
—¿Ya nos han localizado? —preguntó Yeidi.
—Lo más seguro es que se trate de una advertencia para nosotros —dijo Eve.
Y en efecto, lo era.
—Mark Evans y los estúpidos chicos del Raimon, escuchadme bien —la voz de Pinkus Mountbatten se pudo escuchar por todo el lugar—. Dentro de tres días, se jugará un partido especial entre vosotros y un equipo oficial del Sector Quinto. El lugar será el Estadio Santuario, en el centro de la isla.
—Tal y como decía el entrenador Evans… —murmuró Arion.
—No olvidéis que tenemos rehenes. De modo que no podéis negaros a jugar el partido. Hasta pronto.
—¡Qué cobardes! —gruñó Riccardo.
—Primero nos secuestran y ahora esto —bufó Danny—. Desde luego, el Sector Quinto sabe jugar así de sucio.
—¡Chicos, escuchadme bien! —habló Mark—. ¡Si quieren desafiarnos a un partido, entonces jugaremos contra ellos de cabeza!
—¿Eh?
—¿Qué?
—¿Cómo que de cabeza?
—¿Pero tenemos alguna oportunidad de ganar? —saltó Aitor.
Mark les miró sorprendido para luego sonreír.
—¿Es que os habéis olvidado? Recordad todos los obstáculos que habéis superado. ¡Nosotros siempre jugamos para ganar! ¡Ayer, hoy y siempre! ¡Eso es todo!
Los demás sonrieron por el discurso motivador del que siempre sería su capitán.
—¡Hoy mismo empezaremos a entrenarnos! ¡Y encima contáis con amigos muy especiales que os enseñarán muchas cosas nuevas!
Los adultos se miraron entre sí. Luego sonrieron con malicia, anticipando la diversión que sería enseñarles a los más jóvenes.
—¡En marcha!
—¡Sí!
 
—Gran emperador, estamos a punto de aterrizar en el Estadio Santuario. Supreme estará ahí para recibirle.
Alex Zabel miró por la ventanilla del helicóptero, a través de sus gafas de sol. El helicóptero viró poniendo rumbo a la pista de aterrizaje, donde varios operarios y Supreme estaban ahí para el aterrizaje. Cuando pasaron dentro, Pinkus Mountbatten estaba ya listo para recibirles y acompañarles por las instalaciones.
—Emperador Alex Zabel, ya está muy próxima la finalización del proyecto en el que tanto hemos trabajado.
Iban por una enorme cinta transportadora, atravesando los largos pasillos de aquel lugar secreto.
—¿Es cierto que Mark Evans se encuentra en la isla?
—Sí, pero no hay de qué preocuparse. El proyecto estará terminado en tres días. El Equipo Zero, el equipo absoluto nacerá tal y como estaba previsto. Los mocosos del Raimon serán los primeros en caer ante ellos.
—Eso espero de verdad por su bien —respondió el gran emperador—. Me han informado de que el Equipo Zero no es para tanto y que solo se están desaprovechando recursos y tiempo tontamente.
Pinkus Mountbatten dirigió una mirada furibunda hacia el tipo encapuchado que se encontraba a su izquierda. Estaba seguro de que había sido ese entrometido quien había hecho unos comentarios tan malos acerca de su proyecto, cuando ni siquiera se había atrevido a enfrentarse a su mejor jugador, Bai Long.
—¿Le gustaría que le hiciéramos una demostración previa al partido, gran emperador? Puedo hacer llamar a nuestro mejor imperial.
—¿Para qué? El proyecto no estará terminado hasta dentro de tres días. Ver algo antes de ese tiempo es inútil.
 
Mientras los adultos estaban reunidos para planear cómo procederían durante el entrenamiento, los más jóvenes obtuvieron el permiso de explorar a su alrededor. Para encontrar un buen sitio donde entrenar. Victor, Arion y JP terminaron caminando por el bosque, llegando a unas ruinas repletas de maleza. JP estaba encantado de ver unas construcciones tan antiguas con sus propios ojos.
—¡Mirad…!
—Si podemos usar esta selva para entrenarnos —se dio cuenta Arion.
—Eso parece —dijo Victor antes de continuar explorando.
—Anda, ¿y eso? —preguntó JP.
Delante de ellos vieron a varias estatuas rodeando el pie de un gran árbol. Una de ellas llevaba como una especie de bola en la cabeza. Parecían tribales. JP terminó imitando la pose de la estatua, haciendo reír a Arion.
—Qué posé más rara.
—Chicos, ¿creéis que puede ser un tótem? —preguntó Jean-Pierre—. Oye, Victor, ¿la viste cuando estuviste aquí?
—Dicen que ese es uno de los espíritus guardianes de la isla.
—Así que un espíritu, ¿eh? —comentó Arion.
—Parece que en esta isla se jugaban encuentros de algo como el fútbol —dedujo el antiguo imperial—, donde se daba patadas a una pelota.
—O sea que esto que tiene aquí es un balón de fútbol —Arion tocó el objeto.
—Entonces esto puede ser un espíritu del fútbol —dijo JP, maravillado.
De repente, un balón fue chutado hacia ellos con una fuerza peligrosa. Victor fue rápido en reaccionar. Detuvo la pelota y la devolvió.
—¡¿Quién anda ahí?! —exigió Victor.
A lo lejos, alguien recibió el balón. Unos cuantos muchachos se refugiaban a la sombra de los enormes árboles verdes.
—Bueno, eso no ha estado mal —respondió una voz, acercándose cada vez más a ellos.
Los chicos del Raimon vieron a un joven de su edad aproximadamente vistiendo un uniforme de fútbol. También parecía el ser el capitán a juzgar por su brazalete en su brazo izquierdo.
—Es peligroso aparecer de repente —dijo Arion, desconfiado.
Justo en ese momento, Riccardo y los demás llegaron a ellos, viendo que había jaleo y un grupo de personas que no conocían.
—La verdad es que os hemos estado observando desde que llegasteis a esta isla —reconoció el chico de pelo negro y dos mechones con puntas blancas y rojas—. Jugasteis un partido y os dieron una paliza. ¿Es verdad o no? No puedo permitir que unos chicos con ese asco de fútbol digan que son jugadores.
—¿Nuestro fútbol es un asco? —repitió Riccardo, incrédulo.
—Este es el bosque de Oscuridad Antigua, nuestro equipo. Sois unos intrusos aquí —dijo, dándose la vuelta para marcharse.
—Esperad —pidió Arion—. Si este bosque es vuestro, me gustaría pediros un favor. Querríamos poder entrenar aquí.
—Así que entrenar, ¿no? —el chico se giró para mirarles de reojo.
—¡Tenemos que ganar como sea a un equipo de fútbol de esta isla para salvar a nuestros amigos!
—¿Con esa birria de fútbol…? —murmuró antes de mirarles sonriendo y decir—: De acuerdo. Si nos ganáis al fútbol, entonces os daremos permiso para que entrenéis —les pasó la pelota de fútbol que todavía llevaba en las manos.
Todos miraron a Riccardo, esperando por su decisión. Di Rigo observó el balón y terminó cediendo. Todo fuera por el bien del equipo y de sus amigos. Si tenían que batirse en duelo para poder entrenar allí, lo harían.
El Oscuridad Antigua les llevó a una explanada donde estaba delimitada el área de un campo. Incluso se encontraban dos porterías. Se dieron su tiempo de calentar un poco antes de colocarse en sus posiciones.
—Adelante —ordenó el capitán de piel morena.
—Vale —asintió el otro delantero.
El partido comenzó con el saque del Oscuridad Antigua. Los del Raimon enseguida notaron algo raro cuando incursionaron en campo enemigo.
—¿Por qué están perdiendo el tiempo? —se extrañó Samguk, viendo a uno de ellos haciendo nada más que toques.
—¡Chicos, tenemos que presionarles! —ordenó Gabi.
Los demás defensas respondieron a su llamado. Pero en cuanto el chico se vio rodeado por jugadores del Raimon, hizo un pase largo y alto a uno de sus compañeros. JP vio esa una buena ocasión para luchar en el aire, su especialidad. Consiguió robar el balón y pasárselo a Arion. Pero enseguida le vino el capitán a cortarle el paso.
—Eh, eso no está nada mal… —le sonrió el chico, asustando a Arion.
Intentó driblarle, pero el otro se revolvió como un rayo y se colocó de nuevo delante de él mientras le decía con voz tétrica:
—Hola…
Aunque consiguió pasarle por los pelos, a Arion se le quedó la carne de gallina.
—¿Qué fue eso? —de tan solo pensarlo, le entraban más escalofríos.
—¡Arion! —pidió Riccardo delante de él.
Sherwind se sorprendió aún más cuando un rival saltó de la nada yendo de espaldas hasta Riccardo. Era como si el maldito estuviera flotando entre el balón y la cabeza de Riccardo. Dio un mortal hacia atrás estando todavía en el aire y dejó pasar la pelota y al rival.
—¡Bien! —se vio bastante satisfecho después de su filigrana aérea.
—¡¿Pero qué?!
Todo el Raimon estaba alucinando con el estilo de juego del Oscuridad Antigua. Pero Riccardo no tuvo tiempo de seguir en shock, pues uno de los defensas cargó contra él. Bueno, había llegado la hora de probar su nueva supertécnica.
—¡Himno de Atenea! ¡Victor!
—¡Tiro Sobrenatural!
—¡Puente Sin Final! —el portero logró detener el tiro como si nada—. ¿Esto es todo lo que sabes hacer? —se mofó con una sonrisa.
—¡¿Cómo has dicho?!
Si el Raimon había creído que los jugadores eran algo raros al jugar fútbol, se quedaron boquiabiertos cuando el Oscuridad Antigua se pasó los siguientes minutos dando saltos de canguro por encima de ellos, haciendo piruetas como monos de feria. Era casi como jugar contra acróbatas de circo.
Así creyeron que era hasta que Shun dijo desde el banquillo:
—Están prediciendo sus jugadas.
—Sí —asintió Hugh.
—Parece que al final se han dado cuenta de lo que pasa —sonrió Yang, uno de los tres delanteros del equipo.
Tezcat solo pudo reír a su lado y entre los dos pasaron a Victor y a Lucian como si nada.
—Están jugando como quieren con nosotros —gruñó Riccardo.
—El punto fuerte de Oscuridad Antigua es comprender los movimientos del adversario y quitarles toda su fuerza —el capitán del equipo tuvo la amabilidad de explicar.
—Se podría decir que somos un equipo de energía negativa —comentó Yang, dejando atrás a Riccardo—. Creo que ya está bien con esto.
—¡Sí! ¡Terminemos de una vez! —ordenó el capitán.
Varios jugadores se adelantaron al capitán y este saltó llevándose el balón consigo. Cuando estuvo en el aire, chutó con tal fuerza que derribó a Victor y a Lucian. Yang chutó el pase en dirección a donde estaban otros tres jugadores del Raimon. Ya no estaban jugando al fútbol, sino a una especie de pintball con ellos para hacerles volar por el aire. En cuanto consiguieron deshacerse de los diez, chutaron en dirección a Samguk. Sin embargo, Arion se precipitó de cabeza hacia el balón para detenerlo.
—¡Yo lo pararé! ¡¿Eh?!
A lo lejos vio a una cría blanca de cabra estar a punto de entrar en el campo, justo metiéndose en medio de la trayectoria del balón.
—¡Cuidado! ¡Brisa Deslizante!
Arion se llevó consigo a la cabra y esquivó el balón, que le dio de lleno a Samguk. Pero a este no le podía importar menos el gol. Enseguida gritó:
—¡Arion! ¡Oye! ¿Se encuentra bien ese pequeñín?
—¡Sí! ¡Se encuentra bien, Samguk! —respondió sonriendo.
—¡Anda, es una cabra de verdad! —JP salió corriendo hacia allí, emocionado.
—¿Pero qué les pasa? —se preguntó Yang, viendo a todo el Raimon rodear al chotillo.
Ni que nunca hubieran visto a una de cerca.
—Perdona, sentimos mucho haberte asustado —le habló Arion al animal.
—¿Se habrá separado del rebaño? —dijo Lucian.
—Si no es más que una cabritilla —sonrió Subaru.
—Hay que ver —suspiró Victor, viendo la emoción de sus compañeros.
La cabra baló y continuó con su camino.
—¡Pero no vuelvas por aquí, que te puedes hacer daño! —se despidió Arion.
El capitán del Oscuridad Antigua dejó de mirar a la cabra para observar la sonrisa reluciente de ese chico castaño con dos remolinos en la cabeza. Terminó sonriendo.
—¡Bueno, sigamos el partido!
—No, el partido ha terminado.
—Oye, Tezcat…
—Déjalo, Yang, yo me encargo de ellos.
—Si tú lo dices, como quieras —se despidió de él con un toque en el hombro.
—¿Eh? Pero si se van —alucinó Lucian.
—Qué gente más rara, pardiez.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Mark.
—¿Y todo esto? ¿Pero qué ha ocurrido? —Nathan también venía.
—Escuchadme todos —habló Tezcat con una sonrisa—. He decidido que sois libres de utilizar este bosque para poder entrenar.
—¿Qué? ¿Por qué ahora sí y antes no? —se quejó Arion.
—Si queréis haceros mejores en esta isla, os ayudaré —dijo, acercándose hasta ellos.
—¡Pero si es justo lo contrario de lo que decías antes…!
—Eh… Vale, es que… —se cruzó de brazos, tocándose la barbilla y mirando a un lado—. ¡Ah, sí! Bueno, es que sois muy divertidos —dijo sonriendo antes de señalar a Arion—. Sobre todo tú.
—¿Quién? ¿Yo?
—¡Sí, eres muy divertido!
El chico no tuvo más remedio que tomárselo a bien y sonreír.
—Me llamo Tezcat. Me alegro de conoceros.
Los dos adultos se dieron cuenta de que era el mismo chico que habían mencionado sus amigas. Mark lo encontró algo extraño.
 
Danny, Hikari y Angy rodearon a Tezcat en cuanto le tuvieron delante.
—¿Pero dónde demonios te habías metido?
—Mira que dejarnos ahí tiradas cuando esos tipos nos persiguieron…
—Eso es de ser mala gente.
—Lo siento, lo siento. Tenía que ir a verles jugar —señaló Tezcat.
—Se podría decir que habéis sido abandonadas por un partido de fútbol —se burló Tris.
—¿Y dónde están tus compañeros? ¿Por qué no se quieren unir a nosotros? —le preguntó Yeidi.
—Ah, es que son bastante tímidos —sonrió Tezcat—. Prefieren no juntarse demasiado con gente que no conocen.
—Así que nos vas a ayudar… —le miró Eve.
—¡Sí! ¡Seguidme! —el chico lideró la marcha.
Angy, Hiki y Danny se miraron entre ellas. No recordaban que ese chico mencionara a todo un equipo entero de fútbol.
—Está claro que es alguien bastante extraño —comentó Caleb.
—Y que lo digas tú ya es mucho —añadió Tris—. Pero me extraña que haya accedido tan de repente a ayudarnos a entrenar.
—¿Creéis que puede ser alguien del Sector Quinto? —murmuró Nathan.
—¿Otro imperial…? —Jack puso cara de pena—. Se ve bastante majo…
—¿Y el Sector Quinto les deja campar a sus anchas? —Yeidi frunció el ceño—. ¿Así sin más? ¿No tienen miedo de que revelen lo que están haciendo aquí? ¿De que algún día se marchen y lo digan por ahí?
—Es mejor que le mantengamos vigilado, por si acaso. Quizás también esté aquí por su propia voluntad —sugirió Shawn.
—No nos desviemos, chicos —llamó Mark—. Primero tenemos que dedicar estos tres días a entrenarles muy bien para el siguiente partido. Nuestros amigos dependen de ello.
 
 
 
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Con la extraña ayuda de Tezcat, los chicos del Raimon sufrirán la tortura de los entrenamientos que les han preparado el entrenador Evans y sus amigos. Y no es para menos, pues tienen que prepararse muy bien para el siguiente enfrentamiento. Jude, Celia y las gerentes todavía siguen cautivos, pero no se quedarán de brazos cruzados tampoco. ¿Qué sorpresa tendrá preparada el Sector Quinto con el Equipo Zero?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: MALDAD POR PARTIDA DOBLE
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!




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