CAPÍTULO 40- EQUIPO ZERO


—Tres días desaparecidos y todavía no tenemos nada de ellos —se frustró David.
—No te martirices tanto, Samford —le habló Yuuto—. Desayuna algo, que tampoco queremos que te desmayes por sobreesforzarte demasiado.
Andrea obligó a David Samford a sentarse en la mesa. Nelly iba sirviendo el desayuno que Einar estaba preparando para todos sus amigos que habían trasnochado en su casa.
—Es muy raro que no hayamos encontrado nada —suspiró Estela.
—¿Ni siquiera la Resistencia es capaz de encontrarlos con su tecnología? —se preocupó Rubén.
—Willy y yo estamos rastreando toda la base del Sector Quinto para ver si encontramos algo, pero todavía nada —respondió Greg.
—Hablando de Willy, ¿dónde está? —preguntó Kai—. ¿Cómo es que no vino anoche?
—Dijo que se quedaría investigando toda la noche, que ya está acostumbrado a pasar la noche en vela.
—Eso no es bueno para nadie —Silvia frunció el ceño.
—Me pregunto si los chicos estarán bien… —murmuró Guille—. ¿Y si los tienen encerrados? O peor, ¿y si los han abandonado en mitad de la nada para que se mueran de hambre y deshidratación?
—Pensar en eso no te hará bien —le regañó Andrea, dándole un coscorrón en la nuca para que dejara de pensar tanto.
—Andrea tiene razón —habló Einar, dejando la sartén de nuevo en la vitrocerámica ya apagada y yéndose a sentar con ellos—. Ahora lo que tenemos que hacer es desayunar bien para poder empezar un nuevo día. Luego seguiremos con la búsqueda.
—Lo que me mosquea a mí todavía más es que Tris y Eve también desaparecieran así de la nada —comentó Kai—. Igual que Shawn. ¿Qué pasa? ¿Que decidieron secuestrar a todo el mundo relacionado con el Raimon o qué?
—Diría que es más bien a quienes han metido demasiado las narices —respondió Nelly—. Recordad que Tris y Shawn tuvieron que huir de Hokkaido por rebelarse demasiado contra el Sector Quinto. Estoy segura de que algo más debían saber y que no nos contaron.
—¿Y Eve? —saltó Silvia—. Solo le estaba dando cobijo a Greg, nada más.
—Estoy seguro de que Greg también está en el punto de mira —dijo Estela—. Y viviendo en la misma casa, seguro que Eve sabía más de lo que debía, ¿no?
Greg no tuvo más remedio que asentir.
—Algo es seguro: Tris no fue al aeropuerto para ir hasta Hokkaido —dijo Einar—. Cogió un tren hacia otro destino y le perdimos la pista.
Justo en ese momento, alguien tocó el timbre de la puerta principal. Pasados unos segundos, Joss apareció por allí con cara seria.
—¿Y bien? —preguntó Yuuto—. ¿Has averiguado algo?
—Nadie encuentra sospechoso la desaparición. Michael, Eugene y Adé me han comentado que los padres de sus compañeros no creen que hayan desaparecido. Esos dos viejos se han encargado de mantener a raya a los progenitores —bufó, tomando asiento—. Y como el Sector Quinto es una organización bien conocida, tampoco ponen en duda sus buenas intenciones. Está claro que no podemos tomar esa vía para presionar a los del Sector Quinto. Estamos solos. Solo nosotros sabemos que han sido secuestrados. Los niños están nerviosos.
—No es para menos. Imaginad que llegan a ir todos. Menos mal que Riccardo les ordenó quedarse en el Raimon —suspiró Kai.
—Pero no creo que los del Sector Quinto les retengan demasiado tiempo —pensó Joss—. Cantaría demasiado que un club de fútbol tan famoso como lo es el Raimon desapareciera así de repente y sabiendo que lo último que se supo de ellos era que se iban a una convivencia en el Sector Quinto. Levantaría demasiadas sospechas y eso es lo último que quieren.
—¿Y si quieren lavarles el cerebro? —exclamó Kai.
—Algo descabellado pero no imposible —concedió Andrea.
—Han lavado el cerebro a muchos jóvenes con su fútbol equitativo —comentó Rubén—. Si no es de una forma, de otra. El Sector Quinto sabe ser persuasivo, eso es lo que me comentó Esther hace poco.
—Hablando de Esther, ¿no te ha dicho nada? —preguntó Silvia—. Todavía seguía dentro del Sector Quinto, ¿no?
—Anoche me dijo que se había enterado de que el gran emperador había salido de las instalaciones del Sector Quinto. Había cogido un helicóptero y se había marchado. Y que ya no sabía más de él.
—Así que un helicóptero… —murmuró Joss.
—¿Para qué querría uno? —comentó Einar.
—Bueno, por investigarlo no pasa nada, ¿no? —Guille miró a los dos hackers presentes.
Greg y Yuuto se miraron entre ellos antes de asentir en conformidad.
—Bueno, pues no perdamos más el tiempo —David se levantó y dio las gracias por el desayuno—. A trabajar.
Todos miraron cómo se fue por la puerta, sin esperar a nadie.
—¿Alguno de esos niños es su hijo o algo? —preguntó Kai de repente.
—Arion es familiar de Silvia —respondió Estela.
—Lucian es el primo de Hiki —continuó Einar.
Yuuto abrió la boca para decir algo, pero decidió callarse. Justo a tiempo para ver la mirada de ave rapaz que le envió Guille.
 
—Mañana es el gran día, así que no perdáis la concentración —habló Riccardo.
—¡No!
—¿Qué pasa? —preguntó JP en cuanto vio que su mejor amigo miraba hacia los lados.
—Estaba pensando en que hoy Tezcat no ha venido al entrenamiento —respondió Arion.
—Es verdad —comentó Aitor.
—Entrenador Evans, ¿no habrá visto por casualidad a Tezcat esta mañana? —preguntó Arion en cuanto vio a los adultos acercarse.
El grupo de adultos se miró entre sí.
—En realidad no le hemos visto desde ayer por la mañana, cuando se ofreció a ayudarnos —contestó Yeidi.
—Ni siquiera se unió a nosotros para la cena —dijo Danny.
—Creo que el último en verlo fue Arion, ¿no? —recordó Hikari—. Estaba entrenando contigo.
—¿Le viste raro o algo parecido? —preguntó Angy.
Arion dudó un poco pero terminó contándoles sobre la charla que tuvieron durante el atardecer, en lo alto de la cascada.
—¿El fútbol maldiciendo? —Mark se rascó la nuca, encontrándolo muy raro.
—¿Verdad que es extraño, entrenador Evans? —insistió Arion—. Seguro que el fútbol se pondría triste al escucharle decir eso.
Caleb arqueó muchísimo las cejas al escuchar al centrocampista. Tris le metió un codazo para que no se burlara de él abiertamente. Los demás nunca pensaron que podrían a encontrar a alguien más loco por el fútbol que su amigo Mark. Pero se equivocaban. Había otro zumbado de la cabeza. Uno peor.
—Bueno, no nos distraigamos —carraspeó Nathan—. Tenemos mucho que hacer y poco tiempo.
—¡Eso, eso! —asintió Jack—. ¡Hay que ganarles mañana al Sector Quinto!
 
Machacarse tanto entrenando había dado sus frutos. Los niños habían conseguido mejorar en muy poco tiempo y consiguieron completar los pequeños entrenamientos que les habían asignado los adultos. Arion se puso tan contento de poder escalar la cascada al primer intento que chilló a pleno pulmón:
—¡Tezcat, lo he logrado!
—¡Muy bien, Tarzán! —gritó Yeidi desde abajo—. ¡Ahora salta y date un chapuzón si te atreves!
—¡Pero está muy alto!
—¡Pues a ver cómo bajas de ahí sin caerte! ¡Como te pase algo, me matan!
Arion miró con decisión la roca. Si había conseguido escalarla, podría descender por ella. Lento pero seguro. Yeidi se maravilló por la capacidad de los jóvenes de hacer temeridades como esas sin partirse la cabeza durante el proceso. La gran mayoría de veces, claro está.
 
Habiendo superado el surf sobre arena de Shawn y Angy, Victor se fue a un lugar que le era conocido para entrenar. Ya había estado cuando le trajeron por primera vez. Se trataba de un estrecho cañón, con varios puentes de piedra que conectaban ambos extremos. En el pasado lo había usado para saltar sobre ellos y chutar con la pelota para que rebotara por las paredes. Esa vez tampoco fue una excepción, pero empezó por abajo. Chutó con todas sus fuerzas el esférico, que alcanzó una velocidad considerable y echó a correr. Cuando vio que lo alcanzaba, saltó varias veces ayudándose de las paredes y remató hacia el suelo.
—¡¿Quién está ahí?! —gritó en cuanto escuchó que no estaba solo.
—No me imaginaba que formarías parte de ese equipo de debiluchos. Tú también has cambiado.
—Bai Long… ¿A qué has venido?
El chico estaba vestido de forma casual, sin su uniforme de fútbol. Estaba sobre uno de los puentes, uno que se había roto por la mitad.
—Solamente quería hablar contigo. Antes eras un lobo solitario que no se abría a nadie. ¿Y ahora vas por ahí de simpático con tus amiguitos? No me lo puedo creer. Estás muy lejos del nivel de un jugador absoluto, lo que yo he conseguido trabajando más duro que nadie. ¡Ojalá llegue ya mañana! —bramó, dándose la vuelta—. ¡Porque pienso aplastarte!
Victor se quedó mirando el lugar por donde se fue su antiguo compañero. ¿Así habría terminado él si se hubiera quedado en el Santuario? ¿Así de infeliz habría sido si el gran emperador no le hubiera mandado al Raimon? Parecía que el Santuario mataba todo el amor que alguien podía tener por el maravilloso deporte que era el fútbol.
Y eso era horrible.
 
—Está bien, chavales —Tris dio un par de palmadas—. Ya hemos entrenado suficiente. Esta tarde quiero que os lo toméis con calma, ¿de acuerdo? Nada de subirse por las lianas, ni bajar rápidos o dejar que te machaquen con la pelota de fútbol.
—Esta tarde, relax —sonrió Yeidi—. Y descansar mucho para el partido de mañana.
—Porque os jugáis mucho en ese enfrentamiento. Ahí os jugáis la vida de nuestros queridos amigos y de vuestras adoradas gerentes —sonrió Danny como si nada.
—Pero sin presión, ¿eh? —añadió Hikari.
—Pues menos mal —comentó Eve con diversión.
—Tal vez podríamos hacer algo de yoga para relajarnos —propuso Angy—. Así podremos lidiar mejor con el estrés que supone estar aquí, perdidos en medio de la nada y sin saber si nuestros amigos serán capaces de localizarnos en algún momento.
—Cariño, no lo estás arreglando —le susurró Shawn.
—Tonterías —bufó Caleb—. Les sobreprotegéis demasiado.
—Cuanta más presión, peor hace uno las cosas —replicó Tris.
—Habla por ti. Yo todo lo hago bien siempre —le contestó su novio.
—Parece que cerrar la boca en el momento justo no lo has aprendido aún —se rió Nathan, viendo cómo Caleb recibía un buen pellizco.
—No os alejéis mucho, ¿de acuerdo? Más vale prevenir que curar —aconsejó Mark—. Nosotros tendremos una reunión técnica, por si algo se llegara a torcer.
—¿Nos hemos levantado hoy pesimistas o qué? —Jack se puso nervioso.
De cualquier forma, los más jóvenes se pusieron más inquietos. Si era culpa de los adultos o no, eso nunca lo dirían en voz alta.
 
Otro día terminó cuando el sol se puso por el horizonte y la luz de la luna iluminó toda la Isla Santuario. Un vigilante del Sector Quinto estaba haciendo su turno de guardia, cerciorándose de que todo estuviera correcto. Pasó por la zona de los calabozos. Normalmente era una ruta sencilla, pero enseguida se dio cuenta de que algo andaba mal en cuanto el rabillo de su ojo detectó algo. En el panel de videovigilancia del calabozo solo devolvía una imagen del cubículo vacío. No había ni rastro de los prisioneros.
—¡¿Cómo?!
Era imposible que pudieran salir de allí por la puerta. Era de máxima seguridad. Se apresuró a desbloquear la puerta para poder inspeccionar él mismo la celda. Efectivamente, no había nadie en cuanto entró. Tan solo una cámara colocada en mitad de la habitación. Se escuchó el temporizador de la cámara rosa y se quedó ciego por el disparo del flash. El tiempo suficiente para que Jude Sharp saliera de debajo del banquillo y lo tacleara hasta dejarle inconsciente. Celia se apresuró a mantener la puerta abierta para que no se cerrara y las gerentes se apresuraron a salir del lugar.
—¡Daos prisa…! —apremió la peliazul.
Jude se encargó de volver a cerrar la puerta con el hombre dentro, justo en el ángulo muerto de la cámara de seguridad.
—Un plan digno del entrenador —alabó Rosie, con la cámara en la mano.
—Ahora vamos a reunirnos con los chicos.
Se apresuraron a correr por las instalaciones. Iban a ciegas, pero en un momento dado pasaron por delante de lo que parecía ser una sala de prácticas con unos enormes ventanales.
—¡Vamos, levántate! ¡No seas vago! —pudieron escuchar desde dentro.
—¡¿Qué pasa?! ¡¿Es que no puedes sacar tu Espíritu Guerrero?! ¡Recuerda que tu vida depende de ello!
El primer hombre que había hablado activó de nuevo el cañón y disparó hacia un joven que estaba completamente asustado.
—¡¿O es que prefieres ser un fracasado?!
—¡No! ¡Demostraré que puedo hacerlo! —gritó con un tembleque en la voz, a pesar de estar temblando en el suelo—. ¡Y formaré parte del equipo absoluto!
—No puedo creer que lleguen a esto —se horrorizó Skie.
—¡No soporto ver esto! —se cabreó Jade.
—Así que esto es lo que Mark había ido a investigar… —se dio cuenta Jude.
Rosie comenzó a hacer fotos como una loca, asegurándose de captar el horrible entrenamiento al que estaban sometiendo al menor. Luego, corrieron de nuevo para no ser pillados.
De alguna forma lograron llegar hasta un pasadizo subterráneo. No tardarían demasiado sus captores en darse cuenta de que se habían dado a la fuga.
—¡Por allí podemos salir! —gritó Jude al ver una salida.
—¡Vámonos ya! —gritó Jade, corriendo todo lo deprisa que podía.
A Rosie se le cayó la cámara al suelo en mitad de la carrera. Justo en ese momento se dieron cuenta de que dos hombres trajeados de negro les perseguían.
—¡Alto!
—¡Ayúdenos, Supreme!
—¡No deje que se escapen!
Jude miró hacia atrás, viendo a una figura encapuchada en la salida. Celia impidió que Rosie fuera a por la cámara.
—¡No! ¡No lo conseguirás!
—¡Yo le distraigo! —exclamó Jude, tomando la delantera y dispuesto a irse a las manos con ese encapuchado.
—¡Rosie, si vuelves ahí, te capturarán! —advirtió Jade.
Pero esa advertencia se la llevó el viento para Skie, que se detuvo y miró hacia atrás. Jude se encargó de entretener a Supreme lo suficiente como para que su hermana y las niñas lograran salir por la puerta. A pesar de que Jude no estaba tan versado en la lucha como su contrincante, tenía buenos reflejos como para detener los golpes.
—¡Vamos, Jude! —le gritó Celia.
—¡No te resistas!
—¡Danos esa cámara!
—¡Skie! —gritó Jude, viendo que la niña estaba protegiéndola.
—¡Tómala! —Skie logró lanzársela de vuelta a Rosie.
Jude quiso irse de Supreme para ir a rescatar a Skie, pero Supreme le dio tal patada que le lanzó a través de la salida. A la misma vez, uno de ellos activó el mecanismo de la puerta y se cerró de golpe, quedando Skie a merced de los secuestradores de nuevo.
—¡Jude…! —se asustó Celia.
—¡Skie está…! —Rosie había quedado horrorizada.
—¡Y todo por la maldita cámara…! —gruñó Jade—. ¡Tonta…!
—Sabía que las fotos eran importantes… —murmuró Jude—. Salvaremos a Skie cueste lo que cueste.
Pero primero debían ponerse a salvo ellos primero.
 
Ese día amaneció nublado. Toda la isla estaba oculta bajo una espesa capa de nubes grises. No haría buen tiempo. Estaban en el puente que les separaba del Santuario, donde se disputaría el partido.
—El equipo rival se llamaba Luz Eterna, ¿no?
—No podemos subestimar su fuerza para nada…
—No sé si el resultado de nuestro entrenamiento será suficiente para ganarles.
—No te pongas así, Lucian —su prima Hikari le revolvió el pelo—. Si vais con esa mentalidad tan pesimista, sí que perderéis.
—Jugad como siempre —sonrió Mark, dando ánimos—. Solo necesitáis jugar tan bien como siempre.
Era increíble cómo con unas simples palabras del entrenador lograba calmarles.
Cuando llegaron al Santuario, las enormes puertas se abrieron automáticamente.
—Esto parece más bien las puertas al otro mundo —comentó Caleb.
—Sí, porque fijo que será peor que el infierno —dijo Tris.
—Lo cierto es que a nosotros no nos han invitado —murmuró Shawn.
—No esperarán que les dejemos ir solos, ¿verdad? —bufó Angy.
—Chicos, ¿habéis ido todos al baño? —preguntó Jack con decisión.
—Pregúntatelo tú primero, ¿no? —suspiró Nathan, sonriendo sin más remedio.
—No cambies nunca —se rió Danny.
No perdieron más el tiempo. Entraron gracias a una cinta transportadora que les llevó por encima de las instalaciones. Se dieron cuenta de que debajo de sus pies había un montón de campos de entrenamiento. Todos destrozados y cada uno con un enorme cañón dentro.
—El aire parece viciado.
—Por lo que me han contado, casi nadie ha conseguido salir del Santuario sano y salvo —comenzó a decir Victor.
—¿Así que el Sector Quinto somete a sus jugadores a entrenamientos en un ambiente tan horrible?
—Dios mío…
El campo de fútbol se encontraba en lo alto del edificio. Llegaron justo en mitad del campo, con un montón de espectadores que les pitaban y gritaban de manera muy agresiva. Por la vestimenta, parecían los mismos imperiales que se entrenaban en aquellas instalaciones.
—Bienvenidos al Santuario —Pinkus llegó para recibirles—. Se podría decir que todos los que llenan este estadio son vuestros enemigos y no sería ninguna exageración.
—¿Todos nuestros enemigos?
—No quiero repetirme, pero si perdéis, aceptaréis a someteros al entrenamiento para convertiros en imperiales.
—¡Repítalo lo que quiera! —saltó Arion—. ¡Nuestra respuesta siempre será la misma!
—Ni que pudierais negaros —se rió Pinkus con malicia—. Después de todo, no podréis salir de este lugar hasta que hayáis conseguido ganar.
Los adultos se dieron cuenta que desde el palco les observaba el gran emperador Alex Zabel, acompañado de sus esbirros.
—¡Adelante, jugadores absolutos!
El equipo rival hizo una entrada totalmente dramática, cegando a los del Raimon. Diez jugadores se mostraron ante ellos, con Bai Long a la cabeza del equipo.
—¿Pero esto qué es? —exclamó Victor.
—Pero si es este no es el mismo equipo de la otra vez —se dio cuenta Lucian.
—Falta un jugador —Angy frunció el ceño.
Nada más terminar de decirlo, el undécimo jugador salió de entre sus compañeros, dejando boquiabiertos a todos.
—Tezcat... —Arion fue el más sorprendido.
—No solamente él. Hay algunos de sus compañeros en el equipo —indicó Riccardo.
—¿Por qué...? ¿Por qué Tezcat está con ellos?
—Bueno, tal vez le han comido el coco —le respondió Aitor a Arion.
—Voy a ser claro, para que no haya malentendidos. Me he unido a este equipo por mi propia voluntad —reveló Tezcat.
—¿Pero por qué lo has hecho, Tezcat? —quiso saber Sherwind.
—Os voy a contar detenidamente la búsqueda del poder absoluto —intervino Pinkus Mountbatten—, lo que nosotros llamamos Proyecto Zero. Luz Eterna y Oscuridad Antigua, dos equipos entrenados en circunstancias totalmente distintas. Que vuestro equipo jugase con Oscuridad Antigua en la selva era una parte más de este proyecto. Luz y oscuridad, pausa y movimiento, positivo y negativo —mientras iba hablando, Bai Long y Tezcat dejaron que sus auras se manifestaran, dejando a la vista el tremendo poder que tenían—. ¡Cuando ambos se unen, nace el equipo absoluto, el Equipo Zero!
Los espectadores del lugar corearon con entusiasmo al Sector Quinto. Intimidando a los intrusos de esa isla.
—¿Entonces lo de rescatarnos también fue una farsa? —le encaró Hikari.
—También debe ser mentira que seas originario de esta isla —añadió Danny.
Tezcat no respondió. En su lugar se escuchó la voz de Skie gritando el nombre de Arion. La encontraron encerrada en una jaula a varios metros del suelo.
—Eso es jugar muy sucio —gruñó Nathan.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Tris.
—¡Mark!
A lo lejos pudieron ver que Jude, Celia y las dos gerentes jóvenes estaban sanos y salvos. Habían podido observar con horror dónde tenían a su amiga.
—Skie estaba bajo mi responsabilidad, pero...
—No es culpa tuya, Jude —le cortó Yeidi—. Todavía es una suerte que no os haya pasado nada.
—Por ahora solo podemos observar cómo juega el Raimon —dijo Mark sin más remedio—. Yo creo que el futuro del fútbol depende del partido de Arion y los demás.
—Muy bien, empecemos —habló Pinkus—. Llevemos el Proyecto Zero a su fase final.
—¡Sí! —respondió el equipo.
—¡Este partido no se parecerá en nada al anterior! —aseguró Riccardo.
Bai Long sonrió con diversión y dijo:
—Os vamos a demostrar el poder de aquellos que jamás han dejado de buscar la cima, el nuestro.
—Arion, el fútbol solo es el medio de medir el valor de la gente. Sin fuerza, nunca podremos defender lo que es más importante para nosotros.
El chico miró momentáneamente hacia dónde estaba Skie. Luego frunció el ceño con decisión.
—Tezcat...
Ya entendía las palabras que le dijo sobre la cascada. ¿Podría defender lo que era importante con su fútbol? Tezcat quería averiguarlo. Pero Arion no pensaba ceder. No importaba lo que pasara, ganarían y rescatarían al fútbol y a sus amigos.
Ese partido lo dejaría todo claro.
Y como si los cielos supieran de su importancia, un rayo apareció entre las nubes grises y la lluvia.


 
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Con la libertad de Skie y la de ellos mismos en juego, el Raimon se enfrenta a un desconocido Equipo Zero. A pesar de haberles visto jugar con anterioridad, no pueden fiarse. Por algo son los elegidos para ese proyecto descabellado. Y esos mismos jugadores se encargarán de demostrar por qué han llegado a la cima y han sido escogidos por Pinkus Mountbatten. ¿Cómo es ese poder absoluto del que tanto ha hablado?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: EL EQUIPO ABSOLUTO
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!




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