CAPÍTULO 58- HASTA EL CIELO
—Capitán… Riccardo…
—La situación es peor de lo que pensaba… —murmuró en voz baja Ken.
Camellia se veía preocupada. Ken no sabía si era por la situación del
Raimon y del partido o por la posibilidad de que Riccardo se cayera del palco
hacia abajo.
—Pobres… —Cammy sufría viendo a los adolescentes ahí tirados en la hierba.
Vieron a Arion evitar la mirada del capitán di Rigo, totalmente avergonzado
por encontrarle allí y por su pésima actuación como líder del Raimon. Porque
era un fracaso total.
—¡Lo siento mucho, capitán…! —terminó por gritar el chico—. ¡Por mi culpa,
el Raimon…! —apretó los ojos, intentando no llorar de nuevo ante él.
—¡Levanta la cabeza, Arion! ¡Tú puedes hacerlo!
El chico se sorprendió. ¿Qué demonios estaba diciendo? ¿Acaso no veía cómo
estaba el equipo en esos momentos?
—¡Pero capitán…! ¡Yo…!
—¡Yo sé que puedes! —le interrumpió con fuerza, con esa seguridad que le
caracterizaba a Riccardo—. ¡La única arma que necesitas está dentro de ti! —le
señaló.
Arion se llevó la mano al corazón, intentando entender las palabras de su
capitán.
—¡Arion! ¡Echa un vistazo! —le ordenó Mark.
Miró a su alrededor. Sus compañeros estaban sin aliento, intentando
recuperarse para terminar el partido. Las gerentes iban atendiendo a los
jugadores pro si necesitaban beber un trago o que les aplicaran algún espray.
—Piensa. ¿Es este el fútbol al que quieres jugar?
—Tienes que tener en cuenta el límite de tus compañeros, Arion —le dijo
Estela con suavidad—. Me alegra que confíes tanto en las capacidades de tus
compañeros y que los pongas en su límite, pero no hasta la extenuación.
Lo sabía. Claro que lo sabía. Él no quería que sus compañeros sufrieran de
esa manera jugando, querían que se divirtieran, como en los anteriores
partidos. Tal y como habían estado haciendo hasta ese momento. Sufriendo, sí,
pero disfrutando muchísimo a la vez.
—¿Lo has entendido? —sonrió Mark al ver la mirada de Arion.
En cuanto los chicos del Raimon pudieron recuperarse un poco, el capitán
los reunió. Arion se reverenció ante ellos.
—¡Perdonadme! ¡He cometido un gran error! Para recuperar el auténtico
fútbol, como siempre hemos querido, necesitamos jugar como hemos jugado
siempre, así que…
—Jugar como siempre, ¿eh…? —rumió Michael antes de sonreír y decir—:
Juguemos así, capitán.
—Muchas gracias, Michael.
Sus compañeros asintieron en consonancia. Arion se emocionó ante el apoyo
que el equipo le seguía brindando a pesar de todo.
—Lo conseguiremos —sonrió Celia.
—Se había obcecado tanto con ganar y ser un buen capitán que ni siquiera lo
estaba disfrutando… —dijo Estela.
—Errores de novato —comentó Jude.
Mark sintió la suave brisa que se levantó cuando los chicos entraron de
nuevo al campo. Sonrió mirando hacia el cielo azul.
—¡Ya hemos pasado la mitad del segundo tiempo de la final del torneo Camino
Imperial entre el Raimon y el Monte Olimpo! ¡El Monte Olimpo lidera el marcador
por cuatro a dos!
—El Dragon Link está compuesto por chicos que a pesar de su talento jamás
habían tenido la oportunidad de jugar al fútbol. Sin embargo, una vez que han
tenido el ambiente y las circunstancias propicias para jugar, su talento floreció
hasta el punto de conseguir usar y controlar sus Espíritus Guerreros —Gyan
Cinquedea iba dando una charla al gran emperador—. Gracias a que el Sector
Quinto controla y regula el fútbol, el Monte Olimpo es el mayor símbolo del
fútbol regulado. Y este símbolo ahora se encuentra en la misma cima del fútbol.
Ellos son la prueba de que mi planteamiento es el correcto.
Alex miraba de reojo al fundador del Sector Quinto.
—¡Bien, el partido se reanuda con el saque de centro del Raimon! ¡Dos
jugadores del Monte Olimpo cargan contra Victor con sus invocaciones, pero
Blade consigue hacérselo llegar a Arion a pesar del golpe! ¡Arion consigue
desmarcarse de otros dos rivales a pesar de su fuerte marcaje y consigue
internarse en el campo enemigo! ¡Pero los defensas del Monte Olimpo no se lo
están poniendo nada fácil! ¡Uno tras uno van deteniendo al capitán del Raimon,
pero Arion Sherwind siempre consigue recuperar el balón! ¡Qué maravilla de
fuerza de voluntad! ¡Llega hasta la última línea defensiva y…! ¡Le han quitado
la pelota a Arion! ¡De repente se convierte en una oportunidad para el Monte
Olimpo! ¡Se disputan la posesión en el aire! ¡Dos contra uno! ¡Pero JP logra
despejar ese pase con un tremendo salto!
—Hay algo diferente en su modo de jugar… —observó Austin Hobbes—. Por más
que reciban golpes, siguen luchando hasta el límite, pero de una forma
distinta…
—Da igual cuánto lo intenten, el resultado será el mismo —Gyan sonreía—. No
pueden ganar contra un equipo entero de invocadores.
Miró a Gyan, pero se calló. No era cierto. Antes estaban jugando solo
siguiendo las órdenes de Arion, solo siguiendo al líder y sufriendo por fallar.
Pero en ese momento, Austin creía estar viendo la verdadera esencia de lo que
fue el Raimon. De lo que era antes el club y lo que les llevó a llegar hasta la
mismísima final del torneo Camino Imperial. Era ese fútbol del Raimon el que
estaba viendo en esos momentos.
Porque estaban jugando de verdad, se estaban divirtiendo. No seguían
órdenes del Sector Quinto ni de Arion. Solo el de sus sentimientos, el de su
pasión por ese deporte. Solo jugaban.
El viento de la revolución se había convertido en el latido que impulsaba
ese amor por el fútbol.
—¡El Monte Olimpo chuta hacia la portería del Raimon…! ¡Asombroso! ¡Cuatro
jugadores han parado el balón! ¡La pelota se pone en movimiento de nuevo!
¡Ahora es el Raimon quien sube al ataque! ¡El balón pasa de Victor a Arion! ¡Y
luego de Ryoma a Lucian! ¡Sin embargo, en su camino se alza la última y
definitiva línea de defensa del Monte Olimpo, Vintet y Viisi! ¡Ryoma y Lucian
salen despedidos por la tremenda defensa, pero Nishiki consigue propulsar a
Lucian hacia la pelota! ¡Lucian chuta con su Estrella Oscura y rechaza a los
Espíritus Guerreros…! ¡Perdón, señores y caballeros, pero no era un tiro, era
un pase a Victor y a Arion…! ¡P-pero qué acaban de ver mis ojos! ¡Acaban de
recortar un gol realizando el Tornado de Fuego Dirección Doble, la famosa supertécnica
que realizó Axel Blaze en un partido con la selección nacional japonesa!
Gyan quedó en shock y miró al gran emperador. Alex Zabel le devolvió la
mirada con ferocidad.
—Dos jugadores chutan utilizando el Tornado de Fuego a la misma vez,
multiplicando la potencia… —murmuró Gyan—. Con unos movimientos perfectamente
sincronizados —Cinquedea apretó los dientes y se levantó para encarar al gran
emperador—. Se lo enseñaste tú, ¿no es verdad?
—Así es, pero… —el gran emperador también se puso de pie—. La decisión
siempre fue suya.
—Por fin lo he entendido… Aquel día, cuando te presentaste ante mí, sentí
en ti una gran emoción hacia el fútbol. Pero la verdad es que nunca pretendiste
trabajar a favor del Sector Quinto. En realidad, preparabas esta revolución para
recuperar el fútbol. Alex Zabel… No, Axel Blaze… Dejaste tu puesto en la
selección nacional para ser mi sirviente, abandonaste tu posición en el mundo
del fútbol, todo lo que eras y lo que tenías lo sacrificaste por el fútbol.
—Le debo mi vida al fútbol, es cierto. Porque sin el fútbol, no estaría
aquí ahora mismo —Axel miró directamente hasta donde estaba Mark, recordando su
adolescencia—. Todos los integrantes de esa época fuimos salvados por el
fútbol, pero el de ahora no puede salvar absolutamente a nadie. Por eso tomé la
decisión de que usaría cualquier método con tal de recuperar el fútbol.
—Conque esa era… tu verdad.
—El fútbol regulado caerá ante el auténtico fútbol. Personalmente creo que
es el mejor método para que todo el mundo abra los ojos y rescatar el fútbol. Y
para eso, estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio.
Los ojos azules de Gyan Cinquedea temblaban con ira y rabia, viendo que
todo por lo que había trabajado se estaba desmoronando a pedazos.
—Tú no has sido el único que se lo está jugando todo. El fútbol regulado es
un sistema justo que permite repartir las oportunidades equitativamente entre
todos —insistió con sus ideales en mente.
—Creo que ya es hora de cambiar a esos dos —señaló Estela.
—¡Hugues, Shunsuke, entráis! —ordenó Mark.
El árbitro anunció las sustituciones de Eugene y Adé.
—Bueno…
—Os lo dejamos a vosotros…
Los dos estaban tan hechos polvo que tuvieron que sostenerles para que no
se cayeran redondos al suelo.
—¡Sí! —respondieron sus compañeros.
—Lo habéis hecho muy bien —felicitó Jade, ayudando a Adé.
—¡Vamos, Aitor, detenlo! —gritó Angy, poniéndose de pie—. ¡Demuestra que no
necesitas ser ningún invocador para ser un puto amo!
—¡Toma ya! ¡Lo ha parad! —Eve chocó las manos con la jugadora de vóley—.
¡Un gol más y empatamos!
—Madre mía, ahora están jugando de otra manera —sonrió Kai—. Es como ver al
antiguo Raimon de nuevo.
—¿Qué antiguo Raimon ni qué demonios? —soltó Yuuto—. Este es el Raimon que
siempre ha habido, pero solo necesitaban volver a descubrirlo.
—Han sacado una nueva supertécnica —silbó Hikari—. Qué buena pareja hacen
Shun y Hugh.
—Dirás dúo —le corrigió Danny.
—Lo he dicho bien. Sé lo que digo.
Danny arqueó las cejas, pero enseguida se puso a chillar:
—¡Métesela, Ryoma!
—Anda que tú también… —se rió Ana a carcajadas.
—¡Atentas, atentas…! —Eris le cogía con fuerza la muñeca a Sakura—. ¡Que el
portero está retrocediendo…!
—¡Empate! —saltó Sakura, abrazando con alegría a Eris—. ¡Ya queda menos…!
—¡Es increíble cómo han pegado el salto…! —se rió Guille de la alegría.
—Cuando juegan a su verdadero fútbol, no hay quien pare al Raimon —sonrió
Yeidi—. Seguro que el Dragon Link y ese asqueroso de Cinquedea deben de estar
flipándolo.
—Han subestimado demasiado al Raimon y ahora lo están pagando —asintió
Andrea—. ¡Ánimo, chicos! ¡Un gol más! ¡A por la remontada!
—También se han apoyado demasiado en las fuerzas de sus Espíritus Guerreros
—señaló Tris—. Puedes tener talento para invocarlo, pero después otros factores
cuentan. Aquí la maña está ganando a la fuerza.
—Yo diría más bien que es cuestión de mentalidad también —Esther se cruzó
de brazos—. Ahora que ya no se han centrado tanto en una cosa, son más libres
de jugar como les gusta.
—Sí —Rubén estuvo de acuerdo con su mejor amiga—. Han estado tan ciegos de
querer jugar de manera que se habían olvidado de jugar como ellos saben. Nada
de ganar, solo demostrar que el fútbol libre es mucho mejor que el regulado.
—¡Saque de centro del Monte Olimpo…! ¡El Raimon vuelve a robar el balón y
de nuevo suben al ataque! ¡Pase largo de Arion Sherwind a Victor Blade, que la
controla de forma espectacular!
—¡Vamos, Victor, chuta con Lancelot! —exclamó Saki—. ¡No…! ¡Con su
supertécnica…! ¡Y encima es de grado tres! ¡Ha mejorado!
—¡Una vez más, Quentin Cinquedea invoca a su Espíritu Guerrero para guardar
la portería! ¡¿Eh?! ¡Aquí entra Arion por sorpresa! ¡Arion realiza su Tiro
Vendaval 2 para dar el remate final! ¡El tiro encadenado colisiona con la
Corona de Fuego de Cinquedea! ¡Menuda lucha! ¡La fuerza del tiro es tal que
está haciendo retroceder poco a poco a Quentin…! ¡Hasta que logra meterle
dentro de la portería! ¡Señoras y señores, otro tanto para el instituto Raimon!
¡Con esto, consigue hacer su remontada! ¡Cinco a cuatro! ¡Y mientras los
jugadores lo celebran, suenan los tres pitidos! ¡Ha terminado el partido!
—¡Ganaron, ganaron! —Joss fue la primera de todas en gritar por la
victoria.
—¡Eso es! —gritó Silvia.
—¡Campeones nacionales…! —Nelly chocó palmas con la antigua gerente.
Los jugadores del Raimon dejaron de pegar saltos por el gol anotado y
miraron hacia el enorme marcador del estadio. Cinco a cuatro. Arion miraba los
números y el reloj del encuentro y todavía seguía sin asimilarlo.
—¿Hemos ganado?
Arion tuvo que mirar a Victor para que este le asintiera con una sonrisa.
Luego miró hacia el banquillo, donde sus compañeros ya estaban saltando de la
alegría. Incluso Samguk, que se había despertado poco después de comenzar la
segunda parte ya estaba con ellos. La profesora Schiller iba saltando también,
mientras que la profesora Hills zarandeaba con demasiada fuerza el brazo del
entrenador Sharp. Mark era el único que le estaba mirando y el entrenador le
asintió, para asegurarle que no estaba soñando. Que sí.
Que eran campeones nacionales.
—¡Ya está! —gritó Arion, con sus compañeros yendo a saltar en piña.
—¡El instituto Raimon es el campeón nacional del torneo Camino Imperial! —anunció
el comentarista, con los gritos de fondo del público.
—Muy bien hecho, chicos —Ken sonrió, posando una mano sobre el hombro de
Riccardo.
El chico no había querido moverse de ahí en todo lo que había durado el
partido.
—Han ganado… —sonrió el joven, lleno de orgullo y alegría.
—¡Capitán! —el grito de Arion se escuchaba cada vez más cerca, pues se
acercaba hasta donde estaba Riccardo—. ¡Me alegro mucho de haber entrado en el
Raimon! —se tocó la banda de capitán, emocionándose hasta las lágrimas—. ¡Y
sobre todo me alegro de poder jugar al fútbol contigo, capitán! ¡Y con todos
los demás!
—Arion… —Riccardo sonrió, dejando que un par de lágrimas rebeldes resbalaran
por sus mejillas.
—¡Capitán! ¡Volveremos a jugar juntos, ¿a que sí?!
Ken y Cammy intercambiaron miradas, sonriéndose al ver a los dos
adolescentes intercambiar saludos con sus puños. Menudos locos del fútbol.
—Ahora vamos a dar comienzo a la ceremonia. El campeón de este año del
torneo Camino Imperial es el instituto Raimon.
—Somos los campeones —dijo Arion, recibiendo el trofeo y alzándolo—. ¡Hemos
recuperado el auténtico fútbol!
La grada tronó, celebrando a los nuevos campeones nacionales.
—Qué bien, ¿eh, Arion? —le sonrió JP.
—¡Sí! ¡Seguro que el fútbol estará muy contento!
—¿Otra vez con eso? —saltó Michael, haciéndole burla.
—¡Pero seguro que estará contento!
—Claro, claro, lo que tú digas.
—¡He dicho que estará contento! —Arion hizo un puchero antes de sonreírle
al que estaba a su lado—. ¡¿Verdad que sí, Victor?!
—A mí no me mires —el delantero miró hacia otro lado.
—¡Bueno…! —Samguk hizo una palmada, llamando la atención de todo el mundo—.
¡Y ahora, vamos a mantear a nuestro capitán!
No había terminado de decirlo cuando ya habían empezado a correr hacia el
chico. Pillaron con la guardia baja al capitán y empezaron a lanzarlo por los
aires.
—¿Has visto las sonrisas que tienen? —preguntó Axel, mirando desde el
banquillo todavía.
—Lo había olvidado —reconoció Gyan Cinquedea—. Esas sonrisas de alegría que
solo consigues al ganar un partido cuando lo has dado todo. Nunca se podrían
conseguir con el fútbol regulado, está claro. Aunque quería repartir las
oportunidades de jugar, lo que hacía era quitarles esas sonrisas.
Axel asintió ante sus palabras.
—¿En qué punto de la vida caí en ese error…? El fútbol es alegría.
—Sí.
—Nada más y nada menos que eso. Por toda la gente que ama este deporte.
—Yo también lo amo mucho —Axel sonrió con sinceridad—. Desde siempre y para
siempre —compartió una mirada con Cinquedea.
—Sí —sonrió también.
Cuando el estadio volvió a bajar de las alturas, en el cielo de las gradas
se pudo ver los hologramas de los dos candidatos a gran emperador de ese año.
Había llegado la hora, el momento por el que todos habían peleado.
—Procedemos a dar los resultados del puesto de gran emperador.
Solo una de las barras subió hasta llegar al tope máximo.
—¡El máximo responsable del mundo del fútbol! —el comentarista pegó un
puñetazo en la mesa mientras anunciaba—: ¡El gran emperador será Seymour
Hillman!
—Y en este momento, el nuevo gran emperador, el señor Seymour Hillman, dará
su discurso inaugural.
—Escuchad, el fútbol no es un deporte equitativo —fue su primera
declaración, sorprendiendo a los jugadores del Dragon Link—. En el fútbol se
consigue la victoria buscando, queriendo ser mejores que el rival a cambio de
derramar mucho sudor por el esfuerzo. Quienes no han logrado la destreza
necesaria, acaban saboreando las amargas lágrimas de la derrota. Esta es la
sorprendente y dolorosa realidad de nuestro deporte. Sin embargo, el choque de
unas emociones con otras puede prender un fuego en el fondo de los corazones de
los jóvenes que les hará arder de pasión. Esta pasión se convertirá en un valor
que les acompañará a lo largo de todas sus vidas —Hillman alzó la mano para
dictar su primera orden—: Así que proclamo la disolución del Sector Quinto
desde este momento. ¡Jóvenes que amáis el fútbol de todo el mundo, jugad con
libertad tal y como vosotros queráis!
Axel y Austin miraban los vítores del público. Por fin, todo se había
terminado. Aquel largo viaje había llegado a su fin. Lo habían conseguido. El
fútbol era libre de nuevo.
Mark se colocó al lado de Axel.
—Muchas gracias, Axel, por habernos devuelto el fútbol.
—¿No has sido tú quien lo has recuperado? —le sonrió.
—¿Ah, sí? —sonrió, mirando hacia el campo y colocando las manos en sus
caderas—. ¿Sabes de lo que me he enterado? Que fuiste tú quien se encargó de
que ningún colegio fuese destruido por culpa del fútbol, organizando uns
sistema de educación y prestando apoyo financiero. Y por si fuera poco, fuiste
tú quien comenzó todo esto de la revolución. Aunque empezases tan tarde como
siempre.
Axel se giró hacia Mark, sonriendo.
—En realidad, yo no fui el primero en moverme, Mark.
—¿Cómo dices?
—Esta vez, los dos llegamos tarde —declaró Axel, sonriendo.
Mark quiso preguntar más, pero la persona encapuchada que había estado a su
lado durante toda la segunda parte del partido apareció en el palco donde había
estado segundos antes Hillman. A su lado, Dave Quagmire también apareció.
—Gyan Cinquedea… —Supreme se quitó la capucha, dejando ver su rostro—. Fundador
del Sector Quinto… Creaste esta organización para ser más justo con todos los
jóvenes que aman el fútbol. Sin embargo, creaste un reino de terror que costará
años olvidar, sobre todo para los adolescentes a los que adoctrinaste de manera
brutal —intercambió una mirada con Dave y este apretó un botón.
Justo en el centro del campo, se proyectaron imágenes grabadas que se
sucedían continuamente. De niños siendo entrenados con cañones reales, llevados
hasta la extenuación y obligándoles a seguir jugando pese al terror en sus
ojos.
—Tanto en la Isla Santuario como en las instalaciones del Sector Quinto,
cientos de adolescentes que solo buscaban jugar al fútbol, se han visto
manipulados y entrenados bajo condiciones extremas. Esto ni siquiera es fútbol,
es algo mucho peor. Y como tal, pagarás por tus crímenes, Gyan Cinquedea.
Mark se había quedado boquiabierto. Al igual que todos en el banquillo del
Raimon.
Axel se permitió mirar con cariño a Annie, la chica de la capucha.
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Es el día siguiente
después de que el Sector Quinto se disuelva y con ello, el fútbol regulado. También
toca oír muchas explicaciones, pero hay tiempo de sobra para enterarse de todo.
¿Qué pasará a partir de ahora?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el penúltimo capítulo: EL MAÑANA
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
¡Dos más y esto se acaba!
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