CAPÍTULO 4- ¡ARION Y JP CONTRA EL VIKINGO!


Aquella mañana el ambiente estaba algo raro. Estela no sabía decir el qué, pero cuando miraba a los miembros del club de fútbol, los encontraba raros.
Normalmente no asistía a los entrenamientos matutinos de los chicos, porque se quedaba en casa, desayunando perezosamente con Xavier. Normalmente charlaban sobre las novedades de su trabajo y del Raimon, pero esa mañana el tema de conversación había sido Annie. Xavier todavía no podía verla porque tenía que trabajar, así que se tenía que contentar con poder abrazarla y regalarle por la noche, cuando se quedara a dormir en su casa.
Veía a Riccardo mirando con demasiada concentración su pupitre. Vale, de acuerdo, siempre había sido un prodigio de la música, pero normalmente no miraba el libro de la asignatura como si se hubiera cagado en todos sus muertos. Luego estaba su mejor amigo Gabi, que no despegaba la mirada de la espalda del capitán. Estela sabía que era enana y que normalmente no imponía demasiado, pero ese día Gabi estaba pasando olímpicamente de ella. Y eso como que le escocía un poquito.
—García, céntrese, por favor —espetó la peliazul, llamando la atención de toda la clase—. Sé que Di Rigo levanta muchas pasiones entre el alumnado, pero debería sentirse afortunado. Nadie es tan cercano a él como usted, García. Es la envidia de todo su club de fans. Así que deje de concentrarse tanto en él y présteme un poco de atención, ¿sí?
Ni Riccardo se inmutó del toque de atención ni Gabi se sonrojó por las palabras de la profesora. No era la primera vez que le decía algo así. Su pasatiempo favorito era chincharlos cuando los tres coincidían en la casa de Riccardo para sus clases de piano.
Al final, la docente renunció a obtener la atención de Gabi.
Estela pasaba por una de las clases de los de tercero. Tocaba una hora de estudio y ella se dirigía hacia la sala de profesores. Fue entonces cuando escuchó la voz de Doug McArthur exclamando:
—¡Venga, hombre! ¡Dejadlo ya!
La joven se detuvo justo antes de pasar por delante de la puerta, para escuchar mejor.
—Es imposible oponerse al Sector Quinto —declaró Doug.
—Eso ya lo sabemos —se escuchó la voz de Wanli—. Y si queremos seguir jugando, no podemos oponernos.
—Entonces, toca aguantar un año más. Los tres años que hemos pasado en el club nos vendrán muy bien cuando vayamos a bachillerato.
El encontronazo entre Estela y Doug sorprendió a ambos. El alumno le dio un saludo respetuoso con la cabeza antes de seguir por su camino. Dentro del aula se escuchó un fuerte golpe metálico. Se asomó y vio que el grandullón de Wanli había dado un puñetazo al armario.
—Pero bueno, Wan-Chang, ¿qué manera es esa de tratar el mobiliario escolar? —lo regañó con suavidad, entrando en la clase.
—Lo siento, profesora Schiller.
Subaru Honda no pudo evitar gruñir:
—No todos los miembros son tan despreocupados como tú, Doug.
Estela miró la expresión preocupada de Samguk Han. Se acercó a ellos.
—Chicos… ¿Qué os pasa? Antes Riccardo estaba que quería apuñalar su libro de música y Gabi hacía ver como que solo el capitán estaba ahí en la clase. Ahora, vosotros. ¿Ha ocurrido algo de lo que no me haya enterado?
—Han metido a Blade en el equipo —informó Samguk.
—¿Cómo que metido? —Estela parpadeó dos veces—. ¿Como jugador? ¿Me estás diciendo que ese macarra va a vestir la camiseta del Raimon?
—Sí —asintió Subaru, resignado—. Esta mañana, el señor Goldwin y el director Wintersea han anunciado que sería parte del equipo.
—Y supongo que Travis no ha podido hacer nada… —murmuró Estela.
—Ha despreciado la camiseta, tú. De tan solo recordarlo, me enfurezco todavía más.
—Ni se te ocurra pegarle otro puñetazo, Changcheng —advirtió la profesora—. Con razón Riccardo quería matar a alguien hoy...
—Ha estado a punto de pegarle a Blade —replicó Samguk.
Estela suspiró. La cosa iba de mal en peor. Y para esos chicos que sentían que el fútbol lo era todo, se encontraban más estresados por el futuro del equipo que por los exámenes finales.
 
Hugues Baudet, el que había sido capitán del equipo b hasta el día anterior, y su mejor amigo, Shunsuke Aoyama, se detuvieron delante del tablón de anuncios. A Shunsuke le había llamado la atención un anuncio del club de fútbol.
—¿La prueba de ingreso?
—¿Te preocupa el club, Shun?
—No, Hugh —respondió antes de seguir caminando.
—¿Te has enterado? Según me han dicho, parece que un alumno de primero les dio un buen repaso a los del club de fútbol.
Esas palabras hicieron detenerse a los dos amigos.
—Sí que me he enterado. Y luego los Caballeros Templarios les metieron una goleada.
—Yo pensaba apuntarme al club de fútbol, pero jugar en un equipo tan malo quedaría fatal en mi expediente escolar.
Shunsuke Aoyama apretó con rabia los puños mientras escuchaba la réplica del otro:
—Menos mal que te has enterado antes de entrar, ¿eh?
—Sí.
—Esos no tienen ni idea de lo que pasa con el Sector Quinto —dijo Hugues con impotencia.
 
En cuanto las campanadas dieron por finalizadas las clases, Annie y Celia ya estaban en el Edificio Fútbol. La morena había llegado minutos antes, a la espera de que también se unieran Joss, Andrea y Guille. Estela también asistiría a la prueba. Pero mientras tanto, una chica peliazul había pedido hablar con la tutora encargada del club de fútbol y Annie no había podido evitar acompañar a Celia.
—Me llamo Skie Blue. Me gustaría ser gerente, profesora Hills.
Aquello pilló por sorpresa a Celia.
—¿Eh? ¿Pero gerente? ¿Del club de fútbol?
—¡Sí!
—Oh —soltó una suave risa y sonrió—. Vale, pues. Entonces, bienvenida al club.
—¡Gracias! ¡Me esforzaré!
—¡Enhorabuena! —saltó Annie—. Serás la única por el momento. Ya viste que ayer desertaron todas.
Pero entonces se escuchó el ruido de una cámara al ser disparada y la misma chica de la cámara del día anterior estaba allí.
—Hola, me llamo Rosie Red. Encantada de conocerte.
—De hecho, no será la única —aclaró Celia, sonriendo—. Ella pidió unirse como gerente también.
—Pues genial —sonrió Annie.
 
Una vez cambiados y listos, los jugadores del club se fueron al campo junto con Celia y Annie. Allí se encontraron al entrenador, charlando tranquilamente con Andrea, Guille y Estela. Las dos mayores se unieron a la charla, mientras Skie y Rosie tomaban asiento en el banquillo. Los jugadores empezaron a calentar un poco.
—¿Cuántos creéis que se van a presentar? —preguntó Guille.
—No creo que demasiados —murmuró Estela—. El enfrentamiento de ayer ya lo sabe casi toda la escuela, así que eso ha dejado al club por los suelos…
—¿Tan mal está la cosa? —se asombró Andrea.
—El prestigio del Raimon depende de la calidad de su fútbol, por desgracia —suspiró Celia.
—Por suerte tendréis sangre fresca —sonrió Annie.
Entonces se empezó a escuchar barullo en la zona del campo y Annie se giró. Lo primero que notó fue una cabeza blanca con raíces oscuras plantada en mitad del campo. Un joven con rostro más bien agresivo zarandeaba los brazos de un lado a otro con energía, dejando ver su tatuaje en el hombro. Y mientras tanto, iba gritando a pleno pulmón, haciendo también ejercicios de estiramiento. O eso creía Annie que hacía.
—¿Y ese quién es? —codeó a Celia.
—¡Hombre, buenas tardes, Einar! —chilló Andrea.
¡Hola, chicas! ¡Buenas tardes! ¡Guerrero vikingo! —y sacó músculo con sus brazos.
Annie se quedó a cuadros, completamente sorprendida. Miró a Guille y preguntó:
—¿Qué mierda acaba de decir?
—Nos ha saludado en español y ha gritado: «¡Guerrero vikingo!» —el hombre se rió.
¡Guerrero vikingo! —gritó Joss también, imitando al chico mientras reía.
—¿Es español? —se sorprendió la morena, mirándolo de nuevo.
—Qué va —negó Estela con la mano—. Es noruego, pero vive en la ciudad.
Annie vio cómo el noruego saludaba con gran alegría a los jugadores. Riccardo Di Rigo pareció sonreírle y se dirigió hacia él.
—¿Y por qué demonios hay un guerrero vikingo en el campo?
—Muchas veces pasa a visitar a los chicos —respondió Celia con una sonrisa—. Seguramente habrá venido a ver la prueba de selección.
—Ah. Espero que luego me lo presentéis. Me voy un par de años y ya pasa de todo.
 
—Buenas tardes, señor —sonrió Riccardo.
—¡Nada de señor! —replicó con expresión seria y voz suave, creando un contraste impresionante para quien no estuviera acostumbrado—. Otra vez.
—Bueno, vale —rió suavemente—. Buenas tardes, Einar.
—Buenas tardes, Riccardo —entonces sí sonrió—. ¿Cómo estás?
—Bien, bien. ¿Has venido a ver la prueba de selección?
—Sí —asintió efusivamente—. ¿Puedo jugar?
Di Rigo parpadeó varias veces seguidas antes de decir:
—¿Jugar?
—Sí, quiero jugar.
—Querrás decir que quieres ayudarnos, ¿no?
—Sí, sí. Ayudar a la selección. Quiero jugar contra los aspirantes.
El capitán del Raimon miró de Einar al entrenador y del entrenador a Einar. Entonces respondió:
—Claro, puedes jugar. No seas suave. Pónselo difícil a los novatos, ¿de acuerdo? —sonrió.
—Difícil, de acuerdo —asintió secamente—. Muchas gracias.
—A ti por venir.
—¡Buenas tardes, entrenador Travis! —Einar salió disparado hacia el susodicho.
 
—Einar, ven aquí —pidió Joss—. Te queremos presentar a alguien. Einar, ella es Annie Powers, una muy buena amiga de la adolescencia. Justo llegó ayer a Japón.
—Encantada, señorita Powers —Einar le tendió la mano antes de recular y hacer una reverencia algo torpe.
Annie quedó unos momentos sorprendida por la suavidad de su voz. Creía que le iba a hablar con aquel vozarrón que había usado para hacer los gritos de guerra de antes.
—El gusto es mío, Einar. Llámame Annie —sonrió ella—. Me han dicho que eres un guerrero vikingo. Noruego, ¿verdad?
—¡Noruego, sí! Nací en Fjærland.
—¿Y qué hace un noruego como tú aquí en Japón?
—Einar es modelo, uno muy famoso —explicó Andrea—. Le saca muy buen partido a su metro setenta y cinco y a esos ojos azules. Está enamorado del español, pero está aquí atado por amor —soltó con una sonrisilla.
—¿De verdad?
Einar enseñó orgullosamente su anillo de casado. Vaya con el guerrero vikingo, ya estaba domesticado.
—Oh, enhorabuena —sonrió Annie.
—Fue este enero la boda —empezó a explicar Guille—. Fue en su aldea natal, en Noruega. Nos cagamos de frío, pero joder, qué lugar más precioso.
—¿Y no podíais haber ido en verano? —se rió la morena.
—¿Tú también juegas al fútbol? —intervino Einar, con expresión curiosa.
—¡Claro! Delantera y defensa. No me digas que tú también.
—Centrocampista.
Einar se giró y enseñó su dorsal número diecisiete, con los colores del Raimon.
—Comparte el mismo que Samguk, pero como no es nada oficial, pues le dejamos que lleve su camiseta del Raimon por donde quiera —explicó Celia—. ¿Vas a participar en la prueba, Einar?
—Riccardo me ha dejado. Jugaré.
Por lo que había visto, Einar parecía entender bien el idioma, pero a la hora de hablar prefería frases sencillas.
—¿Sabes? Einar lleva solo un año hablando español —se pavoneó Estela—. Va mejorando cada vez más. Un día, cuando vaya a España, su acento noruego volverá locas a las chicas.
Viendo que la prueba estaba por empezar, Annie le hizo una última pregunta.
—¿Qué significa tu nombre, Einar?
—«Líder guerrero». ¡Hasta luego!
El noruego se reunió con los demás del equipo y las otras callaron para escuchar mejor al entrenador.
 
—Vamos a comenzar la prueba de ingreso del club de fútbol —Travis miró a los cinco aspirantes que se habían presentado—. Arion Sherwind.
—¡Sí!
—Jean-Pierre Lapin.
—¡Aquí!
—Nogo Sarikid.
—Sí.
—Ota Shape.
—¡Aquí!
—Adarn Shame.
—¡Sí!
Junto al entrenador, se encontraban el capitán y subcapitán del equipo, Samguk Han.
—Tenéis que jugar como si estuvierais en un partido de verdad —informó Travis—. Que paséis la prueba o no dependerá de cómo juguéis.
—¡Sí!
Samguk, el portero, no esperaba mucha gente, pero ver a tan solo cinco personas le había sorprendido y deprimido un poco. La cosa estaba mal. Riccardo pensaba que por muchos que se presentaran, la situación no cambiaría con nuevos jugadores. El Sector Quinto ya estaba vigilando de cerca.
—¡Arion, suerte! —animó Skie.
—¡Venga, Arion, entra en el equipo! —animó Andrea.
—¡Tú también, enano! ¡Arriba, JP! —vitoreó Guille.
—¿Enano? —Estela se aguantó la risa.
—Qué descortés por tu parte, Guille —le regañó Joss.
—¡Perdona, JP!
—¡N-no pasa nada! —sonrió algo avergonzado el niño.
—¡A por ellos, Arion!
—Ja-Jade… —se sorprendió Skie.
—Oh, sangre nueva, por lo que veo —sonrió Guille—. ¿Jade qué más? ¿Eres alumna del colegio?
—Jade Green —se presentó la chica con el lazo en la cabeza—, de segundo.
—¿Tienes pareja? Si no tienes, yo puedo conseguirte una en poco tiempo. Aquí tienes mi tarjeta. Una chica tan guapa como tú tendrá a los chicos a sus pies en segundos, ¿verdad?
—¿Quieres dejarla, Guille? Parece que quiera hacerte tragar la tarjeta a la fuerza —se rió Annie.
A lo lejos, Victor Blade se sentó en las escaleras que bajaban al campo, dispuesto a observar la prueba. Los cinco aspirantes se colocaron a un lado del campo y los del Raimon, en el otro.
—Recordad que los cinco os enfrentaréis a alumnos de segundo y tercero. Jugad como queráis.
—Pe-pero entrenador Travis, ese no puede ser de tercer, ¿n-no? —JP señaló directamente a Einar.
La cara de concentración que tenía el chaval le daba un aire de poder partirte la cara cinco veces antes de que cayeras al suelo.
—Einar, recuerda que son chicos de secundaria —advirtió Travis.
—¡Entendido, entrenador!
—¡Venga, que todos pasaremos la prueba! —animó Arion.
—¡Sí! —se alegró rápidamente JP, contagiado por el castaño.
Aquella actitud no terminó de gustarle a Riccardo, que decidió intercambiar una mirada rápida con Einar para recordarle que no fuera indulgente con los novatos. Mientras tanto, los otros tres aspirantes veían su gran oportunidad de congraciarse con los del equipo y los profesores si lograban entrar y sacar al club de la mierda. El pitido sonó y la prueba comenzó.
Nada más empezar, esos tres demostraron el poco nivel que tenían y las pocas ganas que tenían de jugar en equipo, para desgracia de los demás. Sin embargo, Arion iba derrochando optimismo y energía por todos lados, dando ánimos a JP por no haber recibido bien el fácil paso de Subaru.
—¡Venga, ánimo, Arion! —exclamó Jade en cuanto el castaño recibió la pelota.
Se regateó a Adé Kébé, que quedó gratamente sorprendido. Después, se plantó delante del capitán.
—¡Capitán Di Rigo!
—¿Tú decías de verdad lo de que pasarías la prueba?
—¡Sí! ¡Porque entraré en el club! ¡Quiero jugar al fútbol en el Raimon!
—¡Pero aquí ya no hay fútbol…! —Riccardo le pegó un buen empujón al novato que lo mandó al suelo.
Aquel gesto sorprendió a las personas sentadas en el banquillo. Incluso sus compañeros no comprendían su actitud.
—¡Vaya! ¡Sí que eres bueno, capitán! —se maravilló Arion—. No será fácil superarte con el balón. ¡Pero yo no me rindo! —declaró con una gran sonrisa.
Di Rigo frunció más el ceño y le espetó:
—Intenta pasar si te atreves.
—¡Vale!
—¡Einar! ¡Recuerda lo que te dije!
—¡Sí, Riccardo!
Annie asistió a una fascinante demostración de habilidad con el balón de Riccardo y Einar. El capitán lo hacía con la misma elegancia que un director de orquesta, mientras Einar usaba el mismo ímpetu que los conocidos guerreros vikingos. Cuando Einar se fue a marcar a JP, el pequeñajo se asustó un poco al ver al noruego echársele encima de esa manera, con ese rictus asesino en el rostro. JP terminó cayendo de culo.
—¡Recuerda que son niños de secundaria! —le gritó Joss.
—¡Lo siento, lo siento! ¿Estás bien? —preguntó con suavidad, tendiéndole una mano al niño.
—S-sí.
El aspirante Adarn Shame tiró a puerta desde casi la mitad del campo, siendo fácil para Riccardo interceptarla sin esfuerzo alguno. Nogo Sharikid hizo un ruidito entre frustrado, indignado y despectivo antes de decir:
—Ahora el capitán sí que va en serio. Y además tienen al bruto ese.
—Todo porque ese memo le ha hecho enfadar —Ota Shape miró mal a Arion.
—Así no va a haber quien apruebe —se quejó Adarn.
JP tuvo que lidiar con la rapidez del capitán, cosa que le dejó bastante impresionado. Y también chafado anímicamente, claro. Quizás había sido una locura pensar que conseguirían entrar al equipo.
—¡Aún no hemos acabado, JP! —gritó Arion.
—Arion… Pero…
—¡Mientras no me dé por vencido, al final todo saldrá bien! —pilló el balón y corrió hacia los jugadores—. ¡Allá voy!
Recordando su entrenamiento con las losas del suelo, Arion fue regateando a Michael Ballzack y a Doug McArthur. Estaba a punto de ir a por Riccardo, pero Einar se interpuso delante de él y Arion terminó en el suelo.
—No tienes que pasarte tanto, Einar —le recordó de nuevo Eugene.
—¡Di que no, Einar! —contradijo Michael con una gran sonrisa—. ¡Dale una buena lección! ¡No se lo pongas fácil! ¡Lo estás haciendo muy bien!
—¡Gracias! —Einar levantó el pulgar hacia arriba, todo sonrisas—. ¡Vamos…! ¡Juguemos al fútbol!
Aquella frase trajo recuerdos de años atrás a los espectadores sentados en el banquillo. Incluso Travis se permitió una sonrisa discreta.
 
—Oh, joder, ¿cuánto hacía que no escuchaba esa frase? —se rió suavemente Annie.
—Mark está encantado con el noruego —comentó Celia.
—Y al revés también —bufó con diversión Guille.
—Seguro que pasará lo mismo con Arion —añadió Andrea.
—Pues el bajito no parece que haga mucha cosa, ¿no? —dijo Joss—. ¿Seguro que sabe jugar?
—Los demás tampoco es que sean brillantes —suspiró Estela—, pero al menos JP muestra más ganas.
 
Einar y Riccardo parecían haber acordado poner las cosas difíciles entre los dos a los aspirantes. Los demás jugadores tan solo miraban sin hacer demasiado cómo los vapuleaban sin esfuerzo alguno. Incluso los otros tres candidatos no se involucraban demasiado, no fuera a ser que el vikingo se le cruzara un cable e hiciera daño a base de trallazos. Así estuvieron hasta que el cielo se tiñó de tonos rojos y anaranjados.
—¡Aún podemos! —dijo Arion, ayudando a levantarse a JP.
La positividad infinita del chico irritó todavía más a Riccardo. Incluso Einar lo notó y le dijo:
—Respira hondo, Riccardo. Tranquilo.
Pero el chaval no le hizo ni el más mínimo caso y se lanzó a por el balón, que estaba en posesión de Sherwind. De la patada que le metió a la pelota, Arion terminó tirado por el césped.
—¡Arion…! —Skie se veía preocupada, al igual que los demás.
—Un poco bruto está siendo, ¿no? —murmuró Joss.
—¿Un poco? Lleva así toda la tarde —espetó Annie.
—No lo entiendo, qué mosca le habrá picado… —susurró Estela.
—Parece que esté cabreado con Arion… —observó Guille.
—Pues el chaval no le ha hecho nada tampoco. ¿O sí…? —dudó Andrea.
—¡Que no me voy a rendir! —Arion le arrebató el balón de una segada.
JP se dejó el cuerpo para recibir el pase, mandándolo hacia arriba y Arion lo recuperó de nuevo. Pero con la patada que le había dado, mandó el esférico volando al cielo. Tanto Einar como Riccardo saltaron a por el balón, pero JP saltó por detrás de ellos. Saltó tan alto que impresionó a todos.
—¡Hostia, puta! —silbó Guille—. ¡Joder con el enano, qué salto ha pegado!
—¡Bien! —se alegró Arion.
Estuvo a punto de darle al balón con la cabeza, pero Riccardo se le adelantó y le pegó una patada. Einar fue a ver cómo estaba JP en cuanto vio que caía de espaldas.
—¡Por qué poco…! —se frustró Jade Green.
—Por mucho que te esfuerces, hay cosas que no se pueden conseguir —le dijo lúgubremente el capitán a Arion.
—Yo no… me rindo… —jadeó el castaño, con una rodilla clavada en el césped.
—¿Pero es que crees que los sueños se hacen realidad si no te rindes?
—¡Sí! —se puso de pie.
—¡Entonces no sabes nada de nada!
De la rabia, Riccardo pateó el balón hacia Arion. Y el tonto la recibió con la cara, horrorizando a los demás. El chico consiguió ponerle el pie encima al balón a duras penas, sin perder la sonrisa.
—Eh… Tengo el balón y esta… y esta vez… seguro que voy a…
Einar atrapó a Arion antes de que cayera desmayado contra el suelo. JP y Skie corrieron hacia él, gritando su nombre.
—¡Riccardo, mal! —regañó Einar, preocupado—. ¡Eso no está bien!
—¡Ya es suficiente! ¡Se acabó la prueba! —anunció Travis.
A lo lejos, Victor sonrió con suficiencia y musitó:
—¿Eso era todo?
 
Cuando el niño de primero logró despertarse y mantenerse en pie por sí solo, los cinco candidatos se alinearon delante del entrenador y los demás. Arion y JP eran los únicos que estaban molidos y sucios, los otros tres estaban frescos como lechugas.
—Ahora anunciaré quiénes han pasado.
Para Riccardo estaba claro que nadie había superado la prueba.
—Arion Sherwind, Jean-Pierre Lapin. Ellos dos, nadie más.
Einar fue el primero en aplaudir con gran alegría. Los descartados no tardaron en reaccionar con furia.
—¡No estoy de acuerdo! ¡¿Por qué solo ellos…?!
Se tragaron sus protestas en cuanto vieron el gesto firme y serio del entrenador Travis.
—Bah, pensaba que iba a ser un paseo.
—Si en el fondo no quería apuntarme.
—Todos saben que el club está acabado.
Y tal como vinieron, se marcharon echando pestes. Victor no se cortó a la hora de burlarse de ellos cuando subieron por las escaleras y tuvieron que pasar por su lado. Los dos chicos se pellizcaron para comprobar que no estaban alucinando. El noruego casi se les echó encima para abrazarlos y felicitarlos.
—¡Felicidades! —sonrió Skie.
Jade reía a su lado. Arion y JP se acercaron a los miembros del club y se presentaron con gran orgullo.
—¡Encantados de estar en el equipo! —dijeron al unísono mientras hacían una reverencia.
—Sí, igualmente —asintió un sonriente Samguk.
—No entiendo nada —Michael frunció el ceño, con los brazos cruzados.
—Oye, chaval, menudo salto has pegado, enhorabuena. ¡Ha estado increíble! —felicitó Guille.
—¡M-muchas gracias, señor!
—¡¿Cómo que señor?! ¡Señorito! ¡Tienes que llamarme señorito! ¡Aún no estoy casado! —gritó escandalizadamente.
—Oh, cállate —se rió Andrea—. Estás asustando al niño. Llámale señor.
—Tranquilo, Guille, pronto serás el señor LaCh… —Annie recibió una patada en la espinilla por parte del joven—. ¡Pero serás…! ¡Eso duele!
—¡Si algún día me caso, no pienso cambiarme de apellido! —anunció muy dignamente Guille.
—Cállate, idiota —le chistó Estela por lo bajo, viendo la ceja arqueada de Eugene Peabody.
—¡Arion, JP, os invito a mi cafetería para celebrarlo!
—¿De verdad? —se emocionó JP.
—Claro, si te gustan los gatos, ese es tu sitio —sonrió Joss—. Eso sí, yo invito y vosotros pagáis.
Las caras de confusión de ellos hicieron reír a Annie.
—¿Entonces «invitar» tiene otro significado? —le preguntó Einar en un susurro a Celia, creyendo que había estado equivocado todo este tiempo.
—No le hagas caso —sonrió Celia, adorando la inocencia del noruego.
—Ya se está haciendo tarde, es mejor que vayáis a descansar, chicos —recomendó Estela—. Buen trabajo, Arion y JP. También va para vosotros —miró al resto del equipo—. ¡Venga, vamos! ¡A recoger y a casa! —dio unas cuantas palmadas.
 
—¿Puedo jugar contra vosotros una vez más? —pidió Einar a escondidas—. ¡Me he divertido mucho…!
Ya, claro que el hombre había disfrutado de lo lindo. Habían sido Arion y JP quienes habían recibido todos sus embistes.
—Otro día —se apresuró a decir JP—. Es que ahora tengo que regresar. ¡Mira qué tarde es…!
—¡S-sí! Tengo que volver a casa o si no, tía Silvia* se preocupará.
Y prácticamente huyeron del noruego, que se despidió de ellos con una gran sonrisa.
 
(Nota: En el doblaje castellano, Arion llama a Silvia «tía», pero en el idioma original, se sabe que son parientes lejanos, aunque el chaval la ve como una hermana mayor y le llama «onee-san», literalmente, hermana mayor.)
 
—Entonces, ¿vienes muy a menudo al Raimon, Einar? —preguntó Annie.
Los más mayores habían decidido marcharse del instituto todos juntos. Ya había anochecido y cada uno se separaría por la calle que tendrían que tomar. Annie se iría con Estela para pasar la noche con ella y Xavier.
—Cuando puedo. Tengo mucho trabajo —contestó con una sonrisa—. Me gusta jugar con ellos. ¡Son muy buenos…!
—¿Y qué edad tienes? —Annie continuó con su interrogatorio.
—Veinticuatro —señaló, sacando dos dedos con una mano y cuatro con la otra, por si acaso.
—¿Y cómo os conocisteis?
—Es una historia graciosa, sí —recordó Estela, riendo.
—Einar vino un día al entrenamiento de la selección —empezó a contar Guille—, diciendo que era un modelo famoso y que tenía derecho a conseguir un pase especial para poder entrar en el vestuario de los jugadores. ¡Incluso iba con un fajo de billetes en la mano para soltárselo al primero que le pidiera dinero…! Su mánager estaba que se moría de la vergüenza, pero Einar estaba empeñado en conocerlos en persona.
—¿Al final conseguiste conocer a Mark Evans?
—¿Tú qué crees? —se burló Joss—. ¿Cómo te crees que le conocimos entonces?
—Fue el comienzo de una gran amistad, claro que sí —asintió Andrea.
—Fue en el verano en que tú te marchaste —informó Celia.
—¿Tú también jugabas en la selección? —se sorprendió Einar.
—Sí, pero tampoco fui demasiado famosa —se rió Annie—. Me fui antes de eso.
—¡Dame tu autógrafo, por favor…!
La morena se quedó en shock.
—Tranquila —Estela le dio una palmadita en el hombro—. Tiene en su casa todas nuestras firmas enmarcadas, colgadas en la pared del salón.
—No jodas.
—Sí te jodo.
—Tienes que ir un día a su casa, verás que no exageramos —sonrió Andrea.
—Oh, sí, estás invitada a cenar —se apresuró a añadir Einar con una gran sonrisa—. Creo que a mi esposa le alegrará verte. Y yo cocinaré.
—Es verdad. No te he preguntado con quién te has casado. ¿Cómo se llama?
Joss le pegó un pisotón al modelo antes de que pudiera hablar.
—Es mejor que sea una sorpresa —fue todo lo que dijo.
—¡Duele…!
—Si ha sido un pisotón de nada, no seas quejica —Joss entornó los ojos—. Exagerado.
—Bueno, mi casa está por allí. Vamos, Annie.
—Oh, sí. Hasta mañana, chicas —sonrió—. ¿Vais a venir al primer entrenamiento?
—¡Tenemos una vida adulta que cumplir, no como otras! —Guille lanzó la pulla.
—Eso, ríete en mi desgracia, imbécil. ¡No es mi culpa estar desempleada…!
—Pues oye, vente a mi café. ¡Me encantará tenerte fregando los suelos!
—Anda y que te den, Austen.
Joss se rió.
—¡Buenas noches a todos! —se despidió Einar.
¡Buenas noches, vikingo! —respondió Andrea.
 
 
 
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La emoción del primer entrenamiento tiene a Arion y a JP por las nubes. Sin embargo, la novedad del primer partido amistoso después de lo ocurrido no alegrará a todo el mundo. ¿Podrán averiguar Arion y JP por qué todo el maldito equipo tiene esa cara de amargura?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: EL PRIMER AMISTOSO
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!


Bueno, bueno, bueno. Hay novedades por aquí, ¿eh? xD

Seguramente os habréis dado cuenta de que hay frases que están en cursiva, ¿verdad? Pues lo pondré cuando lo digan en un idioma diferente al supuesto japonés que hablan entre todos (supuestamente, porque este es un fic español, ya se entiende xD).

Y aquí os muestro al vikingo Einar, que ha arrollado a Arion y a JP xD Es el personaje original de N, que la otra vez no pudo participar y esta vez sí podrá.

Dibujo hecho por el mismísimo N uwu

Y aquí recojo los datos de arriba (más algunos nuevos) y los junto. Para que quede todo ordenadito. En cuanto a la personalidad y la apariencia... Teniendo la imagen y las descripciones en el capítulo, lo veo algo tonto ponerlo de nuevo.

Nombre: Einar.
Edad: 24.
Dorsal: 17.
Posición: Centrocampista.
Profesión: Modelo.
Estado civil: Casado.
País de nacimiento: Fjærland, Noruega.
Residencia: Inazuma.
Curiosidades: Tiene un tatuaje en su brazo, el cual representa la lanza de Odín. Solo lleva un año hablando español, por lo que hay muchos términos que aún no entiende, y su acento noruego es algo gracioso para la gente que lo conoce.

Por último, decir que el personaje de Einar está también en la página del timeskip.


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