CAPÍTULO 24- TODO EN CONTRA


—¡¿Qué?! ¿Un imperial?
—¡Has picado! Era una broma, Gabriel.
—¡Estamos aquí en el Estadio Turbina donde las corrientes no paran nunca! ¡Y la Academia Militar Mar de Luna acaba de adelantarse marcando el primer gol del partido! —exclamó con fervor el comentarista.
Aitor se fue hacia su posición antes de que Gabi lograra echarle la bronca. ¿Por qué le había gastado esa estúpida broma? ¿Qué ganaba con decirle que era un imperial? Aparte de tocarle las narices, claro.
 
—Perdonad —se lamentó Samguk con la pelota en las manos.
—No pasa nada —dijo Riccardo—. Enseguida empataremos.
Aitor se acercó por detrás de Wanli, poniendo su mejor cara de inocencia.
—Eh, perdona, Wan-Chang… Oye, acabo de enterarme. He oído a Gabriel decir que tenías que haber bloqueado el ataque y… no es justo.
—¡¿Qué?! ¡Pero si ha sido un fallo enorme de Gabi!
—Ya, pero… Como Gabi dice siempre en los entrenamientos que Wan-Chan es tan lento que al final siempre tiene que estar trabajando el doble para cubrir tu lado, pues pienso… —Aitor se detuvo y sonrió con malicia cuando el defensa se fue hecho una furia.
¿A dónde se fue? A cargar directamente contra el pobre Gabi.
—¡Gabi! ¡Si tienes que decir algo, me lo dices clarito y a la cara!
—Pero si yo no he… —el pelirrosa se dio cuenta y preguntó en cambio—: Oye, ¿qué es lo que te ha contado Aitor?
—¡Esto no tiene nada que ver con Aitor, tú! ¡Ya verás cómo la próxima vez que esos ataquen sí que consigo pararles, tú! ¡Vamos, no voy a permitir que me dejes mal, tú!
—Ese liante… —gruñó Gabi, yendo a por él.
—Gabi —le detuvo Riccardo por el hombro—. No es propio de ti. Puede que el ambiente del equipo haya cambiado desde que llegó Aitor, pero no es problema para ti… ¿Verdad? —sonrió, confiado.
El defensa se lo pensó dos veces y contestó:
—No.
 
—¿Por qué te ha salido un tic en el ojo, Annie? —preguntó Saki, preocupada por ver a la morena.
Los demás vieron que a la chica parecía que le iba a explotar una vena en cualquier momento. O los dientes, de tanto apretarlos.
—El ambiente no es bueno —Joss frunció el ceño—. Demasiadas tensiones. Y Gabi no ha matado todavía a Aitor por puro milagro.
—¿Cómo podemos saber que no es un imperial? —preguntó Gregori.
—Pues eso mismo, que no podemos saberlo —respondió Rubén.
 
—¡El partido se reanuda! ¿Podrá el Raimon reponerse de este uno a cero?
Actuando como las otras veces, Alessandro il Grande instruyó a su equipo y esperó a que los tres tornados de la línea central hicieran una barrera entre ellos y los atacantes. Riccardo frenó en seco y le pasó el balón a Arion. El centrocampista novato regateó a uno de los tornados con su supertécnica, pero enseguida le salieron dos a su paso. Hicieron un movimiento extraño y se apartaron al momento de su camino. De repente, otro maldito tornado se creó y le robó el balón a Arion en sus narices.
—¡Increíble lo de este equipo ! ¡Es como si el Mar de Luna estuviera combinando su juego con los tornados! ¡Superan a Adé Kébé con la supertécnica Mina Terrestre y siguen avanzando!
 
—¿Qué pasa con la defensa? —se mosqueó Jude al ver que Wan-Chang y Gabi parecían estar en una competición.
—Gabi y Aitor, ¿eh…? —murmuró Mark.
—Parece que están picados —se preocupó Celia.
—¿Y si le tiro ese trasto del demonio al suelo? ¿Qué pasaría? —Estela estaba atenta a los gestos del otro entrenador.
 
—¡Atención! ¡Menudo tornado acaba de aparecer! ¡Cielos, han chutado el balón dentro del tornado, que pasa por encima de Wanli ChangCheng con facilidad! ¡Marcan muy bien a los jugadores del Raimon y el tornado se deshace! ¡Un centrocampista del Mar de Luna se hace con él y da un pase de cabeza a Doug McArthur! ¡Y antes de que Aitor Cazador pueda cortarle, pasa el balón!
—¡Joder! —Annie se levantó tan rápido que estuvo a punto de caerse y aterrizar sobre el asiento de delante—. ¡Qué agilidad, qué arte, qué todo!
Tanto la morena como los demás quedaron estupefactos por el cambio de dirección brusco que acababa de hacer Cazador. Con una voltereta superágil, había conseguido parar en seco su carrera descontrolada. A Annie le brillaron los ojos y sonrió como una loca.
—¿Y a esta qué le pasa ahora? —Yuuto arqueó una ceja.
—Creo que le ha echado el ojo a Aitor —comentó Eve—. Muy mal, todavía es muy joven para ti.
—Ha reaccionado tan rápido que ha conseguido cortar el pase de McArthur… —murmuró Ken.
—Vaya, es toda una caja de sorpresas —dijo Silvia.
—¿Qué? ¿Ya ha terminado el primer tiempo? —se sorprendió Yeidi—. Se me ha pasado volando.
—¡Perdón, perdón! ¡Gracias, tengo prisa! ¡Disculpe! —Joss salió disparada entre los asientos.
—¿Pero a dónde vas? —le gritó Nelly.
—¡Voy contigo! —chilló Annie.
—¿Deberíamos seguirlas? —se preguntó Andrea.
—Lo más probable es que vayan a colarse y no es bueno que vaya tanta gente —sonrió Guille.
—Tienes razón.
—¡Yo también quiero ir! ¡Voy a hablar con Aitor! —exclamaba Einar.
—Estoy evitando que mates al niño por error —le dijo Nelly, mirándole enfurecida—. ¡Tú no te mueves de aquí y punto!
 
—Qué partido más duro están teniendo —comentó Skie.
Jade le ayudó a mover la nevera con las bebidas frescas para los jugadores y dijo:
—Y encima se las tienen que ver con esta tontería de estadio.
—Lo de Mar de Luna… no es justo —Rosie cargaba las toallas con el ceño fruncido.
—¡Claro que es injusto! —exclamó Shun—. Usando los tornados a su favor, no podemos saber cómo son de fuertes.
—Está claro que nos superan en lo que son a estrategias —Jude se colocó al lado de Mark—. En las combinaciones que han hecho con los tornados nos demuestran que tienen planes de sobra.
—Eso es verdad —asintió Mark.
—¿Sí? Pues yo tengo otro plan —Estela se levantó con decisión—. Vamos a partirle la cara a ese sinvergüenza de entrenador y le rompemos el cacharro ese. A poder ser, en la cabeza. A ver lo que hacen sin su chivato.
—Es mejor planear estrategias que no requieran golpes de puños ni a ninguna profesora auxiliar del club de fútbol terminando detenida —sonrió Celia, con su portafolios de datos en la mano—. Es mejor si no te echan del campo. O peor, fichada por la policía.
Jude ni siquiera se inmutó en cuanto vio a Joss y a Annie entrar en el campo y dirigirse a ellos. Cogió el portafolios y fue mirando los datos, mientras Mark y las demás se encargaban de hablar con esas dos.
—Desde luego, no sé cómo lo hacéis para colaros siempre —suspiró Celia.
—¿A qué habéis venido? Porque me venís perfectas para ir a zurrar al entrenador ese —dijo Estela.
—Con calma, chicas —sonrió Mark, algo apurado—. ¿Qué sucede?
Después de escuchar todo lo que tuvieron que decirle, Mark asintió a las dos chicas. Annie se marchó hacia las gradas de nuevo y el entrenador convocó a sus jugadores. Formaron un círculo para debatir la estrategia a seguir.
—Escuchad, vamos a cambiar a Subaru por JP.
—¿Qué? ¿Yo fuera?
—La potencia de salto de JP será muy útil para cortar los balones de la Academia Militar Mar de Luna cuando usen los tornados —explicó Jude.
—Entendido. Cuento contigo, eh, JP —le sonrió con ganas el jugador de tercer año.
—¡Sí, me esforzaré mucho!
—Y algo más, Gabi. En el segundo tiempo, te quedarás en el banquillo.
—¡Pero Gabi es el eje de la defensa! —saltó Riccardo—. Así que si le quitamos a él…
Sin embargo, Mark todavía seguía mirando seriamente al pelirrosa y le dijo:
—¿De acuerdo, Gabi?
El defensa, a pesar de no comprender la decisión del entrenador, agachó la cabeza y respondió afirmativamente.
—Entrenador, entonces, ¿quién le sustituye?
Shun y Hugh se pusieron rectos ante la idea de poder salir. Sin embargo, al equipo entero se le fue la cabeza cuando Mark anunció que solo saldrían diez. Después, dio por terminada la reunión.
 
Gabi decidió hablar con el entrenador para mostrar su disconformidad.
—Entrenador, ¿Aitor va a seguir en el campo?
—Sí.
—¿Pero por qué?
—Dejemos eso a un lado —dijo Jude—. Tus jugadas del primer tiempo han estado llenas de rabia y el resultado ha sido que el equipo ha acabado roto.
—Es ese chico el que rompe al equipo. ¡Incluso es posible que sea un imperial…!
—¿Por qué lo crees? —preguntó Mark.
—Porque no hace más que mentir. Creo que quiere romper al equipo desde dentro con mentiras.
—Ten calma, Gabi.
El pelirrosa no podía creer que el entrenador Evans tan solo le dijera eso, pero terminó cediendo y se fue al banquillo. Tan ofuscado iba, que pasó por al lado de Joss y ni se dio cuenta.
—Gabi, ¿estás…? —Arion no terminó la frase y en cambio dijo—: No creo que Aitor sea un imperial. Me dijo que te dijera que lo demostraría jugando.
—Pues ya puede ir empezando a demostrarlo. Desde aquí podré verlo muy bien. Y si hace el más mínimo movimiento, se acordará de mí.
—Bueno, bueno, qué tétrico estás siendo, ¿no, Gabi? —habló Joss antes de sentarse al lado de Gabi.
—Oh, señorita Austen —saludó Arion.
—Yo me encargo, Arion, tú enfócate en seguir regateando así de bien esos tornados —le sonrió al novato.
El castaño asintió antes de irse para otro lado. Joss observó la mala sombra que tenía Gabi en esos momentos.
—¿Usted también me va a decir que tenga paciencia?
—¿A qué viene ese tono tan formal, Gabi? —se hizo la sorprendida—. Además, me subestimas demasiado. No pensaba decirte eso.
—¿No? ¿Entonces por qué estás aquí? —la miró de reojo.
—Pronto me van a expulsar como no me salga, así que te lo preguntaré sin más. ¿Sabes por qué me gustan tanto los gatos? —le sonrió amablemente.
Gabi la miró como si estuviera loca. Entre ella, el entrenador Evans y Aitor, lo iban a volver loco. Joss insistió con la mirada, así que el pelirrosa no tuvo más remedio que contestar:
—¿No…? ¿Porque son monos?
—Porque son unos tremendos hijos de puta —respondió, sin lamentar decir palabrotas delante de un adolescente.
El chico se quedó a cuadros ante la respuesta.
—¿Y sabes quién es un gatito hijo de la gran puta? Exacto, Aitor Cazador. Ahí que lo ves, comportándose todo modosito ante los demás, en realidad es un gato de esos cabrones que te arañan cuando menos te lo imaginas y están a punto de saltarte un ojo. Esperan pacientemente y observan. ¿Y has visto la agilidad con la que se mueve? Un gato. Nadie más lo ha visto, solo tú. Pero claro, ¿quién va a dudar de semejante gatito con ojos grandes? Eso es, nadie.
—¿Y entonces qué hago?
—Sé un gatito.
Al final, Gabi decidió mirar hacia adelante para no seguir escuchando las tonterías de esa mujer.
—Lo estoy diciendo muy en serio, chico. Tienes que ser igual que un gato. Él siempre mantiene la calma, analiza y ve el punto débil de todos. A ti ha conseguido torearte con gran facilidad. También ha hecho que el inocente de Arion le crea totalmente. Utiliza a los demás para su propio beneficio. Pero oye, aplaudo tu decisión de seguirle como un halcón con tu mirada. Sé igual de hijo de puta que él. Porque a veces, en esta vida, hay que ser un poco sinvergüenza y usar a los demás. A lo mejor, pensando igual que el enemigo, ves las cosas de otra manera.
Joss le guiñó un ojo y le palmeó la espalda suavemente.
—Recuerda, sé un gatito y utiliza a las personas. ¡No seas igual de tonto que los perros...!
Y con esas absurdas palabras, se fue hacia las gradas.
 
—¿Qué le habéis dicho a Mark? —preguntó Yeidi, curiosa, cuando hubo vuelto Joss.
—Sorpresa —sonrió Annie.
—Eso no puede significar nada bueno —dijo Silvia.
—Le he dicho a Mark que expulse temporalmente a Gabi del campo para que se pueda convertir en un gatito. Y él me ha dicho que tenía pensado hacerlo. Entonces he tenido una pequeña charla con Gabi y le he ordenado que sea un gatito.
—¿U-un gatito? —Einar la miró sin comprender.
—¿Van a salir con solo diez jugadores? —Gregori abrió mucho los ojos.
—Eso es una locura —dijo Saki.
—Bueno, no es la primera vez que salen con solo diez al campo —murmuró Andrea.
—Pero ahora tienen hasta el estadio en contra de ellos, H —protestó Guille.
—¿Y por qué en un gatito? —preguntó Yuuto.
—Porque los gatos son unos hijos de puta —sonrió tranquilamente la dueña de un café de gatos.
—¿Y quieres que Gabi se convierta en uno? —preguntó Eve.
—Exactamente.
—Pero si Gabi es un amor de chico, ¿cómo va a hacer eso? —dijo Rubén.
—Aitor le ha tocado tanto las narices que enfadaría al mismísimo Buda —resopló Annie.
—La defensa está rota —apuntó Ken—. ¿Que se convierta en un gatito hará que se solucione eso?
—Tocará ver lo que pasa —dijo Nelly.
—¡En breve comenzará la segunda parte del partido! ¡Pero parece que Gabi García del Raimon no se va a unir al equipo! ¡El Raimon va a empezar con diez jugadores y con un cambio! ¡Sale Subaru Honda y entra Jean-Pierre Lapin! ¡El partido empieza de nuevo con el saque de centro del Mar de Luna!
—Ahí van de nuevo las dichosas turbinas —Yuuto chasqueó la lengua.
—¡Otra vez Aitor y su increíble habilidad! ¡Y ha usado la Red de Caza para robar el balón! ¡Con una increíble sucesión de pasos entre Wan-Chang, JP y Aitor, mantienen el balón en la línea de defensa! ¡Atención, está llegando un tornado!
Todos se concentraron en mirar lo que pasaba a continuación. Podían ver algo bastante interesante si Aitor conseguía salir de esa situación.
—¡Ha lanzado el balón al tornado! —exclamó Einar.
—Claro, está usándolo como si fuera un jugador más del equipo… —murmuró Gregori.
—Y ahora Arion está usando su Fuerza Centrífuga para robárselo —Andrea no podía estar más sorprendida.
—Vaya, menudo ingenio se gastan —silbó Guille.
—Parece que Arion es en sí mismo un tornado impredecible —dijo Ken.
—¡Vamos, chuta! —gritó Rubén.
—¡Ánimo, Arion! —apoyó Silvia.
—¡Arion Sherwind ha aprovechado el tornado para tirar a puerta! ¡Oh! ¡Michael Ballzack aparece por la banda! ¡Es un chut encadenado…! ¡El Raimon empata! ¡Han marcado encadenando chuts aprovechando un tornado!
 
—¡Ya está! —sonrió Skie.
—¡Los dos han estado fantásticos! —rió Celia.
—¡Qué gol más espectacular! —vitoreó Estela.
—¡Primer gol! —dijo Rosie.
Gabi tenía el ceño fruncido. Ese movimiento tan sagaz de Aitor le había pillado por sorpresa. Todavía no sabía qué pensar de ese chico. Por momentos mentía descaradamente y en otros, realizaba jugadas tan espectaculares como esas.
—Mierda, ha hecho un movimiento distinto —maldijo Estela, muy atenta al otro entrenador—. ¿Qué demonios tendrán ahora mismo pensado?
—¡La Academia Militar Mar de Luna saca de centro y se reanuda el partido ahora empatado uno a uno! ¡Suena el pitido del árbitro! ¡No sale ningún tornado! ¡Parece que el partido ha entrado en una nueva fase!
—¡Formación de Transformación Libre! ¡Ataque Táctico! —se oyó gritar al capitán.
—¿Una supertáctica? —se percató Jude—. Aceleran el ritmo en formación de diamante mientras se pasan el balón hacia atrás. Con esto, consiguen colarse con facilidad dentro campo enemigo.
—Ha cambiado. Ahora es una fila y son mucho más rápidos —se sorprendió Estela.
—Chicas, mirad a Aitor —señaló Jade—. Se quiere meter en medio.
Gabi quedo más estupefacto. ¿Por qué un imperial pondría tanto empeño en jugar a favor del Raimon? ¿Era o no un imperial?
—¡Y con el tiro combinado Cabezazo Cohete, el Mar de Luna se adelanta de nuevo en el marcador! ¡Dos a uno!
—¿No parece como si también pudieran controlar la frecuencia de los tornados...? —Celia pensó en voz alta.
El partido se reanudó y el equipo rival procedió a realizar de nuevo su supertáctica. Gabi ahogó una exclamación de sorpresa. Mark miró de reojo al pelirrosa. Samguk consiguió despejar un tiro a puerta.
—Entrenador, ¿no tiene ningún plan? —preguntó Hugh.
—Bueno, ¿y si se lo preguntamos a Gabi? ¿Qué piensas de la supertáctica que ves?
—Eh, bueno… Cuando en esta táctica cambian de forma diamante a línea, dejan un momento, una pequeña apertura en sus filas. En el campo, no se puede llegar a ver porque es una acción muy repentina, pero he podido ver bien sus movimientos. Gracias a estar aquí.
—Ya lo entiendo —sonrió Shun—, ¿entonces por eso le dijo a Gabi que tuviera calma, entrenador?
—Sí. Saqué a Gabi del campo porque quería precisamente que comprendiera de nuevo cuál es su papel como defensa. Que viera qué tiene el equipo y lo que no tiene todavía.
—Desde su puesto en la defensa puede ver cómo fluye el ataque y también cómo defenderse contra él —comentó Jude—. Gabi tiene una magnífica capacidad de análisis.
—Ya lo entiendo. Todo lo hicieron para que Gabi pudiera ver por dónde podía atacar el Raimon —sonrió Subaru.
—¿Y bien, Gabi? ¿Cómo atacarías esa supertáctica? —preguntó Mark.
El defensa agachó la cabeza. Mark le preguntó qué le ocurría.
—La clave para romperles es precisamente Aitor. Con su extraordinario equilibrio corporal, puede moverse con rapidez de un punto a otro sin importar qué postura deba tomar.
—Bien, continúa —pidió Sharp.
—Aitor es el único jugador en el Raimon que puede responder los violentos movimientos del Ataque Táctico. Si Aitor puede colarse dentro de sus movimientos, creo que sería capaz de romper sus variaciones.
—¿Pero cómo sabrá cuándo? —preguntó Evans.
—He descubierto cuál es el momento exacto. Yo se lo indicaré —dijo con decisión.
Tanto Mark como Jude sonrieron complacidos.
 
Gabi entró al campo cuando la pelota salió del área y se dirigió sin dudar hacia Aitor.
—Escucha, tienes que hacer lo que te indique.
—¿Y crees que voy a aceptar tus órdenes así por las buenas?
—Las aceptarás. Porque creo que de verdad quieres ganar este partido. Aitor, hay una cosa que solo tú puedes hacer. Sé que puedes romper el Ataque Táctico.
—Eh, así que confías en mí —le sonrió con su verdadera personalidad maligna—. Impresionante.
—Aitor, contamos contigo —le dijo Arion.
—Es verdad, todos contamos contigo. Contigo y con tu fútbol.
Las palabras del capitán di Rigo irritaron a Aitor. Menuda manera de presionar a la gente.
 
—Bueno, ya han vuelto a meter a Gabi en la defensa —comentó Saki.
—Eso quiere decir que habrá un cambio de ritmo —sonrió Eve.
—Me estoy emocionando —sonrió Einar a la expectativa.
—Ha salido disparado hacia ellos —comentó Guille.
—Veamos si es capaz de romper la formación —dijo Yeidi.
—Joder, ha conseguido llegar hasta el otro jugador como si nada —silbó Gregori.
Pero el otro reaccionó rápido y le hizo un pase a Doug McArthur. Sin embargo, Gabi ya estaba preparado y logró cortarle y hacer que lo recibiera Aitor. Este se lo volvió a pasar a Gabi y mandó un pase largo hasta Arion.
—¡Bien! —vitoreó Joss, chocando palmas con Annie—. ¡Tremenda combinación! ¡Vivan los gatos!
Y mientras tanto, Arion tenía un duelo de Espíritus Guerreros con Alessandro il Grande.
 
 
 
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Viendo que el juego del Raimon está ganando terreno y presionando al Mar de Luna, Doug reacciona. No piensa permitirlo. No piensa dejar que le demuestren que se equivocó al marcharse por no creer en el fútbol del Raimon. Sin embargo, se enfrenta a unos oponentes bastante perseverantes. ¿Lograrán sus antiguos compañeros hacerle recordar que una vez amó el fútbol libre?
Si lo queréis averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: ¡RECUERDA!
¡¡¡Esto es fútbol al rojo vivo!!!




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