CAPÍTULO 25- ¡RECUERDA!
—¡Arion Sherwind se coloca delante de la puerta e invoca a su Pegaso Alado!
¡Alessandro il Grande tampoco se queda atrás y utiliza Presa Titánica de su
Espíritu Guerrero! ¡Un duelo de invocadores! ¡Increíble…! ¡Gol…! ¡Arion Sherwind
ha marcado y el Raimon logra empatar!
—Increíble… Ha roto el Espíritu Guerrero de il Grande.
—¡Eh, Doug…! —llamó Wan-Chang con una gran sonrisa—. ¿Has visto? Este es
nuestro fútbol, tú.
McArthur apretó la mandíbula con rabia. ¿Su fútbol? Jamás lo aceptaría.
—¡Estamos en el segundo tiempo de este primer partido del torneo nacional
Camino Imperial entre el instituto Raimon y la Academia Militar Mar de Luna!
¡Recordemos que el Raimon acaba de empatar a dos con el gol de Arion Sherwind!
¡Continúa el partido con el saque de centro del Mar de Luna! ¡Robert Lee recibe
el pase de su compañero, pero enseguida llega Michael Ballzack y se la roba en
un suspiro! ¡Parece que el gol del empate ha subido la moral del Raimon, porque
están que se salen! ¡De Ballzack pasa a Kébé! ¡Este pasa de largo a Leon
Ohnepart!
Doug quedó impresionado por el regateo de Adé. Incluso su compañero Darius
Cyrus no se podía creer que su fuerza fuera inútil contra ellos. El exjugador
del Raimon observó a sus compañeros. Todos parecían desconcertados ante esa
nueva situación. Algo que no estaba dentro de los parámetros ni de lo
previsible. Eso les estaba haciendo el fútbol regulado, que no supieran
responder a un verdadero desafío, a la irregularidad en los partidos de fútbol
reales.
¿Eso quería decir que el Raimon había tenido razón todo ese tiempo? Doug se
negaba, no quería darles la razón. Como decía ese dicho, si uno quería que las
cosas se hicieran bien, tenía que hacerlo uno mismo, ¿no? Pues McArthur no iba
a dejarlo pasar, no sabiendo que podían ganarles al Raimon.
—¡Adé hace un pase alto para su capitán, pero es Doug McArthur quien pega
un salto y lo corta! ¡Michael y Arion salen a detenerle!
—¡Intentad pararme si podéis! —bramó el chico antes de acelerar
repentinamente.
Pasando esa línea de defensa, Wanli se interpuso y le paró en seco con La
Gran Muralla. Sin embargo, eso no impidió que Doug saliera a la persecución de
JP, quien tenía la pelota. Con una gran entrada, logró robarle el balón.
Durante los siguientes minutos, se pudo ver a Doug McArthur luchar salvajemente
con sus excompañeros por la posesión del balón. Porque no podía perder. No ante
ellos. Si lo hacía, no serviría de nada todo lo que había hecho. Porque
entonces, ¿para qué se había ido del Raimon en primer lugar?
Todos sus nuevos compañeros del Mar de Luna le miraban con asombro. Incluso
los del Raimon. ¿Por qué estaba Doug luchando tanto? ¿A dónde se había ido su
actitud fría y calculadora? Aun sin comprenderlo, eso pareció hacer reaccionar
a los del Mar de Luna.
Cuando Gabi logró robarle el balón, los defensas Gene Ghiskhan y Attila Hun
realizaron su supertécnica combinada Picadora.
—Doug, nosotros lucharemos a tu lado.
—Tu modo de jugar nos ha despertado.
McArthur tan solo atinó a agradecerles de corazón. A lo lejos, se pudo oír
al capitán il Grande bramar:
—¡Compañeros, vamos a ganar este partido!
—Parece que han reaccionado —comentó Estela.
—Es por Doug —contestó Mark—. Sus jugadas y entrega han unido de nuevo al
equipo.
—Bueno, eso es bueno, ¿no? —sonrió Celia.
—¿A qué se refiere, profesora Hills? —preguntó Hugh.
—Sin saberlo, y sin pretenderlo, están jugando al verdadero fútbol. Con la
excusa de querer ganar y enseñar una lección al Raimon, están dando todo de sí.
¿No es eso la esencia misma del fútbol? Aparte de divertirse, claro.
Las gerentes miraron con asombro a Celia Hills.
—El viento de la revolución hace milagros… y despierta pasiones —sonrió
Rosie, entendiéndolo.
—Hacía tiempo que no veía a Doug jugar de esa manera —comentó Subaru.
—Claro, tan solo tiene que recordar lo mucho que le gusta el fútbol —asintió
Shun—. Si no le gustara desde el principio, no creo que se hubiera unido al
fútbol solo por el expediente escolar.
—Y menos siendo alguien tan bueno —Estela les dio la razón.
—¡Continúan las idas y venidas de ataque y defensa mientras el partido
sigue empatado! ¡Pero ya casi no queda tiempo! ¡¿Quién marcará el gol
definitivo?! ¡¿La Academia Militar Mar de Luna o el Raimon?!
—Bueno, bueno, se está quedando un partido bastante interesante —sonrió
Eve.
—La verdad es que ver a los del Mar de Luna esforzándose tanto da gusto —asintió
Greg.
—Son unos idiotas —suspiró Yuuto—. No ven que están jugando de verdad al
fútbol. Deberían darles las gracias después a esos chavales.
—A veces el peor ciego es quien no quiere ver —suspiró Nelly.
—¡Vamos, chicos, vosotros podéis! —animaba a voz en grito Einar.
—Bueno, esto ha sido gracias a Doug —dijo Joss.
—Por favor, no nos pidas que le agradezcamos a ese desertor —Guille hizo
una mueca.
—Guille, que es un niño, por favor.
—Sigue siendo un desertor, H, lo siento mucho.
—Victor es un traidor —recordó Annie.
—Pe-pero Victor es un muy buen chico —saltó Saki.
Ken asintió ante las palabras de su novia.
—¡Mierda, Aitor, ¿qué demonios ha sido esa pirueta?! —Annie volvió a
levantarse de nuevo, totalmente emocionada.
—Ha sido impresionante —dijo Rubén—. Lástima que le guste meter tanta
cizaña entre sus compañeros.
—¡Aitor Cazador, viendo que estaba rodeado, ha hecho un sorprendente paso
hacia atrás! ¡Pero ahí estaba Gabriel García para mandar un pase largo! ¡Y es
Victor Blade quien lo recibe con maestría! ¡Titán Gigante y Caballero Lancelot
salen a escena, dispuestos a darnos un gran enfrentamiento!
Victor chutó con la Estocada de Lancelot mientras Alessandro usó la Presa
Titánica. Una gran colisión ocurrió entre ambos Espíritus Guerreros. Ninguno de
los dos quería ceder. Ahí se jugaban la resolución del partido. Pero finalmente
fue Victor quien ganó ese duelo y logró marcar el tres a dos definitivo. Una
remontada in extremis que les aseguraba pasar a la siguiente eliminatoria. Una
parte del estadio enloqueció, celebrando la victoria del Raimon sobre el Mar de
Luna.
Justo después, la pantalla de los marcadores desapareció y un conteo
oficial para elegir al próximo gran emperador apareció. La barra destinada a
Seymour Hillman subió algo más gracias a la victoria del Raimon.
—¡Levantad la cabeza! —ordenó el entrenador Schwartzkopf a sus jugadores,
pillándolos por sorpresa—. Puede que hayamos perdido, pero no hay duda de que
habéis dado todo lo que teníais. Hoy por fin habéis enfrentado al fútbol de
verdad y os habéis atrevido a golpear el balón con todo.
Doug pareció comprenderlo. El entrenador se quitó su sombrero y les sonrió
diciendo:
—Os prometo que no olvidaré el fútbol que he recordado gracias a vuestro
esfuerzo.
Su entrenador le asintió a Doug. McArthur frunció levemente el ceño y se
dirigió con decisión hacia donde estaba Ricardo. A lo lejos, se pudo escuchar a
Estela gritarle al entrenador que nada de aparatos electrónicos chivatos a
partir de ese momento.
—Hoy creo que lo he entendido.
—¿Eh?
—Riccardo, acabo de entenderlo. Ya comprendo lo que estáis intentando.
—Oye, Doug, tú…
El nombrado no respondió, simplemente se limitó a mirar en dirección a
Arion y en sonreírle levemente.
—Sigue esforzándote… Arion.
—¡Sí! —una gran sonrisa se dibujó en la cara del novato.
—Doug, espera —pidió Riccardo cuando este volvía con el Mar de Luna—. Creo
que ahora puedes ser verdaderamente útil para tu equipo, pero siempre te
estaremos esperando en el Raimon.
Aquellas palabras conmocionaron al chaval. Incluso sus sonrisas amistosas.
Al final pudo reaccionar, se echó el flequillo a un lado y dijo sonriendo:
—Muchas gracias.
—¡El equipo de la Academia Militar Mar de Luna abandona este Estadio
Turbina entre la ovación del público que aplaude su valor y entrega!
—¿Pero qué les pasa a estos? —murmuró Aitor con la expresión algo
avinagrada—. ¿Pero no estaban enfadados hace nada?
—Aitor, muchas gracias por confiar en mí —agradeció Gabi con una gran
sonrisa.
—¿Confiar? Yo ni confío ni dejo de confiar en ti.
—De acuerdo, pero sin duda querías ganar. Con eso ha sido bastante. Hay algo
de lo que ya estoy seguro y es que te gusta el fútbol de verdad.
Eso pareció provocar una pequeña reacción en el defensa novato. Se giró con
una sonrisa maliciosa y le advirtió:
—Recuerda que te he dicho que soy un imperial. Por lo tanto, quién sabe lo
que haré la próxima vez que juguemos.
—No eres ningún imperial —atajó con rotundidad.
Aitor se dio cuenta de la seriedad del pelirrosa y dijo con
despreocupación:
—Vale, luego no me vengas con remordimientos.
Gabi terminó sonriendo ante la actitud complicada del chico.
A la salida del campo, los amigos del entrenador Evans esperaban a los
niños para felicitarles por su victoria. Joss fue directa hasta Gabi y le
revolvió el pelo con gran cariño.
—¡Al final has sido un gatito! ¡Bien hecho!
—¿Un gatito? —preguntó Riccardo, alzando una ceja hacia su mejor amigo,
haciendo que este se sonrojara de la vergüenza.
—¡Sí! —sonrió la castaña—. ¡¿Has visto, Aitor Cazador?! ¡Gabi también puede
ser un gatito!
—¿Qué está diciendo ahora esta loca? —Eve alzó las cejas.
—Ni siquiera quiero saber qué demonios significa eso —Gregori estuvo de
acuerdo.
—No sé, pero la cara que ha puesto Aitor es buenísima —Guille se estaba
aguantando la risa.
—¿Le acabas de hacer una foto? —Andrea le miraba alucinando.
—Sí, te la he pasado.
—Pásale mejor al grupo —pidió Rubén—. Que yo también la quiero.
—Listo.
—No pongas esa cara, Riccardo, tú también puedes ser un gato cuando quieres
—sonrió Estela.
Di Rigo puso cara de no saber qué le estaba queriendo decir.
—Juntos podéis ser gatitos —Joss les guiñó el ojo.
—Eso está muy bien porque a Riccardo le gustan mucho los mininos. Si mal no
recuerdo, tiene dos gatos en casa, ¿no?
—Qué bueno que ahora Gabi sea un gatito —sonrió Joss.
Saki estaba escuchando la conversación con muchísimo interés. Ken estaba
preparando los pañuelos por si a su novia le daba un derrame nasal delante de
los jóvenes. Los compañeros del Raimon prefirieron hacerse los locos y no
querer entender a los amigos del entrenador Evans. Porque siempre era eso
cuando estaban presentes: puro caos. A lo lejos, se pudo ver a Annie sonreírle
con demasiada dulzura a Aitor Cazador. El defensa puso cara de susto de un
momento a otro, pero nadie se dio cuenta de eso. Ni tampoco de su llamada de
auxilio silencioso.
A pesar de los años, la antigua caseta de la sede del fútbol todavía se
mantenía en pie. Sabía que era tan solo por puro simbolismo, pero no pudo
evitar sentirse nostálgica ante aquella destartalada construcción. Aquella que
todavía conservaba el cartel del club de fútbol con el que conoció a aquellos
niños de secundaria diez años atrás.
—Perdona, ¿has llegado hace mucho? Siento haberte hecho esperar. Nos hemos
entretenido más de lo esperado.
—¡Hermanita, cuánto tiempo!
Annie se lanzó a los brazos de Aquilina Schiller, casi tirando sus gafas en
el proceso. Aunque un poco abochornada por esa muestra de cariño en público,
correspondió al abrazo de su hermana pequeña. La antigua entrenadora miró con
una sonrisa a Mark y dijo:
—No, perdonadme a mí. Siento haberte pedido de repente que aceptaras a
Aitor.
—Oh, no, aquí recibimos con los brazos abiertos a los locos del fútbol.
—Sobre todo a este gemita sin pulir. ¡Vaya con el chaval! —sonrió Annie,
emocionada—. ¿Por qué no me habías dicho que estaba hecho todo un as?
—¿Qué quieres decir?
—Puede que sea un poco mal hablado —habló Mark—, pero se ve su lado bueno
con el balón. Por su forma de golpearlo, se ve que en el fondo es buen chico.
—¿Cómo le conociste, hermanita?
—Tenía once años cuando nos lo trajeron a Don Sol para que nos ocupáramos
de él —explicó Lina.
Con el tiempo, había decidido encargarse de llevar la franquicia de
orfanatos de su padre, Astram Schiller, mientras Xavier se ocupaba de los otros
negocios familiares.
—Su padre fue engañado y su empresa acabó arruinada y en la bancarrota.
Supongo que esa es la razón de que no fuera capaz de confiar en los demás. No
conseguía hacer nunca amigos. Pero se le veía que le gustaba mucho el fútbol.
Siempre estaba solo en algún lado dándole patadas al balón.
—Ahora todo le irá bien —tranquilizó Mark—. Porque ahora tiene amigos y
compañeros a su lado.
—Claro, así es el Raimon, ¿verdad? —sonrió Lina.
—Y también nos tendrá a nosotros dos —señaló Annie—. Yo me encargaré de
cuidar de él en tu ausencia, hermanita. Ese chaval tiene un talento innato a la
hora de controlar su cuerpo y yo me encargaré de pulirlo como es debido.
—¿A qué te refieres con pulirlo? —la mujer le miró con sospecha.
—Sorpresa —le guiñó un ojo.
—Mark, ¿qué estamos haciendo en la sede del Sector Quinto?
Después de casi llegar tarde a la cita con Lina Schiller por haberse
entretenido demasiado en el campo con sus amigos, el entrenador Evans le pidió
a Annie que le acompañara a hacer una cosa de suma importancia. La morena nunca
pensó que la llevaría hasta donde se encontraban sus enemigos.
Annie miró la expresión de Mark. Estaba totalmente serio. Pocas veces había
visto al hombre con esa expresión. Ni siquiera cuando ambos estuvieron
lesionados en la final del mundial nueve años atrás. ¿Pero qué era lo que tenía
que hacer para que la metiera ella en el ajo? Apoyo moral seguro que no. Para
eso ya tenía a su gran amigo Jude, su aliado importante en todo aquello de la
revolución y la Resistencia.
Fueron escoltados en todo momento. El trayecto se hizo en un asfixiante silencio
que incomodó bastante a la chica. No estaría así de nerviosa si no fuera a
ciegas, si supiera el motivo de aquella visita al territorio enemigo.
Cuando llegaron a una puerta, se detuvieron unos segundos hasta que se
abrió. Dentro se pudo ver una sala bastante amplia.
—Aquí los tenéis —se oyó decir a uno de los trabajadores.
—Bien —con un gesto, el gran emperador despidió a todos los allí presentes.
Annie se tensó como la cuerda de un piano y miró de reojo a Mark. ¿Por qué
demonios iba a hablar tan ricamente al gran emperador? ¿Cómo si no pasara nada?
Ambos pasaron hasta el centro del lugar, justo al inicio de las escaleras donde
llevaban hasta el trono del gran emperador Alex Zabel.
—Hola, Mark Evans. Me imaginaba que vendrías. Pero creía que lo harías solo
—Alex posó durante un segundo la mirada sobre Annie antes de apartarla.
—Hola, Axel. Así que es verdad que eras tú… ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué has
tenido que unirte al Sector Quinto?!
—Mark, no digas tonterías —Annie posó una mano sobre su hombro—. ¿Axel? ¿Cómo
que Axel? ¿Qué demonios estás diciendo?
—¡Responde!
—No soy ese Axel. Soy Alex Zabel.
Mark todavía no podía creer que su amigo de la adolescencia se comportara
de manera tan indiferente.
—¿Cómo has podido hacer todo esto? ¿Robar el fútbol a los demás? ¡Tú
deberías conocer mejor que nadie la tristeza que supone no poder jugar al
fútbol! ¡Y precisamente tú has salido con el fútbol regulado! ¡Déjalo ya! ¿Por
qué no nos ponemos a recuperar el fútbol de antes y dejamos de una vez estas
peleas? Podemos pensarlo juntos. Seguro que si todos lo pensamos, hallaremos
una solución.
—Pero Mark, ¿estás escuchando lo que dices? ¿Te has vuelto loco? —Annie se
puso delante de su campo de visión para que la escuchara—. Este hombre no puede
ser Axel Blaze, es imposible. El Axel que conocimos amaba al fútbol.
—¡No! ¡Deja de estar tan ciega! ¡¿Es que no lo ves, Annie?! ¿No lo
reconoces? Tú, precisamente tú, quien eres quien mejor le debe de conocer,
tienes que hacerlo. ¡Estuvisteis años juntos! ¿No reconoces en esos ojos la
mirada del que una vez fue tu novio?
Annie no quería creérselo en el fondo. No quería girarse y mirar a los ojos
de quien hizo daño en el pasado. No quería, pero tuvo que hacerlo al escuchar
su voz decir:
—¿Es que no lo entiendes? El fútbol ha cambiado —Alex se levantó y abrió
los brazos con gesto grandilocuente—. Ya no puede volver a ser el mismo de
antes, así que debo controlarlo. El método justo para repartir el fútbol con
igualdad entre todo el mundo.
—¡Pero Axel…!
—No hay nada más que decir. Podéis marcharos.
Mark vio con impotencia cómo el gran emperador se daba la vuelta para irse.
Sin embargo, Annie pareció reaccionar y corrió tras él, justo a tiempo para
pillarle de la muñeca. El gran emperador se giró y se topó con la fiera mirada
de Annie. La morena sintió un vuelvo en el corazón, tan sorpresivo que dejó ir
la muñeca del hombre.
—Axel…
Alex Zabel se fue sin mirar atrás.
—Buenos días, Annie —saludó Mark, llegando temprano—. ¿Cómo has pasado la
noche?
Aquella mañana no habría entrenamiento, para que descansaran un poco los
chicos. En su lugar, organizarían una reunión.
—¿Te soy sincera? Como el culo, la verdad —la morena le devolvió la sonrisa—.
Casi me avergüenzo de no haber sido capaz de reconocerlo antes que tú…
—Eso no es lo más grave.
—Lo sé…
Mark no disimuló en observar a su amiga.
—¿Y cómo estás? Es la primera vez que os veis en cuatro años, ¿no?
—No sé cómo sentirme —terminó sonriendo, derrotada—. Prefiero no pensar en
ello.
Toda intención de sonsacarle más cosas a Annie se vio interrumpida cuando
más gente llegó a la sala. Esperaron a que todos los alumnos estuvieran
presentes. No se extrañaron demasiado ver a la morena por ahí, pero sí que
empezaron a hacerse preguntas cuando esta dio un paso al centro con rostro
serio.
—Aitor Cazador, ven aquí, por favor.
La más reciente incorporación del Raimon hizo caso sin entender nada. Se
colocó delante de la mujer, pero esta enseguida le movió a su lado, de cara a
sus compañeros del Raimon. Annie presionó la cabeza de Aitor hacia abajo y
ambos hicieron una reverencia de noventa grados a los jugadores. Todos ellos
quedaron estupefactos.
—Siento mucho la actitud de Aitor. Por favor, perdonadle.
El chaval se revolvió para deshacerse del agarre de la morena. Le miró con
furia e impacto, pero se congeló de miedo cuando vio la mirada gélida de ella.
—Sé que Aitor estuvo molestando al equipo con sus mentiras. Como persona a
cargo de él, me siento responsable por no haber hecho nada por remediarlo. Pero
no os preocupéis, a partir de ahora ya no creará más problemas.
Y volvió a matar al defensa con la mirada.
—Pide perdón. Sobre todo a Gabi, que es al que más perjudicaste.
—Pero…
—Aitor… —siseó.
El susodicho no tuvo más remedio que tragarse su orgullo y balbucear un
perdón bastante bajito hacia todos.
—Bueno, que te hayas disculpado no significa que yo te haya perdonado aún —le
sonrió Annie—. Entrenador Evans, yo me ocuparé de poner recto a este chico tan
travieso.
—Bueno, intenta no ser muy dura con él.
—¿Por qué tengo la sensación de que nos estamos perdiendo algo? —comentó
Eugene.
—Oh, bueno, eso es porque os estáis perdiendo algo —admitió Estela,
sonriendo—. De hecho, creo que era la siguiente cosa por hacer, ¿no?
—Esto es algo redundante, pero me llamo Annie Powers y a partir de hoy seré
la entrenadora especial de Aitor. Aunque los demás también os podéis unir si
queréis. No muerdo.
La miraron con cierto escepticismo, dada la reacción llena de pánico de
Cazador.
—Oh, vamos, no seas tan exagerado —le gruñó al chico—. Si lo hago por tu
bien. Tienes un equilibrio corporal y unas habilidades perfectas. Y créeme, soy
la indicada para potenciarlas.
—E-entrenador Evans… Entrenador Sharp… —pidió auxilio Aitor.
—No estoy en contra de la decisión del entrenador Evans —fue lo único que
dijo Jude.
—Annie se está divirtiendo demasiado —murmuró Celia.
—Lo está disfrutando, desde luego —Estela le dio la razón.
—Bueno, pasemos a otro asunto. Veo a una cara que no me es conocida —Mark
miró con una sonrisa a un chico peliazul que parecía ir al mismo curso que
Arion—. ¿Un nuevo aspirante?
—Sí, quiero entrar en el club de fútbol.
—¡Anda, mira cuánto ánimo! —saltó Subaru—. Me gusta.
—Oye, ¿cómo te llamas?
—Lucian, señor.
—¿Lucian? Vale, ¿y tu apellido? —preguntó Celia.
—¿Apellido? —la sonrisa de Lucian decayó—. Eso… Bueno… Esto… Eso…
—¿Pero qué te pasa, chaval? —sonrió Estela, intentando calmarlo—. No pasa
nada, que no mordemos.
Viendo que todas las miradas estaban puestas en él, Lucian terminó
tartamudeando:
—E-es Da-Dark —y se puso recto como una flecha—. ¡Me llamo Lucian Dark!
Los jugadores del Raimon quedaron sorprendidos cuando a la profesora Hills
se le cayó el portafolios al suelo, con la cara estupefacta.
—Bueno, quizás para esto sí que mordemos —soltó Annie con una risita
nerviosa.
—Hostia puta… —Estela no pudo
evitar maldecir en español de la sorpresa.
Incluso Jude no pudo disimular su estado de shock. Mark se recompuso un
poco y preguntó:
—¿Te… te llamas Dark?
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No suficiente con
tener a un alumno que se apellide Dark, el Raimon tendrá una sucesión de
regresos que pondrá aún más patas arriba la situación. Pero cuando antiguos
compañeros hacen una llamada de auxilio, es imposible no correr en su ayuda. ¿Podrá
el Raimon prepararse bien para su siguiente rival?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: ¿ÉPOCA DE REGRESOS?
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
Bueno, bueno, el malo malísimo resultó ser nuestro delantero de fuego xD Aunque bueno, con semejante nombre, no era difícil averiguarlo :P
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