CAPÍTULO 26- ¿ÉPOCA DE REGRESOS?
—¿No serás…? —comenzó a preguntar Jude.
—Sí —Lucian agachó la cabeza—. Sí, Ray Dark. Era mi tío, señor.
Mark, Annie, Estela y Celia miraron automáticamente hacia Jude. Para
sorpresa de ellos, Jude tan solo tenía una ligera sonrisa en los labios.
—Vale, ¿y quién es ese Ray Dark? —se preguntó Adé.
—Ni idea, tú.
—¿Pero por qué intentabas ocultarlo? —preguntó Sharp.
—Bu-bueno… Me contaron que mi tío causó muchísimos problemas al equipo de
fútbol del Raimon, así que pensé que si decía cómo me llamaba, no me dejarían
entrar. Pero supongo que no hay nada que hacer —el niño intentó sonreír,
fallando en el intento—. Bueno, siento haberles molestado.
—Alto —ordenó Mark.
Lucian se giró ciertamente esperanzado. Mark se acercó a él, con cara
seria.
—Lucian Dark, ¿te gusta el fútbol?
—¿Eh…? —dudó por esa pregunta, pero respondió con decisión—: ¡Sí!
—¡Entonces no hay más que decir! —sonrió el entrenador.
—Eso es tontería, chavalín —sonrió Annie—. Si tuviéramos que vetar a cada
persona que fastidia al Raimon, ahora mismo Victor Blade no estaría con
nosotros. Ni tampoco Aitor.
—Es cierto que Ray Dark hizo cosas imperdonables al
Raimon, pero… también sabemos que en el fondo amaba el fútbol. Así que no te
preocupes, ¿vale? —le sonrió Jude—. No tienes de qué avergonzarte. Demuéstranos
que puedes seguir adelante y llegar a la altura que él no pudo en su vida.
—Claro, un chico tan adorable como tú no puede ser tan
malo y mezquino —sonrió Estela, restándole importancia.
—No lo estás arreglando… —murmuró Celia, sonriendo
forzadamente mientras recogía el portafolios del suelo.
—Lucian Dark, desde ahora mismo eres miembro del club de
fútbol del Raimon —declaró Mark.
—¡Muchísimas gracias! —el joven estaba contentísimo—. ¡Me
llamo Lucian Dark! ¡Y me alegro de estar en el equipo!
Arion y JP no dudaron en darle la bienvenida cálidamente.
—Bueno, ¿y tienes mucho nivel como futbolista? —preguntó
Victor.
—Uy, tanto como nivel, en fin… Solo llevo dos meses dando
patadas al balón, así que todavía no sé mucho.
—¿Que-que solo llevas dos meses? —alucinó Eugene.
—Vaya, todo un principiante —Aitor estaba de brazos
cruzados, ya integrado con sus compañeros.
—Todos hemos sido principiantes alguna vez —le recordó
Gabi.
—Ya.
—¡Ah, pero sé que quiero ser un buen jugador, de esos que
saben llevar el balón controlado y marcar golazos!
—¿Estamos seguros de que es sobrino de Dark? —cuchicheó
Estela.
—A lo mejor todo el talento futbolístico se fue para otro
lado en la familia… —Annie no pudo evitar burlarse.
A la hora de la verdad, el niño le puso mucho empeño
durante la práctica. A pesar de estar muy poquito tiempo interesado en ese
deporte, parecía tener una buena voluntad de aprendizaje. Y como Annie estaba
más ocupada hablando con Mark, Jude y Celia, Aitor aprovechó para hacer de las
suyas. Aprovechó la oportunidad en cuanto la pelota que llevaba Lucian se
dirigió hacia él.
—¿Pero qué haces, hombre? —puso su mejor cara de
preocupación y de niño bueno—. Cuando corras con el balón, no tienes que quitarle
la vista de encima. Si no, ¿cómo vas a correr recto, eh?
—¡Oh, sí, claro! ¡Es verdad! —sonrió, entusiasmado—.
Gracias por todo.
Aitor sonrió satisfecho por su trastada. ¿Y en qué
terminó? En el pobre Lucian dejándose la frente en el poste de la portería.
—¡Aitor! —le reprendió Gabi—. ¿Ya has vuelto a hacer una
de las tuyas? Lucian —se agachó al lado del novato—, cuando corras, debes mirar
hacia adelante. Si miras hacia abajo, no sabrás a dónde vas. ¿Lo entiendes?
—Ah, pues claro, si es lo más lógico.
—¡Es inútil intentar enseñarle! ¡Con lo negado que es, no
sacaremos nada! —se burló de nuevo.
Gabi estaba a punto de gritarle de nuevo, pero se calló
de inmediato en cuanto vio a la figura que tenía detrás. Aitor también lo notó,
se dio la vuelta y vio a un demonio mirándole con aura asesina.
—Parece que sí que es inútil enseñarte buenos modales a
ti —le sonrió Annie.
Mientras Aitor salía huyendo de su entrenadora, Lucian
pidió alegremente intentarlo de nuevo.
—Oh, qué rápido ha aprendido la carrera con balón —se
sorprendió Annie.
Aitor torció el cuello para verlo, ya que estaba haciendo
un equilibrio invertido de manos apoyándose con el balón. Todo obligado por el demonio de su entrenadora, por supuesto.
—¡Vale! —Samguk dio una palmada y se preparó—. ¡Venga,
chuta, Lucian!
La orden le pilló desprevenido al novato.
—¡Venga, que chutes, venga!
Apurado por no haber aprendido ese movimiento, miró hacia
los lados para ver si podía ver alguna referencia. Cuando giró la cabeza hacia
la izquierda, encontró a Michael Ballzack realizando un chut. Así fue cómo replicó
el tiro. Tiró con tanta fuerza que a Samguk le pilló con la guardia baja y le
hizo retroceder. Incluso le salió algo de humo a los guantes.
—¡No ha estado nada mal, Lucian! —felicitó el portero.
—¿De verdad? —sonrió.
—¡Oye, Lucian! ¡Vuelve a tirar de nuevo! —pidió Mark.
Sin embargo, cuando le pasaron de nuevo el balón, no
consiguió pararlo y se le fue.
—¡Sí, todo un principiante! —se rió Aitor.
Annie le miró de reojo, le dio un pequeño empujoncito al
chico y este perdió el equilibrio. Cayó redondo al suelo. La morena se hizo la
loca cuando su alumno le reclamó por ser tan vil.
—Pero últimamente cada vez tenemos más gente en el club —comentó
Riccardo, sonriendo.
—Sí… Y pensar que casi estuvo a punto de desaparecer… —dijo
Gabi.
—¿Sabes? Es casi como si estuviese viendo cómo éramos
nosotros en primero.
—¿Te refieres a cuando Nishiki estaba en el equipo con
nosotros?
—Sí —asintió Riccardo.
Esa noche, todos los antiguos amigos se reunieron para cenar. Esa vez tocó
en la casa de Jude Sharp. Bueno, en realidad, su casa había sido invadida por
sus amigos de la infancia sin previo aviso. Y sin poder hacer realmente nada.
Pero su casa era grande, así que se podía permitir recibir a unos cuantos
invitados, a cada cual más ruidoso.
—Madre de dios —silbó Rubén, observando todo—. ¿Por qué no vivís Celia y tú
aquí?
—Estoy bien en mi casa —sonrió la profesora—. Esta es demasiado grande,
incluso para dos.
Se vio a lo lejos a Yeidi hablarle con premura a Jude, con cara de pánico.
—¡No dejes que entre a la cocina!
¡Por lo que más quieras, convence a Sharp! —gritó Guille en español.
—¡Eso intento! —respondió de
vuelta.
—¿Qué están diciendo? —preguntó Nelly a su marido.
—Eh… no lo sé, ha-hablan demasiado rápido… —Einar sonrió con nerviosismo.
Mark no tenía que saber español para saber que se referían a la cocina
mortal de su amiga Nelly. Bueno, los demás también se hacían una idea.
—¿Y puedo saber por qué habéis venido todos sin avisar y a mi casa? —Jude
se cruzó de brazos cuando terminó de hablar con Yeidi.
—Hermanito, te he avisado. No es culpa mía que estuvieras tan ocupado como
para no mirar el teléfono —sonrió Celia.
Annie, Saki y Guille sofocaron una carcajada.
—David, deberías hacer que tu jefe no trabajara tanto —se burló Yuuto
mientras miraba a Samford—. Dale un respiro, hombre.
—Para eso estáis los del Raimon, ¿no? —sonrió él de la misma manera.
—A cenar —dijo Ken.
Todo el mundo se calló y se dirigió hacia la gran mesa del comedor.
Enseguida los murmullos comenzaron a escucharse mientras se repartían la comida
y comenzaban a devorarla.
—¿Y bien, Mark? —preguntó Eve—. Fuiste tú quien nos convocó. ¿Qué es lo que
nos tienes que decir?
—¿Es algo sobre la Resistencia? —dijo Greg—. ¿Pero no sería mejor que el
señor Hillman y los demás estuvieran presentes?
—Podemos decírselo más tarde a mi padre y a los otros —respondió Nelly—. Adelante,
Mark.
—El gran emperador Alex Zabel… es Axel.
Un silencio incómodo se cernió sobre todos ellos. Al principio todos
miraron con incredulidad al entrenador del Raimon, con cierto escepticismo. Y
también con sorpresa por comparar a semejante capullo del gran emperador con el
tan querido delantero de fuego. Pero cuando vieron la expresión grave del siempre
alegre Mark, empezaron a asimilar que lo que decía era cierto.
Después, todos miraron en dirección a Annie.
—¿Estás de coña? —saltó Guille—. ¿Axel Blaze siendo el cabecilla del Sector
Quinto? Dios mío, H, es que me pinchas y no sangro.
—¿Cómo lo has averiguado, Mark? —preguntó Andrea, todavía en shock.
—Lo gracioso de esto es que lo averiguó antes que yo —interrumpió Annie,
con una sonrisa bastante falsa—. Fue mirarle una vez y confirmar que era
nuestro Axel. ¿Cuántas veces he visto las fotos del gran emperador? Y nunca se
me pasó por la cabeza que era él. Pero esos ojos… son suyos. Él es Axel Blaze.
—No te martirices, nadie se imaginaba esto —dijo Estela.
—Bueno, tiene un cierto parecido si lo miras bien —murmuró Yuuto, mientras
tenía una foto del gran emperador en el móvil—. ¿Vosotros dos lo intuíais? —miró
a sus compañeros de la Royal.
Jude y David cruzaron miradas antes de asentir en silencio.
—Pero… pero… ¿Cuándo cambió de ideales? —preguntó Saki, visiblemente
confundida—. ¿Hace poco? ¿Mucho? ¿Cuándo fue la última vez que le visteis?
—No vino a nuestra boda —recordó Nelly.
—A la nuestra tampoco —aportó Yeidi.
—¿Eso cuándo fue? ¿Hace tres años? —preguntó Annie.
—Sí —asintió Mark.
—Creía que sí había ido —se sorprendió Greg.
—¿Todavía manteníais el contacto? —preguntó Ken.
—Los mensajes rigurosos, lo normal cuando uno ya es adulto —suspiró Mark.
—¿No se había ido a Alemania a seguir con su carrera de Medicina? —recordó
Rubén—. Fue como un año después de marcharse Annie, ¿no?
—Justo cuando dejamos de tener contacto con él —asintió Jude.
—¿Quizás tiene alguna intención oculta que no sepamos? —probó a decir
Silvia.
—Es difícil de creer que Axel comparta los mismos ideales que el Sector
Quinto —apoyó Celia.
—¿Le preguntasteis? —Einar miró a Annie y a Mark—. ¿Qué contestó?
—Vomitó el mismo discurso que predica —contestó la morena, con la cara
agria.
—¿Por eso anoche estabas tan raro? —se preocupó Yeidi, apoyando su mano en
la suya—. ¿Por qué no me dijiste nada?
—Porque quería esperar a que estuviéramos todos juntos para decirlo —respondió,
dándole un suave apretón a la mano de su esposa.
—Bueno, ¿y ahora qué haremos? —preguntó Joss—. ¿Cambiaremos nuestro plan
solo porque Axel Blaze es ahora nuestro enemigo?
—Está claro que no —negó Rubén—. Vuestro objetivo es recuperar el fútbol
libre, ¿no? Axel no tiene nada que ver ahí. Si se interpone, pues que se
interponga, no nos temblará el pulso para mandarlo a la mierda.
—Bien dicho —asintió Estela—. Esto no nos lo esperábamos, pero da igual.
Tenemos que seguir adelante y demostrarle a Axel que lo que está haciendo está
mal, que no es justo.
—Me sorprende que ahora quiera controlar el fútbol —comentó Andrea.
—¿A qué te refieres, H?
—Es decir, teniendo en cuenta todo lo que tuvo pasar con su padre… me
extraña que ahora quiera hacer lo mismo.
—¿Qué pasó con su padre? —preguntó Einar.
—Su padre quería que dejara de jugar al fútbol y se fuera a Alemania a
estudiar para ser médico —explicó Eve.
—Eso fue durante el mundial, ¿no? —dijo Guille.
—Sí, pero gracias a que vino a un partido, entendió lo mucho que
significaba el fútbol para Axel —terminó de decir Mark.
—Bueno, no es algo raro que repitan un mismo patrón de conducta en su
adultez —opinó Saki—. Ocurre en muchas otras situaciones.
—Puede ser —dijo Ken.
—¡Esto es muy malo! Cuando deseé tener un reencuentro superdramático entre
los dos amantes, no me refería a esto —lloriqueó Guille—. ¿En bandos enemigos tras
años de separación?
—Dicen que del odio al amor hay un solo paso —comentó David.
—¡Muy cierto! —asintió el casamentero—. ¡De enemigos a amantes!
—Guille, esto es serio —le reprendió Andrea, pellizcándole el brazo—. No te
lo tomes a broma.
—¡Me lo tomo muy en serio! ¡Soy un casamentero!
Andrea terminó metiéndole un montón de comida en la boca para que dejara de
decir tonterías. Y se callara un rato, claro.
—Bueno, pasemos a otra cosa —Yuuto miró a los que estaban en el Raimon
trabajando—. Me ha dicho un pajarito con gafas que en el Raimon tenéis una
nueva incorporación.
—Yo misma —sonrió Annie, algo más animada por cambiar de tema.
—¿De verdad? —se sorprendió Einar.
—Solo seré entrenadora auxiliar. Me centraré en entrenar a Aitor.
—¿Esa era la sorpresa que decías? —recordó Saki.
—¡Exacto!
—¿Eso quiere decir que Aitor vivirá contigo? —preguntó Estela—. Xavier me
ha contado que Lina lo dejó a tu cargo.
—¿Qué? ¿Que la entrenadora Schiller estuvo aquí? —preguntó Greg.
—Sí, se quedará a vivir temporalmente conmigo. He podido conseguir un piso
de alquiler que está bastante bien para ambos. Veremos a ver cómo es la convivencia.
—Te deseo suerte —le dijo Joss—. No parece ser un chico para nada
tranquilo.
—Lina dijo que lo era bastante —habló Mark—. O al menos, así era en el
orfanato Don Sol.
—Te hará rabiar por puro placer —intervino Ken.
—Tiene pinta de eso —sonrió Saki.
—Es un revoltoso, se le nota.
—Y más con Annie —comentó Celia—. Creo que nunca había visto a un alumno
hacer equilibrios apoyado en un balón de fútbol.
—¿No crees que eso es demasiado? —se rió Andrea—. Pero me habría gustado
ver eso.
—Tenías que haberlo grabado, Celia —se quejó Estela—. Eso tengo que verlo
con mis propios ojos.
—Pero vaya, Mark, qué bien callado que te lo tenías —dijo Eve—. ¿Por qué no
dijiste nada?
—Seguramente se le olvidó —suspiró Yeidi.
—Por cierto, de nada por meterte en la base de datos del Sector Quinto —Gregori
le guiñó un ojo—. Básicamente me debes el empleo, Annie.
—¡Es cierto! ¡Estás invitado a cenar a mi casa! Y así conoces mejor a
Aitor.
—Ten cuidado, no vaya a ser que se encariñe demasiado contigo —se burló Yuuto.
—Mira quién habló —saltó Guille—. ¿No tienes al portero de la Royal babeando
completamente por ti? Como no tengas cuidado, te meten en la cárcel. Es
bastante mono y gracioso, eso sí.
—¿Por qué haría eso? —protestó Saki—. ¡Tiene a Edgar…!
—Seguro que debe de estar sufriendo la ausencia de su amada —se mofó Annie.
Yuuto terminó resoplando.
—Para gracioso está Lucian —intervino Estela—. Hoy se comió el poste de la
portería por no mirar hacia el frente.
—¿Lucian? —repitió Rubén—. No me suena ese nombre. ¿Es un jugador nuevo?
—Sí —asintió Celia—. Se presentó esta mañana.
—Es el sobrino de Ray Dark —soltó Jude.
Todos los que se enteraban en ese momento se quedaron de piedra.
—¿Ese niño…? ¿Lucian Dark? ¿Es el sobrino? —David abrió completamente su único
ojo visible.
—¿Tenía familia? —se preguntó Andrea.
—Al parecer, sí —le respondió Guille.
—Joder… —soltó Yuuto.
—¿Y cómo es el chico jugando? —preguntó Silvia.
—¿Quién es Ray Dark? —preguntó Einar.
Nelly se encargó de explicarle todas las cosas que había hecho ese señor.
—¿Intentó matar a su propia hija? —el noruego se quedó estupefacto.
—¿Qué? ¡No! ¡Escucha atentamente cuando te hablo! —le regañó su esposa—.
Por culpa de todas las enemistades que se creó Ray Dark, antiguos enemigos
intentaron matar a su hija, a Hikari.
—Esperad, ¿Hiki no sabe que tiene un primo? —preguntó Yeidi—. ¿Alguien se
lo ha dicho?
—Voy a decirlo por el grupo ahora mismo —dijo Estela.
—¿Todavía existe ese grupo? —se sorprendió Annie—. Volvedme a añadir, que
cambié de número.
—Pobre, se va a quedar muy sorprendida cuando lo sepa… —se lamentó Saki.
—Respondiendo a tu pregunta, Silvia —retomó Celia—, Lucian es un novato,
pero aprende rápido.
—¡Sí! ¡Y parece que tiene bastante talento! —sonrió Mark.
—Puede ser un jugador bastante interesante —comentó Jude.
—Pero es bastante inocentón —replicó Annie—. Fue engañado fácilmente por el
sinvergüenza de Aitor. Fue por su culpa por el que se estrelló contra la
portería.
—¿A qué curso va? —preguntó Greg.
—Va a primero —respondió Celia.
—¿Ha contestado Hiki? —preguntó Andrea—. A estas horas tiene que estar
despierta, ¿no?
—Supongo que debe de estar ocupada trabajando —dedujo Guille.
—Ya ha salido el nuevo rival del Raimon —anunció Ken, mientras miraba el
móvil.
—¿De quién se trata? —preguntó Saki.
—El Alpino.
—Oh, esos son bastante buenos —habló Joss—. Tengo entendido que tienen un
nivel increíble.
—Y el que juega más limpio de todos —aportó David—. Pero ahora mismo no sé
si eso sigue siendo cierto.
—Mirad quién es su entrenador —sonrió Yeidi.
—Shawn Froste —a Eve se le dibujó una leve sonrisa.
—Así que terminó trabajando en el Alpino… —murmuró Greg.
—Entonces no me sorprende que sean tan buenos en ataques y defensa
teniéndole a él como entrenador —dijo Joss.
—Me pregunto si veremos a Tris entre los espectadores en el partido contra
el Alpino —sonrió Saki—. Tengo ganas de verla, hace tiempo que no nos vemos.
—¿Es que está en el Alpino? —se sorprendió Annie.
—¿No se había metido a ser profesora de Educación Física? —intentó recordar
Guille.
—Creo que sí —asintió Rubén.
—Siempre creí que terminaría haciendo algo sobre el atletismo —suspiró
Annie—. Recuerdo que le gustaba mucho. Voy a aprovechar para hablarle de nuevo.
Ay, cómo os he tenido de abandonados…
Tanto David como Jude estaban intercambiando susurros entre ellos dos
cuando Eve les interrumpió.
—Por cierto, Jude, gracias por acogernos en tu casa esta noche. La verdad
es que me daba pereza regresar a Tokio con la moto.
—Sobre todo de noche —añadió Greg—. Esta es un peligro.
—¿Y si hacemos una pijamada? —propuso Einar.
—No creo que haya suficientes habitaciones —replicó Nelly.
—Bueno, el salón es bastante amplio —sugirió Silvia.
—Qué traviesa te has puesto —se burló Rubén.
Celia escondía su risita al ver la que le habían liado en un momento a su
hermano.
—¡Como en los viejos tiempos! —se alegró Mark.
—¿Y si invitamos a Scotty a que venga? —preguntó Guille.
Se creó una batalla campal entre Celia y Guille. Uno queriendo llamar a
Scotty y la otra intentando detenerlo. David se puso cómodo mientras disfrutaba
del espectáculo. Jude tan solo se limitó a suspirar sin más remedio.
Desventajas de vivir en una mansión.
—¡Ánimo, venga, a entrenar! —animaba Lucian desde el banquillo.
Habían decidido realizar pachangas aquella tarde. Habían dejado al más
novato de todos a un lado para que pudiera observar mejor a sus compañeros de
equipo. Ken ocupaba la portería mientras que Annie, Estela y Greg eran los
defensas. Andrea, Eve y Saki eran los centrocampistas y Guille, Joss, Rubén y
Yeidi se encargaban de atacar. Yuuto y Einar no habían podido venir porque
ambos trabajaban.
A pesar de enfrentarse a unos adultos con experiencia, los jugadores del
Raimon pusieron todo su empeño en superarles. Los mayores no podían usar sus
supertécnicas, tan solo sus habilidades físicas. Los niños tampoco tenían
permitidos usar sus Espíritus Guerreros.
—¡No te dejaré pasar, tú!
Guille se encontró de sopetón con el adolescente tan alto y grande que era,
dispuesto a echársele encima a por el balón. El español intentó huir de la
mejor forma posible, pero el defensa era duro de roer. No le dejaba ni a sol ni
a sombra.
—¡Guille, deja de hacer el tonto y
chuta el balón! ¡O pásaselo a Yeidi!
—¡H, no es como si no quisiera
hacerlo! —protestó él—. ¡Es demasiado
grande!
—¡Eso ha sonado muy mal! ¡Que lo
sepas! —le gritó Rubén, intentando no reírse.
—¡No era mi intención!
—¡Retrocede! —le ordenó Saki—. ¡Probemos con la supertáctica!
El español estaba a punto de hacer tal y como le habían dicho, pero Wanli
aprovechó para cargar contra él de nuevo. Guille lo esquivó por los pelos, pero
enseguida Subaru le robó el balón usando su supertécnica A Todo Vapor.
—¡Ángel de Nieve 2!
Subaru Honda quedó helado con esa supertécnica salida de la nada. Un hombre
se llevó el balón e hizo un pase hacia el aire. Otra figura alcanzó la pelota
y se dispuso a chutar:
—¡Tiro Glacial!
—¡Cuidado, Annie! —advirtió Saki.
Pero era ya demasiado tarde. El sol de la tarde había impedido que la
morena viera que ese tiro iba hacia ella y le dio de lleno, tumbándola en el
suelo.
—¡Eres una idiota! ¡¿Se puede saber por qué coño no me dijiste que habías
vuelto, maldita?! ¡Cuatro años! ¡Cuatro malditos años donde no hubo ni un solo
mensaje! ¡¿Y ahora regresas a Japón y no se te ocurre decirme nada?! ¡Si es que
te tenía que haber dado más fuerte! ¡¿Dónde está el balón, eh?!
—¡Tranquilízate, Tris! —el hombre que había robado la pelota fue a detener
a la chica castaña que estaba a punto de patear a Annie—. ¿No ves que todavía
sigue en el suelo?
—¡Mejor, así puedo pegarle con más facilidad! —alzó una pierna para darle.
—¿Shawn? —llamó Mark, sorprendido—. ¿Tris? ¿Qué hacéis aquí?
—¿Sois vosotros de verdad? —gritó Saki con alegría antes de lanzarse al
cuello de Tris—. ¡Cuánto tiempo!
—Demasiado, ¿no? —sonrió Shawn.
—¿S-Saki? ¿Y todos vosotros? —Tris estaba sorprendida de ver a tantos
amigos suyos en el Raimon—. ¿Esto es una antigua reunión de amigos o qué?
—No, tonta —se rió Saki, antes de levantarse y ayudar a la chica—.
¡Estábamos jugando un partido!
—No me digas que ese hombre es Shawn Froste… —Skie se quedó estupefacta.
—Su cara me suena… —Jade miraba con atención a la otra mujer que había
aparecido y pateado a Annie de la nada—. ¿Ha aparecido alguna vez en
televisión?
—¿Te suena el mundial donde Inazuma Japón perdió contra Las Fieras Nocturnas,
el equipo español? —sonrió ella, orgullosa—. Pues yo era una de las gerentes. Me
llamo Bea, pero me podéis decir Tris.
—¡Ya decía yo! —sonrió la gerente—. ¿Entonces usted también es amiga del
entrenador Evans?
—En efecto —asintió ella—. Annie, deja de hacerte la muerta, que sé que sigues
consciente.
—Sigues siendo igual de bruta que cuando me fui —se quejó la morena,
sonriendo con cariño—. Me alegro ver de que estás bien, onee-chan.
—No me llames de esa forma tan ridícula, ya no somos crías —Tris chasqueó
la lengua—. Y después de lo que hiciste, no sé si puedo considerarte eso.
—Anda, no te enfurruñes —sonrió Annie y abrió los brazos—. Ven, vieja
amiga.
Tris frunció el ceño, pero la chica de pelo castaño oscuro terminó
abrazándola. Annie notó que se había dejado crecer la melena.
—Te veo estupenda a pesar de los años.
—No me llames vieja, tonta.
—Yo sí que me alegro de veros bien —intervino Jude—. Estaba preocupado.
—¿Eh? ¿Por qué? —preguntó Greg tras saludar a Tris.
Shawn y Tris estaban ocupados en saludar a sus viejos amigos, recibiendo
abrazos por todos lados. Y de fondo, los jugadores del Raimon asistiendo a esa
reunión.
—Me dijeron esta mañana que te echaron como entrenador del instituto Alpino,
que tú renunciaste a tu puesto como profesora de Educación Física y entrenadora
del club de atletismo y que desde entonces estabais desaparecidos.
Miraron con asombro a los dos implicados.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó Eve—. ¿Por qué has renunciado así como así a
tu trabajo?
—El instituto Alpino ha caído en las manos del Sector Quinto —reveló Shawn.
—Como lo oís —suspiró Tris—. Pero mejor que os lo contemos sentados.
Una vez acomodados en la sombra de la zona de banquillos, Tris decidió
tomar la palabra.
—En el Alpino todavía creían en el fútbol libre, por lo que se negaban a
seguir las órdenes del Sector Quinto. Estaban ganando todos los partidos, pero…
lograron infiltrarse en el instituto.
—Cuando quise darme cuenta, ya era demasiado tarde —se lamentó Shawn—. La mayoría
de jugadores estaban bajo sus órdenes. Me acusaron de ser un revolucionario que
quería echar al gran emperador y me obligaron a abandonar el instituto.
—Yo protesté, como es obvio —siguió Tris—. Pero como no dieron su brazo a
torcer, entonces decidí renunciar y huir con Shawn.
—Dios mío, qué dramático todo —comentó Guille—. Parece una fuga de amantes.
Andrea terminó clavándole un coscorrón por bromear en una situación como
esa.
—¿Y no te dieron pena tus alumnos? —preguntó Greg—. Eras la entrenadora del
club de atletismo, ¿no? ¿Y ellos qué?
—Se apañarán bien sin mí —se encogió de hombros ella—. Además, no era
seguro permanecer en Hokkaido. Solo por protestar ya me miraron bastante mal
los altos cargos del Alpino. Es mejor estar en un sitio más seguro, aquí en el
Raimon.
—Pero sé que todavía hay jugadores que no han sido captados por el Sector
Quinto —repuso Shawn—. Quiero ayudarles, salvarles tanto a ellos como al
instituto Alpino. Por eso decidimos venir aquí, queremos que nos ayudéis a liberar
al Alpino de las garras del Sector Quinto.
Y como muestra de respeto, tanto Shawn como Tris hicieron una reverencia de
noventa grados.
Los jugadores del Raimon no dudaron ni un segundo en aceptar y ayudar.
—Muchas gracias —sonrió Shawn.
—Sin embargo… —murmuró Tris.
—¿Sin embargo qué? —preguntó Yeidi.
—¿Pasa algo? —añadió Joss.
Tris intercambió miradas con Shawn y le asintió al entrenador del Alpino. Le
tocaba a él decirlo.
—En su estado actual, el Raimon no podrá vencer al Alpino hasta que no
rompa su Barrera Absoluta.
—¿Por qué no pasamos mejor adentro? —sugirió Ken—. Creo que será más fácil
si nos lo explicáis con más detalles.
Tal y como dijo Ken, decidieron preparar una simulación para explicar mejor
en qué consistía la Barrera Absoluta. Los jugadores del Raimon se sentaron en
los bancos para poder escuchar con atención, mientras que los amigos de Mark se
colocaron a un lado.
—La Barrera Absoluta es una supertáctica consistente en concentrar un gran
número de jugadores en el centro —dijo Froste—, para reforzar al máximo la
defensa del equipo.
—Os hemos visto jugar en televisión, pero ni vuestro Trueno Ilimitado tiene
algo que hacer —espetó Tris—. Por mucho que atacarais, no serviría de nada.
¿Qué es lo que podéis hacer para atravesar este muro? Fácil, una supertáctica
que la reviente por completo.
—Se me ocurre un método que puede servir —intervino Jude—. Si la Barrera
Absoluta concentra jugadores en el centro, por lógica acabarán dejando huecos
en las bandas. Así que si atacamos por las bandas, tendremos una oportunidad de
conseguir la victoria.
—¡Así tendríamos una supertáctica hecha para vencer a la Barrera Absoluta! —sonrió
Celia.
—Pero… no es tan fácil —replicó Estela.
Mark, que también estaba sentado como un alumno más, la miró
insistentemente con la mirada, para que se explicara mejor.
—Para superarla es vital tener al menos dos jugadores que posean velocidad
y potencia de tiro —suspiró Yeidi, contestando a su marido.
—Ahí está la clave para romper la Barrera Absoluta —asintió Jude.
—Por desgracia… —comenzó a decir Tris, pero se vio interrumpida.
—Victor y Arion son los que buscamos —dijo Michael—. Los dos son bastante
rápidos y pueden usar sus Espíritus Guerreros.
—Ah, pues es verdad —sonrió Eugene, cayendo en la cuenta.
—Oye, ¿pero tú qué harás entonces, Michael? —preguntó Adé.
—Yo seré el cebo —sonrió el peliazul—. Alguien tendrá que atacar para
atraer a los defensas del Alpino al centro, ¿no?
—Gracias, Michael —agradeció Arion.
—No os confundáis —se apresuró a decir—. Solo lo digo porque creo que es lo
mejor para ganar, ¿eh?
—¿Qué pasa? —le sonrió Annie—. Por la cara que pones, no te veo muy
convencida.
—No quiero ser muy grosera, pero… Mark, no creo que funcione.
—¿Por qué piensas eso, Tris? —se mostró sorprendida.
—Esos dos chicos tienen Espíritus Guerreros, ¿no? Pero que los tengan no
significa que tengan que invocarlos para realizar la supertáctica.
—Bien pueden hacerlo sin recurrir a ellos, ¿no? —sugirió Shawn.
—¿Tienen buena potencia de tiro aun sin sus Espíritus? —preguntó Tris.
—Victor fue un imperial —dijo Saki—. Así que es el que más potencia de tiro
tiene por su entrenamiento.
—¿Y Arion? —preguntó Shawn.
—¿Se iguala a la de Victor? Porque si se apoyan en el hecho de que pueden
aprovechar la potencia del Espíritu Guerrero, entonces no llegaremos a ningún
lado.
—Tiene sentido —dijo Yeidi con las palabras de Tris—. Si llegan a un punto
donde están tan cansados como para invocarlos, la supertáctica se vendrá abajo.
—Entonces solo queda una solución —comentó Joss.
—Sí, machacarlos hasta que lo logren —Annie se mostró bastante decidida.
—Yo puedo ayudar con el tema de la velocidad —se ofreció Tris—. No creo que
pueda hacer sean mucho más veloces, pero algunas técnicas de atletismo les
pueden servir.
—Digo lo mismo —añadió Shawn—. Ayudaré encantado en lo que sea. No dudéis en pedírmelo.
—Estarán encantados de que les enseñeis —sonrió Mark—. Es bueno teneros de
nuevo por aquí. Y después de tanto tiempo.
—Pero… ¿Y qué pasa con Angy y Caleb? —preguntó Guille—. ¿Saben que estáis
aquí?
—¿O simplemente huisteis sin avisar ni nada? —Andrea arqueó la ceja.
—Eh… bueno, mirad el lado positivo, así no se pondrán en peligro por saber
nuestro paradero —contestó Shawn, sonriendo algo nervioso—. De todas formas,
Angy está ahora mismo fuera del país, jugando las preselecciones del mundial de
voleibol.
—Bueno, Caleb sabe cuidarse él solito, no creo que le puedan hacer nada.
—Bueno, si vemos a un melenudo con pinta de macarra buscar como un loco a
una otaku por esta ciudad, ya sabemos a qué se debe —suspiró Rubén, bromeando.
Durante los siguientes días, los jugadores del Raimon se dedicaron en cuerpo y alma a entrenar. Con el plan de ataque en mente, fueron practicando y practicando sin cesar. Tris decidió dar unos consejos básicos de atletismo a los jugadores para que les ayudara a mejorar en sus carreras. Shawn facilitó toda la información necesaria de la Barrera Absoluta y fue puliendo algunos aspectos de la nueva supertáctica.
Mientras tanto, JP estaba decidido a crear una supertécnica de defensa. Y los amigos del entrenador Evans no se pasaron por la cancha con el fin de no molestar en sus duros entrenamientos. Annie fue incluso más estricta con Aitor para que mejorara su equilibrio corporal de cara a los delanteros del Alpino.
Sin embargo, ellos mismos se dieron cuenta de que la teoría de la supertáctica nueva era bastante más difícil de plasmar en el campo, pues se les pasaba por alto un factor importante. Se estaban centrando tanto en la defensa que olvidaban que luego tenían que buscar la oportunidad de marcar gol. Y con esa visión de túnel que estaban teniendo, nunca lo lograrían.
—¿Tenéis todos bebidas? —iba preguntando Skie durante el descanso—. Si alguien no las tiene,
que me lo diga, ¿eh?
—Venga, Riccardo, toma esto y te animas un poco —Jade le ofreció una
botella al capitán, que parecía demasiado absorto en la táctica a seguir.
—¿Eh? Ah, muchas gracias —le sonrió.
—Y esto también. Carta del extranjero —tendió Rosie.
—¿Del extranjero? De Roma… —enseguida cayó en cuenta y le sonrió a su mejor amigo—. ¡Gabi, es
de Nishiki…!
—¡¿Qué?! —gritaron los demás.
—¿Nishiki? —repitió Jade, interesada.
Riccardo pasó la carta a Samguk y el portero la abrió para leerla en voz
alta:
—«Amigos, muchos días han pasado sin vernos». Así habla Roma Nishiki —sonrió
el portero con nostalgia.
—Sigue hablando como un samurái de los viejos tiempos, ¿eh? —Jade arqueó
una ceja, divertida.
—¿Es que conoces a Nishiki? —le preguntó Gabi.
—Claro, Roma y yo fuimos compañeros de clase en primero.
—Conque Roma, eh… ya sabemos que os lleváis muy bien… —Adé entrecerró los
ojos con pillería.
—¡Eh! ¡Eso no es verdad para nada! —se ruborizó levemente por las
implicaciones.
—¿Ah, no…?
—¡Adé, ven aquí ahora mismo! —bramó, furiosa.
—¡Eh, lo siento! —huyó, riendo—. No lo diré, no lo volveré a decir.
—Perdón. ¿Podemos saber de quién es la carta? —preguntó Arion, junto a los
otros de primero.
Los veteranos decidieron que una prueba visual sería mejor explicación que unas cuantas palabras.
—Esta foto es de cuando todos entramos en el club de fútbol. Este de aquí
es Ryoma Nishiki —Riccardo señaló a un chico alto, con una coleta alta y bien
larga, tez morena y cejas espesas—. Era un delantero que estuvo en el club
hasta el año pasado.
—Tenía tanto talento que le ofrecieron una beca para irse a Italia a jugar
al fútbol —continuó Gabi.
—¿Una beca para jugar? —preguntaron, asombrados.
—Vaya, tiene que ser muy bueno, ¿no? —comentó Skie.
—Sí, tenía una fuerza de chut endemoniada —recordó Samguk Han—. Muchas veces
sus tiros me dejaron las manos hechas polvo.
—Si no recuerdo mal, se hacía llamar el pichichi del Raimon —añadió Adé.
—Y también se puede decir que era muy rápido —dijo Michael.
—¡Se ponía en marcha y nadie le paraba, tú!
—¡También sabía guardar muy bien el balón! —Eugene se metió también—. Como
te lo robase, ya no se lo ibas a poder quitar.
De fondo, Aitor quería mirar de incógnito la foto por simple curiosidad,
pero fue pillado por Skie, que se la enseñó con mucho gusto.
—Ya veo que este Ryoma Nishiki era un tipo fantástico, ¿no? —habló Arion.
—Si estuviera aquí, ya habríamos completado la nueva supertáctica —murmuró
Adé.
—No sirve de nada hablar de alguien que no está aquí. ¡Se acabó el descanso!
¡Venga, chicos, en marcha! —anunció el capitán di Rigo.
Era de noche y en el campo exterior del Raimon se encontraba una persona chutando a portería. Con cara seria y perdida en sus recuerdos.
—¿Otra vez pensando en Njord Snio? ¿Estás seguro de que no es tu hijo secreto
con Angy? ¿O alguno perdido? —bromeó Tris, para intentar animar a su mejor
amigo.
Shawn se detuvo en seco, a punto de chutar de nuevo. Su amiga le había asustado, pero enseguida le sonrió.
—Ah, no, tan solo estaba recordando cuando le salió por primera vez la
Ventisca Eterna.
—Sé que te duele haberte ido sin poder dar explicaciones, pero sé que lo
entenderá —Tris colocó una mano sobre su hombro—. Njord es un chico listo.
—Conque se había metido aquí, ¿eh?
—¿Quién anda ahí? —Tris se giró rápidamente al escuchar esa voz.
—Le estábamos buscando, entrenador Froste.
—Whyte… —susurró Shawn al reconocerlo.
—¿Ese es el nuevo capitán del Alpino? —recordó Tris—. ¿Wolfe White?
—Y usted debe ser la entrenadora del club de atletismo, la desertora. Quiero
que sepa que sus atletas están muy decepcionados con usted, profesora. No pueden
entender su traición.
La chica se contuvo de gruñirle como un perro rabioso.
Cuando el Sector Quinto despidió a Shawn como entrenador y puso a Wilder
Bigfoot, también decidieron cambiar de capitán y colocar a un tipo llamado
Wolfe Whyte. Ese nuevo capitán se incorporaría con otro imperial más al equipo,
el delantero Grisley Bear.
—Whyte, ¿qué quieres ahora? —Shawn no se andó con rodeos.
—Menudo modo de saludar. Y justo antes de un partido importante.
—Y da gracias a que todavía eres menor de edad, porque si no, te pateaba el
culo.
Whyte ignoró las palabras de ella. Ambos adultos se extrañaron cuando el capitán del Alpino chasqueó los
dedos, a la espera de algo o alguien.
—Les presento a la estrella del instituto. Se llama Njord Snio. Ha sido
aceptado entre los imperiales y se ha convertido en un magnífico delantero. Creo
que tendremos la oportunidad de ver toda su fuerza en el próximo partido.
Tris miraba con asombro tanto al alumno como a su amigo de la infancia. Shawn
corrió hacia el jugador.
—¿Tú también has caído en el Sector Quinto?
—No me toque —Njord le dio un manotazo.
Shawn se quedó helado ante el tono frío del chico.
—Ha traicionado al instituto Alpino. ¡Me ha traicionado a mí!
—¡Eso no es verdad, Njord! Yo solo quería…
—¡Ya no somos amigos! Ahora no es más que un enemigo al que vencer.
—Así es, Njord Snio —Whyte colocó una mano en su hombro amistosamente—. Y recuerda,
el Sector Quinto jamás traicionará tu confianza. Adiós, nos veremos dentro de
poco en el campo.
Shawn se retiró del campo cabizbajo, sin que Tris pudiera decirle nada para reconfortarlo. Tris terminó pateando con rabia la pelota contra la portería.
—¡Ya está! ¡La hemos completado! —celebró Arion.
—¿Ocurre algo? —preguntó Estela al par de amigos.
Tris tenía el ceño profundamente fruncido mientras miraba al campo. No había despegado el ojo de la zona de juego en todo el entrenamiento. Ni tampoco en todos esos días. Y Shawn parecía absorto, perdido en su mente.
—Definitivamente, no está terminada —concluyó Tris de manera tajante.
—¿En qué crees que cojea? —Le preguntó Annie.
—Falta pulirla. No me da buena sensación. No sé cómo explicarlo.
—Shawn, ¿te encuentras bien? —probó Celia.
—¿Eh? Sí, sí, no es nada —sonrió con falsedad.
Tris le miraba de reojo, preocupada.
—Siempre se puede mejorar durante la situación real —dijo Mark, positivo.
—¡Le voy a echar mucho de menos, maestro! ¡Muchas gracias por todo lo que
ha hecho por mí en este año!
El hombre pelirrosa de pelo corto que tenía delante sonrió sin más remedio.
Hizo que el adolescente de coleta alta dejara de hacer semejante reverencia de
noventa grados y que se sentara de nuevo.
—No seas tan exagerado, muchacho. No es como si no nos volviéramos a ver.
—¿También se está planteando volver a Japón? —el joven quedó sorprendido.
—Sí, creo que ya te lo comenté. Llegaré un poco más tarde que tú, tengo que
recoger a alguien.
—¿Se refiere a su vieja amiga? ¿La señorita Sono?
—En efecto —asintió el pelirrosa—. Hikari se enteró de que nos íbamos y me
pidió venir conmigo.
—¿Se tomará un descanso?
—Por desgracia, no. Le ha surgido un asunto bastante inesperado.
—¡Pardiez! ¡No puedo esperar para volver a Japón y regresar al Raimon! Me
pregunto cómo irá todo por allí.
El hombre terminó sonriendo, con cariño y nostalgia. Después de dar un
sorbo a su café, le dijo:
—No eres el único, chaval, no eres el único...
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El día del partido contra el Alpino ha llegado. A pesar de haber entrenado muy duro y con ayuda interna del enemigo, el Raimon se topa ante un muro inquebrantable. Uno que por más que lo intenten atravesar, resiste de pie. Y encima hay que sumarle la dificultad del campo, un añadido bastante puñetero. ¿Lograrán romper la Barrera Absoluta?
Si lo queréis
averiguar, no os perdáis el próximo capítulo: BLOQUEO
¡¡¡Esto es fútbol
al rojo vivo!!!
Bueno, bueno, mi querida onee-chan ha vuelto al fic :D
Y aquí está la comparativa:
No ha cambiado mucho, ¿no? xD
Como siempre, pondré su ficha en la página del timeskip :3 ¡Cada vez somos más de los antiguos personajes! A ver cómo lo hago para no volverme loca xD
¡Hasta el próximo capítulo!
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