VIGESIMOTERCER ESPECIAL DE NAVIDAD


Aquel miércoles habían quedado para hacer una videollamada grupal. No sabían cómo demonios habían conseguido cuadrar sus horarios, pero al final lo habían hecho. Solo faltaba ver cómo terminaba aquel experimento.
—¿Estamos todos? —preguntó Mark.
—Me parece que sí… —respondió Hurley.
Los chicos casi que no se podían ver con tantos participantes en la videollamada, pero algunos de ellos empezaron a desactivar su videocámara y a dejar solo su micrófono encendido, como Caleb, Archer y Scotty. Algunos compartían pantalla, como era el caso de Jude con David y Erik con Bobby, Mark Krueger y Dylan Keats. Luego estaba Yuuto ahí colada en la pantalla de su novio Edgar, alegando que ella sabía usar mejor el ordenador que el torpe del snob peliazul.
—¿Tiene alguna finalidad esta videolladama? —preguntó Hikari, habiendo hecho lo mismo que Yuuto.
—¡La tiene, la tiene! —sonrió Mark con alegría.
—¿Y cuál es? —preguntó Darren.
—Quiere que nos reunamos todos por Navidad —contestó Nathan.
—Ya, ¿y dónde pretendes que nos reunamos, genio? —bufó Yuuto—. Si estamos todos desperdigados por varios países.
—Además, solo quedan… —Edgar hizo malabares mentales para poder calcular el desfase horario—. ¿Dos o tres días? Quizás menos. Entre que cogemos el avión y todo lo demás, estaríamos pisando Japón en el día de Navidad.
—No pienso pasar mi Nochebuena en un avión —se negó en rotundo Hikari.
—Pero podríais hacerlo si salís ahora mismo —opinó Willy.
—Como que eso no es tan fácil —sonrió Bobby.
—¿Y qué haríamos en Navidad, Mark? —preguntó Erik.
—¿Os acordáis de cuando celebramos una Navidad en el albergue de Annie? —dijo David—. ¿Quieres hacer algo parecido?
—¡Eso es! —asintió Mark repetidas veces—. ¡Estaría guay hacer eso!
—Y no podías haberlo propuesto con un poquito más de antelación, ¿no? —Jude arqueó una ceja.
—¿Y dónde se supone que lo haríamos? Ahora ya no tenemos el albergue de Annie para hacerlo —habló Jack.
—¿Lo haríamos en Tokio? —preguntó Austin.
—Sería lo suyo, ¿no? Es mejor reunirse en la capital que en otro lado del país. La mayoría están ahí —agregó Archer.
—Quizás yo pueda ayudar con eso —sonrió Tori—. Podría hacer un par de llamadas.
—¡Qué grande es mi Tori! ¡Cada día se parece más a una mujer de negocios! —lloriqueó Sue—. ¡Pronto serás primera ministra del país! ¡Yo votaré por ti!
—G-gracias…
—Es una locura —objetó Nelly—. Tenemos muy poco margen de tiempo.
—¿Y a quién se le ocurrió la brillante idea? —preguntó Tod.
—A mi hermana —suspiró Xavier—. Se ve que lo estuvo hablando con las demás chicas, pero a nosotros no nos lo ha dicho hasta ahora.
—¿Tú lo sabías, Axel? —cuestionó Jordan—. ¿Yuuto? ¿Hiki?
Yuuto y Hikari se miraron a través de la pantalla. Terminaron por encogerse de hombros y decir a la misma vez:
—Paso de los grupos.
—No suelo mirar los mensajes.
Paolo reprimió una carcajada mal disimulada. Edgar puso cara de resignación, al igual que los demás. Las gerentes se hicieron las desentendidas, al igual que Tori y Sue.
—¿Y dónde nos vamos a hospedar? —preguntó Marco.
—Tenemos casas suficientes entre todos, ¿no? —dijo Caleb—. Os metemos en alguna habitación libre y listo. Tampoco es muy difícil.
—¿Y yo qué hago con mis hermanos? —preguntó Thor—. ¿Con quién los dejo?
—Tráetelos —propuso Celia—. Julia también vendrá, ¿no?
—Como se escape y aparezca en la fiesta, será culpa vuestra —advirtió Axel.
—Creo que entre todos podremos cuidar de tus hermanos, Thor —alegó Shawn.
—Siento que esto va a terminar bastante mal… —murmuró Camelia.
—Tú también lo sientes, ¿verdad? —habló Scotty.
—Está claro que esto será un desmadre total —se rió Torch.
—Espero que no perdamos a nadie en la gran ciudad… —murmuró Gazelle.
—Eso está garantizado —resopló Steve—. Mientras no sea a ninguno de los más pequeños…
—Bueno, pues en eso quedamos, ¿no? —resumió Dylan—. Habrá party hard en Tokio el veinticinco. Debo suponer que será todo el día, ¿verdad?
—Faltaría más —comentó Kevin—. Pegarse el viaje para solo un par de horas.
—Pues ya nos iréis diciendo todos los detalles. Por favor, que sea pronto y sin equivocaciones —pidió Bellatrix antes de desconectarse.
Y antes de que Mark Evans pudiera darse cuenta, se había quedado solo en la videollamada grupal.




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